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mi ex mujer

Relato enviado por : marydiego el 20/10/2005. Lecturas: 3846

etiquetas relato mi ex mujer .
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Resumen
En poco tiempo mi ex mujer pasó de ser una frígida a follar como una loba.


Relato
Me llamo Mario. Vivo en Madrid y voy a narrarles una experiencia que me sucedió hace apenas unos meses. Para empezar les contaré que estuve casado durante casi diez años con Rosa. Rosa era, es, una guapa andaluza, de piel muy blanca, alta , de muy buen tipo, alegre y divertida. Sin embargo nuestro matrimonio, tal vez porque nos casamos demasiado jóvenes y sin experiencia, o por su forma de ser o por la mía, fue naufragando poco a poco hasta desembocar en separación y divorcio hace un par de años. Para mí el factor básico de nuestro fracaso fue el sexual. Rosa era absolutamente reacia a cualquier practica sexual que no fuera follar en la cama ella debajo, yo encima y con el menor ruido posible. Al principio a mí no me importaba y me conformaba sin problemas pero poco a poco vas pidiendo más, sobre todo cuando hablando con compañeros y amigos conoces sus hábitos y te ponen los dientes largos. Rosa se negaba sistemáticamente a chuparmela y solo lo conseguía tras ruegos, cabreos y discusiones. Prácticamente no quería ni tocármela. Por supuesto correrme sobre ella, en su boca o en su cara o tetas era impensable y de sexo anal ni hablar. Alguna vez que en la tele a altas horas de la noche aparecía una peli porno y trataba de convencerla de verla juntos me mandaba a paseo. Bueno en definitiva la cosa se fue enfriando en todos los sentidos y como he dicho acabamos separándonos de mutuo acuerdo.

Tras algún tiempo y algunas historias no muy existosas me enrrollé con Mar y, la verdad, el cambio para mí fue drástico. Mar tiene treinta y algunos y aunque físicamente no esté tan buena como Rosa, lo suple con una gracia y un toque sexy increíbles. Es más bajita, más morena y algo mas llenita; eso si tienes unas tetas grandes con el pezón oscuro y un culo maravilloso. Follabamos en el campo, a veces me daba la sorpresa de salir conmigo sin bragas y me dejaba ver su coño discretamente, practicaba nudismo, le encantaba que la sodomizara y gritar como una posesa con mi polla dentro, etc. Fue como si de repente me quitara una venda y un mundo completo de posibilidades sexuales se abrieran ante mi. Mar no hacía ascos ante casi nada e incluso tuvimos una pequeña experiencia de trio con una amiga suya pero que acabo sin penetración. Mar me hacía unas mamadas sensacionales, me comía los huevos y el ano y, lo mejor, es que disfrutaba al hacerlo, no le suponía una obligación. En definitiva a primeros de este año, cuando ella obtuvo el divorcio de su anterior marido, nos casamos.

Como Rosa es compañera de trabajo nos seguíamos viendo con cierta frecuencia. Yo le contaba como iban mis historias y ella seguía sola viviendo en nuestra antigua casa. Un día a la salida del trabajo vi que un hombre la esperaba y que se abrazaban y se marchaban juntos calle abajo. No puedo dejar de decir que me sentó a cuerno quemado pensar que mi querida exmujer estuviera dejándose sobar y follar por otro hombre y menos por un tío con aquel aspecto: era un hombre muy alto y delgado, mayor que nosotros, calvo y, lo que más me chocó, de color, de color negro quiero decir. Vestía de una manera peculiar con cadenas y oros y yo creo que no era el tipo de Rosa.

La vi con él varias veces pero no me dijo nunca nada hasta que una mañana al verla en el café del trabajo le pregunté directamente. Me dijo que se llamaba André que era español aunque de origen brasileño, también separado y que se iban a ir a vivir juntos en breve.

Durante algunos meses vi como se iba produciendo un visible cambio en el aspecto y el comportamiento de Rosa. Empezó a llevar el pelo suelto, tacón y la ropa era más acorde con su edad y cuerpo. De hecho algún día al observarla por detrás noté la marca de tanga bajo su ajustado pantalón. Otro día pude apreciar que no llevaba sujetador y recordé con añoranza el tacto de sus tetas. Me pareció apreciar que me miraba de soslayo con cierta provocación y llegó el momento que no me la podía quitar de mi cabeza. En alguna ocasión los vi morrearse en el coche en que él la esperaba y yo creo que ella lo provocaba cuando advertía mi presencia próxima.

