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Me sentí, como cuando estaba en la universidad. ( CON fotos)

Relato enviado por : narrador el 16/11/2014. Lecturas: 9148

etiquetas relato Me sentí, como cuando estaba en la universidad. ( CON fotos)   Amor filial .
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Resumen

Hace cosa de unos meses, cuando limpiaba la habitación de mi hijo, que estudia en la universidad, encontré algo, que jamás ni nunca pensé que mi hijo, llegase a usar. En la gavetas de su mesa de noche, tenía un royito de papel, chamuscado por un de sus extremos, de más o menos unos tres o cuatro centímetros de largo, como por medio centímetro de ancho, algo aplastado. Su fuerte olor, como a soga quemada, no me dejó la menor duda de lo que se trataba. Además, también tenía una pequeña cajita amarilla, de papel de arroz, una pequeña pinza, y una bolsita plástica, con algo de picadura dentro.



Relato


No es que yo sea una técnica forense, policía, o algo por el estilo. Supe de inmediato que se trataba de marihuana, ya que cuando estudiaba pedagogía en la universidad, ocasionalmente mis compañeras de clase, y yo por aquello de pasar un buen rato, la fumábamos. Es más durante un buen tiempo no había día, en que mis amigas, y yo no agarrásemos una buena nota de marihuana, sobre todo en las noches, y fines de semana, cuando salíamos a derraparnos, con algunos chicos. Así que mientras decidía que hacer con eso, y de qué manera abordar a mi hijo, comencé a recordar las barbaridades que mis amigas, y sobre todo yo hacíamos, cuando fumábamos marihuana.

En una ocasión en que nos encontrábamos de excursión, yo fume tanto, que con la nota que agarré, de momento me dio por andar desnuda. Y se lo podrán imaginar, dos chicas bien arrebatadas, y una de ellas, o sea yo, que la nota al principio me dio, por quitarme toda la ropa, y ponerme a bailar desnuda. Acompañadas por cuatro chicos, que desde luego no dejaron pasar por alto, la oportunidad que se les presentó. Si bien mi amiga, aunque también había agarrado una senda nota, a ella le explotó de manera diferente, mientras que yo apenas comencé a bailar desnuda, y mis compañeros de excursión me pusieron las manos encima de mi cuerpo, y comenzaron a besarme, y acariciarme por todos lados, yo abrí mis piernas de par en par, dejando que me penetrasen por donde les diera la gana, así que esa tarde y gran parte de la noche perdí mi virginidad anal, y bucal, si es que eso existe. Ya que desde los primeros días de clase en la universidad, había dejado de ser señorita.

Me acuerdo como si hubiera sucedido hoy en la mañana, yo bailando, dando saltos desnuda, al tiempo que seguía dándole fuertes jalones al tabaco de marihuana que estaba fumando. Mientras que mis compañeros extasiados, y seguramente también con una buena nota dentro de sus cabezas, me siguieron y me acorralaron, yo me reía como una tonta, y apenas comencé a sentir sus manos, y bocas, acariciando y besando todo mi cuerpo, sin necesidad de que me dijeran nada, me tiré sobre la hierba, abriendo mis piernas los más que pude, agarrando mi coño con mis manos, se los ofrecía a ellos, que desde luego no perdieron tiempo, en meterme no tan solo las manos, sino que también sus paradas vergas.

La amiga mía que me acompañaba fue algo más recatada que yo, ella solamente se lo mamó, y dejó que le diera por el culo, uno solo de los chicos, mientras que yo disfruté de los otros tres. Dejándome hacer de todo. Debido a eso en la universidad tenía la fama aparte de ser medio putona, de que me encantaba fumar cuando tenía sexo. Por lo que bastaba que alguno de mis amigos prendiese un tabaco de marihuana, para que yo mientras me lo fumara, dejaba que me penetrase. Bueno eso pasó ya hace más de unos veinte años atrás, mucho antes de casarme, y de que diera a luz a Sergio, mi hijo.

Yo la verdad es que no supe qué hacer con todo eso que me había encontrado, no sabía si botarlo, o dejarlo donde estaba. Finalmente decidí dejarlo donde se encontraba, pero al siguiente día al volver a revisar la gaveta, en lugar de ese pequeño tabaquito, encontré como tres o cuatro más, algunos sin tan siquiera haber sido prendidos.

Tomé uno y lo guardé en el bolsillo de mi bata, con la intención de decírselo a mi esposo. Pero no se qué pasó, que finalmente no le comenté nada. Al siguiente día, cuando recordé que lo había guardado en el bolsillo de la bata, apenas regresé a casa de dar clases, lo busqué. Fue cuando Ramiro mi esposo me llamó por teléfono diciéndome,, como en otras muchas ocasiones, que por motivos de su trabajo, había salido a realizar una auditoría fuera de la ciudad y que regresaría en dos o tres días. Cosa a la que ya estoy acostumbrada.

