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Me lo enterró mi primo en el funeral de mi abuela.... ( CON fotos)

Relato enviado por : narrador el 14/11/2014. Lecturas: 17304

etiquetas relato Me lo enterró mi primo en el funeral de mi abuela.... ( CON fotos)   Infidelidades .
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Resumen
Yo soy Nora, y desde que me gradué, y posteriormente me casé, no había vuelto al pueblo en que nací. Por un sin número de razones, la mayoría relacionadas al poco tiempo que disponía para visitar a mi familia, ya fuera por mi trabajo, o por el de mi esposo. Pero al fallecer mi abuela, y casualmente juntarse con un fin de semana largo, aproveché para ir a su funeral, ignorando desde luego, que a quien se lo iban a enterrar, y más de una vez, era a mí.


Relato
Por las mismas razones de siempre, Pedro Juan, mi esposo, por sus múltiples compromisos, y cargada agenda, no me pudo acompañar, por lo que me tocó viajar sola en autobús, hasta el pueblo de mi familia. Bueno desde que llegué de inmediato toda mi familia me recibió, como si fuera una reina. Fue cuando me llevé la tremenda sorpresa de encontrarme con mi primo Esteban, del que yo cuando adolescente fui su novia, o por lo menos eso era lo que él me hizo creer, durante un buen tiempo, hasta que de repente se casó con mi mejor amiga, Rosita, la hija del rico del pueblo.

Lo cierto es que como éramos primos, ni él ni yo le decíamos a nadie de que éramos novios. Situación que Esteban aprovechó un sin número de ocasiones, para acostarse conmigo, y con el cuento de que me amaba, yo lo dejaba hacer conmigo, lo que le daba la gana. Por lo que apenas lo vi en el funeral, mi corazón me dio un gran vuelco, y hasta sentí que se me mojaron las pantis. Pero claro procuré disimular, para que nadie se diera cuenta, de cómo su presencia me afectaba.

Fue cuando una mujer inmensa y extremadamente gorda, se me lanzó encima a darme un abrazo. Era mi amiga Rosita, que estaba irreconocible, a su lado una gran fila de niños y niñas de todos las edades y tamaños. Después del saludo, Rosita y su prole se despidieron, pero Esteban se quedó en el velorio, ya que como era el nieto preferido de mi abuela, como que entendió que era su obligación acompañarla en todo momento. O por lo menos creo que eso fue lo que le dijo a Rosita, su mujer.

Ya a eso de las nueve de la noche, la mayoría de las personas ya se habían marchado del velorio, cuando Esteban, a pesar de lo mucho que yo le había sacado el cuerpo, finalmente digamos que me atrapo en la capilla. Bueno realmente no tuvo necesidad de ponerme una mano encima, por lo menos dentro de la capilla, ya que se puso a recordarme, el sin fin de cosas que los dos hacíamos cuando éramos y que novios.

Bueno quizás fueron esos gratos recuerdos, o el que yo me encontrase completamente a solas con él, que al salir de la capilla, mi primo pasarme el brazo por mi cadera, yo lo dejase continuar recordándome, como nosotros dos aprovechábamos la menor oportunidad para tener sexo. Así seguimos caminando, salimos de la funeraria, cuando pasamos frente a un terreno baldío, en el que cuando jóvenes en más de una ocasión, Esteban y yo nos habíamos adentrado, y escondidos entre el monte, nos quitábamos toda la ropa, y tal como vinimos al mundo yo recostada sobre un cartón abría mis piernas, y mientras él me besaba, y acariciaba toda, comenzaba a penetrarme divinamente.

Es más si en ese instante me lo hubiera tan siquiera insinuado, que nos fuéramos, a nuestro antiguo escondite, la verdad es que no se si le hubiera dicho que no. Pero no lo hizo, ya que en ese instante también le recordé que en ese mismo sitio, fue que nos descubrieron, en una ocasión un par de otros primos nuestros, y en otro momento nos encontraron tres de sus amigos. El detalle de eso fue, que para que ninguno les fuera con el cuento a nuestras familias, yo tuve que acostarme con ellos, al tiempo que Esteban, o bien me daba por el culo, o me mantenía mamando su verga. La primera vez que eso sucedió, pensé que fue un accidente, que nos habíamos descuidado, y ni Esteban ni yo nos dimos cuenta, de que nuestros dos primos nos seguían muy de cerca.

En esa ocasión aunque Esteban se molestó mucho, con nuestros dos primos, al final no me quedó más remedio a mí, que dejar que los dos se acostasen conmigo, y al mismo tiempo. Así mientras uno me lo enterró por el coño, mi otro primo me dio por el culo al mismo tiempo. Al principio yo estaba algo molesta, pero cuando entre ellos dos me agarraron completamente desnuda sobre el mismo cartón en que Esteban y yo habíamos estado, al mismo tiempo que él nos observaba, como que me excité tanto, que apenas pude, y comencé a sentir las dos vergas de mis primos penetrándome por detrás, y por delante. Le hice señas a Esteban y voluntariamente me dediqué a mamar su verga.