Esta última primavera, cuando yo ya me había casado con Mar, vino a mi despacho y me preguntó si nos apetecería a Mar y a mi ir a su nueva casa a cenar con ellos. Acababan de cambiarse a un chalet en las afueras y quería que lo conociéramos. Le contesté que debería hablarlo con Mar pues aunque se conocían tenía que saber que pensaba mi mujer. La llamé por teléfono y le pareció estupendo. Nos citamos para el fin de semana siguiente. Allí nos presentamos Mar y yo con una botellita de Pesquera. Mar tan sexy como siempre con un vestido negro de escote en uve que le sienta de maravilla sin sujetador con sus hermosas tetas bamboleándose en la cálida noche de junio y un mínimo tanga de encaje.

Nos abrió Rosa, guapísima, con una túnica blanca casí hasta los pies pero que al girarse nos dejó ver una abertura que mostraba sus largas piernas casi hasta el final. Asimismo bajos los brazos la túnica se abría hasta la cintura dejando al aire su torso bronceado sin sujetador. Al saludarnos noté como de forma creo que casual sus labios rozaron los míos.

La casa era preciosa. Se notaba que André, propietario de un par de restaurantes y un pub, estaba en una buena posición económica. El salón a dos alturas con tonalidades cálidas estaba rodeado de un enorme sofá en ele frente a una gran chimenea; al otro lado del ventanal el jardín, donde estaba todo dispuesto para la cena, y un poco más allá una preciosa piscina iluminada.

André se descubrió durante la cena como un buen conversador, un gran cocinero y gourmet y con una bodega extraordinaria. Tomamos Jerez con el jamón, vino blanco del Penedés y del Rhin con ostras y marisco, para acabar, además de con nuestro Pesquera, con un sensacional Borgoña que guardaba para grandes ocasiones que acompañó un excelente civet de liebre que él mismo había guisado. Con el café tomamos una copa de Lepanto y nos dispusimos a fumar tranquilamente bajo las estrellas de la noche. Durante toda la cena Rosa no se movió de su asiento frente al mío y no dejo de reir. A veces la manga de la túnica caía sobre su hombro dejando ver gran parte de su seno y ella, sin dejar de mirarme y con toda la mala leche del mundo, se lo subía lentamente y luego se recolocaba la teta sin ningún pudor. De hecho alguna de las veces se le llegó a ver el pezón y comentaba entre risas que le daba igual que ya la teníamos los dos muy vista. ¡Ver para creer!.

Cuando estábamos fumando noté de repente su pie descalzo entre mis huevos y vi la sonrisa pícara de Rosa frente a mí. Yo creo que tanto André como Mar debieron notar mi respingo además de que la mesa era de cristal y seguro que a pesar de los platos pudieron verlo. André le dijo a Mar si quería ver los retratos que pintaba en su ratos libres. Mar, mirándome divertida, se fue con él.

Agáchate y mira –me dijo Rosa.

Hice como que cogía mi servilleta del suelo y me llevé un autentico shock al ver bajo la túnica su coño totalmente depilado y con un aro plateado entre sus labios vaginales. Estaba totalmente abierta de piernas y la túnica la tenía levantada hasta la cintura.

Te gusta?, Quieres comérmelo? –preguntó

Y tú marido? –le dije

No te preocupes, las cosas han cambiado mucho. Somos los dos muy liberales. Además seguro que ya se está follando a tu mujer.

Puso las dos piernas sobre la mesa para que su coño quedará aún más a la vista y en ese momento volvían entre risas Mar y André. André traía a Mar cogida por el hombro y le susurraba algo al oído. Rosa apenas juntó algo sus piernas y su marido la reconvino alegremente:

¡Que guarra eres Rosa, otra vez sin bragas! Bueno pero me encanta, además me ha costado mucho adiestrarla. La verdad –dijo dirigiéndose a mí- es que la tenías echada a perder. Pero ahora está recuperando el tiempo perdido. Es una loba en esto del sexo. No tiene límites, ya se la ha follado medía España. ¿y vosotros?

Noté el estado de excitación de Mar. Vi sus tetas moviéndose al ritmo de su respiración y en la cara se apreciaba el deseo libidinoso de sexo que la acometía.

