Pienso que en medio de todo, lo que me ha sucedido fue por descuidado, ya que comencé a escribir en mi computadora, una especie de diario que decidí llevar, en el cual escribía sobre las cosas que me sucedían, así como sobre mis deseos más íntimos, y desde luego también sobre mis fantasías.
Relato
Lo que yo ignoraba era que mi madre, como yo no le puse clave de acceso, un día en que necesitó mi computadora, al sentarse frente a la computadora, seguramente lo primero que se encontró fue con eso, y se dedicó a leer todo lo que yo había escrito.
Para no entrar en detalles, les diré que tengo más de dieciocho años, y desde aproximadamente los catorce años, fui escribiendo en mi computadora, como parte de un ejercicio de literatura, también comencé a sentirme menos ansioso. En esos escritos yo daba rienda suelta a todos mis deseos. Desde el tipo de auto que yo soñaba tener, hasta las veces con que me acostaba con alguna mujer de mi imaginación, y lo mucho que la hacía disfrutar. Pero con el paso del tiempo, comencé a ser más y más detallista, y realista en cuanto a mis deseos o fantasías.
Así que un día, en que me encontraba en casa, ya que recién y comenzaban mis vacaciones de verano, vi a mi madre saliendo del baño, completamente desnuda, y mojada, con todo su cabello suelto mojado, cayendo sobre sus hombros. Desde luego que yo me quedé boquiabierto, observando su bien formado cuerpo, y cuando ella se dio cuenta de que yo la miraba, sin mortificarse mucho, me dijo. Es que se me olvidó la toalla en el cuarto. Y siguió caminando sin prisa, como si nada hubiera pasado, sin el más remoto sentimiento de vergüenza, o de pudor para tratar de hacer el mínimo esfuerzo por ocultar su bella desnudez, moviendo sus hermosas caderas de manera cadenciosamente sensual, mientras que yo de momento, me di cuenta de que tenía una tremenda erección, al ver a mi madre en tales condiciones.
Apenas ella atravesó la sala, y entró en su dormitorio y el de mi padre, de inmediato me recriminé a mí mismo, el haberme quedado viéndola desnuda, mientras lentamente caminaba a su habitación, con mis ojos clavados en sus bellas y bien formadas nalgas. Al principio no pude dejar de pensar tanto en el peludo coño de mi propia madre, así como en sus paradas y firmes tetas, eso sin nombrar sus hermosas caderas y provocativas nalgas. Al principio me limitaba a recordar, pero a los pocos días, comencé a escribir, o mejor dicho a describir lo que había sucedido, y como en esos momentos el ver a mi madre completamente desnuda, me había hecho sentir tan excitado, que tuve una tremenda erección, con la que terminé masturbándome, al tiempo que recreaba en mi mente lo que momentos antes había visto. Además de describir lo sucedido, también escribí que al verla así, me provocó acostarme con ella, justo en el mismo momento en que salió completamente mojada y desnuda del baño caminando de lo más tranquila en dirección a su cuarto. Como yo la tomaba entre mis brazos, y sin que ella me ofreciera el menor rechazo, la cargaba hasta su cama y la de mi padre. En donde tras besarnos intensamente, fui separando sus piernas, y penetrando su peludo coño con mi parada verga. Y eso digamos que fue lo más inocente que escribí.
Como ya les dije, mi madre debió haber usado mi computadora, y encontró sin mucho esfuerzo, ya que no había cerrado ninguna ventana, de mi diario.
Seguramente las leyó detenidamente, quizás asombrándose de los ocultos deseos que yo tenía por ella. Ya que cierto día justo después de que mi papá había salido para el trabajo, la volví a ver saliendo completamente mojada y desnuda del baño. Solo que en lugar de estar en la puerta de mi habitación, yo me encontraba de pie al lado de la mesa del comedor, a punto de sentarme para desayunar, y ella la atravesó la sala de lo más tranquila, caminando de manera seductora frente a mis desorbitados ojos. Yo la vi acercándoseme completamente desnuda, con todo su cabello suelto mojado sobre sus hombros, al tiempo que viéndome a los ojos, me dijo con su melosa y seductora voz. No me lo vas a creer, pero volví a olvidar la toalla en el cuarto. Yo me quedé observándola, de arriba abajo, clavando mis ojos tanto en su peludo coño, como en sus paradas tetas.
