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Mi madre es mi obsesión desde que logré masturbarla, TERCERA PARTE

MaxTargaryen69 Relato enviado por : MaxTargaryen69 el 02/12/2022. Lecturas: 2853

etiquetas relato Mi madre es mi obsesión desde que logré masturbarla, TERCERA PARTE   Amor filial .
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Resumen
Un hijo quiere satisfacer todos los deseos más internos y reprimidos de su madre, luego se haber logrado que ella sienta placer nuevamente al hacerla suya, esto lo llevará por caminos de lujuria inimaginables para él.


Relato
Luego de lo sucedido en mi relato anterior, amaneció, y yo no había dormido absolutamente nada, pues aún estaba alucinando después de haber tenido sexo con mi madre, un sexo prohibido y morboso, el cual me excitó tanto que me dediqué a pensar en eso mientras se iba la noche.
Vi como mi madre se levantó desnuda de la cama, me dio un beso volado, se puso un short y una blusa que le quedaba un poco grande y se dirigió a la cocina, yo me puse un boxer y bajé así siguiéndola, le dije:

- Mami, me gustó mucho lo de anoche, y a ti?.

Levantó su mirada y me dijo:

- Nunca pensé que iba a tener sexo nuevamente y menos con mi propio hijo.
- Pero te gustó?
- Lo que sentí contigo no lo había sentido desde hace mucho tiempo, ni siquiera con tu padre.

Le pregunté por segunda vez:
- Pero te gustó?

Sin levantar su mirada me dijo un tímido: si

- y ¿Con quién lo sentiste entonces?

Sin mirarme como concentrada en lo que estaba haciendo me dijo:

- Con unos desgraciados, pero contigo fue diferente, pues esta vez yo lo quise y no quiero hablar de eso, así que nunca más me lo vuelvas a preguntar. Al decir eso salieron lágrimas de sus ojos y se puso a secar unos platos.

Ya no le dije nada  pues mi madre estaba muy dolida y se le notaba en el rostro. No indagué más por el momento, pero la hipótesis que me había planteado en la noche sobre que mi madre estaba traumada por algún incidente sexual había sido cierto, su vida sexual tomó un giro radical  y nunca pudo estar con otros hombres, ni siquiera con mi padre.

Quería hacerla sentir bien, me le acerqué y le dije que cuente conmigo para hablar si así lo deseaba, la abracé y le di un beso en la mejilla, seguimos abrazados por unos segundos más y la besé en la boca.

Mi madre se apartó rápidamente, pero la agarré de las nalgas juntado su sexo con mi miembro erecto; estaba muy duro, no sabía si por lo sucedido anoche o pensar que mi madre tuvo varios orgasmos con unos desgraciados, al admitir que al momento en que le ocurrió tal suceso, sintió un placer en la misma magnitud que le hice sentir yo.

Me exitaba ser el primer hombre que la hizo tener orgasmos luego de aquel nefasto incidente y que conmigo pudo hacer lo que con mi padre le fue imposible, pues conmigo si quiso entregarse aunque su mente le jugaba malas pasadas.

Quería mostrarle a mi madre de algún modo que ese placer lo podía sentir a voluntad y que su satisfacción no necesariamente implique que alguien se lo haga sentir sino que pueda provocárselo de manera libre y voluntaria. Quería que se sienta una hembra en celo y que sus deseos reprimidos más internos los satisfaga conmigo sin vergüenzas ni tapujos.

Así que cuando la atraje hacia mi, agarrándola de las nalgas, la arrimé contra una mesa, le agarre su concha e inserté dos dedos a través de su short, mi madre cerró las piernas y le dije: ¿te gusta?

Ella miró hacia abajo y dijo tímidamente: si.
Le bajé el short con su calzón incluido, de un solo tirón y se lo dejé a la altura de los tobillos, le abrí las piernas y empecé a dedearla.

- Di cuánto te gusta
- No
- ¿Cuánto te gusta?
- Mucho

Me bajé el boxer y ie dije chúpalo
Mi madre se quedó inmóvil adquiriendo el estado de la noche anterior y le dije por segunda vez con voz firme: chúpalo.