Hacemos lo que podemos –contesté para no quedarnos atrás.

André abrió una botella de Moet y nos preguntó si la tomábamos en la piscina. La noche era bastante cálida y el ofrecimiento parecía imposible de rechazar. Rosa directamente se puso en pie, encogió los hombros y la túnica cayó quedando totalmente desnuda. Tal vez la noté algo mas llena que cuando estaba conmigo. Estaba claro que sabía provocar, se dio la vuelta lentamente, se descalzó y se dirigió a la piscina. Llevaba aros en los pezones y un pequeño tatuaje por encima del culo. Se metió en el agua y tomo la copa que André le ofrecía. André comenzó también a desnudarse y Mar y yo hicimos lo propio. El agua estaba fresca por lo que nos quedamos los tres desnudos sentados en el borde con los pies dentro del agua. Mar estaba preciosa entre los dos con su coño moreno y sus grandes tetas. Por pudor tenía una pierna fuera del agua y la apretaba contra su pecho. A su derecha André delgado y musculoso mostraba una de las pollas mas finas y largas que yo haya visto acompañadas de unos testículos descomunales. Era además de larga de una curiosa forma elíptica y torcida hacia su derecha. Vi como Mar no podía quitar la vista de semejante verga. Además estaba totalmente depilado y tenía una erección brutal pero, al contrario de lo que me pasaba a mi, no hacía nada por esconderla y bebía champán relajadamente hablando con Mar. Rosa mientras nadaba de espaldas con la copa en la mano y se acercó hasta nosotros. Brindamos los cuatro y noté las tetas de Rosa contra mis rodillas. Al momento Rosa se acercó a André y empezó a chuparle los dedos de los piés, luego ascendió por sus piernas pasando su lengua por los muslos, tirando de los pelillos a lo que André, que seguía conversando tranquilamente con Mar, respondía con un respingo de placer, hasta que sacando más de medio cuerpo fuera del agua se metió prácticamente toda la polla de André en la boca. Ahora si que André dejo de hablar y tan solo nos dijo:

¡Que gran zorra es!

Rosa mamaba con gran placer la polla de su marido, se la metía casi hasta el fondo y la sacaba entera, luego volvía desde los huevos a lamer y le pasaba la lengua por el glande. El pollón de André se había estirado si cabe más aún y tenía toda la cabeza morada. Era una polla de un color negrísimo, mucho más que la piel de André. El muy cabrón se la retiraba hacia atrás ofreciéndole a Rosa los cojones que la muy puta trataba, sin dejar de mirarnos, de engullir hasta el fondo. Lo curioso es que su marido, una vez superado el primer apretón había vuelto a hablar con nosotros con entera tranquilidad. Nos contaba algunas hazañas sexuales de Rosa y no dejaba de lado ningún detalle.

Mar estaba, como yo, super excitada. A ella le encanta este tipo de situaciones y con algún novio anterior había participado en orgias e intercambios por lo que no le pillaba demasiado de sorpresa. A mí sin embargo me parecía una situación increíble: la pacata acérrima de Rosa totalmente desnuda comiéndole la polla a un negro delante de otra pareja.

Yo tomé de la mano a Mar que discretamente se acariciaba el chocho mientras bebía y la besé. Noté en sus labios el calor del deseo y las ganas de que la follaran. Mientras la besaba acaricié con placer sus tetas y, de repente, advertí un sobresalto y un cambio en su respiración. Al separarme de ella pude ver a Rosa dentro del agua comiendo el coño a mi mujer. Le separaba delicadamente las piernas y pasaba su lengua por las labios de Mar. Luego introducía su lengua hasta el fondo de mi mujer mientras yo le apretaba los pezones.

André se levantó y acerco su rabo a Mar.

- Te importa? -Me preguntó

Mar abrió unos ojos como platos al ver semejante tranca a la altura de su cara. Sin esperar mi respuesta introdujo aquel larguísimo trozo de carne en su boca y comenzó a mamar con auténtica fruición. Yo no dejé de sobarle las tetas procurando apretarle al máximo los pezones. A veces paraba como para comprobar que era cierto lo que se estaba comiendo y a la vez acariciaba el pelo de Rosa que tenía su cabeza hundida en los muslos de Mar. Rosa dejó el coño de Mar y se movió hacia mí. Con la sonrisa más pícara del mundo agarró mi miembro y se lo metió hasta el fondo de la garganta. Lo sacó luego un momento para preguntarme:

¿Me prefieres así o como era antes? – y volvió a engullir.

