Sentí revivir la virilidad en mis manos, mi cuerpo no estaba listo para iniciar otro encuentro pero mi mente lo ansiaba con locura, lo mire a los ojos y una sonrisa morbosa asomó a sus labios.
me vas a matar, papi- le dije
solo si tu lo deseas – contestó
mas que nada en el mundo - repliqué
Relato
Conoci a Eduardo en un bar al que fui por recomendacion de una amiga.
No soy una belleza pero por alguna razon los hombres se sienten atraidos hacia mi.
Eduardo no fue la excepxion. Se me acerco y me ofrecio un trago.
Acepte.
Hablamos un poco y le comente mi secreto para evitar sorpresas desagradables.
“no soy una verdadera mujer”.
“Eso ya lo se” me respondio
Continuamos a charlar, otro trago, la conversacion se hizo amena. El era muy agradable y ocurrente, me hizo reir varias veces. Sus manos grandes y rugosas con dedos enormes de trabajador manual me encendian cada vez que los miraba. Me trataba como a una dama y esto me halagaba haciendo latir mi corazon con cada mirada suya. Me enamoraba de el y no queria que terminara este momento. Me sentia una niña enamorada en su primera cita, por primera vez no deseaba sexo, solo su compañia, sentirme unida a él como pareja compartiendo nuestras vidas para la eternidad.
La charla continuaba, otro trago mas, estaba embelesada por él, me tomo una mano y la beso como a una princesa, No me resistí y le tome su mano y acaricie sus dedos, queria que me tocara, que me hiciera vibrar, imagine los estragos que producirian estos dedos en mi, en mi intimidad mancillada algunas veces con tanto placer y tan poco de amor, ahora me sentía dispuesta a gozar de este incipiente amor en una nueva aventura para mi.
La musica del ambiente me llenaba los oidos y sus palabras llegaban desde lejos, lo observaba sonreir y sus tiernos ojos enviaban mensajes de apasionada tranquilidad.
Me pregunto por mi casa, le pedi ir a la suya y aceptó. No quise mi apartamento por que podría arruinar este momento con recuerdos anteriores, queria vivir esta nueva aventura como una nueva primera vez.
Llegamos a su casa, pequeña y ordenada, de buen gusto, imaginé fantaseando que viviriamos alli por siempre.
Me quité el saco y quedé con mi vestido de tirantes en los hombros y la falda no muy corta de amplio vuelo. Me senté en el sofá y crucé mis piernas recatadamente, él preparó otro trago y se sentó a mi lado.
Lo quedé mirando y me regaló un timido beso, sonreí un poco turbada, tremando de la emoción.
Estas divina -me dijo
Estoy feliz de estar aqui- le respondí.
Ven que te muestro mi casa
Nos alzamos y me hizo entrar en su dormitorio.
Algunas fotos suyas con el torso desnudo y sonriendo llamaron mi atención. Era musculoso y con abdominales muy bien marcados, era un sueño para mi.
Aún de pie, me atrajo hacia él y me dio esta vez un beso mas profundo el cual correspondí con entusiasmo. Su brazo derecho abrazaba mi cintura y su mano izquierda acariciaba mis cabellos. Yo lo abracé por los hombros, sobando su espalda, presionando mis pechos contra los suyos, sintiendo su musculatura de hombre a travez de la camisa.
Sabía a licor y tabaco, pero sabía tambien a sensualidad y placer.
Me dió la vuelta y pegó mi espalda a su cuerpo. Con una mano sobre mi vientre, presionaba mis caderas a sus partes, la otra mano acariciaba mis senos, naturales e incipientes, logrados con el tratamiento de hormonas que estaba recibiendo. Me besaba el cuello e introducia la lengua en mi oreja, turbandome aún mas. Yo con un movimiento inconsciente, me bamboleaba contra su cuerpo gustando la frondoza musculatura que emergia de sus partes.
Deslizo mis tirantes y me desnudo medio cuerpo, besaba mis pezones ya erectos y duros de excitación; yo lo contemplaba, enamorada y extasiada mientras jubaba con sus cortos cabellos incitandolo a que continuara. Me besó en la boca y yo con mis manos lo tomé por la cintura y lo atraía hacia mi para sentir el bulto que se percepía a traves de sus pantalones.
Nos soltamos despues de interminables momentos. Me despoje de mi vestido el cual cayo a mis pies, coquetamente hize lo mismo con la tanguita negra de encajes que usaba y asi desnuda me volví hacia él. Eduardo ya desnudo se acercó a mi completamente erecto y con un impulso inconciente me arrodille y tomé su miembro y lo engullí. Saboreandolo y acariciandolo, sentía como si esta fuera la primera vez que mis labios probaban este dulce sabor. Mientras mis manos y mi boca se aplicaban sobre su virilidad, mi mirada buscaba la suya y percibía el aumento de su excitación; acariciaba mi rostro y jugaba con mis cabellos. Mis manos recorrian sus partes, delicadamente con una mano acariciaba sus testes y con la otra me extasiaba en sus bien formados abdominales, duros como roca, marcados, trabajados, que me informaban que tenía un verdadero hombre, una ricura de hombre delante mio.
