Mi gemelo y yo… ( CON fotos)

Mientras que a mí me encantaba salir a pasar el rato con nuestros amigos, a mi hermano le encantaba quedarse en casa viendo novelas en la tele. Ya algo más grande, un día llegué a casa, de madrugada, con unas cuantas copas, aprovechando que los viejos, se habían ido de viaje. Cuando al entrar a nuestra habitación sin hacer ruido, me encontré a Nando, completamente desnudo, de espaldas al espejo, mirándose las nalgas. De momento no me pareció raro, pero al quedarme observándolo en silencio, me di cuenta de que de momento, por la pose que él había adoptado frente al espejo, al yo ver su reflejo, y en especial el de sus nalgas en el espejo, me parecieron las de una chica.

Fue cuando en tono de broma, le dije. Lindo culito el que tienes. Nandito al escucharme se sorprendió y sobresaltó tanto, que pegó un agudo grito, tal y como si realmente fuera una nena. Lo siguiente que me dijo, evidentemente asustado. Hay Arnaldo, me vas a matar de un susto. De no haberlo escuchado, aquellas palabras saliendo de sus propios labios, hubiera jurado que quien me las dijo, era una chica. De momento di un vistazo por nuestra habitación, y me sorprendí al ver sobre la cama de Nando, un set de ropa femenina, o sea unas pequeñas bragas, un sostén, y un viejo conjunto de mini falda, y chaquetilla que me acordé habérselo visto puesto a nuestra madre, ya hacía un buen tiempo. Yo me quedé sorprendido, sin saber ni que pensar, cuando mi hermano me dijo, en ese tono de voz afeminado. Naldo, toma asiento, que quiero decirte algo. Yo haciéndole caso, y aun bastante sorprendido, me senté en mi cama, sin decir nada. Nando agarrando todas aquellas prendas femeninas, me comenzó a decir. Sabes que aunque te parezca raro, lo que te voy a decir, ya desde hace algún tiempo, he querido haber sido mujer. Yo estaba perplejo, escuchando a mi hermano, y seguía sin decir nada. Mientras que Nandito, continuó diciéndome. Tú eres el primero de la familia, a quien se lo digo, pero antes de que te pongas bravo conmigo, escúchame. Y ponte en mi lugar, no me gustan las mujeres, vivo enamorada de todos los chicos que conozco, y en especial de ti. Así que antes de que digas nada, quiero que me veas vestidita de nena, por lo que por favor te pido, salgas del cuarto mientras me arreglo, para que podamos seguir hablando. Yo me fui a la sala, y aproveché para abrir una botella de ron, y directamente de la botella me di un fuerte trago, pensando que sería lo que mis viejos dirían, cuando se enterasen. Ya me estaba dando un tercer trago, cuando Nando, apareció en la sala, no tan solo vestido como una chica, sino que también peinado, maquillado, y oliendo como una. Caminó sensualmente a mi alrededor, calzando unos tacos de nuestra madre, que de yo no haber sabido que era Nando, hubiera pensado que se trataba de una verdadera chica. Yo no sé si fue por aquellos tragos de ron que me di mientras lo esperaba, pero al verlo así vestido, quedé impresionado. Mi hermano me tomó de las manos, al tiempo que tomó asiento a mi lado, preguntándome. Y qué tal te parezco, lo único que se me ocurrió decirle, al verlo así vestido, peinado, maquillado, y hasta perfumado, fue. Estas divina. Y de inmediato Nandito, en ese tono de voz aflautado, verdaderamente afeminado, me siguió preguntando. ¿Y eso que quiere decir? A lo que yo, tras darme otro trago de ron, le respondí. Que estas como para acostarse contigo. La verdad es que no sé cómo se me ocurrió decirle eso. Pero de inmediato, mi hermano se puso de pie, y volviendo a caminar frente a mí, de manera bien seductora, agarrándose las nalgas, me preguntó. ¿Te parezco linda? A lo que yo tomándolo de las manos, lo atraje hacía el sofá, y al tiempo que coloqué sus manos sobre mi erecto miembro, diciéndole. Eres linda, preciosa, y hermosa, tanto que me gustaría acostarme contigo ahora mismo, sí tú así lo quieres. Nandito, o mejor dicho Nandita, apretó con sus manos mi verga, por sobre la tela de mi pantalón, diciéndome. Como no lo voy a querer, acuérdate que te dije que estoy enamorada de todos los chicos que conozco, pero en especial de ti. Y al terminar de decirme eso, acercó su boca a la mía, y sin más ni más, nos comenzamos a besar de manera bien ardiente. En esos momentos, no veía a mi hermano, lo que tenía ante mí era toda una chica, a la que besaba, y acariciaba por todo su cuerpo. Tras un buen rato, de estar besándonos, Nandita separó sus rojos labios de los mío, y poniéndose de pie, y agarrándome las manos, me dijo. Vámonos a nuestra habitación, que debe ser más cómodo hacerlo en una de nuestras camas, que aquí en el medio de la sala, en este sofá.

