Mi compañero de trabajo y mi despertar gay.

Hace no mucho, tuve una de las experiencias más oscuras de mi vida. Desde temprana edad mis gustos por los hombres los he reprimido constantemente, por ese motivo soy muy reservado en mis asuntos íntimos.

Actualmente desde hace poco más de un año que trabajo en una empresa de paquetería, a decir verdad ha sido mi único trabajo desde que cumplí la mayoría de edad, casi todos mis compañeros son hombres, de todo tipo y personalidades, una que otra mujer en labores de oficina o limpieza. Yo en la empresa me encargo de capturar folios y guías de los envíos, siempre me he preocupado por mi físico, no voy al gimnasio, en casa hago bicicleta estática y aerobics, me ha gustado mucho hacer ejercicio de subir y bajar escalones, para tener unos glúteos bien formaditos, a decir verdad, están muy bien, mi cuerpo es escaso o más bien nulo de vello corporal y mi piel blanca, tersa y suave a raíz de untarme cremas. Mi única pareja sexual había sido un compañero, que en su momento lo consideré muy fastidioso, su nombre Aldo, moreno claro, unos 3 ó 5 centímetros más bajito que yo, eso si, bastante corrioso por el trabajo de cargador, prácticamente desde que entré a la empresa me molestaba diciéndome que yo iba a ser su nueva putita, que me estrenaría, que ya se había aburrido de su otra putita (un compañero gay), pero que para que me cogiera todo los días tendría que invitarlo a comer buena comida, comprarle ropas, perfumes, en fin, quería ser mi padrote, todo esto me lo decía o yo lo tomaba como vacilada pues estábamos siempre varios compañeros. Yo lo ignoraba, todo el tiempo hasta que cierto día, por azares del destino, se organizó un convivio en su departamento y no pude excusarme para no ir y sin más remedio tuve que asistir. Resulta que su departamento es modesto, una recamara, una sala amplia, un patio pequeño con un baño en una esquina (más bien un orinal para hombres), cuando llegué había únicamente dos mujeres, compañeras del trabajo y como diez hombres, incluyendo a Aldo. La música estaba de ambiente y había un asador de carnes ya proveyendo a todos. Ni que decir de cervezas, al por mayor.

Ya cerca de las ocho de la noche, casi todos bien tomados, me incluyo también, me fui a sentar en la sala con otros dos compañeros siguiendo en la platicadera, todo normal aparentemente. Se podía percibir que alguien estaba dándole rienda suelta a la pasión, pude reconocer la voz de Fany, una de las compañeras que fue al convivio y la otra voz era de Aldo, reclamando ella lo siguiente:

Fany: ¿qué te crees?, que yo soy marica, a mi cógeme como se coge a una mujer, por otro lado nada más a tu maricón del Alex, tu me gustabas pero ya no quiero nada contigo.

Aldo: No te enojes, a mi me gustaría darte por todas partes; lo de Alex, era solo vacilada, nada de nada.

Fany: Pues a mi no me importa y mejor así la dejamos.


Salió furiosa de la habitación y se fue. Los compañeros que estaban al lado, se carcajeaban, gritando frases como “se te fue viva la paloma”, “no se dejó como el Alex” entre otras cosas más. Aldo contestaba vacilando, no aguanta nada, solo le quería dar la puntita, ni que no la haya probado. Poco a poco se fue marchando la mayoría, quise ir al sanitario del patio pero estaba ocupado así que me fui par ver si podía ir al baño de la recamara, porque ya me urgía orinar. No había nadie en la sala ni en la recamara así que entre al WC, cuando iba saliendo, encontré a Aldo en la cocina cortando unos limones, le pregunté sin ninguna intención:

Yo: ¿Te puedo ayudar?- se volteo hacia mí y contestó-
Aldo: Claro que sí, saca mas limones del refri, están hasta abajo.
Y en eso sentí como me rodeo por la cintura y pego su cuerpo al mío, diciéndome que me traía ganas y las mismas cosas que me decía en el trabajo. Le dije estate quieto, no ves que alguien nos puede ver y van a creer que no es vacilada, que es cierto que me quieres coger. Aldo me dijo -pues la verdad es que si quiero cogerte, con ese pants ajustado que traes se te ven bien respingadas esas nalgas- me volteo hacia el y me recargo en la pared, me sujeto fuertemente y yo me sentí indefenso, sin poder liberarme, sentí su respiración muy cerca de mi rostro, me besó el cuello, mientras me apretaba mi redondo trasero. Me dijo – yo se que tu también quieres, anda métete a la recamara, deja le llevo estos limones a esos cabrones y ahorita te veo adentro.

