Yo no quería aceptar que algo así me estuviera sucediendo. No podía creer, que mi propio hijo se atreviera hacerme eso. Aunque no dejo de pensar, que la culpa es toda mía.
Relato
Después de que mi esposo, el padre de Héctor mi hijo, falleció en un accidente laboral. Nosotros a pesar de que recibimos el pago del seguro, y económicamente no estábamos mal, quedamos destruidos, por mi parte yo comencé a beber, para olvidar mis penas. Mientras que mi hijo se aisló de todo el mundo, y comenzó a tener problemas de conducta tanto en la escuela como por la casa, y con sus amigos.
Yo me di cuenta de algo, pero no le puse mucha atención. Mi único interés en la vida, a pesar de que trabajaba, era beber, beber, y seguir bebiendo, apenas se me presentaba una oportunidad. Por lo que una noche que llegué a casa, medio borracha, sobre la mesa del comedor vi una botella de ron casi llena, hasta llegué a pensar que yo la había dejado ahí, antes de salir de casa, y de inmediato mientras comencé a quitarme la ropa, abrí la botella comencé a beber, hasta que creo que perdí el sentido, que no es lo mismo que quedarse dormida.
A la mañana siguiente al levantarme dando tumbos, encontré que estaba completamente desnuda, que para colmo de males, el hueco de mi culo me dolía un montón, es más cuando me senté en el inodoro, a pesar de mi estado de confusión, me di cuenta de que cuando me dieron ganas de cagar, lo que salió de mis nalgas no era mierda precisamente, sino más bien era como una baba lechosa.
Como ya les dije, a pesar de la confusión reinante en mi mente, no me fue muy difícil comprender que alguien me había dado por el culo, mientras que yo estaba sin sentido tirada en mi cama. Me di un buen baño, maldiciendo al hijo de la gran puta que se aprovechó del estado en que yo estaba, por abusar de mí, y hacerme eso. Ya después de que me di una buena ducha, y comí algo, fue que me di cuenta que la puerta de la cocina había sido abierta a la fuerza.
En esos momentos pensé en Héctor mi hijo, me dio miedo que él se hubiera encontrado con el desgraciado que me hizo eso, cuando de momento apareció en la cocina, me dio los buenos días como si nada, y al ver la puerta rota, lo primero que me reclamó, fue. Mamá no hacía falta que rompieras la puerta de la cocina, para entrar a casa, tú sabes que yo dejó una llave de tras del matero de la entrada. Yo pensé decirle que se equivocaba, que el desgraciado que rompió la puerta, también me había roto el culo. Pero decidí quedarme callada, para no importunarlo.
Eso pasó, y no hablamos más de la puerta rota, pero como al mes, en otra ocasión que llegué a casa otra vez algo bebida, nuevamente que me encuentro otra botella de ron sobre la mesa del comedor, completamente llena. Nuevamente mientras me desnudaba, volví a darme un trago a pico de botella, pero a diferencia de la otra ocasión, en lugar de perder el sentido completamente, simplemente me quedé dormida.
Se preguntaran cual es la diferencia, bueno cuando pierdo el sentido, me pueden hacer de todo, y no respondo, es como si estuviera en coma, o muerta en vida. Mientras que si me quedo dormida, bien puedo seguir dormida, pero lo más probable es que me despierte, y me dé cuenta si alguien me está haciendo algo. Y eso fue lo que sucedió, cuando comencé a sentir que alguien me estaba quitando la ropa, y de inmediato esa persona comenzó agarrar mis nalgas, me desperté, o por lo menos lo intenté. A pesar de la gran borrachera que tenía encima, me desperté, cuando comencé a sentir que me enterraban una gran verga dentro de mi culo.
Yo pensé hasta en ponerme a gritar, pero justo antes de hacerlo, el tipo ese, metió su mano bajo mi cuerpo, y de manera salvaje agarró mi coño, apretándomelo de una manera que hacía muchos años, desde que falleció mi esposo, nadie me lo agarraba. Yo no pude aguantar más y como una loca, o mejor dicho en medio de mi gran borrachera comencé a mover mis caderas, y sentía como esa enorme verga entraba y salía de entre mis nalgas, sin que me opusiera en lo más mínimo.
Yo seguí disfrutando del doloroso placer de ser penetrada por el culo, al tiempo que esa persona no soltaba mi coño, lo que me excitaba más todavía. Fue cuando quizás de manera accidental, giré mi cabeza, y me llevé la sorpresa de mi vida. Quien me estaba dando por el culo tan divinamente, era Héctor mi propio hijo.
La verdad es que no supe que hacer, por lo que continué moviendo mis nalgas, una y otra vez, y dejé escapar un profundo gemido de placer. En eso escuché a mi hijo decirme. ¿Te sientes rara mamá?, yo simplemente respondí que si, y de inmediato él mismo continuó diciéndome. Cada vez que yo te vea borracha, esto es lo que te voy a seguir haciendo. Yo no podía creer que eso me sucediera a mí, que mi propio hijo me estuviera dando por el culo, de la manera más salvaje.
