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Mi jefe y yo...

Relato enviado por : narrador el 17/10/2008. Lecturas: 6953

etiquetas relato Mi jefe y yo... .
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Resumen
Desde hace un buen tiempo que soy transexual, Norma para ustedes, pero como dicen de closet, quiero decir con eso que aunque me pongo linda y bella, en muy pocas y escogidas ocasiones piso la calle así vestida. Esto que les cuento, si se entera mi jefe, no tan solo que desde luego me despide, sino que estoy bien seguro de que sería capaz de medio matarme a golpes.


Relato
No es que sea exagerada, lo digo porque lo conozco muy bien. Desde hace un buen tiempo que soy transexual, Norma para ustedes, pero como dicen de closet, quiero decir con eso que aunque me pongo linda y bella, en muy pocas y escogidas ocasiones piso la calle así vestida. Una de las razones, es que tengo un miedo tremendo a ser descubierta, y otra a que algún tipo sin escrúpulos me llegue a golpear, si se da cuenta de lo que soy. En otras ocasiones, me reúno con algunas de mis amigas intimas, y después de llegar a un Pub en el cual su administrador es un chico gay, el cual nos permite cambiarnos de ropa dentro del local.

Casualmente estando en ese local, un viernes en la noche en que mis amigas y yo modestia aparte, lucíamos regias. No lo digo por echármela, pero cuando me arreglo ni mi madre me reconoce, y eso ya lo comprobé en una ocasión. Pero volviendo al tema, cuál no sería mi sorpresa que veo entrar a mi jefe con un par de clientes españoles, los cuales desde que los vi en la oficina esa misma tarde, me dieron la impresión de que ambos eran del ambiente gay. Los clientes se comenzaron a besar en su mesa, como una buena pareja lo haría, mientras que mi jefe algo cortado por lo que ellos hacían frente a sus ojos, se movió a la barra, justamente a mi lado.

Yo en esos momentos me encontraba vestida con un ajustado licra corto de color negro, enterizo, que me cubría desde la parte superior de mis muslos, dejando ante la vista de todas las personas, mis bien formadas piernas. Ese vestido me llega hasta mis pequeños senos, ya que no hace mucho comencé a desarrollarlos con hormonas. Al ver a José Manuel mi jefe sentado a mí lado, estaba que me moría del miedo de que se diera cuenta de quien yo era, pero a medida que la noche continuó pasando, mientras que continuaba dándose los tragos a solas, se fue fijando en mi persona, y desde luego no me reconoció, aparte de que iba muy bien vestida, mi frondosa y abundante cabellera negra, el maquillaje apropiado sin ser exagerado, además de los lentes de contacto azules, estaba usando collares y aretes en esos momentos, en nada le recordarían a su callado empleado, mucho más bajito que él, delgado, pecoso, de cortos cabellos rubios y ojos marrones claros. Ya estaba yo por marcharme, cuando mi jefe ignorando desde luego quien yo era me buscó conversación, invitándome un trago. No se pero en esos instantes, de momento se me ocurrió una locura, y en lugar de cortar y marcharme, decidí quedarme con él sacándole conversación.

Conociéndolo comencé a hablar sobre el tema que a él se que le apasionan, los autos lujosos y deportivos. Me acuerdo que nada más le comenté, que me gustan los hombres que manejan autos convertibles, y él me dijo con aires de superioridad. Tengo un Mercedes Ben Kompresor convertible, por lo que se cree la gran cosa por eso. Durante la inocente charla sobre autos, me dijo que era soltero y sin compromiso, claro que eso es falso, ya que yo conozco a su mujer y a sus dos pequeñas hijas. Luego me invitó a bailar, al principio se comportó de manera bien caballerosa, pero a medida que la noche fue avanzando, se fue tornando un poquito atrevido, dejando deslizar una de sus manos hasta mis paradas nalgas.

Después de lo cual se dedicó a bailar bastante pegado a mi cuerpo, en ocasiones sentía su duro miembro contra mi plano vientre, lo que la verdad es que me tenía loca por sentirlo dentro de mí. Después de eso me invitó a la mesa con sus clientes, y uno de ellos me reconoció. Pero como dicen murió callado, quiero decir que no hizo ningún comentario, por lo menos frente a José Manuel. Nuevamente cuando nos pusimos a bailar continuó manoseando mi cuerpo, y comenzó a besarme, introducía su lengua dentro de mi boca, al tiempo que sabrosamente me apretaba contra su cuerpo a medida que seguíamos bailando, hasta que me insinuó que podíamos hacer algo un poco más íntimo en algún reservado.