Sin pensarlo, me metí al cuarto y apagué la luz, me senté a la orilla de la cama, pensando una y mil cosas, me levanté para salir de la recamará, no quería seguir adelante con esto, que se fueran a dar cuenta los compañeros del trabajo y sería la comidilla de todos en las conversaciones, no lo soportaría, pero cuando iba a incorporarme, se abrió la puerta y entró Aldo, se acercó a mí y me recostó en la cama, me empezó a magrear con una mano mis nalgas y con la otra a pellizcar mis pezones, mientras su boca besaba mi cuello, no opuse resistencia, mi corazón latía a mil por hora, me comencé a excitar y Aldo al darse cuenta me susurró al oído -ya vez que si te gusto- la verdad es que no es mal parecido, sus labios carnosos me succionaban mi cuello, me preguntó -¿te puedo besar en la boca?- yo no supe que decir, nadie me había besado nunca antes, al no tener respuesta afirmativa o negativa, unió sus labios con los míos, sentí raro al principio, pero después de un rato, era yo quien me lo quería devorar. Bajo mi mano y rozo su entrepierna, su miembro está durísimo, no se siente muy grande pero si bien duro. Le digo al oído que le ponga seguro a la puerta, que no quisiera que alguien nos descubriera, me hace caso y pone el seguro, me dice únicamente está Frank y Gonzalo, pero están hasta las manitas, siguen bebiendo, ni cuenta se van a dar. Me levantó la playera y deja descubierto mi torso, blanco, mis pezones excitados se hinchan y aprovecha a darme una mamada en mis chichitas, hace que me retuerza de placer, mi cuerpo caliente, esta despertando de la sexualidad reprimida, me voltea y ahora su boca muerde mi espalda y mi cuello, me esta volviendo loca este hombre que hasta hace poco me parecía antipático. Me quita el pants y mi ropa interior y quedo sin nada, me dice -ya sabia que tenias unas nalgas riquísimas- mientras me azota con una soberbia nalgada, gimo de placer. Se desabrocha su pantalón y se lo quita, no alcanzo a verlo, porque de inmediato acopla su cuerpo al mio, poniendo su miembro entre mis nalgas. Su miembro me dio una lubricada fenomenal, sentía como urgaba, intentando meterse, instintivamente levanté las nalgas y él al notarlo me la metió hasta el fondo, sentí claramente las venas de su miembro rozando mi esfínter, empujaba con fuerza, tratando de ensanchar mi culito. No era la verga más grande o gruesa, pero si lo suficiente para darme muchísimo placer en esa mi primera vez. Me puso en posición de a perrito, me montaba como su perra, pero a la vez, era muy romántico, su piel contrastaba con mi piel blanca. Era un mete y saca continuo que en escasos minutos hizo que explotara en un orgasmo delicioso. Hizo que me montara sobre él, lo cabalgué frenéticamente, lo veía de reojo, su cara mostraba placer al cogerme, ya para finalizar, me volvió a poner boca abajo y me la volvió a clavar toda, ya para ese entonces mi culito ya estaba dilatado y batido de su líquido seminal, me tomó de las nalgas y me la metió una y otra vez más hasta que sentí su miembro palpitar en mi culito, con una fuerte explosión de su semen, me inundó todo mi hoyito, su respiración entrecortada volvió a normalizarse mientras me continuaba besando mi cuello. A los pocos minutos, se separó de mí, saliendo borbotones de su líquido espeso. Me volteé y le di un gran beso de agradecimiento por haberme cogido delicioso. Nos metimos a darnos una ducha y ahí mismo me volvió a coger, todo lo reprimido que llevaba de querer poseerme lo estaba volviendo realidad y no quería perder ni una oportunidad. Volvimos a la cama y estuvimos abrazados por un buen rato hasta que nos interrumpieron al tocar la puerta, eran nuestros dos compañeros que ya estaban por irse a sus casas, Aldo, se puso su ropa y salió a despedirlos, cuando volvió, le dije que se acostara para que pudiera ahora yo disfrutar de su miembro, que nunca había en mi vida mamado una verga, se desnudó y con suavidad y cariño le di yo creo que una de las mejores sesiones de sexo oral en su vida, yo como niño con juguete nuevo quería explorar todo su miembro, cerca de veinte minutos mamé y mamé su pene hasta que lo hice eyacular en mi boca, riquísimo su esperma resbalando por mis labios. Esa noche fue mi primera vez con un hombre que me deseaba con locura; tuvimos una relación discreta por muchos meses hasta que un día lo traicioné con un morocho que conocí en una disco, pero esa ya será otra historia.