Esto nos pasó hace par de años atrás, Rosa mi mujer y yo, nos encontrábamos pasando un fin de semana largo en casa de nuestros compadres, Mariano y Dulce María, y por cosa del destino mi compadre le comió el culo a mi mujer, y mi comadre y yo lo hicimos como si fueramos monos.
Relato
Por lo que desde que llegamos a la hacienda de nuestros compadres, mi mujer y yo junto a ellos nos la pasamos de lo mejor, bebiendo, comiendo, y relajando. Sin detenernos mucho a pensar en las cosas que hacíamos. A un lado de la casa pasa uno de los afluentes del Orinoco, por lo que prácticamente disfrutábamos de nuestra playa privada. Ya que los vecinos más cercanos quedan a par de horas en Jeep.
Una tarde que regresamos a su casa, después de estar pescando morocotos, y sapoaras, la comadre Dulce se había quedado en la casa, limpiando y apenas regresamos con la pesca se puso a preparar los pescados para la cena. Por lo que desde que regresamos, mi compadre, mi mujer y yo seguimos bebiendo, y hablando pendejadas, esperando para cenar. Después de la cena, la comadre se acostó, porque como nos dijo estaba muy cansada, pero nosotros tres nos quedamos, al aire libre, bajo un árbol de mango, al frente de la casa donde seguimos bebiendo, y hablando tonterías.
Después de un buen rato mi compadre, se levantó, y como dijo que iba a ver a la comadre, mi mujer y yo supusimos que se iba a meter en la cama con ella. Por lo que apenas desapareció de nuestra vista, comenzamos a besarnos, entre besos y caricias, convencí a Rosa, para que se fuera quitando la poca ropa que tenía puesta. Lo cierto es que cuando Rosa, se da unos tragos de más, no tengo que insistir mucho, ya que cuando está bien borrachita, es cuando más sinvergüenza y putona se pone.
Así que yo al igual que ella, también me quité todo, que realmente tan solo fue el pantalón corto que había tenido puesto durante todo el día. Ambos continuamos besándonos, y cada vez que podía le acariciaba el coño a mi mujer, sabiendo que eso la calienta mucho, la excita, y la pone bien arrecha. Así estuvimos hasta que Rosa en medio de su borrachera, insistió en que ella deseaba estar sobre mí, por lo que acostándome sobre el largo banco de madera en el que nos encontrábamos, vi como ella lentamente se fue enterrando toda mi verga dentro de su peludo coño. Para después dedicarse a cabalgar como una loca sobre mí.
Ambos estábamos tan concentrados en lo que hacíamos, que ni cuenta nos dimos que nuestro compadre había regresado, después me enteré que la comadre, cerró las piernas, cuando él quiso acostarse con ella. Por lo que cuando regresó con nosotros, nos encontró en plena faena. Lo que delató su presencia fue el comentario que hizo sobre el culo de mi mujer, diciendo. A compadre que culito más sabroso se ve que tiene la comadre Rosa. Yo estaba tan interesado en lo mío, que ni atención puse cuando lo escuché decir eso. Sabía que él estaba ahí, pero no nos íbamos a detener, por eso. Por lo que sin vergüenza alguna Rosa y yo continuamos, ella cabalgado sobre mí, mientras que yo me deleitaba viendo, a pesar de la poca luz que había esa noche, como mi verga entraba y salía de su coño.
Nuevamente el compadre nos hizo otro comentario, más bien me preguntó ¿compadre, me permite que le dé a la comadrita, por el culo? Yo estaba tan excitado, que morbosamente pensé decirle que sí, pero lo que le dije fue, pregúntele a ella si quiere compadre, al fin y al cabo el culo es de ella, pero no joda más. A todas estas, yo continuaba viendo como mi palo desaparecía dentro de la coño de mi mujer.
No hizo falta que repitiera la pregunta, ya que Rosa, cuando se encuentra así de bebida, lo que quieres es disfrutar. Sin detenerse a pensar en las cosas que hace, lo sé de sobra, por lo que no dejó que beba en cualquier parte, ya que si lo hago me expongo a que se acueste con el primero que se lo proponga, aunque me encuentre presente yo. Como ya nos ha sucedido en par de ocasiones. Y aunque no lo crean no me molesta, porque sé que ella es así cuando bebe.