Me indicó echarme boca abajo en al cama, él se echó encima mio e inició a poseerme. Al ingresar sentí un leve fastidio al que no di importancia por que sabía que pronto me acostumbraría a este dulce invasor. Lo sentí deslizarse dentro mio y el contacto de su pelvis con la mia confirmó el final de la penetración. Sentí su humanidad encima mio, presionandome, atrapandome, subyugandome.
Eduardo me hacía suya, con movimientos ritmicos y cadenciosas arremetía contra mis nalgas y a cada empuje me sentía cada vez mas perdida, transportada a las nubes.
Mi cabeza sumergida en la suavidad del lecho, se movia al ritmo de este vaiven y que con este frenetico movimiento no atinaba a razonar, solamente a entregarse cada vez mas a esta ilusión de amor y placer.
Siempre con él encima mio, atinaba a alzar mis caderas contra mi amante para lograr una posesión mas profunda, hasta el límite de su humanidad mientras mi amor hacia lo propio. Mis manos se cerraban, apretujando las sabanas, exclamando sensualidad, evidenciando el sublime placer que estaba disfrutando.
Me besaba las orejas, cerrando mis oidos a rumores extraños, permitiendome solo sentir la humedad de su lengua y la respiracion agitada de mi ser.
Se retiró de mi, dejandome con un vacio inmenso como el universo, tomé un poco de aire y me di vuelta ansiosa de continuar, con el deseo de eternizar este feliz momento.
Eduardo se echó boca arriba, al lado mio. Lo besé en la boca y trepé encima suyo, de cara a él. Mientras lo besaba me deslizé hacia atras sintiendo el erecto falo ingresar en mis entrañas; me senté y lo cabalgué, con mis manos acariciaba su bien formado cuerpo y con mis muslos subia y bajaba mis caderas en toda la extension de su miembro. De mis labios brotaban gemidos de placer, mientras mi amante volcaba la cabeza hacia atras confirmandome el extasis al que estaba induciendo a mi contrincante en esta efimera batalla de amor.
La transpiracion profusa en sus ardientes poros y su alterado respirar, me ponian mas cachonda induciendome a mantener mis ritmicas y obscenas elevaciones y descensos. Todo esto provocaba en mi luminosos destellos de placer; extasiada lo observaba y disfrutaba olvidando los temblores que asomaban a mis extenuados muslos, hasta que no pude mas y me rendí, cai en su pecho llena tambien de sudor generado en parte por el ejercicio realizado y en gran parte por la inmensidad de placer propinado. Exhalaba suspiros de emoción y de ternura capaces de estremecer al mas duro de los corazones.
Me ordenó que me volteara, aún extenuada le obedecí, me recosté encima suyo con mi espalda sobre su pecho y me penetró una vez mas, con sus firmes brazos rodeo mi cuerpo debil y sumiso, mi boca buscó la suya y nos fundimos en un prolongado beso mientras sus embestidas aumentaban en vigor.
Nuestros humedos cuerpos emitian el caracteristico sonido de los repetidos encuentros, musica erotica para nuestros oidos que se inflamaban al limite de la pasión. Seguiamos unidos en un beso lujurioso. Una mano con sus enormes dedos aprisionaba mis adoloridos pezones propiciando espasmos en mi ultrajado esfinter, la otra mano tenia mi pene, presionandolo humillado ante la grandeza del suyo.
No podria resistir mucho tiempo mas y se lo hice saber, con un mensaje mezcla de procacidad y de un sentimiento de amor logrado.
No le importó, siguió penetrandome con furia, derritiendome las entrañas, yo era una muñeca de trapo entre sus brazos, completamente rendida a él y a sus deseos.
No eramos más dos personas, nos encontrabamos fundidos en una sola ayudados por los liquidos emanados de todos nuestros orificios, como si una fuerza oculta nos atrajera furiosamente ante cada intento de separación.
Dios, era tan feliz en este momento, no existia nada mas y nadie mas, solo él y su mastil introduciendose cada vez mas en mi como si esto fuera todavia posible, mi piernas jugueteaban libremente al compas de sus arremetidas y el consapebole de mi sumisión, me propinaba mayores estocadas, semejando un rito milenario de sacrificio, el de una veste en el altar del amor.