Yo la verdad es que no sabía qué hacer, si dejar de mirarla, o caerle encima. Fue cuando vi algo en su manera de mirarme, que me hizo actuar de inmediato. Una especie de brillo seductor en sus ojos. Como invitándome a que me atreviese a tocarla. Yo estiré mi brazo derecho, agarrándola suavemente por su hombro izquierdo, deteniéndola justo antes de que fuera a darse media vuelta y continuar caminando para su habitación. Me le quedé viendo directamente a sus embrujadores ojos, y sin necesidad de que nos dijéramos nada, en un abrazo unimos nuestros labios. Tanto mi madre como yo comenzamos a besarnos intensamente, como jamás yo había besado antes a ninguna de mis novias. A medida que seguimos ardientemente abrazados, besándonos, y acariciando nuestros cuerpos mutuamente. Sentí su húmedo pero caliente cuerpo contra el mío, y en un abrir y cerrar de ojos, la toalla que yo cargaba sujeta a mi cintura, ella hizo que se deslizara hasta el piso del comedor.
A medida que continuamos besándonos y acariciándonos, de manera ardiente, abrazados tal y como ambos nos encontrábamos, nos fuimos moviendo hacía el sofá de la sala. En el que ambos sin dejar de sentir mutuamente el calor de nuestros desnudos cuerpos, nos recostamos. En cierto instante, en que ambos ya nos encontrábamos recostados sobre el sofá, tomamos un respiro en medio de nuestro fogoso beso, y me di cuenta que mi madre, tras fijar su mirada en mis labios, de inmediato dirigió picara y seductora mirada a su coño, para mí fue como yo si pudiera leer su mente, o mejor dicho como escuchar su voz diciéndome. Besa mi coño.
Yo sin dejar de acariciar su desnudo cuerpo, fui deslizándome lentamente sobre su piel, besé sus parados y calientes pezones, luego con mi lengua fui lamiendo su vientre, hasta que mi boca se detuvo sobre su peludo coño. Al tiempo que de manera suave, y lenta fui separando sus rodillas. En mi vida antes le había llegado a mamar el coño a ninguna de mis novias, a lo sumo y con mis dedos, previamente si había llegado acariciar sus vulvas, y jugado con mis dedos, el caliente clítoris a par de ellas, antes de llegar a penetrarlas. Pero apenas tuve ante mi rostro, el coño de mi madre, sin dudarlo por un solo instante, me dediqué a besarlo, lamerlo, chuparlo, y mordisquearlo, una y otra vez, hasta que fijé mis labios a su inflamado y delicioso clítoris. Arrancándole profundos gemidos de placer, chupándoselo intensamente, mordisqueándolo, haciendo que mi madre clavase sus uñas en mi espalda, y gritase de gozo una, y otra vez, en infinidad de ocasiones.
En cierto momento sentí un sabroso chorro caliente, que surgió de su coño, mojando todo mi rostro, al tiempo que ella no cesaba de dar gritos, y placenteros gemidos, diciéndome. Hazme tuya, hijo de la gran puta, sus fuertes palabras, en ese momento no las tomé como un insulto, sino más bien como un ruego para que la penetrase. Por lo que sin perder tiempo, retiré mi cara de su sabroso coño, y coloqué mi parada y caliente verga entre sus piernas. La que se fue deslizando suavemente, dentro de su húmeda, caliente, y bien lubricada vulva. Nuestros cuerpos se unieron, sentía su palpitante coño, como envolvía todo mi miembro, como si agarrase, o chupase mi verga.
Mi madre a todas estas, no dejaba de gemir profundamente, de decirme lo mucho que me deseaba, como yo también se lo decía a ella, entre los salvajes besos, que mutuamente nos dábamos. Mi lengua exploró toda su boca, mis manos acariciaron repetidamente sus senos, sus caderas restregaban su cuerpo contra el mío, como buscando sentirme más y más dentro de ella. En esos instantes hasta pensé, que de haber aparecido mi padre, poco me hubiera importado que nos encontrase así. Yo estaba tan excitado, quizás por el morboso sentimiento de estar teniendo sexo con mi propia madre, de la forma y manera en que lo estábamos teniendo. Que poco me importaba, lo que pudiera suceder después.
Ni la menor idea tengo de cuánto tiempo permanecimos en el sofá, lo que sí sé es que hasta ese momento de mi vida, jamás ni nunca había disfrutado del placer que mi propia madre me estaba proporcionando, en ese instante. Cuando volví a provocarle otros múltiples orgasmos, al tiempo que yo me venía, mi madre volvió a clavar sus uñas tanto en mi espalda, como en mis nalgas. Sus gritos, y gemidos de placer, quizás se debieron escuchar hasta fuera de la casa. Cuando finalmente, ambos nos fuimos calmando, hasta que nos detuvimos del todo. Por un largo rato permanecimos abrazados, besándonos, y acariciándonos amorosamente, hasta que finalmente nos pusimos de pie.
