Mi aventura de Lidia y un secreto ( CON fotos)

Unos años antes de conocer a Silvia, mi mujer, estuve en el interior del país haciendo turismo y disfrutando de mis vacaciones ya que mi trabajo era bastante exigente. En ese entonces estaba saliendo con una chica muy guapa pero que al ser bastante engreída era común que peleemos y justo en estas circunstancias es que me fui solo de viaje. Llegué a la ciudad de Iquitos, muy bonita y llena de ese verdor y calor característicos de la selva tropical. La verdad que disfruté mucho su riqueza gastronómica y los maravillosos paisajes que posee. Esta era la parte bonita, sin embargo, de noche los mosquitos me tenían al borde de la locura, tanto que hasta prefería el sol ardiente a las noches con los zumbidos de esos infernales bichos.

Al día siguiente de mi llegada, atormentado la noche anterior por los benditos mosquitos, tuve la intención de comprar repelente para bichos y es así que al salir de mi habitación pregunté en recepción dónde quedaba la botica más cercana. Mientras el muchacho me indicaba la ruta exacta pude ver que llegaban a hospedarse una señora de unos 60 años aproximadamente acompañada de una chica bastante guapa. Tenía un lindo rostro pero destacaba sobremanera su tremendo culo. No me fue indiferente pues al ingresar al hotel tenía gafas de sol y los tenía puestos incluso mientras su madre rentaba la habitación, pero al verme se las quitó y me quedó mirando con unos ojos y sonrisa coqueta. Le di una mirada de pies a cabeza y le hice un gesto de saludo con las cejas. Luego salí buscando la botica mientras me relamía pensando en esa chica cuyo nombre desconocía y a quien tendría de vecina.

Finalmente di con la botica y compré el repelente y claro está, condones por doquier y unos cuantos lubricantes anales, total no estaba de más. Luego salí con dirección a la Plaza de Armas y empecé así a conocer la ciudad. Al cabo de 2 horas fatigado por el tremendo calor regresé al hotel para darme un baño reparador. Al llegar a recepción aproveché para indagar sobre mi nueva vecina y pude saber al fin su nombre: Lidia Ventura. Estaba alojada como suponía con su madre y se iba a quedar por 2 semanas. Llegué luego a mi habitación y una vez que me bañé, empecé a urdir un plan para conocerla.

Quiso mi buena fortuna que al día siguiente hubiera una fiesta de recepción para los inquilinos del hotel y era ésta una oportunidad que no podía desaprovechar. Me arreglé lo mejor que pude y fui directamente a la barra a degustar algunos tragos. A los minutos aparecieron mi vecinas. La madre era una señora guapa también. Definitivamente el culo de la hija era herencia directa de ella. Al lado estaba Lidia, con un vestido lila con transparencias a los lados, que hacía más contorneada su figura y unos zapatos con taco, que al caminar permitían que sus nalgas se balanceen y todos los hombres la miren.

Las cosas se consiguen si uno las hace, ése es mi lema, así que sin esperar mucho fui y me presenté ante ambas. Les dije que también recientemente había llegado y que ya que seríamos vecinos ocasionales sería bueno conocernos un poco más. Tanto la señora como su hija tuvieron aparentemente una grata impresión de mí pues en unos minutos más hasta ya nos hacíamos bromas y la confianza iba en aumento. Al rato pusieron música y, modestia aparte es mi fuerte, así que impresioné a Lidia con mis movimientos y carisma al bailar. Mientras la mamá bailaba con otros vecinos aproveché también para conversar con ella y en poco tiempo percibí que estaba derretida por mí. Ése día fue nuestra noche pues solo bailó conmigo y al despedirnos lo hizo con un beso más que cariñoso.

Apenas llegué a mi cuarto me di un duchazo y al rato revisé mi celular encontrando un mensaje de Lidia (mientras estuvimos en la reunión intercambiamos números). Textualmente decía lo siguiente: Hola Gustavo solo quería que sepas que la pasé súper esta noche y que me encantó conocerte. Espero prontito me conozcas más a fondo ;)

Como comprenderán inmediatamente le respondí: también me gustó mucho conocerte, eres linda y divertida. Y ten por descontado que antes de lo que imaginas nos conoceremos mejor. ¿Qué te parece si mañana paseamos en el río?

Pasado un momento me respondió: me encantaría! como hacemos?. Y al rato ya teníamos planeado todo. Al día siguiente nos encontramos en la Plaza de Armas y empezamos el tour que nos llevaría por el río Amazonas. A parte de la linda experiencia lo mejor fue que habíamos cogido tal confianza que incluso por ratos en el bote, luego de tanto vaivén, se prendió de mi cuello pretextando tener miedo. Obviamente que era mi excusa perfecta para cogerla de la cintura y pegarla a mí.

Pasado el paseíto la invité a almorzar y luego de contarnos un poco de nosotros y en medio de hartas carcajadas regresamos al fin al hotel pues el calor hacía necesario un buen duchazo. En todo el tiempo que estuvimos juntos su madre la llamó unas 4 veces. Se notaba que era bastante sobreprotectora, pero en fin, había logrado mi cometido y para ser solo unas horas di un gran avance.