A Rosa nada más le bastó levantar ligeramente sus nalgas, para que el compadre, entendiera que si podía seguir. Así que a medida que yo me clavaba a mi mujer por debajo, el hijo de puta de mi compadre, comenzó primero por acariciar sus nalgas, y con su propia saliva, continuó introduciendo sus dedos dentro del culo de ella, dilatándole el esfínter. Lo que a su vez provocó que Rosa se calentase más todavía, y comenzara a toda boca a pedirle al compadre Mariano que le diera por el culo.
Mi compadre, ni corto ni perezoso, se quitó sus pantalones, y en cosa de segundos, penetró a mi mujer, mientras que ella y yo continuábamos disfrutando de nuestro encuentro. Lo cierto es que para nada me sentí mal por eso, es más como que me excitó mucho más todavía, el saber que a Rosa, mi compadre le estaba dando en esos precisos instantes por el culo, definitivamente me hizo sentir súper excitado.
Ya no tan solo Rosa estaba disfrutando de mi verga, sino que a la vez se complacía por sentir la verga de nuestro compadre dentro de su culo. Así estuvimos los tres, hasta que Yo por mi parte me vine, Rosa en par de ocasiones me dio la impresión de que había disfrutado de más de un orgasmo, y nuestro compadre, al momento de venirse sacó su verga y le llenó todas las nalgas a mi mujer, con su leche. Yo me quedé recostado sobre el banco de madera, Rosa a pesar de su borrachera, tambaleándose se acercó a un grifo y frente a nosotros dos, sin vergüenza alguna, se agachó y con sus rodillas bien separadas, se dedicó a lavarse las nalgas y el coño, mientras que nuestro compadre, nos sirvió a todos otro trago.
Apena Rosa terminó de lavarse el coño y sus nalgas, agarró el trago que le dio el compadre, y se lo ha bebido de un solo viaje, mientras que él, en el mismo grifo de agua, se lavo su verga. Para luego acercase a nosotros y decirnos de lo mucho que había disfrutado tanto del culo de Rosa. De inmediato, comenzó a describir paso a paso lo que él había hecho, mientras nosotros dos estábamos en el banco besándonos intensamente.
Quizás fue lo borracho que estábamos los tres, que cuando el compadre tomó asiento en el largo banco de madera, mi mujer quedó entre el compadre y yo, completamente desnuda, en esos instantes dejé de besarla y comencé a acariciar sus muslos, nalgas y coño. Rosa al sentir mis caricias abrió por completo sus piernas ofreciéndome sus nalgas, las que continué acariciando al igual que su peludo coño. A nosotros dos no nos incomodó, que nuestro compadre estuviera justo a nuestro lado. Así que comencé a meter casi toda mi mano dentro del su coño de Rosa, y ella tras darse otro trago, sin vergüenza alguna repentinamente, agarró la verga de nuestro compadre, y de inmediato de dedicó a mamársela, mientras que sacando mi mano de su coño, al ver lo que ella estaba haciendo, me excité tanto que mi verga se volvió a parar, y sin demora se la enterré entre sus nalgas. Mi esposa a medida que yo le clavaba mi verga por su culo, movía sus nalgas divinamente, al tiempo que se dedicó a continuar mamando la verga de nuestro compadre. Cuando ya estaba comenzando amanecer, a duras penas llevé a nuestra habitación a mi mujer, mientras que nuestro compadre se fue a su cuarto con la comadre.
Al día siguiente, la pobre Rosa estaba adolorida y descuadrilada, es decir la jodimos tanto, que le dolían las caderas, pero finalmente se levantó ya cerca de las tres de la tarde. Yo creo que me desperté cerca del medio día, y Mariano nuestro compadre, más o menos a esa misma hora, pero lo primero que me pidió, fue que no le contásemos nada a su mujer. Por mi estaba bien, y de seguro Rosa había estado tan borracha en esos momentos que cuando se levantase, ni idea tendría de lo que había hecho. Por lo que le dije que no se preocupase, además le dije. No soy de los que va por ahí diciéndole a todo el mundo, que mi compadre se clavó a mi mujer por el culo, y luego para rematar ella le mamó la verga.
