Cuando escuché decir eso, a ese hombre mayor, que se encontraba tras de mí, en el provisional escondite que había encontrado, para ocultarme de mi esposo. Pensé que el todo mundo se me venía encima….
Relato
Temprano en el día, justo antes de que Mauricio, mi esposo saliera de casa, tuvimos una amarga discusión. Realmente no discutimos, por una cosa sino que por dos. Mi esposo comenzó a quejarse de que yo gasto mucho comprando cosas innecesarias, como zapatos. Ya que tengo varios de color negro, y él no puede ver la diferencia entre un par y otro. Por lo que desde hace algún tiempo, comenzó a llamarme consumerista. Acusándome de que gasto mucho dinero, y tiempo. Visitando los Centros Comerciales, así como las grandes tiendas por departamento. Lo otro por lo que discutió conmigo fue por mi manera de vestirme, al verme en la mañana, después de amenazarme con anular mi tarjeta de crédito, siguió diciéndome que ando vestida como una niña. Pero de inmediato remató diciéndome,, que de seguro lo que cargaba puesto fue hecho para una nena de ocho o nueve años, y no para que lo usara una mujer de treinta. Refiriéndose a lo corta de mi falda. Y antes de salir de la casa, me volvió a recordar, que si seguía gastando dinero en más ropa y zapatos, iba a anular mi tarjeta de crédito, y que no deseaba verme en la calle, como andaba vestida.
Bueno si es cierto que después de que doy un par de pasos, me debo detener, y darle un pequeño jalón a la falda, ya que s medida que sigo caminando, la condenada falda, como si se fuera subiendo sola. Bueno por esa razón aunque yo le había jurado a mí esposo que no seguiría gastando dinero, y que si llegara a salir de casa me cambiaría la ropa. Cosa que no hice, digo el cambiarme de ropa, ya que si volví a salir, apenas pude.
Por lo que se pueden imaginar el susto que me di, cuando vi a mi esposo en la misma tienda en que yo terminaba de comprarme no uno sino dos pares de zapatos negros. Además para colmo de mis males, no le había hecho el menor caso, ya que no me había cambiado de ropa, y salí a la calle, con ese corto vestido, que tanto odiaba mi esposo que yo usara.
Creo que fue por instinto, que corrí a esconderme, y de inmediato me metí tras de uno de los mostradores, el espacio en que entré era entre los dos mostradores, que hacían esquina, repletos de ropa, y pegados a la pared. Ya que pensé que de mi esposo encontrarme así vestida, y con esos zapatos recién comprados, se iba a molestar mucho conmigo.
Yo estaba observando a mi esposo, temerosa de que me hubiera visto, y me estuviese buscando. Cuando me di cuenta, al verlo hablar con un vendedor, de que lo más probable era que se encontrase comprando algo él, y no que me estuviera buscando. Ya mi corazón había comenzado a latir nuevamente con calma, cuando ese viejo, que no sé de donde salió, me dijo me susurró al oído. Me da el culo, o grito. Como ya les dije, pensé que el mundo se me venía encima. Su tono de voz, y la manera en que me lo dijo, me convenció de que ese tipo, no estaba jugando. Que era muy capaz de ponerme al descubierto, en esos momentos. Por lo que cuando él se acercó a mí, por detrás, y la verdad es que no sé como lo hizo, ya que el espacio era realmente estrecho. Yo me quedé paralizada, ya que si salía de mi escondite, mi esposo de inmediato me descubría.
Por lo que cuando aquel viejo, colocó una de sus manos sobre mis nalgas, y aunque yo abrí desmesuradamente mis ojos, y estuve a punto de pegar un fuerte grito, no se lo impedí, con toda su calma, subió el ruedo de mi falda por sobre mi cintura, luego, con la misma calma, me bajó las pantis. Mientras que yo estaba paralizada, por el miedo ya no tan solo a ser descubierta por mí esposo, sino por como ese condenado viejo se estaba aprovechando, de mi situación. Yo me encontraba paralizada por el miedo, de ser descubierta, cuando sentí que él se agachó, y con sus manos separando mis nalgas, y su lengua contra mi esfínter, no supe que hacer. Que no fuera el quedarme quieta.
Casi de inmediato comencé a sentir su lengua, y su saliva, contra mi culo. Además que también, la sentí lamiendo parte baja de mi coño. Yo solamente cerraba los ojos, y le pedía a Dios que mi esposo no me descubriese. Por un buen rato sentí la hábil lengua, lamiéndome todo el culo y parte de mi coño. Cuando de momento tras retirar su cara de entre mis nalgas y coño, se incorporó y a los pocos segundos sentí su verga, presionando mi apretado esfínter. Y aun en contra de mi voluntad, el glande de su verga, comenzó a penetrarme por el culo. El dolor se hizo presente de inmediato, lentamente fui sintiendo como iba atravesando mi culo, aun en contra de mi voluntad.