Esa noche Sergio llegó de la universidad, y tras cenar rápidamente, meterse a su habitación, y como de costumbre cerrar su puerta. Yo me di una ducha, y al salir, y ponerme mi bata, volví a encontrar aquel pequeño tabaco de marihuana, no sé en que estaba yo pensando, pero de momento, como que me dieron aquellas locas ganas de fumar hierba, por lo que luego de que busqué las cerillas, salí al patio trasero, donde pega tanta briza, que rápidamente el humo se disipa. Bueno si prendí el cigarrillito, y comencé a aspirarlo, y a medida que más fumaba, como que comencé a sentirme mejor, como cuando estaba en la universidad.

Quizás por andar de golosa, me lo fume todo, y la nota que agarré fue tremenda, tan y tan fuerte, que tomé la decisión de ir hablar con mi hijo, sobre la marihuana, justo en ese instante. Creo que llegué hasta la puerta de su habitación dando tumbos, por la falta de práctica, o mejor dicho por los años que había dejado de fumar. De manera bien decidida toqué su puerta, y cuando me la abrió, el olor que salió de su habitación me confirmó que Sergio estaba fumando, justo en ese mismo instante.

Mi hijo se quedó como paralizado, al verme, así que entré a su cuarto, diciéndole que yo sabía muy bien lo que él estaba haciendo. Al principio desde luego, que no me di cuenta es que él no estaba solo, junto a él estaban otros dos chicos, más o menos de su misma edad, y creo que compañeros de clases de mi hijo. Cuando me detuve en el medio de su habitación, vi como uno de ellos, inútilmente quiso ocultar el cigarrillo, que segundos antes había mantenido en su boca. Yo me acerqué a ese chico, y le arrebaté eso, de los dedos. Mientras que miraba fijamente a mi hijo preguntándole, ¿Tú sabes lo que es esto? ¿Tú sabes cómo te afecta? lo que yo no me había dado cuenta, fue que al tiempo que le hice esas preguntas, quizás por la manera de moverme, se me abrió por completo la bata, que estaba usando sin más nada abajo, y para colmo, de manera inconsciente me llevé el tabaco a la boca, y le di una buena jalada.

Mi hijo y sus dos amigos se me quedaron viendo de pies a cabeza, mientras que yo sin dejar de seguir dándole más jalones al cigarrillo de marihuana, continué caminando por su habitación, mostrándoles a los tres por completo mí desnudes. Ellos se vieron mutuamente, y fue el mismo Sergio quien agarrándome por el brazo, cariñosamente me dijo. ¿Mami si quieres ponerte más cómoda, te puedes quitar la bata? Yo en medio de la gran nota que cargaba, como que perdí el hilo de lo que yo estaba diciendo.
De manera casi automática, sin ponerme a pensar en lo que estaba haciendo, dejé que mi bata se deslizase hasta el piso del cuarto de mi hijo. Bien no creo que apenas cayó, que mi propio hijo Sergio y sus amigos, o compañeros, me rodearon y al principio, comenzaron a decirme lo hermoso que era mi cuerpo, para luego de eso comenzar a acariciarme, tocarme, y besarme por todas partes. Sin parar de decirme lo buena que yo estaba. Lo mucho que todos ellos, incluso mi propio hijo, decían que me deseaban.

Yo la verdad es que de momento me encontré tirada sobre la cama de Sergio, como cuando estaba en la universidad, así que mientras uno de los chicos me chupaba las tetas sabrosamente, otro acariciaba mis nalgas, Sergio me agarraba el coño, en fin todos y cada uno de ellos sin dejar de decirme lo sabrosa que yo estaba, y lo mucho que deseaban acostarse conmigo, continuaron besándome, acariciándome, y hasta lamiendo mi coño. Por lo que cuando comencé a sentir que una verga me penetraba por el culo, una segunda verga que me penetraba por mi mojado coño, y una tercera que se abría paso dentro de mi boca, de inmediato me volví a sentir como cuando estudiaba en la universidad.

El resto de la noche, mi propio hijo y sus amigos, hicieron conmigo lo que les dio la gana, sin que yo me opusiera en lo más mínimo, es más me sentí la mujer más feliz del mundo. Aunque al siguiente día me volví loca preguntándome, como me había atrevido hacer todas esas cosas, con mi propio hijo, y sus amigos. Cuando Sergio salió de su habitación, desayunó, me dio un beso, y sin decir más nada, se marchó. Pero ya cuando iba saliendo, me dijo te dejé un regalito en mi mesa de noche. Se podrán imaginar, que fue lo que me dejó. Ese día con la excusa de que estaba enferma no fui a trabajar, y cuando mi hijo llegó a la tarde, me volvió a invitar a fumar, y algo más….



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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:12) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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