Cuando el hambre me apretó, y todo a mi alrededor se oscureció, no me quedó más remedio que convertirme en esclava de mi actual amo.
Relato
Cuando llegué a la capital, soñando despierto que iba a conseguir un empleo fácilmente, que tendría mi propio apartamento, y hasta un lujoso auto. Ya a las pocas semanas me di cuenta de que solo eran sueños, no tenía ni la preparación adecuada, ni experiencia de trabajo, y para colmo el poco dinero que había llevado se me había terminado. En menos de lo que canta un gallo, me votaron de la pensión, por lo que me tocó dormir en las calles. A la última entrevista de empleo que tuve me dijeron, que mejor buscase trabajo como barrendero, ya que ni tan siquiera licencia de manejar tenía.
Ya llevaba un par de días sin comer de verdad, cuando un tipo mayor que yo, vestido de manera bien elegante, se me acercó, buscándome conversación me invitó un café con pan. Yo le conté todo lo que me había sucedido, por lo que él parecía conocerme de toda la vida, y antes de despedirse me dijo, se que las estás pasando muy mal, pero si quieres yo te puedo ayudar, solo tienes que dejar que yo te haga lo que se me antoje, sin que protestes, y tendrás casa, comida, y ropa mientras me hagas caso, me mames la verga, y te dejes dar por el culo, las veces que yo quiera. Yo lo escuché asombrado, como se atrevía el tipo ese a ofrecerme tal cosa. Pero antes de que yo reaccionase mandándolo pal carajo. Se levantó, pagó la cuenta, y dejó una pequeña tarjeta con su teléfono y dirección. Yo pensé en votarla, pero no sé que me hizo guardarla en un bolsillo de mi pantalón.
El resto de esa semana la pasé recogiendo basura y ayudando a limpiar una tienda de reparación de televisores, por lo que me gané algo de dinero, el que el mismo día que me pagaron, en la noche un par de vagos mal encarados me robaron, cuando en el lugar donde acostumbraba a quedarme dormido, me asaltaron, llevándoseme todo, y dejándome prácticamente sin nada, a punta de cuchillo me hicieron desvestir, y cuando uno de ellos insistió en que me quitase los interiores, insinuó que me quería dar por el culo. Por suerte gritaron tanto e hicieron tanto alboroto que algún vecino llamó a la policía, apareció una patrulla, y lo único que pude recuperar fueron mis pantalones.
Los policías me regañaron, y me dijeron que tuve suerte de que ellos pasaran, en ese justo momento, porque de lo contrario, seguramente me hubieran comido el culo, y hasta quizás me hubieran obligado a que les mamase la verga. Para luego por lo menos darme una paliza, o atravesarme con el cuchillo.
Yo estaba bien desesperado, deseoso de regresar a mi pequeño pueblo, ahí por lo menos nadie me haría daño, además para serles franco, les diré que soy bien miedoso, por lo que pensar en asaltar a otra persona, meterme en la casa de alguien y robarle, o arrancarle la cartera a una mujer, es algo que jamás me atrevería hacer, más que todo por miedo a que me agarrasen y después me metieran preso.
Esa noche la pasé, al lado del cuartel de la policía, muerto de hambre y de frió pensando que podía hacer para regresar a mi pueblo.
Cuando por el frio que tenía metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón, y encontré la tarjeta que el tipo aquel me había dejado. La dirección era en el lado opuesto de la ciudad, ya prácticamente en las afueras, por lo que me fui caminando al no poder conseguir quien me prestase un teléfono para llamarlo. Cuando finalmente llegué a su casa, serían como las siete de la noche. Yo pensaba pedirle que me ayudase, a regresar a mi pueblo, resignado hacer lo que él me ordenase, al fin y al cabo nadie se enteraría solamente yo.
Cuando toqué la puerta y el apareció, casi llorando le conté lo que me había sucedido, él me hizo entrar dentro de su tremenda casa, y mientras me servía un café con leche y pan, me preguntó si había tomado una decisión, con respecto a lo que él me había dicho. Sumamente avergonzado, le dije que si, aunque yo esperaba que él me ayudase a regresar a mi pueblo. El tipo se me quedó viendo, y me dijo. Te ayudaré, pero ya sabes el precio, así que vete a dar un buen baño que te hace falta, y cuando termines hablamos.
