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ME INICIO MI MEJOR AMIGO

Relato enviado por : Anonymous el 18/02/2009. Lecturas: 4301

etiquetas relato ME INICIO MI MEJOR AMIGO .
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Resumen
Yo solía quedarme en la casa de un compañero del secundario que era mi mejor amigo. Siempre escuchábamos música y tomábamos algo hasta que finalmente nos tirábamos a dormir vestidos en una cama de dos plazas que él tenía en su habitación. Un día la madre comenzó a decirnos que nos acostáramos bien, y así fue como comenzamos a dormir juntos en slip.


Relato
Yo solía quedarme en la casa de un compañero del secundario que era mi mejor amigo. Siempre escuchábamos música y tomábamos algo hasta que finalmente nos tirábamos a dormir vestidos en una cama de dos plazas que él tenía en su habitación. Un día la madre comenzó a decirnos que nos acostáramos bien, y así fue como comenzamos a dormir juntos en slip.

Una noche hablando de minas y de coger nos calentamos tanto, que corrimos la sábana para masturbarnos. Ahí descubrí que mi amigo tenía una poronga que era casi el doble de grande que la mía, y aunque en slip tenía un bulto enorme, nunca me imaginé que podía tenerla tan grande. Si bien yo había fantaseado algunas veces tener sexo con él por dormir juntos, nunca había pensado seriamente tener sexo con un hombre, pero al verlo masturbarse y lubricarse con saliva, sinceramente me dieron muchas ganas de chupársela. Al rato no aguante más y a riesgo de lo que él pudiera pensar, apoyé mi cabeza sobre su pecho y desplacé su mano para continuar masturbándolo con la mía y preguntarle si no le molestaba que yo se la humedeciera, entonces me dijo que no.

Comencé a recorrer tímidamente la cabeza de su pene con mi lengua para luego introducirlo suavemente en mi boca, la cuál tuve que abrir bastante por cierto. Al ver que le gustaba mucho (y a mi también) me arrodillé en la cama para chupársela con mayor dedicación lamiéndole incluso los testículos que también los tenía muy grandes. Cuando empezaba a morirme de ganas de que me penetrara, como si nuestra calentura se hubiese fundido en un mismo pensamiento, él me introdujo un dedo en el culo para comenzar a dilatármelo. Entonces comprendí que mi deseo estaba a punto de concretarse, hasta que efectivamente unos minutos mas tarde mi amigo me propone cogerme. En ese instante traté de convencerlo (contra mi voluntad) de que no iba a poder hacerlo porque la tenía muy grande... que me iba a doler mucho, etc., pero haciendo caso omiso a mis palabras, cuando él me preguntó si yo quería que se pusiera lubricante, indefectiblemente le dije que si.

Cuando regresó del baño con la vaselina, al verlo parado junto a la cama tomé conciencia del pedazo de verga que iba a penetrarme. Instintivamente tomé el lubricante y comencé a embadurnarle delicadamente todo su muy grueso y venoso tronco hasta la base. Acto seguido me di vuelta y me abrí bien de piernas. Una mezcla de ansiedad y deseo me hizo estremecer cuando él colocó un poco de vaselina en el orificio de mi cola aún virgen, para inmediatamente hacerme sentir un dolor impresionante que me obligaba a preguntarle a cada instante si ya había entrado lo suficiente, mientras él me decía que no, solo la punta. Fue entonces que apoyando mi mano sobre uno de sus muslos traté de impedir lo inevitable, pero ya era demasiado tarde. Estaba a punto de renunciar, cuando de repente su poronga increíblemente dura, venciendo la estreches de mi esfínter se abrió paso bruscamente para comenzar a cogerme.



Empezó haciéndolo lentamente pero sin tomarse pausa. Yo sentía que me estaba partiendo al medio y pensé que no lo iba a soportar. Pero ya no había vuelta atrás. Mi amigo estaba demasiado excitado como para detenerse. Cada movimiento suyo era un tramo de su poronga entrando gradualmente hasta que definitivamente pude sentir el golpeteo de sus testículos, entonces comencé a llorar. Tal vez haya sido el desahogo de un deseo encubierto tantas veces postergado además del dolor, pero lo cierto es que esto pareció motivarlo a cogerme com más ganas. Después de aquellos primeros instantes, el dolor fue convirtiéndose paulatinamente en algo placentero, y pude relajarme para comenzar a gozar propiamente del desflore que mi amigo me estaba efectuando, mientras él me consolaba consentiendo cariñosamente cada uno de mis quejidos, a la vez que me iba transformando la cola en una conchita. Finalmente me rompió bien el orto. Tomándome fuertemente de las caderas me cogió de tal forma que me hizo acabar sin tocarme siquiera (algo que luego volvería a repetir ocacionalmente) aunque lo ideal hubiese sido acabar juntos, porque él siguió cogiéndome impiadosamente hasta llenarme el culo de leche.