Pero después de eso cuando en otra ocasión, me di cuenta de que varios de sus amigos nos seguían, le dije a Esteban que mejor lo dejábamos para otro momento, que sus amigos nos podían descubrir. Pero como él insistió tanto, finalmente acepté meternos en el monte, pero ya con la idea de que esa noche, terminaría acostándome no tan solo con mi novio, sino que también con sus amigos. Lo que en verdad me excitó tanto, que cuando ya estando completamente desnuda en los brazos de Esteban, llegaron ellos, yo no dije nada, sencillamente dejé que hicieran conmigo lo que les diera la gana.

Seguramente pensaran que fue un milagro que no saliera preñada, la verdad es que ni en esa época ni ahora, por mucho que yo quiera, puedo salir preñada, a menos que no me someta a tratamiento. Ya que al parecer, el Ph de mi vulva, y vagina son tan, y tan ácidos, que gracias a Dios, no permiten que eso pase.

Pero Esteban y yo seguimos caminando, recordando, aquellos momentos, en los que tanto él como sus amigos, se aprovechaban de mi. Y yo de ellos, pero sin decirles nada. De momento al pasar aquel solar baldío, Esteban se detuvo frente a la puerta de un negocio. Sacó unas llaves, y después de abrir la puerta me invitó a entrar, diciéndome. Esto es de mi propiedad, resultó ser algo así como unas oficinas, en las que el maneja todos sus negocios.

Yo la verdad es que cuando me hizo pasar al fondo, y me encontré con una lujosa habitación, con aire acondicionado, nevera, y un tremendo equipo de sonido. Aparte de una gran cama, de agua. Supe que no saldríamos de ese lugar, por lo menos después de habernos acostado juntos en varias ocasiones. No bien cerró la puerta, sin más ni más nos comenzamos a besar, y a medida que lo fuimos haciendo, Esteban hábilmente me fue despojando de toda la oscura ropa de luto que cargaba puesta. Hasta que finalmente me dejó prácticamente desnuda, únicamente con mi liguero y el par de medias negras de encaje que llevaba puestas. El sentir sus labios sobre los míos, así como sus cálidas manos recorriendo todo mi cuerpo, me hicieron temblar de emoción. Yo a medida, que ambos ya recostados sobre aquella gran cama de agua, fui separando mis piernas, y mentalmente deseando que me penetrase.

Esteban por su parte no dejaba de acariciar todo mi cuerpo, en especial mi coño, y mis nalgas, así como mis tetas. Por lo que cuando comencé a sentir su verga, abriéndose paso entre los labios de mi vagina, comencé a dejar que de mi boca escapasen un sin número de fuertes gemidos de placer. Yo no soy del tipo de mujer que se fije en las dimensiones del miembro de su compañero, pero aunque no lo hice de manera voluntaria, en cierto momento, a medida que Esteban comenzó a penetrarme, no pude menos que comparar su miembro con el de Pedro Juan mi esposo.

Lo cierto es que hablando en términos de autos de lujo, Pedro Juan sería equivalente a un mediano Toyota, mientras que Ernesto tiene todos los atributos y lujos ya sea de un Jaguar o un Mercedes Ben deportivos. Y no es que yo sea fanática de autos, pero como me dedico a la venta de autos importados, conozco un poco.

Esteban me penetró como hacía mucho tiempo no lo hacía otro hombre, me arrancó fuertes gemidos de placer, así como hasta lágrimas de alegría y felicidad. A medida que fui sintiendo como su venoso vástago, se abría paso dentro de mi depilado coño. Yo a cada empujón que él me daba, chillaba de felicidad una y otra vez. Lo mejor de todo fue que disfruté de múltiples orgasmos, como nunca antes los había disfrutado. Por lo que cuando me puso su verga frente a mi boca, no dudé ni por un instante, en dedicarme a mamársela, hasta hacerlo venirse.

El resto de la noche y gran parte de la madrugada, Ernesto me hizo la mujer más feliz del mundo, sin importar lo que me hiciera. Al siguiente día después del entierro de nuestra abuela, cordialmente en compañía de su gorda esposa me invitó a que fuéramos a cenar al mejor y único restaurante del pueblo. Fue cuando Rosita, disculpándose de inmediato se retiró ya que debía acostar a sus hijos. No bien ella se marchó, al poco rato antes de que terminásemos de cenar fueron llegando varias amistades de Esteban. Y de cenar pasamos a beber, y recordar. Bueno esa noche después de un buen rato, cerraron el restaurante con nosotros adentro, y para no perder tiempo les diré que después de un rato, ya Ernesto me tenía acostada sobre una de las mesas, clavándome su sabrosa verga frente a todos sus amigos, los que después de él se fueron turnando, para hacerme la mujer más feliz del mundo.

Desde luego que Pedro Juan ignora todo lo sucedido, por lo que cuando le digo que debo entregar un auto nuevo, en el pueblo, no dice lo más mínimo. Ya que como él es el dueño del negocio, mientras más autos de lujo yo venda, mejor.



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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:13) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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