La tomé del hombro y la ayudé a que se arrodille, inmediatamente metí mi verga en su boca, parecía que era la primera vez que iba a mamar una verga, tres días después me confesó que solo lo había hecho cuando ocurrió el incidente que marcó su vida y no lo había vuelto a hacer nunca más; se la metí toda en la boca y se la sacaba por las comisuras de sus labios haciendo que cada vez que mi verga salga de su boca emita un sonido, un sonido cada vez más fuerte; mi madre empezó a llorar, y le pregunté: ¿te gusta?, con voz tímida me dijo: si

Me lo dijo con una voz tierna y tímida a la vez, lo cual me excitó más. Cuando me estaba chupando la verga, sin previo aviso se acostó en el suelo y se tapó la cara con sus dos manos y cerró las piernas, volviendo nuevamente a su actitud de la noche anterior tal como lo conté en mi segundo relato.

Le dije: no te avergüences, admite que te gusta, pero no me respondió.

- Quieres verga ¿si o no?

Agarré mi verga dura, me paré sobre ella abriendo mis piernas y empecé a masturbarme apuntando hacia ella, quería que lo admita, quería que no se sienta culpable por desear ser penetrada por una buena verga.

- Sí quiero

Me arrodillé, junté sus piernas y las puse sobre mi hombro izquierdo, follándola de manera rápida sin perder ritmo, luego la volteé y la puse en cuatro, la nalgueé hasta que sus nalgas se pusieron rojas, le metí mi dedo pulgar en el culo y al mismo tiempo penetré su concha mojada y apretada con mi verga, todo eso mientras estábamos en el suelo, luego hice que se de vuelta, le escupí en la concha para lubricarla más y seguí follándola sin parar por media hora.

La follé salvajemente y aunque mi madre lo disfrutaba, durante todo el acto sexual forcejeaba, lloraba de manera desconsolada, se cubría la cara, trataba de cerrar sus piernas, y me golpeaba el pecho y los hombros como si la estuviera forzando.

Luego del acto nos bañamos y nos acostamos en la cama para ver televisión y le pregunté:

- Mami, yo sé que te gusta lo que hacemos pero parece que no te gustara en absoluto.

- Si me gusta mucho, pero no puedo evitar hacer ciertas cosas.

La abracé, y le dije que no importaba el modo, solo importaba que ella se sientiera bien; la conversación quedó ahí pero me quedaba algo pendiente, pues a pesar de que me excitaba hacérselo de la mamera en que mi madre lo proponía, no era normal; así duramos cuatro meses; le hice el amor todos los días a mi madre a su modo durante todo ese tiempo.

Hasta que se nos dio la oportunidad de consultar un psicólogo; fuimos como pareja, ya que no nos conocía y por supuesto nunca le mencionamos que éramos madre e hijo; claro que le resultó interesante nuestras edades, pero eso ya es algo socialmente aceptado en comparación con el incesto, sino supongo que nos hubiera recetado terapia perpetua.

Cuando el psicólogo le preguntó qué sentía cuando se tapaba la cara y se ponía en posición fetal, ella respondió:

- Excitacióm extrema

Para ella era difícil aceptarlo pues eso lo adquirió desde que tuvo esa terrible experiencia en el pasado y por eso no lo demostraba de manera normal y cuando el psicólogo le preguntó qué es lo que sentía cuando trataba de golpearme cuando teníamos relaciones sexuales, ella respondió:

- en el fondo quiero que me tome y que me dé más duro.

Esos comportamientos anormales fueron sustituidos por otros más convencionales, lo cual el psicólologo nos dio algunas ideas y nos dio via libre para que nosotros decidiéramos cuál se nos diera mejor; por lo que cuando llegamos a la casa, decidimos que cada vez que ella sienta que está en excitación extrema, ella apriete y cierre el puño sustitutendo su comportamiento de vergúenza en la cual ella se tapa la cara y se pone en posición fetal; de la misma forma cada vez que sienta la necesidad de golpearme en pleno acto, ella se masturbe, ya que cuando tenía esa necesidad de golpear, ella en realidad quería que yo "le dé más duro" como fueron sus palabras.

Así que lo intentamos, fue todo un proceso, a manera de ensayo y error hasta que por fin pudo hacerlo sin titubear en un lapso de tiempo relativamente corto.