En efecto cuando Rosa se levantó, ni idea tenia de lo que habíamos hecho. Pero antojada de ponerse hacer ejercicios, nos fuimos a caminar, aunque en par de ocasiones intenté que nos saliéramos del camino y que nos acostásemos en el monte, Rosa se negó, y que por temor a las culebras. Por lo que esa noche se fue acostar temprano, bastante agotada por la larga caminata que se empeño en ponernos hacer a ella y a mí. Pero nos quedamos mis compadres y yo bebiendo, de algo que me di cuenta, fue de la manera en que mi comadre me veía, ya serían como las doce de la noche cuando Mariano, mucho más borracho que mi comadre y que yo, comentó que tendría que un día de esos salir a cazar a unos araguatos, que estaban jodiendo mucho, yo no me acordaba que animal era ese, hasta que mi comadre no tan solo viéndome de manera seductora, sino que descaradamente abriendo sus piernas, permitiendo que me diera cuenta que ella en esos instantes no llevaba más nada abajo, me dijo pícaramente. Son esos monos, de poco menos de un metro de alto, de color marrón, que en otros lugares le dicen monos aulladores, y que se la pasan teniendo sexo todo el día sobre las ramas de los arboles. Al escuchar eso le respondí, a manera de broma, quien fuera mono, siempre y cuando comadre tú, fueras la mona.
Dulce María como le que hizo gracia el tonto chiste, que me sonrió, de forma bien picara nuevamente. Mariano ni cuenta se dio de lo que yo le había dicho a su propia mujer, ni de la manera que ella se comportó. Ya que justo después que dijo, que tendría que salir a cazar a esos monos, se durmió. El compadre de la borrachera que había agarrado, se quedó profundamente dormido, tanto que ni cuenta se dio de qué le quité la botella de ron, además a los pocos minutos su mujer y yo nos dimos cuenta de que se había orinado en los pantalones. Ya más confiada mi comadre me preguntó con cierta picardía, después de que los dos nos dimos un trago a pico de botella, ¿Cómo pensaba yo que lo hacían los monos? Lo único que se me ocurrió decirle fue. Pues se subirán a un árbol, y lo harán en las ramas, como tú misma me has dicho. Ella se puso colorada, y me dijo, eso es lo que dice la gente, pero me pregunto ¿no se caerán?, yo le dije seguro que no. En medio de la tan peculiar conversación, fue cuando ella nuevamente se quedó con sus piernas bien abiertas, permitiéndome a mí disfrutar de una vista completa de todo su esplendoroso coño. Yo me quedé boquiabierto viendo el coño de mi comadre, y pensando para mis adentros, si el compadre le comió el culo a mi mujer, bien yo puedo hacerle otro tanto a la suya, y continué con la jodedera.
Pensando que tanto la comadre como yo nos teníamos muchas ganas, pero a la hora de la verdad ninguno de los dos se atrevía a dar el siguiente paso, por lo menos hasta esos momentos. Ya que descubrí que en ocasiones, las mujeres son mucho más atrevidas que nosotros los hombres. Ya que sin borrar su picara sonrisa de su rostro, me preguntó, de manera seductora. ¿Compadre te atreves a jugar a los monos?
Yo me quedé sin saber que responderle por unos instantes, pero finalmente le dije que si, y de inmediato me le acerqué imitando a un mono, o por lo menos eso creo yo, haciendo ruidos con la boca, y separando un poco mis piernas y moviendo mis brazos. Ya casi la tenía entre mis brazos, cuando ella usando ese tono de voz seductor, y deteniéndome con una de sus manos, me siguió diciendo. Pero compadre los monos no usan ropa.
Acto seguido vi como mi comadre, con toda confianza se despojó de su falda, y apenas lo hizo, también se quitó la apretada blusa que tenía puesta, sus hermosas y llamativas tetas, quedaron al aire, ya que por lo visto tampoco estaba usando sostén en esos momentos, para finalmente quedar del todo desnuda una vez que también se quitó las chancletas que usaba.
No bien mi comadre quedó como Dios las trajo al mundo, que yo de manera acelerada, y sin importarme un bledo, que mi compadre durmiera la borrachera a pocos pasos de nosotros, también me quité toda mi ropa, y aunque algo avergonzado por lo erecto de mi miembro, nuevamente imitando a un mono me le comencé acercar. Pero la muy sinvergüenza, también imitando en su caso a una mona, se alejó de mí acercándose al árbol de mango. Yo comencé a perseguirla alrededor del árbol, hasta que ella, con una rapidez tremenda comenzó a treparse, yo me le quedé observando, por unos instantes viendo claramente su llamativo coño, y sin pensarlo dos veces, la seguí trepándome al árbol también.
Finalmente le di alcance en una de las gruesas ramas, donde pienso yo que imitando a quien sabe que mono, comenzamos a jugar de manos, agarrando sin vergüenza alguna sus tetas, su coño, oliendo sus axilas, y mis dedos impregnados del olor de su vulva. Al tiempo que Dulce María hacía otro tanto agarrando mi verga, y mis bolas, pero sin causarme molestia o dolor. Ambos continuábamos dando fuertes chillidos y haciendo ruidos guturales, como si fuéramos unos verdaderos animales. Cuando la comadre, dándome la espalda, comenzó a restregar su nalgas contra mi cuerpo, al tiempo que ambos continuábamos parados sobre la rama y asegurándonos con las manos de otras ramas.