Lo que yo acepté, pero antes le bajé con el cuento de que tenía la regla, para él eso pareció no ser ningún inconveniente. Ya que apenas puse un pie en el reservado nuevamente me tomó entre sus brazos y comenzó a besarme de manera salvaje, queriendo manosearme todo. Yo buscándolo distraerle, apenas se retiró el mozo que nos trajo una gran botella de champan y me arrodillé frente a él y con mis manos saqué su miembro de su encierro. En cosa de segundos a medida que se lo manipulaba entre mis dedos, se puso duro como una barra de hierro. Pero tan caliente como un pan, recién sacado del horno.

Mi jefe, a medida que comencé a lamer su colorado glande, puso una cara de felicidad tremenda, sus manos las colocó sobre mi cabeza, y a medida que yo me dediqué a chupar y chupar, él entornaba los ojos disfrutando de eso que yo le estaba haciendo. Hasta que de momento me preguntó, ya que no puede por la regla, me dejarías que te lo meta… al tiempo que decía eso se quedó viendo mis paradas nalgas, a lo que yo aunque muerta de miedo por dentro le dije que sí.

Así que buscando apoyo en una de las butacas del reservado, le di la espalda, me subí ligeramente el vestido y de manera bien discreta medio bajé las pantis que estaba usando, dejando oculta ante su vista mi pene. Para mí sorpresa, comencé a sentir su lengua entre mis nalgas, el inesperado placer que eso me produjo, por poco me saca de concentración, el sentir su húmeda lengua presionando mi esfínter, fue algo único que hasta ese momento, solamente algunas de mis amigas me lo han hecho, al tiempo que yo les devuelvo el favor, haciéndoselo al mismo tiempo.

José Manuel por un largo rato me estuvo lamiendo el culo, mientras que con sus manos me acariciaba y apretaba mis nalgas deliciosamente, hasta que yo misma le pedí que me lo enterrase. Mi jefe se irguió tras de mí, y dirigiendo su caliente miembro contra mis nalgas me comenzó a penetrar, yo por mi parte me bajé la parte superior de mi vestido, dejando mis pequeñas tetas al aire, las que él de manera salvaje me las apretaba viciosamente a medida que continuaba clavándome toda su verga dentro de mí.

Su boca me mordisqueaba la nuca, lo que hacía que sintiera como una sabrosa electricidad que me recorría todo el cuerpo. Yo como nunca antes, movía mis caderas, y las restregaba contra su cuerpo, buscando sentir mucho más dentro de mi culo, su verga. A medida que él continuaba metiendo y sacando su sabroso pedazo de carne dentro de mí, yo apretaba y soltaba mi esfínter, una y otra vez, en mi vida había disfrutado tanto del miembro de otro hombre como hasta esa noche. José Manuel me decía, sin cesar que era la mujer más rica con la que él hubiera estado, mientras que yo dejaba escapar no gemidos sino gritos de placer, hasta que él se vino por completo dentro de mí.

Después de un corto rato, extrajo todo su miembro de mi culo, sin demora me subí las pantis me acomodé el vestido, mientras que él con una servilleta torpemente se limpiaba su miembro, hasta que yo tomando una de las copas de champan, se lo comencé a limpiar, tras lo cual como para dejarlo en las mejores condiciones posibles, me lo volví a meter a la boca, y entre tragos de champan y las mamadas que le seguí dando, su miembro se volvió a poner en forma, por lo menos hasta que comencé nuevamente a chupárselo de manera desesperada, haciendo que volviera a venirse.

Cuando José Manuel y yo salimos del reservado, me encontré a mis amigas haciendo guardia en la puerta, pero no nos dijimos nada, después me enteré que se pusieron nerviosas, al escuchar los gritos que yo daba dentro. Fuimos a su mesa, y entendí que era el momento preciso de retirarme, José Manuel, me dio el numero de su teléfono personal, quedamos en vernos nuevamente, y me marché con mis amigas, a las que en el camino a casa les conté todos los detalles de nuestro encuentro de quien él era, dejándolo a él con sus clientes.

Al siguiente lunes, como de costumbre le pregunté cómo había pasado el fin de semana, mi jefe sin discreción alguna, y exagerando algunas cosas, me contó prácticamente con lujo de detalles todo lo sucedido, en el reservado. Sin tener la menor idea de que yo era Norma, la chica a la que le dio tan sabrosamente por el culo. José Manuel se ha quedado esperando que Norma lo llame, y así se quedará para siempre, ya que como se que el cuento, de que tenía la regla se lo pudo haber tragado en ese momento, pero también sé que de seguro no se lo vuelve a tragar dos veces. Me he abstenido de llamarlo, como Norma.

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es rico usar hilos mas si te ven y te tocan mas si te miran y luego no te quieren dejar de coger lee mi relado
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