Era sábado por la mañana y seguía acostado en la cama recordando lo que había pasado el día anterior. Esperaba que mi hija se levantase y no sintiese ningún tipo de resentimiento o vergüenza por lo que habíamos hecho ( mejor dicho,lo que le había hecho yo) y empezaba a sentirme culpable por haberla desvirgado. Por mucho que ella me lo hubiese pedido, se supone que el adulto soy yo, y por tanto el que tiene responsabilidad. En eso la oí entrar en el baño y me levanté a ver que tal se encontraba. Me dirigí con miedo por lo que me podría decir, incluso me podría acusar de haberla violado, con toda la razón, y solo pensar que en el daño psicológico que le podría haber causado, me comía por dentro. Abrí la puerta, ya que como os he dicho, no teníamos cerraduras en casa, y me la encontré en la taza del water, sentada y con cara de sueño.
Buenos días cariño, ¿como te encuentras?- le pregunto.
Bien papa, muy cansada, pero feliz. Por fin se lo que se siente y es maravilloso- me responde
mirándome a los ojos- ¿ y tú, como estás?.
-Yo bien. He dormido como un tronco- le mentí, ya que casi no había dormido pensando en lo ocurrido- y también estoy un poco cansado.
Sonó el teléfono y lo cogí en la entrada:
- Hola cariño- me dijo mi esposa- ¿ que tal todo por ahí?. -Muy bien. Estate tranquila, que aun no nos ha dado tiempo para quemar o inundar la cas- le digo- y tu que, ¿que tal en Ibiza?,¿ mucho trabajo o mucha juerga?.
Con una carcajada me comenta que de momento solo juerga, que en media hora tenían las ponencias y era cuando empezaban a trabajar de verdad. -Y la niña,¿ que tal se porta?.
-Bien, como una mujercita responsable,- le respondo al tiempo que Sara se acerca- espera que te la paso y que te cuente ella que tal todo.
Le pasé el teléfono a Sara y se quedó hablado con su madre mientras yo me fui a preparar el desayuno. Al poco entró en la cocina y sentándose en la mesa comenzó a desayunar.
-¿ Que te pregunto mamá, cariño?.
-Nada importante, lo de siempre, que que tal estoy y que me porte bien y te obedezca en lo que me digas- me dijo con una sonrisa en la cara, mientras me miraba de una forma que me pareció muy atrevida. - Ya, bueno Sara, creo que tenemos que hablar de lo que pasó ayer, y como es sábado y no tengo que trabajar, y tu no tienes que ir al colegio, nos vamos a sentar en el sofá y me cuentas como te encuentras.
Nos levantamos y recogemos la cocina. Al acabar nos vamos al salón y mientras coloco un cd en el aparato reproductor, mi hija se sienta y me quedo observándola. Tiene puesto un pijama de verano, el pantalón corto deja sus piernas a la vista y la parte de arriba floja, deja entrever el nacimiento de sus pequeños senos. Está preciosa recién levantada, con su piel morena y esa carita preciosa y adorable, que con su sonrisa me llena el corazón de alegría. Realmente no podría quererla más si fuese hija biológica mía.
-¿ Y que quieres decirme, papá?. - Lo que quiero es escucharte, no decirte. Habla tu y dime como te encuentras. - Estoy perfectamente. Muy contenta y te estoy muy agradecida por lo que ocurrió. Tenía ganas de experimentar lo que se siente y sé que nadie me podría tratar mejor que tu, papá. A sido estupendo y espero que no te encuentres mal por lo que pensará mamá ni te arrepientas. Era algo que tarde o temprano iba a ocurrir y creo haber tenido mucha suerte de hacerlo con la persona que mas quiero y que mejor me puede tratar.
Después de ese discurso, se me quedó mirando como esperando una respuesta, y la verdad, no sabía que decirle. Era cierto que me sentía culpable, primero, por desvirgarla y segundo, por su madre. Era la única vez que le había sido infiel y tenía que ser con nuestra hija. La verdad es que me había metido en un follón de narices y ahora no tenía idea de que podía hacer. - Mira Sara, lo que te he hecho no está nada bien. Esto lo tenías que experimentar con chicos de tu edad y no ahora, eres muy joven aun, y la verdad no me encuentro nada bien.
Ella, acercándose a mi, me mira a los ojos y me dice: - Te entiendo, se por que te sientes mal, y te comprendo, pero miralo de otra forma. Me has enseñado algo que iba a ocurrir y mejor con alguien que me cuide y me quiera que no con uno de esos niñatos que lo único que desean es acostarse con una para después poder contarlo a sus amigotes.