Sus manos no dejaban de acariciar mis nalgas, y de manera lenta pero con una gran seguridad de su parte, me tomó por las caderas, y dándome una tremenda embestida, terminó de introducir su parada y caliente miembro, dentro de mi apretado culito. Cosa que de inmediato me provocó un gran dolor. Razón por la cual para no gritar, pegué mi rostro a la pared, y a medida que él me fue enterrando su tremenda verga, yo comencé a separar mis piernas. Ese fuerte dolor que sentí entre mis nalgas, a los pocos segundos ese mismo dolor, continuó en aumento.
Así que mientras ese viejo me tenía bien sujeta por mis caderas, no dejaba de meter y sacar toda su gruesa verga de mi culo. Sin que nadie de ese sitio, se diera cuenta de lo que el condenado viejo me estaba haciendo. Las lágrimas de mis ojos corrían por mis mejillas, no tan solo por el dolor, que sentía. Sino que también por la indignación y rabia que yo sentía en esos momentos. Al sentirme que era tratada como un objeto.
Mi culo poco a poco se fue adaptando, a lo que me estaba sucediendo, cuando él retiró una de sus manos de mis nalgas. Para mi sorpresa la mano que dejó libre, en un abrir y cerrar de ojos, introduciéndola por el frente de mi corta mini falda, la colocó sobre mi coño. Y casi de inmediato, se dedicó a agarrar mi clítoris. Por un buen rato seguimos así, él clavándome una, y otra vez toda su tremenda verga por mi ya abierto culo, mientras que con unas de sus manos, se dedicó agarrar mi coño. Yo no sé si sería, la difícil situación en la que me encontraba, el morboso placer de sentirme sometida, o el poder der descubiertos por alguien. Pero a medida que continuo metiendo, y sacando su verga de entre mis nalgas, yo comencé a moverlas lascivamente, restregándolas contra su cuerpo, como buscando que me la enterrase más y más dentro de mi toda su gruesa verga. Yo por mi parte además de mover mis caderas, para evitar que mis profundos gemidos reflejasen el placer que estaba sintiendo en esos instantes, llegué hasta morderme los labios.
Por un buen rato, ambos estuvimos de pie teniendo sexo anal, cuando finalmente sentí que ese tipo se venía dentro de mí, la mano con que me estaba agarrando mi coño, y mi inflamado clítoris, la apretó más y más. Haciendo que yo disfrutase de un increíble salvaje orgasmo. Ya tenía yo todo mi culito completamente abierto, su parada verga entraba y salía casi totalmente de mi culo, sin la menor dificultad.
Cuando sentí que él sacó su verga de entre mis nalgas, pensé que ya lo peor había pasado, pero no fue así. Ya que con fuerza inusitada me agarró por mi cabellera, y me obligó a que me pusiera a mamar su verga. Yo no pude evitarlo, el miedo a que mi marido me descubriera, era tal que ni pensé en lo que él me estaba obligando hacer en contra de mi voluntad. Y no fue hasta que quizás él entendió que ya me había tragado gran parte de su semen que me permitió sacar su verga de mi boca.
Así que cuando comencé a incorporarme, de momento es que me doy cuenta de que el condenado viejo, había desaparecido. Por lo que de la manera más discreta que pude, me asomé para llegar a ver como mi marido se marchaba. Por lo que a los pocos minutos, salí caminando en dirección opuesta a la que él se había marchado. Mi culo lo sentía algo adolorido, pero el pensar que estuve teniendo sexo, con un hombre que era la primera vez en mi vida que veía, me hizo sentir algo extraña. Por una parte me sentía sucia, como si yo fuera una puta, pero por otra parte, reconozco que sexualmente la pasé de maravilla.
Lo más raído que pude me dirigí a mi casa, pero a medida que caminaba, sentí un raro fresco, en mis nalgas. Fue que me acordé que no volví a ponerme mis pantaletas. Seguramente él, se las metió al bolsillo en un descuido mío. Apenas llegué a casa, entré al baño, y no tan solo me bañé, sino que me asee hasta el cansancio todo mi culo y boca. Cuando regreso mi esposo, no se dio cuenta de nada. Ya que aparte de asearme, y lavar mi boca, después de que expulse su semen por mi culo. Me comencé a decir a mí misma, que todo fue un accidente. Yo al día de hoy no tenía la menor idea de quién era ese tipo.
Hasta que mi esposo me comentó que algo sobre detectives privados. No se pero tengo la impresión de que aquel tipo, era uno de sus detectives.
...Hermanito, ya no sigas. No sabes lo que haces”.-Me decía llorando Astrid.
Yo, cegado me dije a mí mismo que si ya había llegado hasta ahí, no podía irme sin meterle el polvo...
Relato erótico enviado por charly_bo el 11 de June de 2012 a las 00:00:02 - Relato porno leído 247195 veces
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Narrador
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 22:22) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF katebrown
(18 de October de 2022 a las 19:55) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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