Bueno quizás exagere un poco al decir que estoy presa en casa, pero así es como me sentía a los pocos días que mi esposo, debido a su nuevo empleo, me dejó en casa. Aunque tomó algunas previsiones, ni él ni yo tomamos en cuenta la soledad, ya que vivimos fuera de nuestro país, donde yo ni tan siquiera hablo o entiendo el idioma.…
Al principio cuando él se fue a trabajar en la plataforma petrolera.
Relato
Aunque a menudo habló por teléfono con algunas de mis amistades y familiares, no es lo mismo.
Al principio pensaba que lo peor de todo era la soledad, pero a las pocas semanas me di cuenta, que la falta de sexo, también me estaba afectando. Al grado que había días en que ni tan siquiera me ponía nada encima, y el simple recuerdo de mi esposo, y de su manera de hacerme el amor, inevitablemente me llevaba constantemente a autosatisfacerme, ya fuera con un cepillo, una botella, algún vegetal, o simplemente con mis propios dedos.
Había días que soñaba despierta, con ser asaltada ya fuera por una partida de hombres armados, o por algún violador solitario. Los que imaginaba que me violaban y abusaban de mi, como les daba gusto y gana. Uno de mis pocos consuelos, era esperar la visita del repartidor, un tipo sin ningún atributo en particular, que no fuera el de ser un hombre, y que hablaba un poco de español. Ya llevaba yo como cerca de tres meses encerrada, cuando Iván como de costumbre una vez cada dos semanas, pasó por casa a dejar la compra.
Yo estaba en esos momentos sumamente mortificada, por lo que ya les he dicho. Por lo general andaba completamente desnuda en casa, pero cuando el repartidor venía a traerme los víveres, ese día decidí vestirme de una manera bien deportiva, sin más nada abajo, únicamente me puse una muy corta y pequeña bata de seda roja, muy escotada, ajustada, y ajustada a mí cuerpo. Como de costumbre cuando Iván llegó, lo invité a pasar, y aunque siempre había sentido sus ojos clavados en mis nalgas, o en mis tetas, en ese instante estaba más que segura que como me encontraba vestida había llamado su total atención, pero también supe, por la cara que puso, qué si no le daba un pequeño empujón jamás él se atrevería hacer nada.
Pero como no era cosa de desnudarme frente a él, y abrir mis piernas, al tiempo que le pidiese actuando como una loca, que me esterarse su miembro. Ya que aparte de que no es mi manera de ser, seguramente Iván hubiera salido corriendo, y no regresaría nunca más, aparte de que toda la ciudad se enteraría seguramente, de las excentricidades de la morena extranjera, o sea yo.
Así que una vez que entró a la casa, le pedí que dejase la caja de los víveres, en el piso, mientras que le ofrecí una cerveza, por el fuerte calor que hacía en esos momentos. Gustosamente Iván la aceptó, y mientras se la tomaba, accidentalmente dejé caer mi llavero al piso. Yo estaba más que segura que sus ojos estaban bien clavados en mis nalgas, ya que podía ver el reflejo de su cara, en uno de los vidrios de la ventana. Así que cuando separé ligeramente mis piernas y me incliné de la cintura hacía arriba para recoger las llaves, estuve más que segura que pudo ver mi culo y gran parte de mi coño sin mucho esfuerzo, de su parte. Tan así fue que hasta se ahogó con el trago de cerveza que se estaba tomando justo en esos momentos.
Estaba cien por ciento segura que había captado toda su atención, por lo siguiente que hice fue arrodillarme frente a la caja de víveres, con la idea supuestamente de revisar la compra que él me había traído como de costumbre, pero digamos que accidentalmente la pequeña y muy corta bata que estaba usando se abrió. Por lo que gran parte de mis tetas quedaron ante sus muy abiertos ojos, que me observaban lascivamente, aunque con todo su rostro enrojecido, supongo que por la vergüenza, ya que su miembro se marcaba con toda claridad debajo de la tela oscura de su pantalón. Iván en su muy pobre español, comenzó a disculparse, por la manera en que su miembro se marcaba contra su pantalón, diciéndome. Señora usted perdone, pero hacía mucho tiempo que no veía, un hermoso cuerpo como el suyo tan de cerca.
