Mi nombre es Norma, y recientemente una de mis vecinas de nombre Angelina se me acercó y antes de que yo la saludase, llorando me comenzó a pedir perdón. Entre sollozos entendí, que ella me había dicho que se había acostado con mi esposo Ernesto.
Relato
Yo me quedé boquiabierta, confundida, y con una rabia tremenda, preguntándome a mi misma como era posible que eso sucediera. Angelina continuó llorando y confesándome en parte todo, cuando de momento me dijo, que por favor la acompañase hablar con su esposo, yo no salía de mi turbación, con lo confundida y molesta que me encontraba, decidí acompañarla.
Apenas llegamos a su casa Luis su marido, poniendo cara de tragedia me dijo, por lo visto ya veo que Angelina te contó. Yo respondí afirmativamente, aunque su mujer de inmediato nos dijo a los dos. Que se sentía sumamente apenada, avergonzada de sí misma, pero que ese peso que tenía entre pecho y espalda no la dejaría descansar hasta que ella nos dijera todo.
Yo por una parte no deseaba escuchar nada más, pero por otra parte, quizás la morbosa curiosidad y para tener más evidencia de lo que había pasado entre Ernesto y ella, decidí quedarme escuchándola, visualizando como me vengaría. Luis visiblemente avergonzado, me sirvió a mí y a él un trago, mientras que Angelina comenzó a contar como ella y Ernesto se había puesto de acuerdo, para verse en un cercano motel, sin precisar la fecha.
Angelina continuó diciendo que una vez que atravesaron la puerta de la habitación, tanto ella como él comenzaron a besarse salvajemente, pero a medida que nos los fue diciendo en parte lo fue dramatizando, así que su marido Luis y yo prácticamente era como si estuviéramos presente en esos momentos.
Yo hasta pensé en retirarme airosamente, sin decir nada, pero fue tanta mi curiosidad, que me quedé sentada sin tan siquiera mover un solo musculo de mi cuerpo, escuchando detenidamente todo lo que angelina decía y viendo en parte como lo había hecho. Además Luis su marido estaba en las misma condiciones que yo, ocasionalmente nos dábamos una furtiva mirada, pero de inmediato continuábamos viéndola a ella, mientras nos explicaba como todo había sucedido, con lujo de detalles.
Angelina no dejaba de hablar, y de moverse por la sala, diciéndonos como lentamente mi marido la fue despojando de toda su ropa, y como ella a su vez lo fue desnudando a él. Seguidamente nos dijo como Ernesto, tras estar los dos completamente desnudos, la continuó besando no tan solo en su boca, sino que además la besó intensamente en las aureolas de sus oscuros pezones, y al decir eso, la blusa que ella cargaba puesta en esos momentos se abrió dejando ante mis ojos y los de su marido sus enormes tetas.
Lo cierto es que el calor que comencé a sentir fue bárbaro sobre todo entre mis piernas. Y cuando Angelina continuó diciendo que Ernesto, entre besos y caricias colocó la boca de él entre las piernas de ella, yo aunque en principio bien molesta con mi marido, no pude dejar de darme cuenta de que estaba enchumbada por dentro, quizás de solo pensar y prácticamente ver lo que ellos dos hicieron, me encontraba tremendamente caliente y excitada.
De momento, a medida que Angelina narraba, como la boca de mi marido fue chupando su clítoris de manera magistral, y los dedos de él exploraban sabrosamente toda su vulva, yo di un vistazo accidentalmente hacía el miembro de Luis, y me di cuenta de que se encontraba bastante duro, a pesar de estar completamente oculto bajo su pantalón. Así que mientras su mujer continuaba narrándonos todo lo sucedido de una manera extremadamente sensual, la mirada de Luis y la mía volvieron a encontrarse. Yo solo escuchaba, la manera en que Angelina recreaba sus gemidos de placer, cuando casi de manera automática tanto Luis como yo comenzamos a besarnos y acariciarnos por todo el cuerpo, en mi mente me decía a mi misma que era mi manera de vengarme por lo que Ernesto había hecho, ante la mirada de su esposa, Luis y yo continuamos besándonos y tocándonos por todas partes, mientras que Angelina no dejaba de seguir contándonos, como mi marido Ernesto, le arrancaba gritos de placer a medida que continuaba explorando y chupando viciosamente todo su coño.
Lo cierto es que no Luis ni yo nos pudimos contener, y como si ambos nos hubiéramos vuelto locos, frente a la misma Angelina prácticamente nos arrancamos toda nuestras ropas, al tiempo que dejábamos de besábamos de manera bien ardiente, sentí sus dedos recorriendo toda mi piel, mientras que su mujer nos narraba como el miembro de Ernesto se fue abriendo paso dentro del coño de ella haciéndola gritar y llorar de alegría y satisfacción.
Yo no podía dar crédito a lo que estaba sucediendo, el tal Luis apenas y lo conocía, y justo en ese instante estaba siendo penetrada divinamente por él, mientras que Angelina, aparte de continuar narrándonos todos los hechos, se sumó a nosotros. Primera vez en mi vida que sentía las manos de otra mujer sobre mis piel, su boca succionando mis senos, y sus dedos explorando y toqueteando mis labios vaginales, al tiempo que su marido me penetraba divinamente una y otra vez.
Los tres nos volvimos un solo cuerpo, Angelina colocó su coño frente a mis ojos, y a medida que su marido me penetraba divinamente, metiendo y sacando toda su verga de mi coño, sin que me lo pidiera ella o lo insinuase él, me dediqué a chuparle su clítoris a ella, como me gustaría que me lo chupasen a mí.
En mi vida había disfrutado tanto del sexo como en esos momentos, también es cierto que en mi vida había tocado a ninguna otra mujer, pero en esos instantes disfruté plenamente de todo lo que sucedió entre nosotros tres. Al grado que cuando Angelina me comenzó a dar, un desconocido beso negro para mi hasta esos momentos, fue tanta la excitación que cuando sentí su lengua ligeramente introduciéndose dentro de mí esfínter, sin dudarlo por un instante, cuando su marido, me propuso que me pusiera en cuatro, no lo dude ni por un instante.
Supe finalmente lo que es el placentero dolor del sexo anal, y a medida que Luis no cesaba de meter y sacar su miembro de entre mis nalgas, Angelina sin vergüenza alguna se dedicó a mamar todo mi coño, al tiempo que yo se lo seguía mamando a ella.
Yo entré a la casa de ellos como a las tres de la tarde, y cuando salí, cansa, sudada, olorosa a sexo por todas partes, y sobre todo tremendamente satisfecha y vengada, ya hacia unas cuantas horas que había oscurecido. Aun ebria de placer, cuando entré a casa, me dirigía a darme una buena ducha, cuando sentado en la sala vi a mi esposo Ernesto, viendo la tele. Sin acercarme mucho, simplemente le dije desde la escalera que conduce a nuestra habitación. Así que te acostaste con nuestra vecina. Ernesto se había quedado callado, en silencio. De inmediato, pensé yo, el que calla otorga, y ya desilusionada de la acción de mí marido, continué subiendo las escaleras. Fue cuando lo escuché decirme, con toda su calma, si querida pero acuérdate que yo te hable de eso, y que fue cuando estaba en la universidad, mucho antes de que yo te conociera y decidiera que me casaría contigo.
Ups..
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 513555 veces