Hacía mucho que la conocía, 1.50 de estatura, piel blanca, tetas medianas, linda sonrisa, coqueta, pero unas nalgas. ¡Qué les cuento!
Relato
Cuando ella llegó a la escuela tenía como 21 años, muy linda, pelo castaño claro medio ondulado, caderas amplias, pechos medianos, pero lo que más me gustó de ella y que no quitaba la vista era el enorme culo respingado y el biscocho que se marcaba muy apetitoso.
Al principio traté de acercarme a ella muchas veces y siempre encontró la forma de evadirme. Cuando llegaba a la escuela mi corazón se aceleraba y mi verga se ponía dura y me babeaba. En más de una ocasión encontraba algún motivo para saludarla de beso, yo la abrazaba y me las ingeniaba para arrimarle mi verga a su tibio cuerpo. Casi al instante me hiba a los sanitarios y me masturbaba hasta que arrojaba mi deseo convertido en líquido blanco que resbalaba por las paredes de la escuela.
Pasaron los años y no veía ninguna posibilidad alguna. Poco a poco me fuí enterando que tenía un esposo tres años menor que ella, de 1.70 de estatura moreno, atlético y bien parecido. Nunca la visitaba en la escuela. Ella salía corriendo de la escuela al momento del toque de salida. ´Pero el que persevera alcanza. Habían pasado ya 20 años de desearla. A sus 43 años se había puesto más buena que hantes. Últimanente la había visto retraída, la conocía muy bien y sabía que algo le pasaba. Pregunté disimuladamente con sus mejores amigas y me enteré que su esposo ya no llegaba a su casa. Para esa entonces él tendría como 40 años y según se había llevado a vivir a una joven de 30 años. Ella estaba desconsolada, comenzó a bajar de peso, se puso muy delgadita. Lo que me sorprendió fue que por más que bajó de peso, sus nalgas nunca dejaron de estar apetitosas.
Un día, el menos pensado, de camino a casa, me la encuentro caminando sola. Llevaba con una falda muy ajustada que acentuaba sus cintura, tacones altos, medias negras, blusa corta y ajustada, sin pensarlo me detuve y la invité a subir. Le dije hola maestra ¿quiere que le de un aventón? Yo pensaba que me hiba a rechazar nuevamente. Ella contestó ¡No me falta mucho, pero sí, lléveme, a tres cuadras, por favor!
Inmediatamente comencé a idear cochinadas con ella. Al subir al auto su falda se levantó de más dejando ver unos muslos bien torneados y firmes. Mi respiración casi se detiene. Al mismo tiempo mi verga se levantó que hasta me ruboricé cuando ella miró que mi pantalón estaba muy abultado. Por fortuna había un accidente y el oficial de tránsito nos indicaba que siguiéramos de frente y a propósito aceleré de más para irme lo más lejos posible de su destino.
Le pedí disculpas y me detuve frente a un bar que advertía un buen cafe por el aroma que se percibía. Le dije maestra creo que la dejé más lejos, ahora tendrá que caminar un poco. Me bajé y habrí la puerta para que bajara. Casi descaradamente le clavé la mirada en las hermosas tetas, le tomé la mano y no tuvo más remedio que bajar el primer pie dejando ver de nuevo sus hermosas piernas. Mi pantalón abultado casi lo tenía en la cara y ella también lo advirtió. Le dije: ¡déjeme invitarle un cafecito maestra! Ella contestó: Tengo poco tiempo, pero le hacepto maestro.
Ya en el interior la baba de mi verga casi llegaba a mis rodillas. Llegó la mesera y ordenamos ambos un capuchino. fueron los momentos más lindos de mi vida. Sin más le tomé la mano sujetándola muy fuerte y sin perder el tiempo le dije que no me importaba nada en ese momento más que decirle que desde que la conocí estaba enamorado de ella. Solo me miró y nada me dijo. Inmediatamente me disculpé por mi atrevimiento. Sus primeras palabras me sorprendieron aún más. Me dijo: ¡maestro tú qué harías para vengarte de una infidelidad! Yo le contesté: ¡pagar con la misma moneda! Ella me dijo: ¡me ayudas en eso?
Casi por arte de magia en un abrir y cerrar de ojos ya estábamos en un hotel de paso frente a frente. Un sueño que no estaba dispuesto a dejar pasar. Lo primero que calleron fueron mis pantalones, mi enorme verga sintió la gloria a ser tragada una y otra vez por unos labios carnosos y muy bien instruídos, su lengua acariciaba mi glande que varias veces a punto estuve de correrme en su boca. no sé cuánto tiempo pasó, les juro que fué la mejor mamada que habían dado en la vida. Le despojé de su blusa, sentí sus pezones duros, pasé mi lengua por su espalda, al tiempo que le quitaba el sujetador. Mamé y me sentí arropado por unos senos terzos, suaves, riquísisimos. Fué una eternidad, no quería que el tiempo pasara, bajé su falda, sus braguitas, disfruté sus muslos, bajé hasta sus dedos, lamí cada milímetro de su piel hasta llegar a el oásis. Ya le corría la humedad por las piernas. Todo me bebí, lamí hasta hacerla gritar de placer.
La puse de cuatro y esa vista era impresionante. Casi como torero dispuesto a matar enfilé mi verga y se la sumí hasta sentir un lamento de placer que repetí infinidad de veces. Nos pasamos al sofá, ahora ella me cabalgaba de espaldas. Yo veía como entraba y salía mi verga una y otra vez. De pronto sentí que las pelotas me estallaban, tomé sus piernas, las subí a mis hombros y la embestí dejando estallar dentro toda la pasión contenida durante más de veinte años. Inmediatamente ella tuvo una descarga de energía. Se retiró de mí y corrió al baño. Se enjuagó, salió de la habitación sin decir palabra alguna.
De regreso a la escuela ella ya no regresó y por más que la he buscado parece que el mundo me ha quitado a el amor de mi vida. Gracias maestra, fué lo más hermoso de mi vida.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513554 veces