La miré y diciéndole que ella también tenía razón, pero que esa no era razón para que hubiese pasado lo que pasó.
- Tienes razón en eso, pero soy tu padre y mi deber es protegerte y criarte con amor, pero no con esa clase de amor.
Mi hija se acercó a mi y me dijo:
- Papa, puede que me hallas hecho la hija mas feliz del mundo, si eso no es suficiente razón para ti, posiblemente ninguna lo será. Pero que sepas que antes de levantarme, estuve pensando en todo lo que ocurrió y no me arrepiento de nada. Te quiero y sigo pensando que fue lo que mejor me pudo haber pasado, y no te sientas culpable por mamá, ella no se va a enterar de nada. Y no le has sido infiel, simplemente has enseñado a tu hija y la has ayudado a comprender y sentir algo que jamás había experimentado. Lo que me pregunto es:¿ y ahora que?, ¿como vamos a seguir con las clases?.
Me quedé mirándola como si estuviese loca, lo que acabamos de hablar le había entrado por un oído y le había salido por el otro sin quedarse en su cerebro. Solo pensaba en continuar practicando sexo conmigo, y la verdad, es que yo me estaba empezando a sentir excitado al tenerla cerca y hablar con esa normalidad de sexo con ella.
-Pero niña, vamos a ver,¿ no te acabo de decir que eso no está bien entre un padre y su hija?. El sexo se tiene que hacer con la persona adecuada y en este caso yo no soy esa persona, soy tu PADRE- le digo, elevando la voz en esa última palabra, como si quisiese poner una frontera a algo que ella, y yo mismo, me daba cuenta de que no era posible después de lo ocurrido.
- Papá, mira, lo mejor es que te olvides de todo lo ocurrido- me dice con tristeza en su voz y en su cara- no te preocupes que nuestra relación no se verá afectada por esto. Yo lo único que quiero es que no te sientas mal y que me sigas queriendo.
Al decirme esto, sus ojos se empezaron a humedecer, y salió directa para su cuarto, y yo me quedé allí, solo, y sintiéndome culpable por lo que ocurrido y también por hacerla llorar, cuando lo que intentaba hacer era que las cosas volvieran a su cauce. Me fui a ponerme un chándal para correr unos cuantos kilómetros por el paseo marítimo. Todos los días corro unos ocho o diez kilómetros, y eso me sirve para despejar la mente, y a veces consigo pensar mejor al volver a casa. Cuando regresé, ella seguía encerrada en su habitación y no quise molestarla, y con la misma me fui a la ducha. Mientras se calentaba el agua, me lavé los dientes, y me metí en la bañera y cuando llevaba unos cinco minutos entró Sara y abriendo la mampara se coló dentro casi sin darme tiempo de protestar. Se me quedó mirando y me dice:
- Papá. Se que lo que hemos echo no está bien visto en la sociedad, pero intenta verlo de esta forma. Me has enseñado algo que yo te pedí que me enseñaras, no me has echo daño ninguno, todo lo contrario, y aunque soy una adolescente de casi diecinueve años también soy madura para mi edad, y tu lo sabes, por tanto no estoy traumatizada ni me has violado, ni has echo nada que yo no quisiera. Me has dado algo que recordaré toda la vida con cariño, y si siento algo es que te sientas culpable. No lo eres, eres el mejor padre del mundo y te quiero con locura por tratarme y cuidarme como lo haces.
Me la quedé mirando, vi como el agua le caía por su melena y como entrecerraba sus bonitos ojos. Vi como sus pequeñas tetas tenían los pezones erectos y al darse la vuelta, y ver ese culo tan bien formado no pude resistirme mas, y agarrándola por las caderas, la atraje hacia mi y apoyé mi polla en sus nalgas. No la tenía dura del todo, ni mucho menos, pero al tocar su piel, empezó a crecer y Sara al notarlo se restregó para acabar de excitarme. Y lo consiguió. La agarré del brazo y le hice darse la vuelta. Realmente era una niña-mujer. Ya era un bellezón como la madre y ella sabía como sacar partido de su cuerpo. Supongo que todas las mujeres lo saben, lo llevan en el adn. Fui acercándome a su boca y la besé con cuidado, introduciendo mi lengua hasta tocar la punta de la suya. Empecé a jugar con su boca y sus labios al tiempo que con una mano le acariciaba sus pezones, que sabía eran tan sensibles como los de sus madre, y con ello conseguí que mi polla adquiriese su máximo esplendor. La agarré y saqué de la bañera mientras me observaba. La sequé un poco con la toalla y cogiéndola en brazos la coloqué encima de mi cama. De la mía y de su madre, pero en ese momento no pensaba. Lo único que quería era gozar y volver a hacer que ella gozase de mi. Puede ser un sentimiento de egoísmo puro y duro, pero mentiría si digo que en ese momento quería otra cosa. Ella no quitaba ojo de mi polla que parecía a punto de estallar.