Después de bañarme, salí y no encontré mi pantalón, fue cuando él me dijo que me pusiera una toalla. Así que le hice caso, y al regresar al comedor donde me había servido el café, encontré la mesa servida, para mí en ese momento era un verdadero banquete, lo único que me pidió que hiciera fue que me quitase la toalla y parado frente a él, que diera media vuelta, por lo que quedé de espaldas al viejo. Sentí una de sus manos sobre mis nalgas, y luego una suave nalgada al tiempo que me dijo, vete a comer, luego hablamos de lo que debes hacer.
Yo realmente estaba muerto de hambre, y mientras me tragaba todo lo que él me había servido, comenzó a decirme, bueno por ahora una vez que comas quiero que reposes, ya en otro momento, te depilaras todo el cuerpo, me darás el culo, y todo lo demás. Yo mientras me atragantaba toda la comida, sencillamente sin hablar, asentía con mi cabeza, pero pensando de qué forma después de comer y descansar algo, quizás pudiera robarle algo de ropa y dinero, lo suficiente como para marcharme a mí pueblo.
Cuando terminé de comer, estaba explotado, con un sueño tremendo, con decirles que él mismo me ayudó a llegar hasta la cama, donde me acostó. Cuando desperté al día siguiente, me sentí algo raro, con cierta incomodidad entre mis nalgas, pero como estaba desesperado por ver cómo me podía marchar, no le di mucha importancia, hasta que al salir de la habitación, envuelto en una sabana, me encontré con él, que se encontraba completamente desnudo sentado en un gran sillón en el medio de la sala.
El tipo se me quedó viendo y me dijo, que culito más sabroso tienes, al escucharlo decir eso, me quedé como petrificado, eso quería decir que él se había aprovechado de mi mientras me había quedado dormido. Yo no supe que decirle, ni cómo reaccionar, hasta que él me dijo. Anoche después de que te quedaste dormido como un tronco, como me encontraba algo aburrido decidí yo mismo depilarte, fue cuando me di cuenta o me fijé que no tenía un solo vello sobre mi piel, incluso hasta los pelos de mis bolas, y de mis sobacos, me los había quitado.
Luego continuó diciendo con una gran sonrisa en su rostro. Después al ver tu culito tan lindo y sin un solo vello, me provocó meterte la verga, por eso es que tienes toda esa leche dentro de ti, fue cuando instintivamente me toqué el culo, y por entre mis nalgas, sentí una especie de costra seca, además de una ligera molestia y algo grasoso. Yo aun bastante asombrado y avergonzado por lo que él me terminaba de contar, permanecí de pie, hasta que lo escuché ordenarme. Ahora entra al baño, expulsas lo que te he dejado dentro, es como si cagaras, luego te das un buen baño con agua caliente y mucho jabón, al terminar de bañarte, te lavas la boca, hay un cepillo de dientes de color rojo en el baño, y después te secas, dejas la toalla en el baño, que te espero aquí sentado para que me des una buena mamada.
Yo sumisamente le obedecí, hice al pie de la letra todo aquello que me había ordenado, al terminar de secarme, tal y como me encontraba regresé a la sala, donde él me estaba esperando, completamente desnudo, sentado en ese gran sillón, manipulando su verga con una de sus manos. Yo sin saber qué hacer, me paré frente a él y lo escuché ordenarme que me arrodillase y me acercase a él. Cosa que hice, según él me lo fue ordenando, así que tímidamente abrí mi boca, y agarrando su gruesa verga la introduje dentro. Tras cerrar mis labios, me ordenó que comenzara a chupársela lentamente, y a medida que yo lo iba mamando su verga, sentí sus manos sobre mi cuerpo, primero sobre mi cabeza, luego sobre mi cuello y la parte alta de mi espalda.
Ocasionalmente levantaba mi vista y lo veía a la cara, la que reflejaba una gran felicidad, mientras que yo a pesar de cómo me sentía continuaba mama que mama. Luego él se inclinó bastante hacia adelante, y con sus manos alcanzó mis nalgas, y así mientras yo continuaba mamando, él comenzó a ir introduciendo uno de sus dedos dentro de mi culo. Diciéndome lo sabroso que yo tenía el culo, hasta que de repente sentí que toda mi boca se llenaba de su leche. La que en gran parte terminé tragándome. Al tiempo que él apretaba con sus manos mi cabeza contra su verga.
Al terminar me dijo, lo has hecho muy bien, de ahora en adelante tu vas a ser mi esclava sexual y yo tu amo, harás todo aquello que yo te ordene, no abrirás la boca a menos que yo así te lo ordene, no hablaras con nadie a menos que yo te de permiso, por los momentos vuelve a tu habitación, prende el televisor y el video y te quedas viendo la película que puse. Luego continuó diciéndome, después vamos a salir a comprarte algo de ropa para que a uses aquí.