Yo no sabía ni que decir, pero mi madre, me tomó de la mano, y sin mucha prisa, ni presión alguna me condujo a su habitación. Ya dentro de su habitación, yo pensaba decirle algo, pero antes de que pudiera articular palabra alguna, ella colocó su dedo índice sobre mis labios, y me dijo. Creo que está de sobra que te diga que esto queda entre nosotros dos, nada de ponerte celoso de tu padre, como cuando eras un crio de dos, o tres años, que te querías meter entre nosotros dos cuando teníamos sexo. Y la única manera de controlarte, era que yo te diera la teta, al mismo tiempo que tu padre me daba por dé tras.
Yo me quedé sin saber que decir, de eso ni el menor recuerdo tenía hasta que ella me lo dijo, en ese instante. Fue que recordé que cuando nos mudamos de casa, siendo yo bien pequeño, todo cambió ya que no volví a dormir con ellos. Mi madre en ese instante, al tiempo que me hizo sentar en su propia cama, se arrodilló ante mí, y agarrándome el miembro, lo llevó a su boca. En cosa de segundos, al yo sentir sus suaves labios, y su húmeda lengua jugando con mi colorado glande, volví a tener otra fuerte erección, por espacio de varios y largos minutos, mi madre, se entretuvo chupando, lamiendo, y mordisqueando divinamente toda mi verga, y hasta mis testículos, los que ocasionalmente me jalaba, para volver otra vez a continuar desde el principio.
Ella se dejó de estar arrodillada, y sin dejar de mamar mi verga, se mantuvo entre agachada, y sentada, sobre el piso de su cuarto, separando sus piernas, al tiempo que con sus propios dedos, acariciaba externa e internamente toda su vulva y vagina. Yo ya tenía nuevamente mi verga bien caliente, y parada. Cuando ella con una seductora sonrisa me preguntó, cual niña traviesa ¿Te gustaría darme por el culito? A lo que yo sin perder tiempo, le respondí que si.
Mi madre se levantó del piso, y colocándose en cuatro patas sobre su misma cama, me ofreció sus hermosas, y bien formadas nalgas, para que las hiciera mía. Yo coloqué mis manos sobre sus caderas, y dirigí mi verga, al oscuro, y apretado hueco de su culo, lentamente comencé a presionar, y ante mis sombrados ojos vi como fue desapareciendo dentro de su cuerpo mi verga, hasta que volvimos a unirnos en un fuerte abrazo que le di a mi madre por la espalda.
Ella aunque se quejó ligeramente a medida que la fui penetrando por su sabroso y caliente culo, cuando una vez que toda mi verga, estuvo dentro de ella, comenzó a mover sus nalgas, y caderas. Como nunca antes me había sucedido con alguna de mis novias. Creo que instintivamente, con mis dedos busqué su coño, y ya dentro de él, mis dedos agarraron su clítoris, y a medida que yo no dejaba de sacar, y meter mi verga dentro de su apretado y sabroso culito, mi madre seguía moviendo sus caderas, y gimiendo de felicidad.
Hasta que nuevamente le arranqué un sinfín de múltiples orgasmos. Quedando los dos recostados en su cama, y la de mi padre, por espacio de casi una hora. Después de pasar uno de los momentos más felices, placenteros, y gratificantes de mi vida. Mi madre me dijo, ahora antes de que se te vaya a olvidar, ponle una clave de acceso a tu computadora, así como a tu diario. No sea que tu padre, o cualquier otra persona, por accidente, algún día lea lo que has escrito, y de seguro seguirás escribiendo. Pero eso sí me dejas saber cuál es.
Mi madre, y yo, aun seguimos teniendo nuestros íntimos encuentros. No tenemos que decirnos nada, cuando nos encontramos solos, me basta con verla salir del baño, sin toalla, ni ropa alguna. Para saber lo que me espera.
Relato erótico enviado por Anonymous el 14 de December de 2007 a las 13:35:08 - Relato porno leído 786351 veces
Si te ha gustado Mi madre descubrió mi fantasía, y la hizo realidad. vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar Mi madre descubrió mi fantasía, y la hizo realidad..
narrador
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
arnold 570
(31 de October de 2014 a las 02:52) dice:
Solo puedo decirte, mudo de excitación, cuanto te envidio amigo katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:24) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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