en uno de mis viajes no resisti la tentacion de tener sexo con la azafata
Relato
Soy Carlos aquel argentino, dueño de una fortuna, que tiene varias empresas en varios países, y que se la pasa viajando de un lado a otro. En los cuales tuve algunos encuentros sexuales, algo ya compartí, como la que contrate como traductora, y luego lleve a la cama, propinándole una placentera cogida, o la vez en aquel paro donde la chica de color hizo, maravillas en la cama, con migo, también les conté de la chica que era veterinaria, en mi Harás. Muy dulce el encuentro sexual, con la misma.
En esa odisea de viajes por negocios tocaba volver a Malasia vía Madrid. Aunque el vuelo es largo, más de 32 horas, estaba tan cansado que no me importaba nada meterme tanto tiempo en el avión.
Por suerte, con el al apuro con que sacaron el pasaje conseguí viajar en primera clase, en un Airbus 340, las butacas son grandes y con una buena manta y una almohada, donde te podes echar un buen sueño. Ya en pleno vuelo, la azafata, que atendía la primera clase era la más joven que las azafatas, sobresalía de las demás porque emanaba una especie de luminosidad muy atractiva. Su sonrisa, y su fino, esbelto talle, sus piernas contorneadas a medida de su falda, y un culito respingado y firme que se dibujaba dentro de ella, hacían fácil observarla. Desde,
Que salimos como siempre estoy atento cuando aparece algo así, me fije en ella como un bocado bastante apetecible.
De todas maneras el viaje era largo, porque estaba tan, tan cansado, que tras ese pensamiento caí profundamente dormido.
No sabría decir cuánto tiempo pasé durmiendo, pero poco de despertar noté una mano en mi hombro al tiempo que una cálida y dulce voz preguntaba si quería algo de beber. Somnoliento aún abrí todo lo que puede los ojos y distinguí el bello rostro de la joven azafata en cuestión Le contesté que sí, que me apetecía un café cortado, y ella me sonrió diciéndome que enseguida me la traería. No tardó más que pocos segundos en hacerlo, y tras darle las gracias, con un espléndida sonrisa me dijo que si quería algo más no tenía más que llamarla. Lisa, ponía la chapa identificativa que llevaba en la camisa.
sin darme cuenta, al verla pasar de ida y vuelta noté como una incipiente erección se ocultaba bajo mis pantalones. Menos mal que sentado se disimula un pene grande como el mió excitado, pensé, a la vez que cruzaba las piernas por si acaso. Ya bajaría.
Pero no fue así, ella no paraba de ir de una lado para otro, y ni yo ni mi pene erecto podíamos pensar en otra cosa que no fuera ella, y me alentó mas alguna reacción atractiva en ella, porque si no constantemente de vez en cuando me echaba una miradita a la vez insinuante y picarona. Definitivamente Lisa me había intrincado, al punto que
el juego de miradas insinuantes y dubitativas permaneció activo durante una hora o dos. Y para que no se quedara la cosa en un primer set decidí darle un poco de halago y a la vez esconder un poco el abultado problema que tenía entre las piernas -que aún persistía-, porque una cacatúa que tenía cerca parecía que se había dado cuenta de mi "pequeño" problema y no hacía más que echarme miradas desaprobadoras y amenazantes, por lo que pulsé el llamador, esperando que fuera ella la que acudiera en mi socorro.
Por suerte fue así y una vez que vino, con mi mejor sonrisa le pedí por favor una manta, haciéndole ver que tenía algo de frío. Como ella estaba de pié reclinada sobre mí, noté que desvió la mirada hacia mi bulto, miró a su alrededor percatándose de que nadie nos observaba, para después alargar su mano hasta bragueta a la vez que sonreía maliciosamente diciendo que qué extraño, pues parecía que la zona estaba muy caliente, pero que si quería una manta me la traería en un momento.
Cuando volvió con ella, le entregué mi tarjeta personal para presentarme alegando que no me parecía bien que yo conociera su nombre y ella no supera quien era yo, le pregunté si en algún momento después del vuelo podríamos vernos, sonrió y se marcho. Volviendo a sonreír pícaramente, me contestó que no sabía, pero que vería
yo ya soñaba, mi verga la tenía en forma latiente y como una vara. Mejor sería esto último porque sólo con sus insinuaciones el tamaño de mi verga había crecido por lo menos un par de centímetros más. Casi tengo que recurrir a las manualidades debajo de la manta.