Aun nuestras bocas unidas, senti un estallar dentro mio, me mordio el labio hasta el limite, me inundó con el fruto de su amor, yo rendida lo acepté gustoza, quizas vencedora de esta contienda que habia perdido hace ya un buen rato. Exhaló ulteriores suspiros y sentí su falo deslizarse fuera mio.
Quise levantarme y me detuvo arrancandome un ultimo beso, esta vez pausado y tierno, como el de dos enamorados que inician a conocerse, como inocentes adolescentes llenos de sentimiento puro.
Extenuada, apoyé mi cabeza en su pecho sintiendo como se serenaba el hasta hace poco convulsionado respirar. Con mi mano acaricié su hombría entregada luego de una dura contienda, estuvimos así por un momento, yo reponiendome del esfuerzo realizado y él del placer recibido.
Sentí revivir la virilidad en mis manos, mi cuerpo no estaba listo para iniciar otro encuentro pero mi mente lo ansiaba con locura, lo mire a los ojos y una sonrisa morbosa asomó a sus labios.
me vas a matar papi- le dije
solo si tu lo deseas – contestó
mas que nada en el mundo - repliqué
Lo besé en la boca delicadamente y me arrodillé entre sus piernas, introduciendome entre mis labios este miembro que se resistía a morir. Me apliqué en esta tarea, logrando una apetecible y completa erección de esta singular pieza. Deseba continuar con la sesión de amor, pero no sabía si la podria resistir.
La segunda vez siempre es mas duradera que la primera y yo con la primera había tenido bastante.
Pero el deseo y la morbosidad pudieron mas en mi.
Me coloque en cuatro patas esperando la arremetida del placer. Edurado besó mi culito dilatado y chorreante de los jugos en el depositados, mi cerebro quiso estallar por las emociones propinadas, “esta va a ser dura” pensé.
A cada lenguetazo yo respondia con un profundo suspiro que inundaba la habitación, me aferraba con las manos a lo que pudiera para no ceder y resistía la mas que dulce tortura de los limites extremos del placer.
No puedo mas- suplique
Quieres que lo deje – inquirió
Nooo! Quiero sentirte, hazme tuya otra vez – contesté
Se colocó detras mio y me poseyó casi inmediatamente.
Estoicamente resistía sus embestidas con las fuerzas recargadas de mi pasión, con la ambiguedad de deseos de un desenlace rapido y que esta sumisión sea eterna, prolongar al infinito este acto vigoroso y salvaje de desenfreno.
El empuje de mi amado venía cada vez contrastado con la firme oposicion de mis caderas que increiblemente resistian a estas vigorosas embestidas, interminables y cadenciosas.
Finalmente, las fuerzas me abandonaron y caimos los dos sobre el blando lecho, siempre penetrada y gozada como la fiel amante en la que me habia convertido.
En esta posición, las embestidas se prolongaron infinitamente y con los ojos cerrados saboreaba cada una de ellas.
Poseida al limite maximo posible, era un juguete a merced de mi deseado violador.
Mi excitacion llego al climax expeliendo el chorro de jugos propiciatores del orgasmo mas infinito que haya alguna vez experimentado.
Mi jinete reaccionó con mayor lujuria y fuerza, sus manos tomaron las mias, sus dedos entre los mios, entremezclandose, abrazandose, poseyendo tambien mis manos y fornicandolas con sus enormes dedos. Había perdido ya hace horas la razón y estaba a punto de perder el sentido cuando el nuevo estallar de gozo de mi hombre me devolvió por un momento a la realidad, saboreando este nueva inundación de esperma. Reaccioné con renovadas y freneticas movidas de mis caderas alcanzando a coronar este ulterior esfuerzo con un nuevo orgasmo tan dulce y maravilloso como el primero, tan eterno y placentero que le daba sentido a toda mi vida. Deseaba vivir solo para estos momentos, para ser amada realmente y amar como habia logrado hacerlo.
Había aprendido que el sexo con amor es mas placentero, aunque el amor sea efimero y dure solamente el tiempo de un orgasmo.
Yadira y yo que me llamo Luis, llevamos varios años de casados, pero no nos consideramos una pareja común y corriente, ya que desde que éramos novios nos dimos cuenta que tanto ella como yo somos personas de mente abierta, ella no se considera dueña de mi cuerpo, ni yo tampoco me considero dueño del suyo, por lo que si nos place en algún momento llegar a tener relaciones con otra persona, las disfrutamos abiertamente, sin que por ello el amor que nos sentimos mutuamente se vea lesionado o disminuido. En ocasiones tanto ella como yo también le damos rienda suelta a nuestras fantasías, con la completa colaboración tanto mía como de parte de ella.
Relato erótico enviado por narrador el 13 de March de 2011 a las 21:45:11 - Relato porno leído 120867 veces