Ahora en pleno acto sexual, cuando mi madre se masturbaba, yo sabía lo que quería decir e incorporamos varias palabras pues además de que se masturbaba, me lo decía expresamente "dame más duro".

Mi madre a simple vista actuaba normal cuando me la follaba aunque todavía venían ciertos recuerdos en su mente, pero ella se imponía y eventualmente lo superaba.

La convencí de que se operara los senos, me gustan los senos grandes, a regaña dientes lo hizo, pero cuando vimos los resultados finales, ambos quedamos felices; cambió su forma de vestir y salía a la calle con confianza y seguridad. Mi madre es preciosa, tiene 44 años pero todo el mundo dice que parece de 35. Su autoestima ahora estaba por los cielos y se sentía bonita nuevamente.

En aquel tiempo, mi madre tuvo que hacer una diligencia en un banco y yo la acompañé, estaba vestida con una falda negra que le llegaba hasta la rodilla, su blusa tenía un escote por donde se le notaban sus hermosos senos recién estrenados por mi, además esa tarde se había puesto una tanguita negra de encajes con unas medias de nylon negras, se la veía muy sexy.

Nos fuimos en el sistema del metro de la ciudad ya que nuestro auto estaba dañado; al regreso a casa nos tocó hora pico y había una gran multitud de gente por lo que en un momento nos separamos dentro de aquel medio de transporte, pasaron unos 15 minutos, cuando veo a mi madre a lo lejos con una actitud extraña, estaba con semblante rojizo y cuando me acerqué vi que alguien estaba frente a ella y pude darme cuenta que la estaba tocando su parte íntima, vi su falda levantada con la mano del tipo en la vagina de mi madre, mientras me iba acercando para librarla de esa situación noté que mi madre apretaba y aflojaba el tubo con el que se sostenía y pensé: mi madre esta tratando de apretar y cerrar su puño, lo cual solo yo reconocía. Eso solo quería decir una cosa, ella estaba en extrema excitación.
A pesar de que esa situación me excitó, no podía dejar que se aprovechen de mi madre, pues todo lo que habíamos avanzado se iba a ir al caño,  así que me apresuré para detener la situación, de repente ella giró la cabeza, vio que me acercaba y ella por sus propios medios salió de ese lugar, dejándolo al tipo atrás.

Entonces me di cuenta, era consensuado, mi madre se dejó tocar y permitió que la tocara, pues solo cuando me vio, hizo algo para salirse de esa situación. Al reconocer y darme cuenta que mi madre se había excitado de manera extrema al dejarse tocar por un desconocido, me excitó, seguí a mi madre poniéndome detrás de ella para "protegerla", pues eso estaba repleto, puse mi mano derecha en su vientre, y con mi mano izquierda me propuse a terminar lo que el otro tipo había empezado, según yo nadie nos veía, pues ese transporte era una "lata de sardinas" literalmente. Mi madre giró su cabeza, me vio y se mordió lo labios, la masturbé como loco hasta que mi madre apretó las piernas y sentí como se vino en mi mano, por suerte nadie nos vio.

Al dirigirnos a casa estábamos en silencio  y empecé a reflexionar que mi madre tenía sus fantasías, tal vez un poco más oscuras y pervertidas que las convencionales, pero quién soy ya para juzgar, todos tenemos fantasías. Tal vez al tener sexo nuevamente, se le habían despertado sus deseos más escondidos y reprimidos.

Al llegar a casa, estaba con la verga erecta y con el corazón acelerado, quería follarla, estaba muy excitado al ver que mi madre se comportó como una putita, si eso quería, iba a hacer que se sienta bien puta, así que sin previo aviso la arrimé contra la pared, dándome la espalda, bajé su tanga toda mojada de tanto dedo que había recibido, incluyendo los míos, e hice que levante su culo para penetrar esa concha y empecé a bombearla, con mi mano derecha apretaba un pezón y con mi mano izquirda frotaba y daba palmadas en su clítoris, con mi palma abierta de la mano la masturbaba rápido y le dije:

- ¿Así quisieras que te toque un desconocido en el metro?
- No sé de que hablas
- Te vi
¿Te gustó cómo te tocó?

Todo esas preguntas le hice mientras la penetraba y masturbaba, hasta que me dijo:
- Sí, me gustó mucho, pero más me gustó cuando lo hiciste tú.

