Aurora se dejó hacer en su inmaculada vagina mientras con una de sus manos se pellizcaba los erguidos pezones y con la otra devolvía a su profesor las atenciones que con ella estaba teniendo, uniendo su mano a la de su hermana Raquel para culminar, j...
Relato
La segunda vez que se lo montó con su profesor suplente de Filosofía, según el relato detallado que me hizo Raquel de aquella ocasión, no me pareció tan romántico y delicado.
Mi cuñada me contó que el tal Arturo se las apañó para que ella se quedara al mediodía preparando unas fotocopias de unos artículos de prensa que utilizarían en la siguiente clase. Raquel se despidió de su hermana –mi mujer- y se dirigió al cuarto de la fotocopiadora, donde le esperaba su deseado profesor.
Como se imaginaba – y esperaba-, lo de las fotocopias tan sólo había sido una excusa de aquel tipo para encontrarse de nuevo a solas con su virgencita, y en cuanto Raquel entró, él cerró la puerta de aquel reducido espacio, la tomó por la cintura y empezó a besarla con pasión en la boca mientras le decía que no había podido dejar de pensar en ella desde la vez anterior.
Por supuesto, mi cuñada cayó rendida ante aquel maduro galán que unos días atrás había despertado el dormido volcán de su sexo, y se entregó de nuevo a sus manejos, aunque en esa ocasión, él no se limitó a sobarle las tetas y a hurgar en su rajita.
Con pocos prolegómenos además de los besos, el profesor le bajó bruscamente la falda, la levantó en el aire hasta sentarla sobre la fotocopiadora, donde acabó de quitarle las braguitas, para hundir luego su cabeza entra las piernas de Raquel, besando sus labios vaginales y lamiendo su coño con fruición hasta que consideró que estaba lo suficientemente lubricado y predispuesto para recibir su empinada verga. Entonces bajó a la virgencita de su improvisado altar, la puso de espaldas apoyada contra la máquina con las piernas ligeramente abiertas, se sacó su hambrienta polla por la bragueta, se puso en tiempo record un condón que llevaba preparado en el bolsillo de la camisa y se la metió hasta el fondo sin más preámbulo.
Raquel me contó que sintió dolor con aquella penetración y que no se llegó a correr, pero que había sentido una gran satisfacción al comprobar hasta qué punto podía hacer disfrutar con su cuerpo a un hombre y, cómo no, un alivio, porque aquel polvo convirtió su himen en un recuerdo de la infancia
El tercer encuentro con el profesor que me describió, por los motivos que verán en su momento, me produjo una justificada inquietud.
Ocurrió en el piso alquilado de él. Había invitado a una de aquellas tertulias filosóficas al grupito de siete u ocho de siempre. Raquel y Aurora no podían faltar. A lo largo de la velada –así lo habían pactado-, Raquel fingió un leve mareo y se dejó convencer para que se echara un rato a descansar en la cama de Arturo. A los pocos minutos, Arturo fue a la habitación con la excusa de ver cómo se encontraba Raquel, dejando a Aurora y los demás entretenidos con un agrio debate sobre la última lectura en grupo de Sastre.
Raquel me explicó que cuando Arturo entró en la habitación ella ya le esperaba completamente desnuda bajo las sábanas, que él se desvistió deprisa, levantó las sábanas para contemplarla mejor y que después de lubricar su rajita con los dedos y de ponerse un preservativo, se montó encima de ella y la penetró con ansia mientras le chupaba y mordisqueaba las tetas y los pezones.
Lo que no estaba planeado –seguía el relato de mi cuñada- es que Aurora entrara justo en el momento que tenía a Arturo encima de ella con su polla metida hasta el fondo de su recién estrenada vagina. Raquel se percató, pero no dijo nada. No le molestaba que su hermana la viera así.
Cuando acabaron de correrse, Aurora salió de la habitación antes de que Arturo reparara en su presencia. Pero Raquel se lo contó, y el profe se interesó por conocer detalles sobre la experiencia sexual de su hermana.
Aquel hijodeputa –pensé- sabía lo que quería y no parecía estar dispuesto a conformarse con el primer premio si podía tener el primero y el segundo, más ahora que sabía que la hermana gemela de su última conquista –actualmente mi mujer- estaba por desvirgar y mostraba tal curiosidad por el sexo.
Así es que, según me explicó mi cuñada, su profe se las apañó para que el siguiente encuentro fuera su primera aproximación al ansiado objetivo: hacérselo con las dos hermanas. Fueron al cine los tres sin que nadie hubiera invitado a los demás compañeros del grupo de seguidores de la causa filosófica. Se sentaron en una fila desierta y Arturo se situó estratégicamente entre las gemelas. Poco después de apagarse las luces empezó a sobarle las tetas a Raquel sin parecer importarle demasiado –al contrario- que alguien –especialmente Aurora- pudiera percatarse de lo que hacía. Aurora, afectada aún por la escena que había presenciado en la habitación de Arturo, no podía evitar mirar los asientos de al lado con creciente excitación.
