Después de escribir sobre maduros que se follan jóvenes adolescentes, decidi probar que sienten ellas cuando las embiste un abuelo.
Relato
Aquella mañana estaba mas caliente que de costumbre, en realidad, no podía tenerme de la calentura, me sentía con ganas de meterme una polla, cualquier polla, por muy sucia y asquerosa que ésta fuera.
Me metí en internet, aquellas fotos me pusieron a diezmil, estaba que me salía, me saqué mis gordas tetas no sin antes abrirme la pequeña blusita blanca de algodón que llevaba puesta, las saqué por encima del sujetador que aquello me ponía mas cachonda aún. Desde aquella perspectiva estaban imponentes. Miré a la ventana, había un vecino aburrido contemplando la escena mientras con descaro se tocaba el paquete que yo en mis pensamientos imaginé grande, como un tremendo martillo, loco por agujerearme las mas íntimas entrañas de mi ser.
Seguí mirando aquellas fotos, eran realmente asquerosas, se trataba de un viejo repugnante de gran barriga, calvo, un baboso que casi podías notar que le faltaba una ducha.Aquel pensamiento me mojó las bragas aún más, si cabe mientras mi culo se roneaba en la silla como el de una gata en celo, una gata que daba brincos por ser follada de cualquier manera por aquel viejo vicioso de las fotos, pero en vez de eso, enculaba una jovencita que fingía correrse como una desesperada pero en su expresión se podría adinivinar que estaba deseando terminar aquella tortura, tortura que para mí era divina.
No sé como mi mente podía desear ser embestida por ese asqueroso ser, el caso es que por mis piernas noté un líquido tibio correr, que no era otra cosa que una larga meada que se me escapó del gustillo que me daba solo pensarlo. Tenía que follar y follar YA... pero donde? porque mi necesidad era imperiosa y quería sentirme como aquellas pequeñas putas, sucias y folladas, folladas por un viejo que en su puta vida se imaginaría que sin pagarlo una nena por muy viciosa que fuera, se iba a dejar hacer.
Dejé la blusa como estaba y me quité las bragas, las olí, olían a perra viciosa, olían a coño de puta, mojado, un coño que decía fóllame a gritos. Me puse una minifalda muy corta de color negra y tapé ligeramente las tetas con la blusita que era transparente. Al no meterme el sujetador, se podían ver con claridad absoluta mis pezones tiesos y calientes.
Rápidamente me calzé con unas botas de tacón bien alto y con esa pinta descarada a las 11 de la mañana, salí de casa rápidamente a calmar mis deseos de zorra.
Entré en el sex-shop que hay cerca de casa, un sex-shop cutre, regentado por una tía con cara de sargento, pero eso no me importaba, allí había una Sala-X. Había escrito algunos relatos sobre mis fantasías en este tipo de salas pero jamás me había atrevido a pisarlas, hoy iba a ver como se sentían las heroínas de mis relatos sentadas en una de sus butacas, estaba dispuesta a todo. Pagué mi entrada a la tía con cara de sargento y entré descorriendo la roja cortina que separaba la tienda de la sala. Estaba bastante oscura tal como era de esperar. Me quedé un momento de pié tratando de acostumbrarme a la ténue iluminación que la pantalla imanaba para poder encontrar un sitio "decente" Lo ví enseguida, el sitio sería lo suficientemente cerca de la puerta para ser vista y lo suficientemente amplio para que varios pudieran tenerme acceso, estaba todo controlado.
Tal como imaginé nada más sentarme, un viejo de aquellos que minutos antes me daban tanto morbo en la pantalla de mi ordenador, se sentó al lado mía.
Tragué saliva cachonda, me acordé que tras la meada de gustillo que había hecho, de las ganas de follar, se me olvidó lavarme, lo cual me hacía sentir mas zorra, mas salvaje, dispuesta a más. El tío, tocó mi rodilla, me tensé, se me erizó el pelo, aquella mano regordeta y sudorosa subía por mi pierna al notar que valientemente me abrí de par en par, incluso le puse la más cercana encima de la suya para que me manipulara cómodamente. No se hizo esperar, me puso su mano en mi caliente coño y yo se lo ofrecí cerrando los ojos de la impresión. Puse mi mano en su bragueta y noté que se había sacado la polla. Desde luego no era una polla como el viejo de la página pero era una polla gordezuela y estaba dura, que era lo que me importaba.