En esos instantes, sus palabras sonaron en mis oídos, como un dulce poema, realmente no había dicho nada del otro mundo, pero entiendo que en mi desesperada condición, me hicieron pensar que no había escuchado nada más lindo saliendo de la boca de un hombre, que no fuera mi esposo. Aunque Iván, es del tipo normal y corriente, aunque algo feo de cara, para mí en ese momento, fue como estar frente a Brad Pitt.
Como ya les dije era tal mí desesperación que veía en Iván virtudes inexistentes. Pero algo que no había planificado ni pensado sucedió, al yo irme poniendo de pie, torpemente yo misma pisé la parte inferior de la pequeña bata que estaba usando, lo que me hizo perder el equilibrio y tropezar con la caja, que tenía frente a mí. Por lo que me fui de bruces sobre Iván, con tal suerte que mi boca quedó sobre su miembro, y aunque la gruesa tela de su pantalón nos separaba. Con suma facilidad pude sentir, su olor, su calor, su dureza, y lo mucho que se encontraba súper excitado. Iván quedó como congelado, y no sé cómo me atreví con mis manos, no tan solo bajar la cremallera de su pantalón sino que también desabotoné el botón que tenía sujetos sus pantalones a su cintura.
Con una de mis manos, y con una habilidad que yo misma ignoraba que tenía, saqué su erecto miembro, y sin pérdida de tiempo, comencé a lamérselo lentamente. Al levantar la mirada y ver el feliz rostro de Iván, supe de inmediato que esa calurosa tarde, disfrutaría de aquello que tanto había anhelado durante los últimos tres meses. Ya en esos momentos yo me había desnudado completamente, y sin que Iván no hiciera otra cosa que permanecer de pie frente a mí con su verga bien parada, entre mis propias tetas sujeté su parado miembro, al tiempo que entraba y salía de mi boca una y otra vez.
Iván se quitó la maltratada gorra que cargaba puesta, su camisa, y dejó que sus piernas salieran de sus interiores y de esos oscuros pantalones, hasta quedar tan desnudo como lo estaba yo. Yo sin detenerme continué sujetando su gran verga entre mis tetas, masturbándolo con ellas y mí mamándosela con mi boca. Hasta que un abundante y caliente chorro de su semen sentí que me daba en la cara. Tanto con mi propia lengua, como con mi dedos fui limpiando, recogiéndolo y chupándomelo todo, hasta que no quedó ni una sola gota en mi rostro, ni dentro de mi boca. Definitivamente Iván había disfrutado de todo lo que gustosamente yo le fui haciendo.
Por un rato, se tiró a mi lado sobre la alfombra de la sala, y sin que él me dijese nada, nuevamente comencé a chupar su verga, la que en cuestión de segundos se volvió a tonificar. Ya estando ambos recostados en el piso, no hice más que separar mis piernas y mostrarle mi peludo coño, para que de inmediato Iván se abalanzara sobre mi desnudo cuerpo, mientras sujetaba con una de sus manos su propia verga, la fue dirigiendo a mi desesperado y hambriento coño.
A medida que su verga comenzó a penetrarme, me sentí estar en la gloria. Sabrosamente sentí como su verga se iba abriendo paso dentro de mi cuerpo. Yo casi en un plano de sabroso desespero, le gritaba con fuerza que me diera más y más duro, lo que Iván no dejó de hacer en todo momento. A cada uno de sus sabrosos empujones, fui sintiendo su gran verga cada vez más y más dentro de mí. Sentía un placer infinito, a cada segundo, a cada golpe que me daba con sus fuertes caderas. Yo casi lloraba del placer que sentía y disfrutaba. Por un buen rato Iván hizo con mi cuerpo lo que le vino en gana. Ese día, hasta lo dejé que me lo metiera por el culo. Mientras que con una de sus manos me agarraba sabrosamente mi coño, y con la otra acariciaba mis tetas.
Ya sumamente agotados los dos, nos quedamos tendidos sobre la alfombra. De momento me entró ese triste sentimiento de que le había fallado a mi esposo, al serle infiel con un hombre al que apenas y conocía de vista. Pero de la misma manera que esa amarga tristeza me embargó, desapareció. Ya que al tiempo que poniéndome de pie, y sin vergüenza alguna, invité a Iván para que me visitase más seguido, por lo menos mientras mí marido se encontraba en la plataforma petrolera.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 515331 veces