Cuando consideró que estaba a punto, Arturo se bajó la cremallera y sacó su tiesa verga para que Raquel, obedientemente, empezara a masajearla. De vez en cuando soltaba evidentes suspiros de placer para llamar aún más la atención de Aurora, quien hacía rato ya que había dejado de prestar ninguna atención a la insoportable película para centrarse sin disimulo en el solícito miembro que tan bien aprovechaba su hermana.
Arturo decidió no esperar más y, sin dejar de sobar con su mano derecha las tetas de Raquel bajo la camiseta mientras ella le hacía una maravillosa paja, deslizó su mano izquierda sobre el muslo desnudo de Aurora, y empezó a acariciarlo con suavidad, subiendo cada vez su mano por la parte interior hasta llegar al ansiado conejito. Introdujo los experimentados dedos bajo las bragas y empezó a trabajar aquella mojada rajita. Aurora se dejó hacer en su inmaculada vagina mientras con una de sus manos se pellizcaba los erguidos pezones y con la otra devolvía a su profesor las atenciones que con ella estaba teniendo, uniendo su mano a la de su hermana Raquel para culminar, juntas, un memorable trabajo en el aparato del agradecido tutor.
Raquel me confesó que ver a su hermana corriéndose con los masajes maestros de su profesor mientras ambas lo masturbaban, la excitó hasta producirle un inesperado orgasmo.
En este punto del relato de Raquel mi odio hacia aquel desconocido profesor que disfrutó del sexo compartido con las dos gemelas casi adolescentes que eran aún mi futura mujer y su hermana, debía ser tan ostensible en mi expresión que mi cuñada se disculpó por habérmelo contado.
Perdona Jaime. No debería haberte hablado de mi hermana. Sólo ella tenía derecho a contártelo.
No conocía este episodio de la vida sexual de Aurora, pero no debes disculparte. He sido yo quien te ha animado a relatarme tus experiencias. – Mientras decía esto no paraba de repasar mentalmente los nombres y los hombres que Aurora había mencionado en algún momento al recordar sus romances y experiencias anteriores a conocernos, por si hallaba alguna pista sobre este profesor.
Ya… pero hasta la fecha, excitaba tu imaginación escuchar mis relatos y ahora que la protagonista es también mi hermana… se diría que te molesta. – Estaba convencido que Raquel intuyó cuál iba a ser mi reacción al explicarme aquellos encuentros y que aún así había decido darme esa lección.
Creo que lo que verdaderamente me molesta es que incluso mucho antes que yo os conociera, otro hombre hubiera tenido la oportunidad y además, la hubiera aprovechado, de tener sexo con las dos a la vez. Algo que yo no he conseguido en 15 años.
Hombre… ¿Sexo, sexo? Sólo fueron unas caricias. – Y se echó a reír al ver lo serio y circunspecto que me había puesto.
Su risa disipó la niebla de los celos, me devolvió a la realidad de su cercanía, de su entrega en nuestra tardía relación, y sentí la necesidad de besarla, de abrazarla, de acariciarla y, cómo no, de follarla. Y lo hice de forma brusca, buscando más mi placer que el suyo, emulando sin querer al aprovechado profesor de filosofía.
Cuando nos disponíamos a marcharos de la habitación del hotel, antes de despedirnos, le pregunté si hubo más "menage a trois" con el profesor, y Raquel me contestó que no, que ninguna de las dos volvió a verlo más. Me dijo que la semana siguiente al encuentro en el cine apareció en clase de filosofía el profesor titular y que cuando preguntó por él le informaron que había vuelto a su anterior destino, en otra ciudad.
Como si me hubiera leído el pensamiento, mi cuñada también respondió a la pregunta que me estaba haciendo interiormente:
No. No hubo más tríos con otros hombres. Aurora y yo hablamos por primera y última vez sobre lo que había ocurrido. Hasta entonces todo lo habíamos hecho juntas y siempre nos habíamos contado todo. Cuando hablábamos, lo hacíamos en plural. Pero el descubrimiento del sexo nos había cambiado. Yo no le había contado mis primeras experiencias con Arturo y después de lo que había pasado en el cine, convinimos en que ese camino que recién empezábamos a recorrer debíamos andarlo por separado.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513570 veces
Relato casi en su totalidad real que demuestra que toda mujer casada es una puta sumisa en potencia
Relato erótico enviado por morboso sadico el 29 de July de 2009 a las 18:09:16 - Relato porno leído 299809 veces
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:21) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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