El siguió manipulándome el coño, dobló un poco el cuerpo queriendo mirarme a los ojos, le miré, era muy desagradable viéndolo tan de cerca, pero como me estaba metiendo dos dedos de una forma infernal volví la cara para no ver como de su comisura salía un chorro de babas.
Abrí aun más las piernas y no dejaba de maniobrarle la polla ferozmente, cuando, noté que unas manos me abrìan la blusa y casi instantáneamente pellizcaban mis pezones ya de por sí bastante salidos, para ponérmelos, más si cabe, duros como pitones.
Estaba fuera de mí, de pronto, me corrí con una fuerza que me caí de la butaca, pero cuando me levanté para volverme a sentar, había una polla que me apuntaba el coño. No me hice rogar y me la ensarté. Boté sobre ella como si fuera una peonza, puse mi culo sobre ella y sentada daba círculos sin dejar de gemir lo cual debí hacer de forma bastante escandalosa porque tenía los 3 ó 4 tíos que allí había pendientes de mí.Ya nadie miraba la película.
El espectáculo era yo. Cuando me corrí sentí bastante asco de mí misma por haber llegado a hacer aquello para quitarme una calentura. Me levanté del falo y me senté en otra butaca tratando de guardar un poco la compostura. Se me acercó el que al principio me pajeó y rápidamente, con un móvimiento ágil levantó mis piernas, y , en medio de estas se dispuso a meterme la polla.. "No.. No..!!" le grité, "Ya se acabó, ya no quiero más!"
El tío sonrió "Que ya no quieres más? anda ya... si estás toda mojada aún, mírate, tienes un coño que salta para que lo empalen, déjate anda, so zorra que me has empalmado y esto hay que remediarlo" No sé para que me pidió que me dejara empalar, si total, mientras lo decía me la metió a saco.
Empezó a moverse bastante torpemente, se vé que últimamente follaba poco o nada por sus movimentos torpes. No dejaba de gritar que me la sacara y le empujaba para retirar aquel pedazo de cuerpo gordo y pesado de encima de mis pequeños muslos. Mi cuerpo parecía que se iba a romper del peso del tío, era un auténtico ogro. Verlos en las fotos, es una cosa, sentirlos..
otra, aquello me daba asco, verdaderas naúseas. Sentí que me tocaban las tetas, yo quería con mis manos quitarme de encima al menos, los curiosos, pero no había forma, la gente estaba desmadrada con la follada y ahora todos querían. La mejor manera que aquello acabara, era relajándose, sin duda y procuarando que todos acabaran, pensé que como eran viejos, no tardarìan mucho en soltar la leche.
El tiempo se me hizo eterno, alguno me folló varias veces e incluso llegó algún que otro más que tambien se apuntó al festín.
No sé cuantas horas pasaron, lo cierto es que cuando me dejaron ir, me dolía el coño de follar, me había metido pollas de todos los tamaños, se me habían corrido por todos los agujeros y en todas las partes de mi cuerpo, mi pelo era una pena, estaba pegajoso por el semen, toda yo, estaba sucia, sin embargo, cuando entré al portal de mi casa de regreso, sentí que un chorro de pis, caía por entre mis muslos, aquello no podía ser, era imposible ser tan puta como para correrse pensando en el asco que aquello me daba, pero sí, así era, me corrí pensàndolo.
Esta tarde, frente al ordenador, vuelvo a mirar las fotos del tío Jesse, como se folla la tierna adolescente sin ningún miramiento y vuelvo a sacarme las tetas por encima del sujetador, abriendo antes la blusa blanca...
Una quinceañera caliente, logra lo que tanto ansía: descubrir que el sexo va mas allá de meterse tímidamente un dedito. Su portero le dará una dulce lección.
Relato erótico enviado por euterpe el 11 de October de 2004 a las 10:03:00 - Relato porno leído 196083 veces