Me follé a mi prima hermana

Llegaba el fin de semana y tocaba salir. Como otras veces, quedé con mi prima para ir a tomar algo. Fuimos a un bar y nos tomamos unos cubatas, y luego nos fuimos al centro, donde había quedado con otros amigos, y estuvimos un rato con ellos. La noche fue avanzando y el alcohol en nuestro cuerpo también fue en aumento. A eso de las tres mi prima y yo nos fuimos y mis amigos se quedaron de fiesta.

Mi prima vivía por el centro, así que la acompañé medio camino porque íbamos en la misma dirección. Cuando llegamos donde ella se tenía que ir a un lado y yo a otro le dije sutilmente si se quería venir, porque estaba solo. Supuse que me diría que no, pero lejos de mis sospechas dijo que sí, así que se vino a mi casa. Durante el camino fuimos charlando de todo.

Por fin llegamos a casa, los dos bastante perjudicados. Le dije que no se preocupara y que se acostara en la cama de mis padres, que yo me echaba en la mía, y le dejé la parte de arriba de mi pijama. Cada uno se fue a su cama y apagamos las luces. Entonces empezamos a hablar de habitación a habitación (se comunican por un pasillo y están separadas por el baño), hasta que le dije: espera que voy. Y eso hice, fui a la cama de mis padres y le dije que me hiciera un sitio y me metí. Al meterme y darle la vuelta, mi mano pasó por su entrepierna, y cuál fue mi sorpresa al rozar los pelitos de su chocho. Le pregunté si estaba desnuda y me dijo que sí.

La cosa se fue liando y acabamos los dos abrazados. Yo me quité el pantalón y me quedé en pelotas sobre ella mientras nos abrazábamos y besábamos. Le dije que se quitara la camiseta y eso hizo. Si hay algo que me había llamado siempre la atención de mi prima eran sus tetas, que son bastante hermosas, y como ella está delgada pues aún resaltan más. La verdad es que hasta hoy es la tía más buena con la que me he acostado.

A los pocos minutos en un movimiento mi pene se metió en su chochito, pero lo saqué apurado. Como mi vida sexual era casi inexistente no tenía condones por casa, y ella tampoco llevaba. Le dije que pasaba de malos royos, “no te preocupes, sigue”, me dijo. Y agarrando mi polla con su mano la metió en su chochito.

Era surrealista: mi prima me tenía entre sus piernas, nuestros cuerpos abrazados, besándonos apasionadamente y follando a pelo. Cuando estuve a punto de correrme paré. Intentamos dormir.

A lo largo de la noche me dijo varias veces que tenía frío, y yo la abrazaba fuerte y volvíamos a follar. Eso pasó varias veces. La noche fue pasando y la resaca apareciendo, y la ausencia de sueño hacía estragos en nosotros, pero daba igual. Dieron las 12 del medio día y le dije que teníamos que levantarnos o nos echarían en falta.

Pero aquello no podía terminar así. Mi prima estaba totalmente pasiva, y volví a abrazarla y nos volvimos a enrollar, pero esta vez había que terminar, era la última y seguramente no volvería a haber más. Me puse sobre ella, le agarré cada cachete del culo fuerte con una mano, y empecé a follarla sacando fuerzas de donde pude. Al cabo de un rato bombeando me corrí. Fue maravillosa la sensación de correrme, no la olvidaré jamás.

Ninguno volvimos a hablar de aquello, aunque supongo que se lo dijimos a nuestros amigos más cercanos, porque algo así no te lo puedes callar.