Mariano mi esposo, desde hace cierto tiempo sufre de una seria condición cardiaca, por lo que hasta las relaciones sexuales se las han prohibieron, debido a su delicado estado de salud. Por lo que cuando su cardiólogo nos dijo que después de la operación de corazón abierto, en pocos meses todo volvería a la normalidad, yo fui la primera en estar de acuerdo en que se operase. Pero aun y así, en ocasiones sentía que me quemaba por dentro, y casualmente el mismo día de la operación, para serles franca, les diré que yo me encontraba sumamente ansiosa, pero no precisamente por la operación. Gracias a Dios, Mariano insistió mucho en que yo no estuviera en la clínica, que en lugar de perder el tiempo ahí, fuera a su taller, supervisara a sus empleados, les pagase la nomina, y que de su parte le diera las gracias.
Relato
Yo que en un sinfín de ocasiones había rechazado propuestas indecorosas, hasta de mi propio cuñado, por el estado en que me encontraba, quizás por saber que mi marido estaría por lo menos unas seis horas en la mesa de operaciones, y quien sabe cuánto tiempo en la sala de recuperación. Me sentía sumamente sensible, y no precisamente por la condición de Mariano, sino a la mía. Así que cuando llegué al taller, no sé que me entró, que de inmediato me quité toda la ropa, y me puse unas mayas negras, algo muy especial que me había comprado para extremarlo con mi marido, cuando finalmente el Doctor nos diera luz verde, para poder tener relaciones. En realidad, pienso yo, que yo quería ver cómo me quedaba. Y sin ponerme a pensar en que en cualquier momento llegarían los dos empleados de mi marido.
Por un corto rato estuve modelando frente al espejo que Mariano tiene en su oficina, pero no conforme con ello, debido a que el espacio es muy estrecho, decidí salir al taller, al fin y al cabo sus dos empleados, desde que Mariano está con esa condición, ninguno de los dos llega temprano. Así que comencé a caminar por todo el taller, cual si estuviera modelando, imaginándome lo que diría, y haría Mariano, una vez que se recuperase de la operación, y yo le diera la sorpresa de presentármele así vestida.
Estaba yo de lo más concentrada en modelar, subiéndome en uno de los autos, practicando poses provocativas para mí cuando mi esposo se recuperase, cuando de momento me di cuenta, de que quien sabe por cuánto tiempo, sus dos empleados me estaban observando, con sus manchados overoles azules, agarrándose descaradamente sus genitales. Por encima de la tela. Por cosa de unos segundos, yo me quedé paralizada, sin saber qué hacer.
Cuando los dos se me acercaron sin prisa, sacando sus parados miembros. Yo se que pude haber salido corriendo a la pequeña oficina, y encerrarme en ella, vestirme, y hasta llamar por teléfono a la policía, en caso de que ellos dos hubieran actuado de manera violenta. Pero la cosa es que no lo hice, me quede paralizada, de pie frente a los dos, y apenas estuvieron a mi lado, yo sin decir una sola palabra me agaché, agarré sus parados miembros, y sin perder tiempo me dediqué a mamárselos. Seguramente ellos, se habían enterado por boca de mi marido, que llevábamos mucho tiempo sin tener sexo, por lo que fácilmente se dieron cuenta, de que no había nada que decir, y por mi manera de actuar, de que yo estaba deseosa de tener sexo, sin importarme con quien, donde, o como fuera.
En cosa de pocos segundos, ambos hombres me tenían sujeta, acariciándome desvergonzadamente por todos lados, sintiendo sus fuertes manos, y dedos, por todo mi cuerpo, en especial por mi coño, mi culo, y mis tetas. Uno de ellos, trepándome sobre el cofre del auto, separó mis piernas, dirigió su rostro a mi recién depilado coño, y sabrosamente comenzó a mamarme la vulva, como hacía tanto tiempo que nadie me la mamaba, ya que desde que me casé con Mariano, a él eso, de estar mamando mi coño, o que yo le mame su verga, le parece algo sucio. Pero la verdad sea dicha, eso era algo que a mí me encantaba, que me hicieran mis novios, cuando era soltera.
Así sin control alguno fui dejando que los dos me hicieran todo aquello que les viniera en gana, por lo que cuando, a uno de los dos le dio por darme por el culo, mientras su compañero me tenía bien fajada por mi coño, no lo dudé ni por un segundo, máxime cuando el ser penetrada por dos hombres al mismo tiempo era una de mis más recurrentes fantasías antes de llegar a casarme.
A petición mía, los hice que se quitasen toda su ropa, y así de esa manera por un largo rato, entre los tres seguimos manteniendo una ardiente relación. En ciertos momentos, como que podía ver en sus ojos, lo que pensaban de mí, o por lo menos así me pareció a mí. Lo puta que yo estaba siendo con ellos dos, mientras que a mi marido lo estaban operando de corazón abierto. Pero que querían que hiciera, con el tiempo que había estado sin poder tener sexo con mi esposo, mucho había aguantado.
Por un largo rato, por no decir que por varias horas, los tres estuvimos dándonos gusto, cuando yo no le estaba mamando la verga a uno, el otro me penetraba por donde le daba su real gana, sin que yo opusiera resistencia alguna, hasta que ya avanzada la tarde, los tres nos encontrábamos realmente súper agotados. Al grado que apenas pude vestirme, y llegar a casa para darme un buen baño, sin dejar de preguntarme como me había atrevido hacer todo lo que hice, y dejar que me hicieran todo lo que ellos quisieron sin oponerme, ya que ni estaba borracha, ni drogada. En mi mente no encontré excusa alguna, para justificar mis acciones, hasta que llegué a la conclusión de que hice lo que debía hacer, para no convertirme en una mujer amargada, y quejumbrosa. Por lo que muy contenta y feliz de haberme satisfecho hasta el cansancio, fui al hospital a ver como había salido mariano de su operación. Al llegar y entrar a la sala de intensivo, lo vi durmiendo tan plácidamente, que hasta mi pareció en cierto momento, entre tantos cables, y tubos que entraban y salían de su cuerpo, como si tuviera su cabeza llena de cuernos. Desde luego que nunca le he dicho nada, de lo que sucedió entre sus empleados y yo, aunque ocasionalmente cuando Mariano debe ingresar al hospital, a realizarse sus exámenes, yo aprovecho para ir a supervisar a sus dos empleados. De paso la de la foto no soy yo, pero se me pareció tanto, y tanto a mi situación, que decidí ponerlas para que se dieran una ligera idea, de lo que me sucedió, aunque yo soy algo más gordita, y bajita. Y mi cabello es marrón oscuro casi negro. Y los mecánicos, uno debe tener como sesenta años, y el otro es un chico negro, dueño de un largo y grueso aparato, que aun estudia mecánica, y practica en el taller de mi esposo.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 515279 veces
Relato casi en su totalidad real que demuestra que toda mujer casada es una puta sumisa en potencia
Relato erótico enviado por morboso sadico el 29 de July de 2009 a las 18:09:16 - Relato porno leído 301071 veces
Si te ha gustado Me desahogue en el taller de mi esposo… ( CON fotos) vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 22:02) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF katebrown
(18 de October de 2022 a las 19:38) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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