La manera en que comencé a penetrar a la comadre Dulce María, fue de lo más fácil, mientras ella permanecía con sus piernas bien abiertas y separadas, con un pie en una rama y el otro pie en otra rama, yo comencé a empujar mi verga contra su coño. Sin que en ningún momento ninguno de los dos dejara de chillar, o gruñir como si fuéramos monos. Realmente poco me importaba si me llegaba a caer del árbol, el coño de la comadre estaba divino, y yo tremendamente excitado sintiendo su cuerpo moviéndose bajo el mío. La excitación de ambos fue tal, que cuando Dulce María disfrutó de un tremendo orgasmo, salió un fuerte chorro como de agua, o quién sabe si fue de orine de su coño, el cálido liquido corrió por mis piernas, para que finalmente le callera a su marido. Que se encontraba justo bajo nosotros dos, quien al parecer ni un fuerte cañonazo lo hubiera despertado en esos instantes.
Por un buen rato seguimos con el juego de los monos, hasta que finalmente nos bajamos del árbol, tras darnos un fogoso beso, quedamos en ver como lo volvíamos a repetir. Por aquello de que mi mujer no se diera cuenta de lo sucedido, agarré una manguera y me dediqué a bañarme en medio de la noche. Para luego secarme con mi camisa, ya estaba por irme a la habitación donde se encontraba Rosa, que mi comadre, me pidió que la ayudase a llevar a su marido hasta su cuarto. Yo los dejé en su habitación, y me fui a dormir, por suerte mi mujer estaba tan agotada por la larga caminata, que ni cuenta se dio ce cuando me acosté.
Cuando ya estábamos por marcharnos al día siguiente, mi comadre aprovechó un momento en que Rosa se encontraba en el baño, y mi compadre buscándonos unos quesos para regalárnoslos, para decirme. Compadre, sabe que anoche, cuando me quedé sola con Mariano, él se medio despertó, y al verme desnuda, quiso metérmelo, pero no me dejé, él me separó las pierna y se dedicó a mamar todo mi coño, como me gusta a mí. Se lo digo no le vaya a escapar lo que hicimos, y él se dé cuenta de que me mamó todo mi coño lleno de su leche. Yo me quedé riéndome por dentro, diciéndome a mí mismo. Bueno sin querer, mi compadre me ha mamado la verga, por correspondencia.
En otra ocasiones tanto mi mujer como yo hemos vuelto a visitar a los compadres, solo que las veces que hemos vuelto, Rosa se niega a tomar ni una sola gota de alcohol, ya que después de que le conté lo que hizo esa noche le dio una vergüenza tremenda, mientras que mi comadre Dulce María y yo, ya no volvimos a jugar a los monos, pero si hemos jugado al toro y la vaca, a la yegua y el caballo, entre otros animales, claro sin que su marido o mi mujer se enterasen o se dieran cuenta.
De paso en la siguiente dirección aunque no somos nosotros, pueden ver a una pareja haciendolo como monos igual que mi comadre y yo, repito no somos nosotros, pero se parecen bastante.
http://yotubesexo.es/follando-m-s-que-los-monos-_p_4916.html
yo le metia la verga en el culo una otra ves mientras ella le mamaba la verga ami compadre como una puta desesperada por momentos ella dejaba de mamarle la verga ami compadre por que el ya estaba a punto de venirse para luego mamarle el queso humedo y rojo de mi esposa
Relato erótico enviado por Anonymous el 24 de February de 2010 a las 00:07:43 - Relato porno leído 144229 veces
despues de tantas indirectas e insistencias mi mujer me complace y se despacha con tremenda verga..
Relato erótico enviado por takamuraxxx el 30 de July de 2011 a las 00:00:09 - Relato porno leído 122620 veces
Si te ha gustado Mi comadre y yo nos pusimos de ociosos y… vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar Mi comadre y yo nos pusimos de ociosos y….
Narrador
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:32) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF camadedu
(11 de August de 2012 a las 05:32) dice:
lo que me pafece geniallll, es el morbo que le agrega hacerlo de esta manera, sin que los demas se enteren, en realidad los felicito a todos, pero en especial al que relata, por su abertura y madurez,felicitacionesssssssssss
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