-¿ Puedo tocarla?- me dice- está preciosa, tan grande y con ese color tan rojo.
Puedes hacer lo que quieras con ella, es tuya- le respondo. Me la agarró por la base y empezó a moverla como le había enseñado, arriba y abajo, apretando en el tronco. Ahora me tocaba a mi observar. Ver como estaba a punto de volver a follarme a mi hija y en ese momento sin sentimiento de culpabilidad. Notar su pequeña mano en mi verga era de lo mas satisfactorio y pensar en lo próximo que vendría, me hacía estremecer de placer. Le separé la mano antes de que ocurriese lo inevitable y besándola en la frente la miré a los ojos:
- ¿ Estas preparada cariño?.
- Si papi. Mas que preparada, lo estoy deseando- me responde.
Le abrí sus bien torneadas y morenas piernas y coloqué una almohada en su culo para levantarle las caderas. Ella había empezado a suspirar,solo pensando en el placer que le iba a ofrecer.
Primero me cercioré de que no tuviese ninguna herida y con un poco de saliva lubriqué la zona y comencé a acariciarla. Tocándola suavemente en sus labios mayores comencé a excitarla y pronto noté que sus flujos empezaban a salir de su interior. Le agarré de sus pantorrillas e hice que sus rodillas tocaran su pecho y separando un poco mas sus piernas dejé completamente a la vista su vagina y su ano. La hice agarrar con sus brazos las rodillas.
- Bien cariño, ahora quedate así y solo relajate. No pienses en nada, como ayer. Cierra los ojos y concentrate en sentir lo que yo te haga, nada mas.
Ella sonrió y movió la cabeza en sentido afirmativo, sin despegar los labios, como si tuviese miedo de romper el hechizo. Acerqué la boca a su coñito y aspiré su olor a limpio y no se si por la excitación del momento pero también olor a hembra excitada. Le di una lametada desde su ano hasta su clítoris, suave y húmeda.
-Dios,- pensé- que rica está la cría. Dentro de nada los va a tener a la puerta como lobos para comérsela, pero yo he sido el primero y tiene razón en una cosa. Jamás lo va olvidar y yo me voy a encargar de que lo recuerde toda la vida con cariño.
Me puse como meta que iba a hacer lo posible para que gozara y que no recordase el dolor de la pérdida de su virginidad. Me puse a ello como un trabajo, lamiendo, sorbiendo y mordisqueando todo su coñito. Notando como poco a poco se iba inundando de flujos y como su cuerpo iba respondiendo a las caricias que le hacía. Estaba tan concentrado en hacérselo lo mejor posible que no me di ni cuenta que en pocos minutos ella estaba llegando al orgasmo. Fue un orgasmo silencioso, no como el día anterior. Este fue tranquilo y realmente muy amoroso, jadeando mi nombre con una sonrisilla de traviesa en la boca, al tiempo que me apretaba la nuca con sus manos como si quisiese meterme dentro de ella.
- Ya papi, yaaaa... Dios, que gusto, que relajamiento, que placeeeeerrr- Susurraba como hablando para si misma-. No pares, no me dejes ahora.