Yo de inmediato me puse de pie, y caminado tras ella, la fui siguiendo. A medida que Nandita, comenzó a subir las escaleras, que llevan a nuestro cuarto, yo solté sus manos, y me quedé viendo, su llamativas nalgas, a medida que ella seguía subiendo por la escalera. La corta mini falda que Nandita estaba usando, sin mucho esfuerzo de mi parte, me permitieron apreciar todo aquel lindo, y bien formado culito, a medida que iba subiendo por la escalera. Apenas llegó al último escalón, yo rápidamente subí a su encuentro, nos volvimos a besar, a medida que seguimos caminando a nuestro cuarto. Ya dentro yo de manera algo desesperada, comencé a desvestirme. Mientras que Nandita, con toda su calma, y de manera sugestiva, dándome la espalda, comenzó por ir quitándose toda la ropa, frente a mí. Luego moviendo su culito seductoramente, se dirigió al baño, y al regresar sonriendo, me dijo. Me estaba lavando.

Como ya les dije, me desnudé rápidamente, y de inmediato me senté en la cama de mi hermano. Nandita me mostraba tentadoramente sus paradas nalguitas, cuando ocultando su miembro entre sus piernas, se paró frente a mí, diciendo. Te voy a dar un pequeño premio adelantado, pero por lo que tú más quieras, trata de no venirte. Ni la menor puta idea tenía de lo que me decía, Nandita cuando se arrodilló frente a mí, y agarrando mi verga tiernamente entre sus dedos, se la su boca llevó a su boca, poniéndose a mamar, suavemente de inmediato. De más está decir, que era la primera vez que en mi vida, me mamaban la verga. Y la verdad es que lo que me daban ganas era de tomar a mi hermano, por su abundante cabellera, y seguir haciendo que se la tragara toda mi verga. Pero al poco rato, sacó mi verga de su boca, y subiéndose a su cama, recostándose boca abajo, tras separar un poco sus piernas, ofreciéndome sus paradas nalgas, me dijo. A ver Naldo, que te parece, si en lugar de quedarte viendo mi culito, con la boca abierta. Te decides, y me lo metes despacito, como dice esa canción tan pegajosa.

Yo me coloqué encima, Nandito con sus propias manos, separó sus paradas nalgas, mientras que yo comencé a pasar la cabeza de mi verga, por sobre el hueco de su culito. Sus nalgas estaban mojadas, con algo de jabón, por lo que a medida que fui presionando mi glande contra su esfínter, esté se fue abriendo, y poco a poco comenzó a ir tragándose toda mi erecto miembro. Yo no lo podía creer, le estaba dando por el culo, a mi hermano gemelo. Nando gemía de placer, y comenzó a contonear sus paradas nalgas, a medida que yo seguía penetrándolo. Nuestros cuerpos se unieron, y hasta puedo decir que sentí, cuando mis testículos, chocaron con los de él. El cuerpo de Nandito, olía a perfume de mujer, su piel se sentía suave, y tersa. Por lob que a mí me provocó mordisquear todo su cuello, a medida que él gemía, y restregaba sus nalgas contra mi cuerpo. Ya tenía toda mi verga, metida dentro de su sabroso culito, sentía su calor, y como cuando Nando apretaba sus nalgas, yo sentía un placer que jamás había experimentado nunca. Así que mientras yo seguía, metiendo y sacando toda mi verga, del sabroso culito de mi hermano, él seguía moviéndolo, chillando y gimiendo de placer, como si fuera toda una puta. En cierto momento, me agarró los testículos, y me los apretó, o jaló por un corto momento, diciéndome. Es para que no te vengas muy rápido. Lo que me hizo pensar, que quizás yo no era el primero que le daba por el culo a mi hermano. Así que a medida que yo seguía metiendo y sacando toda mi verga de su sabroso culo, se lo pregunté. Nandito con esa voz femenina, me respondió. Tú sabes que tomo clases de cocina, y repostería, verdad. Pues bien, como te das cuenta, no tan solo estoy aprendiendo a cocinar, y hacer biscochos. Yo seguí enterrándole con tantas ganas toda mi verga, que mi hermano, por segunda vez me volvió a jalar los testículos. Y así estuvimos por un largo rato, yo disfrutando de su apretado culito, y el disfrutando de mi erecta verga. Hasta que ya no pude más, y me vine dentro de su culo, al tiempo que ardientemente nos besábamos.

Yo por un momento pensé que ya habíamos terminado, pero no que va, el glotón de Fernando, apenas saqué mi verga de entre sus nalgas, sin tan siquiera lavármela, comenzó nuevamente a mamar. Yo le iba a decir que se detuviera, pero el efecto de su cálida, y húmeda boca, sobre mi mustia verga, fue casi inmediato. Ya que a medida que Nandito, seguía mama que mama, a mí se me volvió a parar. Nandito en lugar de volverse a poner boca abajo, se colocó bocarriba, levantó y separó sus piernas, ofreciéndome nuevamente sus rosadas nalgas. Las que sin demora alguna, volví a penetrar gustosamente. Mi hermano y yo seguimos manteniendo sexo, solo que para evitar cualquier cosa, si estamos en casa, él no se viste de chica, aunque si se comporta como una, siempre y cuando los viejos no estén. Aunque ocasionalmente, a Fernando le gusta vestirse de mujer, pero eso lo hace cuando salimos, con algunos de nuestros amigos, y es cuando a mi hermano le da por que montemos una orgía con él, siendo la puta de todos nosotros. Claro sin que los viejos se den cuenta, por otra parte le pedí que si en algún momento quiere decirle algo a nuestros padres. Que no les diga, que yo, ya estaba enterado de todo…..