Me estoy acostando con el esposo de mi mejor amiga… ( CON fotos)

Bueno todo comenzó, meses después de que me quedé viuda, mi amiga Ester al verme tan deprimida, sin tapujos, ni falsa moral me recomendó que me buscase otro hombre, a lo que yo siéndole franca le dije que lo más que lo único que realmente extrañaba de mi esposo, era su compañía en la cama, más específicamente cuando teníamos sexo. Pero que por lo demás, ya me había acostumbrado a vivir sola.

Ester hasta me leyó un artículo que hablaba de los caballeros de compañía, pero después de que exploré, prácticamente debería hipotecar mi casa, para darme ese gusto. Y para lo que yo lo quería era simplemente para pasar un rato en la cama. No valía la pena hacer semejante gasto, además ya saben apenas ven a una mujer, de mi edad, en compañía de un chico de esos, lo menos que dicen de ella, es que es una vieja puta.

Por lo que hablando con mi amiga entendí que lo que yo deseaba era, conseguir a alguien que fuera lo suficientemente discreto, y que no se arriesgase a perder lo que ya tuviera. Claro que a mi amiga eso la horrorizó, ya que ella es como dicen más papista que el mismo Papa. Bueno seguimos charlando, y no nos dimos cuenta de que Raúl su marido nos escuchaba, aunque discretamente se retiró, sin que Ester se diera cuenta. Por lo que yo me quedé con la idea de que él de seguro, se había enterado de todo.

Pasaron los días, y mi amiga me invitó a un retiro de cuaresma, dos días en compañía de unas Hermanas religiosas, rezando rosarios, y llevando una vida totalmente contemplativa. Lo que a mí en lo personal me pareció, toda una pérdida de tiempo. Bueno mi amiga de marchó al retiro, y por casualidades de la vida, en mi casa el fregadero se tapó, y que lo único que se me ocurrió fue llamar a Raúl el esposo de mi amiga, para que me ayudase a destaparlo.

Cuando Raúl llegó, apenas lo vi, me acordé que él había estado escuchando la conversación que yo tuve con su esposa. Y eso me hizo sentir algo avergonzada, cosa que me dio la impresión, de que como que él también lo estaba. Bueno en un abrir y cerrar de ojos arregló el fregadero, por lo que yo no sé, que me dio por invitarle a tomarse una cerveza. Y comenzamos a charlar. En cierto momento me di cuenta de que Raúl mantenía sus mirada fija en mis nalgas, y la verdad es que eso me calentó, o mejor dicho me excitó, lo suficiente como para atreverme hacer una pequeña locura. Aunque les diré que el tal Raúl no es un adonis, es un tipo de lo más común, y corriente. Con todo el cabello canoso, algo flaco, además usa lentes, en fin nada del otro mundo, pensaba yo en esos momentos. Pero aun y así, le dije que iba un momento al baño, donde lo único que se me ocurrió fue el quitarme mis pantaletas, y subirme un poco más la falda. Cuando regresé a la sala, le invité otra cerveza, y después de eso al momento de tomar asiento frente a él, me tomé todo mi tiempo para ya sentada cruzar mis piernas.

El efecto casi fue inmediato, noté claramente que Raúl se fijó que mi coño estaba completamente descubierto. Así que seguimos charlando, y charlando. De todo un poco, hasta que tocamos el tema del sexo. Conociendo a Ester, se que ella es demasiado puritana, y que según ella misma me lo dijo en una ocasión, quejándose de su marido, al que describió prácticamente como un enfermo sexual, por querer hacerle el sexo oral, a ella. Cosa que cuando mi esposo estaba vivo, era una de las que más yo disfrutaba que él me hiciera, así como también yo hacérselo a él.

Bueno Raúl y yo seguimos conversando, del tema del sexo, al tiempo que yo ocasionalmente le daba un cruce de piernas que lo dejaba loco, y sin ideas. Hasta que de momento, él se me quedó viendo y me dijo de frente. Bueno Laura, que te parece si dejamos de perder el tiempo. Yo la verdad es que no me esperaba que Raúl me saliera tan atrevido. Por lo que al principio, me hice la que no sabía, de que me hablaba.

Raúl se levantó de su asiento, para sentarse a mi lado, diciéndome. Ya me di cuenta de que te quitaste las pantaletas, y tú de seguro ya te distes cuentas de cómo me lo tienes, refiriéndose a su verga. La que aun por bajo la tela del pantalón se veía bien armada. Yo no supe que más decir, cuando él tomándome entre sus fuertes brazos me plantó un tremendo beso con lengua y todo dentro de mi boca. Yo la verdad, que de inmediato me dejé de tonterías, y a medida que continuamos besándonos en medio de mi sala, me fui quitando la poca ropa que cargaba puesta.

Así que me recosté sobre mi sofá, separé las piernas y comencé a disfrutar de la sabrosa verga de Raúl. No es que fuera un fenómeno de circo, pero al compararlo con mi difunto esposo, Raúl que era el que estaba ahí en esos momentos, le ganó y por una gran ventaja. Esa tarde el marido de mi amiga y yo hicimos lo que yo no había hecho en ya mucho tiempo. Me dio una tremenda mamada de coño, como nunca la había disfrutado antes, y yo por mi parte también le estuve mamando su verga, hasta el cansancio.

Desde ese día en adelante, Raúl y yo disfrutamos el uno del otro, un sin número de veces. Yo hago lo que su mujer nunca quiere hacerle, y él me hace lo que ella no le deja hacer. En fin, casi somos la pareja perfecta. Hay días en que nada más de verlo al atravesar la puerta, ya sé que desea darme por el culo, mientras que mi amiga, en ocasiones se queja de que su marido, sigue siendo un enfermo sexual, por querer que ella se deje mamar el coño. Lo cierto es que a pesar de todo, en ocasiones me siento mal, no por mi sino por mi amiga, me da una pesar, el que ella no se pueda disfrutar a su marido, de la misma manera que yo lo hago.