Al cabo de una hora, y después de imaginarme varias veces cómo iría desnudando ese cuerpo de su uniforme, ella acudió por enésima vez con esa sonrisa suya tan cautivadora y, por qué no, lujuriosa, para darme, una nota que era el lugar donde, ella hacia noche en Madrid. Eso era mas que una respuesta mi pedazo se puso mas erecta y sinvergüenza, ya había una revolución en mi cabeza, quede en esperarla en la puerta de desembarco de al aeropuerto de Parajas, en Madrid, estaba claro que ella era de los últimos en salir, la espere paciente mente hasta que al fin apareció, con parte de la tripulación, yo ya había realizado el papeleo para trasbordar el otro día hacia Malasia y el tiempo de espera eran 14 horas.
Así que, contrate un Limusina remis, y le cambie el destino, le pedí que me acompañé, a mi hotel, me miro y no dudo, subimos a la limusina de llegar a la mitad del viaje, de camino al hotel, ya estábamos manoseándonos, y a los besos, muy profundos, con unas ganas incontenibles de darnos una hermosa, cogida Sin que yo me sorprendiera mucho, salvo cuando dijo que quería examinarme bien, aunque ella también dijo que estaba con la temperatura algo elevada.
Entramos hall, del hotel Continental, donde ya como habitué hice una reserva desde el aeropuerto, llegamos a la suite algo apurados, despache al botones como una saeta, diría que como un salvaje salte sobre ella, ella medio me paro, Despacio se desabrochó los botones de su camisa, dejando entrever dentro de su sujetador blanco, dos bellos pechos, pequeños y desafiantes.
Después me dijo, fuéramos lentamente cosa que medio me desubico, aunque la verdad es que, lo que hizo ella, con las yemas de sus dedos, abrir cada uno de los botones de la camisa, recorrer mi pecho, bajando hasta la cintura, tocarme la hebilla del cinturón, y después con un solo dedito, pasarlo a lo largo de la bragueta protuberantemente deformada.
¿Qué es esto que tenemos aquí? -dijo-, un termómetro muy, muy caliente, la causa de tus males. Vamos a examinarlo.
Pausadamente me desabrochó el cinturón, el botón doble, y bajó la bragueta. Y claro, se me cayeron los pantalones. Vaya situación. Pero nos reímos los dos. Yo seguía allí, de pié, con ella a mi alrededor, y los pantalones por los tobillos. La antilujuria. Pero no. Formaba parte de su juego. Me había cazado y quería jugar conmigo antes de comerme.
Con el bóxer desplazado hacia abajo y hacia delante volvió a poner en marcha las yemas de sus deditos. Tocando levemente mi pene desabrochó el pequeño que todo mi sexo erecto estuviera como un palo, duro y de punta . La situación tenía mucho de erotismo y excitación pero desde luego que no tenía ni una pizca de buen gusto. Para remediarlo en algo, rápidamente me quité los zapatos y los calcetines, los pantalones, y me quite la camisa.
Ella mientras tanto se había quitado la coleta dejando su espléndida melena expandirse en el aire con unos suaves movimientos de cuello. Así no iba a disminuir mi erección. Luego se quitó los zapatos de tacón. Nada más. Su juego iba a continuar.
Se acercó a mí igual que un felino aproximando sus labios rojos infierno a mi boca. Pero sólo la rozó. Aprovechó el momento para bajar hasta dar con mi verga tiesa y la que yo tenía enfrente, casi, en sutil toque dio unos besitos en la cabecita, para luego quitarse esa faldita mostaza de su uniforme, siguió el juego acercó la cabeza a mi verga y repitió la operación que antes había hecho. Rozó levemente la punta de mi glande haciendo que un nuevo escalofrío me recorriera de arriba abajo. Después liberó una leve mamadita. Tras ello, en una de esas operaciones que sólo una mujer sabe hacer, sin quitar boca del objetivo se deshizo primero del sujetador lanzándolo a un rincón y después de su tanguita. Podía ver claramente ya sus hermosos pezones desafiantes Deseaba con vehemencia acariciar esas gacelas, lamer frenéticamente esa despensa succionando la tetina erecta del encanto, podía tocar sus pechos con mí mano todo lo demás. Ella dio otro paso. Y empezar a deglutir con locura, a continuación, pasándolo su lengua y labios por mi pecho bajando hasta la curva de mi pubis con mi pene para luego recorrerlo hasta hacerlo desaparecer y después bajar hasta mis testículos. Tras ello yo dirigí mis manos por su vello vaginal como el trigo dorado de los campos castellanos escondía esa caverna misteriosa, ya húmeda, que seguí penetrando por mis dedos trasgresores. Ella se volvió a agachar y me agarró con las manos mi sable. Acercó su boca, sacó su lengua aventurera y lo lamió pausadamente, para acabar introduciéndoselo, hasta el tronco, y