Me puse de rodillas al borde de la piscina y se la clave con fuerza en la boca mientras sujetaba su cabeza para evitar que fuera hacia atrás.

Te vas a enterar –le dije – lo que me has hecho pasar tantos años

En esa postura tenía que sujetarse con ambas manos en el borde de la piscina para conseguir mantener el tronco fuera, así que la sujeté por las sienes y empecé a follarla por la boca hundiéndosela hasta que notaba mis huevos contra su barbilla. Cuando la tenía hundida la apretaba con fuerza impidiendo que se moviera hasta que note que me iba a correr y se la saqué para evitarlo. Ella me persiguió a cuatro patas, ya fuera del agua, dando bocados muerta de la risa tratando de volver a comérsela. Me dejé caer sobre la fresca yerba y comenzó de nuevo a chupar. En ese momento André se acercó por atrás dejando a Mar y de un solo golpe se la hundió por el culo hasta el fondo. Jamás había yo visto encular a una mujer así de rápido. La cara de Rosa acusó el golpe, me soltó el rabo y vi como un rictus de dolor se reflejaba en su hermoso rostro.

Ala vez que la sodomizaba André empezó a insultarla:

- puta, como te gusta esto eh?

Ela contestaba con más insultos.

- no te pares cabrón que luego te vas a enterar

Mar y yo nos miramos alucinados. Entonces André le pidió a voces a Mar que le chupara el ano. Para facilitarlo se lo separaba con las dos manos sin dejar de encular a su mujer. Yo me volví a colocar delante de Rosa y se la enchufé nuevamente en la boca dándole unos vergazos fuera de lo común. Noté nuevamente que me corría y se la saqué. Ella empezó a gritar como una posesa:

¡Dámelo, dámelo!

Así que sin más se la clave nuevamente y comencé a soltar leche en su boca. La verdad es que yo no tengo una minga demasiado grande, más bien por debajo de la media, al menos de lo que yo conozco. Sin embargo a la hora de eyacular soy una auténtica fuente, tanto en distancia como en volumen. Mi corrída fue descomunal: yo creo que toda esa munición la guardaba para ella después de tanto tiempo. Le inundé la boca y el semen empezó a resbalarle por la comisura de los labios mientras que los empellones de André eran cada vez mayores. El negro estaba prácticamente subido encima de Rosa a la vez que mi mujer lo follaba por el culo con un par de dedos. Cuando ya no pudo más se incorporó y sujetando a Rosa por la cara le metió la polla en la boca sin sacarle la mía. Notre contra mi pija ya flácida el contacto con aquel miembro gigante como si fuera una piedra. Rosa empezó a recibir más y más semen del negro y ya con la boca casi abierta lo dejaba caer por su cuello junto con mi corrida. Mar se acerco y nos beso a André y a mí a la vez que me pidió que la follara.

André saco el rabo de la boca de su mujer, dio la vuelta a Mar que me miró con cara de incrédula y se la hundió en el coño. En un segundo estaba nuevamente en forma y dándole a Mar con la misma fuerza que antes sodomizó a Rosa. Puso las piernas de Mar sobre sus hombros y las dos manos agarrando fuertemente sus tetas. Pude ver con asombro aquel pedazo de minga entrando y saliendo vertiginosamente en mi mujercita que me miraba fijamente gritando como loca:

- ¡Mas! ¡Más!

Mar, con sus puños cerrados, trataba de elevar la pelvis para que el superrabo de André le llegara más a fondo. De pronto se calló y note las sacudidas de un orgasmo descomunal. Me apretó la mano como hacia tantas veces mientras se corría aunque creo que esta vez fueron varías corridas juntas.

Mientras Rosa con la boca aún llena de semen se volvió hacia André, se acercó a su boca y le traspaso parte del liquido. El resto lo volcó sobre su mano y comenzó a dar lengüetazos has que no quedó nada.

André, sin correrse, dejó a Mar sobre el césped, se incorporó y con una gran sonrisa nos preguntó si queríamos una copa. Yo le pedí un café. La noche prometía aún más.

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