A la mañana siguiente, me fui a mi casa pensando que todo había sido una locura del momento, producto de la calentura y del alcohol que habíamos tomado, y la siguiente vez que fui a su casa tuvimos una charla con respecto a lo que había sucedido aquella noche. Ambos coincidíamos en que el sexo debía disfrutarse sin remordimientos ni culpas. Pero a pesar de la confianza y madurez con la que estábamos encarando el asunto, yo no podía evitar sentirme avergonzado ante el hecho de que él, siendo mi amigo de tanto tiempo, había logrado con creces poner en manifiesto mi goce haciéndome sentir su putita en la cama. Realmente yo no sabía como esto podía influir en nuestra amistad, pero lo cierto es que la experiencia me había gustado demasiado como para no seguir explorando ese lado femenino que él mismo me había puesto al descubierto. Tenía la confianza suficiente para contarle lo que sentía, así que cuando le confesé mis deseos de que él me ayudara a reafirmarme sexualmente, supo comprenderme y me alentó a que me asumiera sin cargos ni culpas, ofreciéndose incluso a realizarme nena en la cama si eso era lo que yo anhelaba, propuesta que acepté asintiendo con un tímido gesto. Luego tomamos algo y escuchamos música como siempre. Pero a partir de momento hubo un acuerdo implícito entre nosotros, en el que él me ayudaría a asumirme en confianza y sin restricciones.

Esa misma noche cuando su madre se fue a dormir, nos encerramos en su habitación y nos desvestimos en silenciosa complicidad quitándonos incluso el slip para meternos en la cama. El encendió el velador y se acostó boca arriba con sus manos detrás de la nuca como esperando lo predecible, por lo que directamente comencé a chuparle la pija con toda la confianza que me había otorgado su consentimiento de efectuarme nena en la intimidad. Sentía como su pene iba creciendo en mi boca hasta alcanzar su colosal tamaño que llegaba a la altura su ombligo. Después de mamársela un buen rato, me hizo poner en cuatro bajándome el torso hasta apoyar mi cara sobre la almohada. Sacó la vaselina que estaba en el cajón de la mesita de luz, y luego de lubricarse, comenzó a penetrarme suave y profundamente mientras yo ahogaba mis súplicas abrazado a la almohada. El rigor con el me hacía sentir el tamaño de su miembro obligaba a mi pene a mantenerse flácido aún goteando su lubricación mojando la sábana, haciendo abismal la diferencia de tamaño que había entre uno y otro. Yo tenía tantas ganas de que me hiciera sentir su mujer en la cama, que él al percibirlo me propinó una cogida formidable que concluyó dejándome el culo abierto como una flor lleno de leche.



Esa misma noche, con mi cola ya dispuesta como una vagina, volvió a cogerme haciéndome ir arriba suyo para enseñarme a moverme como una hembra. Tomándome firmemente de la cintura me indicaba como debía moverme, obligándome a realizar movimientos femeninos suaves y lentos, verticales y circulares, característicos de una mujer, para combinarlos con los suyos que eran bien de hombre. Esto me provocó un placer tan grande que casi no pude contener un grito. Al darse cuenta de esto, él me dijo que no me contuviera y me expresara libremente, por cuanto lo abracé y comencé a gemir desahogadamente disfrutando cada centímetro de su pene casi a voluntad, confesándole al oído entre lloriqueos lo mucho que me gustaba ser su putita en la cama, cogiéndomelo con todas mis ganas hasta hacerlo acabar.



Lo mejor de nuestra relación, fue la confianza que él me brindó para que yo pudiera sentirme una mujer en la cama y me asumiera sexualmente sin tener que avergonzame. A partir de ese entonces, él me hizo su novia y me frecuentó sexualmente estableciéndome solo como pasivo, y ese fue nuestro secreto en el colegio (y aún hasta el día de hoy). Pero al poco tiempo él se puso de novio con una chica y se cortó la relación. De todos modos hoy le agradezco por esos momentos que pasamos juntos, porque todo lo hicimos con ánimo de pasarla bien y con mucho respeto. El me inició y me enseñó a disfrutar del sexo de una manera diferente. Lamento que hayamos tenido sexo tan pocas veces porque hoy siento haberme quedado en camino de realizarme plenamente, quedándome en el tintero cosas como ponerme una bombachita, etc., razón por la cual me gustaría encontrar un amigo sexual que sea varonil, 100% activo y bien dotado, que me brinde la posibilidad de afeminarme con él en confianza para sacar la mujercita que hay en mi, en un marco de absoluto respeto y discreción, para culminar con aquello que mi amigo originó ya hace algún tiempo: Mis ganas de convertirme definitivamente en una nena en la cama. lopezangel2@hotmail.com

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 22:10) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:44) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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