Les diré que hasta disfruté de un tremendo orgasmo, pero al él venirse nuevamente dentro de mi culo, me quedé tirada sobre mi cama, en la que de nuevo me volví a dormir. Al despertar, rogaba a todos los santos que todo hubiera sido un mal sueño. Pero no todo fue bien real, y la prueba de ello, la tenía dentro de mi culo.
Cuando desperté nuevamente, me encontré con todo mi culo embarrado por semen, como puede me di una buena y refrescante ducha. Pero al salir del baño, me tope con mi hijo que entraba a su habitación. Se me quedó viendo de pies a cabeza, me dijo. Ya sabes si te vuelvo a encontrar borracha ya sabes lo que te espera. Sin más ni más, mi hijo me dio la espalda y continuó caminando como si nada. Yo sentí un sinfín de emociones dentro de mi cabeza, entre vergüenza, rabia, indignación, culpa, en fin yo sabía que no debía beber, pero jamás esperé, ni tan siquiera soñé, o me imaginé que mi propio hijo me hiciera algo como eso, y que por mi propio bien.
Desde luego por un buen tiempo dejé de beber, pero el que él me hubiera hecho todas esas cosas, como que despertó la mujer que hay en mí. Por lo que no había hora en la que no pesara, en lo que mi hijo me había hecho, disfrutar. Una tarde en el cubículo que ocupo en la oficina, como cosa rara me encontraba sola, y casi de inmediato comencé a recordar como yo movía mi cuerpo a medida que Héctor no dejaba de penetrarme y agarrar mi coño, con fuerza. Pero a medida que continuaba recordando, tras de dar un rápido vistazo a mi alrededor, y asegurarme que estaba sola, levanté mi falda, y llevé mi mano hasta mi coño, y comencé a darme dedo sobre mi clítoris, al tiempo que no dejaba de visualizar todo lo que mi hijo me había hecho. Hasta que disfruté del sabroso estallido de un tremendo orgasmo. Justo a tiempo, antes de que mis compañeros de trabajo regresaran de almorzar.
Esa fue la primera de varias ocasiones en que yo, hice eso. Tanto en la oficina, como estando sola en casa. Lo cierto es que el ron ya no me provocaba, lo que deseaba intensamente era que mi hijo volviera hacerme su mujer. Por lo que una noche llegué a casa, después de estar en el cine viendo una película, y agarré una botella de ron que tenía en la cocina, me di par de tragos, y tras quitarme casi toda la ropa, apenas sentí a mi hijo me hice la dormida.
Héctor al verme, seguramente se molestó, me cargó de mala gana hasta mi cama, donde me tiró, y de inmediato me quitó las pantaletas y el sostén, para de inmediato comenzar el mismo a desnudarse. Ya estaba a punto de volver a darme por el culo, cuando yo haciéndome la borracha, comencé supuestamente a despertarme, y al él tener la impresión de que yo estaba bien borracha, comencé a decirle, o mejor dicho a implorarle que por favor no me penetrase por el coño. Creo que lo poco que le dije bastó, para que él pensara en que si me daba por el coño, yo aprendería la lección, y cuando sentí que toda mi vulva comenzó a recibir su sabrosa verga, yo no pude controlarme más y comencé a mover mis caderas, restregando mis nalgas contra su cuerpo.
Héctor se dio cuenta de inmediato que eso era lo que yo había deseado, y a medida que mi hijo no dejaba de meter, y sacar su sabrosa, y viril verga de mi coño, yo chillaba como una perra en celo, pero de placer, pidiéndole que me diera más, y más duro. Yo no dejé de decirle que nunca más volvería a beber, pero que por lo que más quisiera, no dejara de acostarse con migo. Esa noche cuando finalmente Héctor se vino dentro de mi coño, por el temor a que no me fuera a embarazar, me levanté de la cama y me asee de inmediato, pero al regresar a mi cuarto después de haberme lavado internamente todo mi coño, hasta con agua oxigenada, y vinagre también.
Al ver a mi hijo tirado sobre mi cama, completamente desnudo, lo que me provocó volver acostarme con él. Así que tras limpiar su mustia verga, con una toalla húmeda, comencé a besársela, a lamerla como si se tratase de un helado, para luego cuando comenzó a volvérsele a poner bien dura, y parada, me dediqué a mamársela, y yo misma le ofrecí mis nalgas, cuando entendí que podía volver a penetrarme.
Bueno ya dejé de beber, pero ahora lo único que me mortifica, es el poder salir preñada por mi propio hijo. Por lo que no hay día en que después de tener un salvaje sexo, con él no me lave por un buen rato todo mi coño, ya que ni a él ni a mí nos agrada eso de estar usando condones….