Mi madre empezó a masturbarse, lo cual quería decir una sola cosa, quería qie le dé mas duro, por lo que le di más duro sin parar hasta que se vino.

Esa noche tuvinos una conversación, pues quería conocer todo lo que a mi madre le excitaba

- ¿Qué te excita?, cuéntame, dime tus fantasías
- Me da vergüenza hablar de eso
- Vamos dímelo, conmigo no tengas vergüenza
- Me excita que un desconocido me toque, esa es una.

Esa yo ya lo sabía y lo había comprobado de primera mano o más bien de segunda, literalmente hablando, pero no le dije nada, e insistí:

- Dime otra
- Yo sé que lo que me pasó fue muy traumante pero ahora cada vez que pienso en eso me excito.

Supongo que no ir a todas las terapias por falta de dinero nos estaba afectando. Pues si bien ahora mi madre estaba mucho más desinhibida en el sexo, por otro lado, todo esto estaba tomando otro rumbo, ¿Será que ahora su lado de puta estaba aflorando?, pensé.

O ¿fue culpa mía que se le hayan despertado esos deseos luego de años de completa  normalidad aparente?

- ¿Alguna otra fantasía?
- Creo que eso es todo, y las tuyas?

Encontrarme otra así como tú para darle por el culo todos los días, iba a decirle, pero no le dije nada.

- Las mías, son hacerlo en la playa o e una terraza al aire libre.
- Ah que bien, algún día las hacemos.

Le iba a regresar la misma frase pero no le iba a decir que algún día íbamos a hacer la suyas.
Pensando en ese tema, si bien no era sano para ella que sus fantasías se hagan realiadad, podíamos imaginarlo en pleno acto y de ese modo hacer memorables nuestros encuentros.

Luego de esa conversación en la cual me contó sus fantasías, fui a un Sex Shop especializada en BDSM y compré una variedad de artículos que me recomendaron tales como dildos, vibradores, cuerdas, esposas, mordazas, dilatadores anales, etc. Pues mi obsesión ya no solo era follarla sino cumplir sus fantasías más íntimas, oscuras, pervesas y depravadas, las cuales ya no solo eran de ellas sino mías.


Se nos hizo habitual ver películas pornográficas juntos y una vez vimos una película en la cual la protagonista principal estaba borracha y 4 hombres se aprovechan de su estado para hacerle de todo, mi madre empezó a masturbarse al ver aquellas escenas, entonces metí mis dedos profundo en su conchita e hice que me chupe la verga, tal como lo estábamos viendo en la película, tuve la oportunidad de usar los juguetes sexuales que compré, la esposé, la amarré en la cama, hice que se ponga un vibrador, para resumir, me la follé de la forma más morbosa posible, y por primera vez penetré el culo de mi madre, sus gritos de placer fueron indescriptibles y mientras me la follaba de esa manera, hice que se introduzca un dildo o consolador por su conchita, a manera de doble penetración, esa noche le di tanto placer a mi madre que me lanzó su squirt en la cara cuando le estaba chupando su clítoris.

Así que ahora cada vez que tenemos sexo, incorporamos estas fantasías, mi madre en el sexo quiere que la domine, que la haga sentir indefensa, de modo que lo putita dentro de ella sale a flote y pasamos noches de éxtasis total.

Tal vez es poco convencional lo que hacemos, pero nuestras fantasías se han cumplido y nos sentimos bien en nuestra relación madre-hijo.

Todas estas emociones que viví y sigo viviendo con mi madre no se hubieran vuelto realidad si aquella noche no la hubiera masturbado, pues nunca me hubiera dado cuenta todo lo excitante que es hacerle el amor a mi madre cuando entra en su estado de sumisa, a ella le gusta cuando siente que la dominan, y no, no la voy a llevar al psicólogo, acordamos eso porque me gusta hacerla sentir una putita cada vez que la penetro y a ella también le gusta; por lo que no me arrepiento de haberlo hecho esa primera vez.

Bueno, llegamos al tiempo presente, lo que se traduce en el final de este relato, mi madre está dormida y mi tía está golpeando la puerta, si supiera lo que le hice a su hija, es decir, mi primita, ni siquiera me hablaría, pero eso es otra historia; deséenme suerte y gracias por leer este relato.

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