dejarlo completamente ensalivado. Se volvió a levantar y reanudó el beso incompleto del inicio, abrió su boca y noté su lengua juguetona luchando con la mía, Esa era la tónica del Placer y en verdad era esplendida, nunca antes, me había tocado una mujer, tan definida en materia de goce. El tiempo pasaba y pasaba, pero cómo pasaba. Y lo que iba a pasar. Con un movimiento rápido, tomo mi mano y me condujo hasta la cama que de un empujón me hizo caer transversalmente se cruzo sobre mi cabeza, elevando sus manos para arriba, y sujetándose con las piernas abiertas en mi cabeza, que yo tenía debajo su húmedo y mojado sexo, con mi cuerpo en medio. Así me mostraba toda la extensión de su sexo, mis labios palpitantes, su clítoris desafiante, y los jugos que habían empezado a fluir de su interior. Sublimemente puse mi lengua, en el medio, y siguiendo su juego, me dejo mamar un rato, para correr su cuerpo de a poco, para delante. En esa posición su vagina quedaba ligeramente por encima de mi verga, ella desplazó su cuerpo hacia abajo, Y eso hizo que comenzara a subir y bajar, Con tremenda precisión inclinó su cuerpo y mi verga pudo acelerar la entrada de su orificio, comenzó un movimiento continuo, que me produjera un leve goce entre ambos sexos hasta que con un ritmo, para luego continuar con el movimiento circular que, claro, al cabo de un tiempo me hizo no aguantar más estallando en un orgasmo como no recordaba. No me había dado cuenta que esa había sido su intención. Hacerlo de una manera distinta, más provocada por el deseo que por la acción. Y fue realmente alucinante ella luego de ese orgasmo.
Sin preguntarme nada tras bajarse de su acrobática postura. se tumbó en la cama, abriendo ligeramente las piernas haciéndome ver que ahora me tocaba a mí hacer que ella disfrutara. Alrededor de su sexo podían verse sus flujos vaginales recorrían sus labios enrojecidos. Era una señal para el comienzo. Postrándome entre sus piernas agaché la cabeza y comencé a recorrer sus muslos con mi lengua. Allí en dónde me encontraba con aquellos restos procedía con mayor cuidado. La mezcla de sus jugos producía en mi boca una sensación explosiva tan explosivos y convulsivos eran los movimientos de ella según me iba acercado a su vagina. Sus labios seguían con el mismo nivel de excitación que había provocado su orgasmo, abultados y palpitantes. En ese estado comencé a hacer círculos con la punta de mi juguetona lengua. Le estaba devolviendo el inmenso placer que me había demostrado anteriormente. Para finalizar hice que mi lengua penetrara completamente en ella. No era lo mismo que un pene pero gemía y gemía. Ahora sí que estaba probando la néctar, la bebida de los dioses, que ella destilaba por su cavidad. Y claro mi pene se había recuperado y ya estaba dispuesto para una segunda ronda. Me tocaba a mí hacerla sufrir.
Colocándome sobre ella cogí con mi mano mi verga y la hice deslizarse a lo largo de su vagina. Sólo con la punta de mi glande me paseé por esa senda. Ella me miraba con una sonrisa. Comprendía la venganza. Así, comencé a introducir únicamente el grueso de mi pene en su cueva, una y otra vez, una y otra vez. Hasta que decidí cambiar el método. Había que explorar lo que aún no conocía, lo que había detrás de la puerta. Suavemente metí todo lo que tenía en el húmedo redil. Tengo una buena verga, y aún así no logré llegar hasta el final. Tenía una conchita vasta y extensa, cálida y mezquino, confortable y lubrificado. La metía y la sacaba despacio pero sin pausa, para, al cabo de un rato y ante sus suplicantes miradas, incrementar el ritmo hasta que al final los dos nos abandonamos en una gran explosión, terminamos en una acabada que casi al mismo tiempo hizo que lanzáramos aullidos de placer que nos dejo a ambos rendidos, así cruzados, y entregados al dulce Morfeo.-
Es la historia de como mi suegro poco a poco me fue seduciendo y como termine en brazos de el hasta que me enamore y tuve que terminar con el y de como despues de 4 años nos volvimos a encontrar ayudandome en una situación.
Relato erótico enviado por Anonymous el 31 de August de 2010 a las 00:12:22 - Relato porno leído 123403 veces
Quinto relato de la saga, continuación del relato “Follando con dos compañeras de trabajo”. Estoy de nuevo aquí para seguir relatando las peripecias sexuales que tuvieron lugar después de la gran follada en el despacho de Debla. La siguiente historia se desarrolla en una pequeña habitación de un local de intercambios de parejas.
Relato erótico enviado por ELMORROCHO el 06 de July de 2009 a las 14:00:24 - Relato porno leído 47272 veces