Llegué a mi habitación y lo primero que hice fue quitarme la ropa y darme un buen duchazo. Los 38 grados en ese momento así lo requerían, cuando de pronto tocaron mi puerta. Como estaba desnudo salí con la toalla puesta bastante extrañado que lo hagan de esa manera tan insistente. Cuán grande sería mi sorpresa cuando al abrir la encontré a ella con la misma facha, es decir, solo usando una toalla. Me dijo que su ducha estaba fallando y si podía prestarle la mía. Estaba aprovechando que su mamá fue a comprar unas cosas al mercado y que su habitación estaba al lado de la mía. No quería que la vean los otros inquilinos en esa facha.

Como no, le dije y entró directamente al baño para bañarse. Al querer poner cerrojo a la puerta se fijó que estaba malogrado pero me dijo: bueno, qué más da. Además será un baño tan rápido. Y solo juntó la puerta.

Definitivamente no iba a desaprovechar la ocasión. Tenía que jugarme al todo por el todo y gane o pierda tenía que intentarlo. Con sigilo avancé hacia la puerta y la abrí. Ella estaba de espaldas con el agua que le caía al cuerpo. Sin duda notó mi presencia pero no hizo ningún movimiento de rechazo, por el contrario, siguió con el baño y se enjabonó las tetas mientras yo llegaba por detrás. Se quedó quieta al sentir mi verga dura rozar sus nalgas y yo empecé a besarle el cuello y a frotar mi verga contra su hermoso trasero. Se giró entonces hacia mí y nos besamos con agonía, con una ferocidad que hacía que ella jadeara tan solo de besarle el cuello y yo aprovechaba para sobarle el culo a mi antojo. Le metía el dedo medio en el ano mientras con la otra mano me despachaba sus tetas y las lamía a rabiar. Ella no podía más. Por un lado trataba de sacar mi mano de su culo y por otro, gemía de placer cuando le mordía los pezones y se los estiraba como chicle.

Pasados unos minutos la puse de espaldas y le lamí el culo a placer. No escatimando lugares pues incidía tanto en su peluda concha como en su divino ojete. Luego de que estuvo lubricada al extremo le metí mi furiosa verga por la vagina por unos 5 minutos en los que no dejó de gemir. Sus gritos eran deliciosos y noté claramente que hacía tiempo no la penetraban por la estrechez de su concha y el doloroso inicio al penetrarla. Luego sin mediar razón me dijo: No, para por favor… para. Se la saqué y le pregunté qué pasaba y me dijo: vamos a tu cama y seguimos pero ponte un condón.

No tuve alternativa en ese momento aunque claro está que pensé que ya a esas alturas lo mejor era seguir clavándomela "a pelo" pero aun así accedí a su pedido. Fuimos entonces a la cama y saqué de mi bolsillo del pantalón la bolsita con condones y lubricantes que había comprado. Te jodiste, pensé. Pues ahora también le iba a romper el culo.

Antes de ponerme el condón hice que me la chupe, demostrando dotes naturales para ello que me dejaron aún más cachondo. Sin esperar la senté en mi verga y empezó su cabalgata, cuyos clímax llegaban cada cierto rato con terribles alaridos combinados por golpes secos que le propinaba al darle nalgadas. Luego de 3 orgasmos suyos sentí que era hora de desfogar, es así como la vuelvo a poner de espaldas y esta vez le meto el lubricante en medio del culo. Ella quiso poner resistencia pero antes que lo piense ya tenía mi "cabecita" dentro y solo dio un grito apagado y una mueca de dolor. Aguante que ya va entrar todito, le dije. Y a pesar del dolor, lo hizo. Luego de tensos minutos ya mi verga pudo entrar por completo y al fin pude penetrarla con furia hasta que me vine dentro de ella.

Quedó tendida en la cama aun doliéndole el culo y al rato fuimos al baño a lavarnos. Luego volvimos a la cama y pude consolarla pues aun le dolía, mientras al mismo tiempo la acariciaba y le decía lo mucho que me gustaba. Era la primera vez que probaba el sexo anal y eso lo entendí pero le dije que poco a poco lo disfrutaría. En unos minutos más ya se sentía mejor y estábamos nuevamente a punto de volver a hacerlo cuando sonó su teléfono. Era su mamá que ya había llegado y al no encontrarla se preocupó. Salí a buscarte mami, le dijo ella. Porqué no vienes para acá y paseamos un poco?, le preguntó. Quedaron en verse en la catedral de la ciudad y entonces ella me dio un apasionado beso, se puso la toalla en el cuerpo y a través del agujero en mi puerta esperó a que su madre salga de su habitación. Apenas esto sucedió entró casi corriendo a su habitación y en un par de minutos salió cambiada a darle encuentro. Pasaron 10 minutos y me envió este mensaje:

- Llegué a las justas pero todo bien… me encantó lo que hicimos, pero QUIERO MÁS!... más tarde te veo ;)

De ahí en adelante cada día con cualquier pretexto se separaba de su madre y nos veíamos, ya sea en mi cuarto o nos íbamos a pasear pero, sea como fuese, terminábamos cogiendo como locos. Hasta incluso en una de esas lo hicimos en el baño de un restaurant y aunque nos pilló un mozo y nos corrieron del lugar. Quedó en mi memoria como uno de los polvos más memorable y osados que me di.

Era hora de ponerle fin a mi viaje, pero no a mi aventura con Lidia. Hasta el día de hoy nos seguimos viendo. Está casada y tiene 3 hijos con un hombre mucho mayor que ella. Sin embargo sigo comiéndomela las veces que quiero pues la vuelvo loca y soy el amor de su vida. Debo confesar además que el hijo mayor no es de su marido. Ya imaginan quien es el padre ¿verdad?
Hasta otra oportunidad…