Cuando llegue a la casa de mis tías en la ciudad, jamás pensé que algo así me sucedería. Mi idea era ahorrarme algo de dinero, y como mis tías me ofrecieron una habitación, mientras estudiaba en la universidad, acepté gustoso.
Relato
La cosa es que ya al mes de estar alojado en la casa de ellas, una tarde cuando regresé de clases, las dos me informaron que se iban de viaje para España, por unos quince días. Por lo que ya al siguiente día, estando solo en la casa, me dio por curiosear, y lo que me encontré fue un sin numero de vestidos, y de prendas intimas de ellas dos. AL principio me parecieron algo atrevidas, para ellas, pero luego encontré un sin numero de álbumes de fotos, de cuando eran unos años más jóvenes las dos. Y realmente parecían un par de putas, en algunas fotos, en otras salían prácticamente desnudas, y en un álbum de color rojo, había fotos de ellas dos teniendo sexo con un sin numero de tipos. Esa noche no hice otra cosa que masturbarme viendo aquellas fotos. Al día siguiente como era sábado y no tenía clases, tal como me acosté o sea completamente desnudo, volví a seguir curioseando, fue cuando en una de esas me dio por ver como me quedaban algunas de esas prendas. No se que me pasó, que el resto del día me lo pase, midiéndome todas las prendas intimas y vestidos de ellas dos, mirándome en un gran espejo que había en la habitación de una de ellas, y hasta poniéndome en ocasiones algunas de sus pelucas, además, de maquillarme. En fin al tiempo que yo me miraba las nalgas, también me dio por volverme a masturbar, y al rato por estar de ocioso comencé a ir penetrando mi culo, al principio con mis dedos, pero al rato agarré varios objetos con los que también me penetraba, al tiempo que no dejaba de masturbarme como un loco. Durante varios días apenas regresaba de clases, me cambiaba de ropa, y también me dio por ponerme a beber. Pero al llegar el viernes en la noche, quizás por lo mucho que había bebido, me reté a mi mismo a salir a la calle. Es verdad que ya era bien tarde, y no había un alma. Pero el hacer eso me excitó como no tienen idea, al punto que en lugar de quedarme caminando por la calle de mis tías, me provocó llegar hasta la avenida, donde realmente si había ambiente, es decir autos, gente caminando, locales abiertos. A mi lo que me hacía bien feliz, era que nadie se deba cuenta de que yo era un chico. Hubo uno que otro tipo, que me dijo algo cuando yo pasé a su lado, moviendo las caderas como toda una chica. Pero de regreso a la casa de mis tías, me topé con un vecino de ellas, un señor algo mayor, con el que en ocasiones había charlado, de cosas sin importancia. En ese instante él se me quedó observando, se me acercó, y me dijo. Me gustaría que tomásemos unas cervezas juntos. En ese momento yo como que me olvidé de que estaba vestido de chica, y acepté sin más ni más. Fuimos a un bar cercano, y ya estando en la mesa me ha preguntado. ¿Y desde cuando te gusta vestirte de mujer? Yo no supe ni que responderle, a pesar de lo que ya había bebido en casa de mis tías, sentí que me moría de vergüenza, no sé en que estaba pensado yo, cuando acepté su invitación. Fue cuando él me dijo, no te asustes, te ves de lo más linda, lo que sucede es que cuando te vi salir de la casa de tus tías, no me fue difícil el reconocerte. Pero si lo prefieres en lugar de seguir bebiendo te acompaño a tú casa. Yo en ese momento como que bajé la guardia, y le dije que no se fuera a reír de mí, y le explique que estando solo en la casa me dio curiosidad por ver como me vía vestido de mujer. Él me dijo que me comprendía, ya que es algo que también se ha preguntado, pero que nunca había llegado más haya de pensarlo. La cosa es que seguimos bebiendo, hasta que, en cierto momento, me sacó a bailar, y yo en lugar de decirle que no, acepté como toda una estúpida. La cosa es que a medida que fuimos bailando, él me fue abrazando, y poco a poco acariciando todo mi cuerpo, yo no se si sería lo mucho que yo había bebido hasta esos momentos, que cuando me besó en lugar de