Viendo que estaba teniendo pequeños orgasmos me propuse conseguirle la madre de todos los orgasmos y agarrándola por el interior de las rodillas le separé sus piernas todo lo que pude ( que a esa edad es mucho, tienen una gran elasticidad) y comencé a comer y chupar completamente en serio. No dejaba que el placer bajase. Si notaba que descendía cambiaba de lugar o le daba de otra manera. El asunto era que quería que tuviese un orgasmo de los que se recuerdan toda la vida. Y lo conseguí, quiso hacerme parar, pero no lo consiguió ya que la agarré por las muñecas y la sujeté y me parece que fue eso lo que acabó con ella. El sentirse tan vulnerable y al mismo tiempo saber que no le iba a pasar nada hizo que se corriese en el mejor orgasmo que he visto en años. Tembló, pataleó, suspiró y simplemente se corrió. Los flujos me llenaron la cara y ella quedó como muerta sin decir nada, solo su respiración agitada daba cuenta del placer que acababa de sentir. Su cara era un poema. Roja como la grana, sudada y con una sonrisa de felicidad como hacía mucho que no veía. Mentiría si dijese que eso no hizo que mi orgullo se elevase a cotas jamás conseguidas antes. La miré y le pregunté:
- ¿Como te encuentras, pequeña putita?- no se como se me dio por llamarla así, pero tan pronto como lo hice me arrepentí. Sin embargo a ella no le sentó nada mal eso. Me miró y con cara de salida me dice:
-Si papi. Enseñame a ser una buena putita. Venga, solo nos queda hoy y la mañana del domingo. Demuéstrame lo que sabes y dime lo que tengo que hacer para ser tu putita.
No sabéis lo que sentí al oír a mi hija esa palabra, en ese contexto, y en esa posición. Creo que casi me corro en ese momento sin apenas haberme tocado.
-¿ Estás segura de querer saber lo que tienes que hacer para ser una putita, la putita de papá?.
-Si, por fa, enseñame- me responde.
La cojí del pelo y acercándola a mi polla hice que abriese los labios y coloqué mi glande en ellos. Sin esperar a que yo le dijera nada, comenzó a chupar y lamer como si lo hubiese echo toda la vida. Sentí un escalofrío por toda la espalda y me dije que no iba a tener que enseñarle mucho ya que parecía que lo sabía por si sola.
-Si pequeña, sigue así. Chúpala, rodeala con tus labios, muy bien, sigue así.
No quería correrme tan pronto. Lo que me había costado quitarme de la cabeza que era mi hija, y ahora no iba a terminar así. Separándola de mi verga, me propuse hacerle todo lo que a su madre la vuelve loca. Tumbándola en la cama con los brazos y piernas bien abiertas, la até los brazos al cabecero de la cama y sus piernas las abrí los mas posible y sujeté cada uno de sus tobillos a las patas. La tenía completamente a mi merced, y viendo como los jugos seguía resbalándole por los muslos, me coloqué en medio de ella y comencé a acariciarla. Mirándole a la cara, veía si lo hacía bien o mal y cuando consideré que estaba lo suficientemente caliente se la metí con cuidado, no quería hacerla daño. Poco a poco se la fui metiendo hasta que mis huevos tocaron sus nalgas. Por fin se la había metido hasta el fondo, tanto pensar en su goce que había olvidado el mio. Pero ahora llegaba mi momento y esperaba disfrutarlo hasta el final. Comencé a moverme al tiempo que le preguntaba:
- ¿Que cariño, como te encuentras?.
- Bien papi, no pares por favor. Estoy muy excitada y el tenerme atada me da muchísimo morbo. Ahora entiendo por que mama grita como grita.
Se la seguí enchufando y al ver que estaba a punto de correrse la dejé quieta, metida hasta dentro sin moverla. Alargando la mano derecha agarré uno de los vibradores mas pequeños y lo acerqué a su clítoris. Creí que se derretía, se corrió de una manera estruendosa.
- Papi, por favor, duele, lo tengo muy sensible- me dice.
- Lo se puta, ¿ por que crees que te he atado?- le respondo.
Sin sacar la polla de su conejito, le apreté con fuerza los pezones. La verdad que en eso era como Anabel, una zorrita de cuidado. Cuanta mas caña le daba mas le gustaba. Pero la mire la cara, no pude dejar de ver que en el fondo era una niña y ademas mi hija y me detuve.
- ¿Porqué paras papá?, ¿ Pasa algo?.
- No cariño, pero me parece que no lo estoy haciendo bien, espera que te desato- le digo al tiempo que comienzo a aflojar sus ligaduras. Al tenerla desatada la miro a los ojos:
-Cariño, perdona, pero estoy muy excitado y casi no me controlé. No me di cuenta de que en el fondo aun eres una niña.
Fue decir eso y una nube de ira pasó por sus ojos:
-¿ Como puedes decir eso después de todo lo que hemos echo?. ¿ Ahora tienes remordimientos?. Eso lo tenías que haber pensado antes.
Levantándose se fue a su habitación dando un portazo y yo me quedé con la polla tiesa y sintiéndome mal por todo lo que había pasado.