Yo en todo momento le obedecí, hasta prendí el televisor y el video según él me lo había ordenado, en el que estaban pasando una película de una chica rubia, que resultó ser un chico, al que todos sus amigos o conocidos le comían el culo y lo ponían a mamar como yo se lo había estado mamando al dueño de la casa. Quizás por lo morboso de la película que estaba viendo, comencé a hacerme la paja, y en ciertos momentos me quedaba pensando que así me debó haber visto yo cuando le mamaba la verga a él. Después de que me vine entre mis dedos, no sé por qué en lugar de lavarme las manos, me provocó tragarme mi propio semen.
Pasó un buen rato y el dueño de la casa, me llamó. Y me dio algo de ropa, diciéndome que me la pusiera frente a él, era un pantalón, que me quedaba bien ajustado tanto que mis nalgas se hacían notar bastante, con el ruedo casi a la altura de mis rodillas, además de una corta camisita, la que él mismo me amarró por encima de mi ombligo, luego me entregó unas chancletas de baño y me dijo, a donde vamos no abras la boca para nada, deja que yo hable en todo momento.
Llegamos en su auto a un centro comercial, y directamente fuimos a una tienda de ropa femenina, fue cuando salió un tipo con pinta de maricón y saludándolo a él y viéndome a mí le preguntó este es su ahijado. Yo no dejaba de ver el piso de la tienda, mientras mi amo le respondía que si, de inmediato se me quedó viendo, y sin más ni más le dijo a una chica que le buscase varios modelos de ropa, los vio, y los metió en una gran bolsa, yo estuve a punto de salir corriendo de esa tienda, pero mi amo como que me lo vio en los ojos y me dijo, ya es hora de comer, o quieres pasar hambre el resto del día. Y al decir esas palabras hizo bastante énfasis en pasar hambre el resto del día, por lo que yo, en lugar de salir corriendo, tomé asiento. Luego el encargado de la tienda trajo unas cajas con ropa intima femenina, se las mostró a mi amo, quien después de que dio su visto bueno, pagó todo, y nos marchamos para almorzar en una de las tiendas de comida en el centro comercial.
El solo temor de quedarme sin comer, hacía que lo obedeciera ciegamente, esa noche, me ordenó que me vistiera con parte de las ropas que me había comprado, y al verme al espejo parecía una chica, esa noche después de cenar, y de tomar algo de vino, me acompaño a mi cuarto, él mismo me fue desvistiendo, y tras decirme que me acostase en la cama, boca abajo, comenzó acariciar mis paradas nalgas, yo a todas estas, esperaba sentir que de un momento a otro me atravesase con su gruesa verga, pero no lo hizo de inmediato, primero jugó hasta que se cansó con mis nalgas, introduciéndome sus dedos dentro de mi cuerpo, hasta que por lo visto dilató mi ano todo lo que pudo, luego si se colocó sobre mí, y suave y lentamente comencé a sentir como me penetraba, yo en principio esperaba un gran dolor, pero no fue así, un placer desconocido para mí se fue revelando poco a poco, al grado que ya cuando le tenía completamente dentro de mi culo, deseaba que continuase metiéndomelo más y más adentro de mi. Yo restregaba con furia loca, mis nalgas contra su peludo cuerpo, al tiempo que él con fuerza me enterraba una y otra vez su sabrosa y deliciosa verga.
Después de esa noche realmente sentí que me había convertido en su esclava, ocasionalmente me comparte con alguno de sus amigos o conocidos, yo mientras tanto estoy asistiendo a clases, de corte de cabello, estilismo y maquillaje, todo pagado por mi amo.
Yadira y yo que me llamo Luis, llevamos varios años de casados, pero no nos consideramos una pareja común y corriente, ya que desde que éramos novios nos dimos cuenta que tanto ella como yo somos personas de mente abierta, ella no se considera dueña de mi cuerpo, ni yo tampoco me considero dueño del suyo, por lo que si nos place en algún momento llegar a tener relaciones con otra persona, las disfrutamos abiertamente, sin que por ello el amor que nos sentimos mutuamente se vea lesionado o disminuido. En ocasiones tanto ella como yo también le damos rienda suelta a nuestras fantasías, con la completa colaboración tanto mía como de parte de ella.
Relato erótico enviado por narrador el 13 de March de 2011 a las 21:45:11 - Relato porno leído 121178 veces