rechazarlo, lo dejé que continuase, sentí su lengua dentro de mi boca, mientras me apretaba contra su cuerpo. Cuando terminamos de bailar, él pagó la cuenta, y regresamos a la casa de mis tías. Durante todo el trayecto me fue acariciando las nalgas, y besándome de igual forma. La cosa es que apenas llegamos a la casa, lo invité a entrar. Ya dentro nos seguimos besando, y acariciando en la sala, cuando de momento veo que él extrae su parado miembro del pantalón, al tiempo que colocó una de sus manos sobre mi nuca, y sin mucho esfuerzo de su parte hizo que yo me pusiera a mamar su parada verga. En cierto momento me preguntaba mentalmente, a mí mismo, como era posible que estuviera haciendo eso, pero al levantar la mirada y ver su cara de felicidad, seguía con muchas ganas, mama que mama. Hasta que él retiró mi cara de su parada y ensalivada verga, diciéndome. Ahora lo que deseo es que me des ese apretado culito. Yo en lugar de negarme, lo que hice fue levantar la corta falda escocesa que tenía puesta, bajar los pantis y reclinándome sobre el sofá le ofrecí mis nalgas, como si fuera la cosa más normal del mundo. Sentí su caliente glande, contra mi esfínter, al tiempo que lo escuché decirme tiernamente, que me relajara, para que no me fuera a doler. No se si fue que un par de horas antes, yo había estado disfrutando de un grueso frasco de champú, mientras me duchaba, introduciéndomelo por el culo una y otra vez, mientras me masturbaba. La cosa es que desde luego que, si me dolió un poco, al principio. Pero a medida que me fue enterrando todo su sabroso miembro, yo comencé a mover mis caderas, como nunca antes lo había hecho. Sentía como su verga entraba y salía una y otra ves divinamente de mi culo. Su boca me mordisqueaba la nuca, y el lóbulo de mi oreja, cuando no era que me decía que yo estaba bien rica. Esa noche el vecino, me puso como le dio la gana, cabeza abajo, y mi culo para arriba. También me hizo que me recostase boca arriba, y que separase mis piernas, mientras me sujetaba por los tobillos, enterrándome toda su verga, por entre mis nalgas. En fin, hasta perdí la cuenta de las veces que se lo volví a mamar. Lo último que recuerdo de esa noche fue que acabó en mi cara. Cuando me levanté al siguiente día, aparte del dolor de cabeza, por lo mucho que bebí, no me acordaba de nada, por lo menos al principio, pero al verme en el espejo, comencé a recordar todo lo sucedido. En parte quise echarle la culpa a él por haberse aprovechado de mí. Pero a medida que comencé a ducharme, reconocí que yo bien pude evitar que todo eso me sucediera, y a medida que me duchaba, fui recordado como disfruté de todo lo que él me hizo. Cuando vine saliendo de casa de mis tías, me lo encontré, y sentí que me moría de vergüenza. Él actuó como si nada, me saludo, y hasta me dijo algo acerca de una de las matas del jardín, luego se despidió, no sin antes decirme que le agradaría volver a pasar la noche conmigo. Yo me quedé sin saber que decirle, me despedí, y me fui a la biblioteca de la universidad a terminar un trabajo. De regreso a casa, me dije mil veces que no volvería dejarme hacer todo lo que él me hizo. Pero apenas regresé a la casa, y al verlo por la ventana, no se que me dio, que de inmediato lo invité a pasar, y una ves dentro le pedí que por favor esperase a que me duchara, la verdad es que lo de la ducha fue una excusa, la verdad es que de inmediato me volví a vestir de nena, para atenderlo. Lo mejor de todo fue que no me hizo falta tomar nada de alcohol, para que él y yo nos volviéramos a divertir. Bueno eventualmente mis tías regresaron de su viaje a España, y en lugar de hacerlo en la casa de ellas, lo hemos seguido haciendo en la casa de él.
Relato erótico enviado por Anonymous el 14 de December de 2007 a las 13:35:08 - Relato porno leído 784594 veces
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narrador
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:35) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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