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Mi marido es o se hace…

Relato enviado por : narrador el 10/06/2012. Lecturas: 10035

etiquetas relato Mi marido es o se hace…   Infidelidades .
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Resumen
Lo primero que deseo decirles y quiero que les quede bien claro, es que no soy una Santa. Aun estando casada, cuando me encuentro en un apuro económico, recurro a la práctica del oficio más antiguo del mundo, claro sin que Evelio mi marido se enteré.


Relato


Pero por otra parte yo considero que le soy fiel a mi esposo de las cejas para arriba, de las cejas para abajo yo hago con mi cuerpo, lo que me viene en gana y con quien me dé la gana. Por lo que en ocasiones he pasado por situaciones tan fuera de lo común, que he llegado a pensar que mi esposo se ha debido de dar cuenta, pero por lo visto no ha sido así.

Hace poco por medio de facebook, contacté a Fred, un ex novio mío. Después de estar recordando las locuras que hacíamos en el asiento trasero de su VW. Me propuso que cuando el regresara al país, nos reuniéramos una noche para revivir aquellos locos encuentros. Yo de inmediato le dije que apenas tuviera la fecha y número de su vuelo me lo comunicase para pasar a buscarlo al aeropuerto. En efecto así lo hizo, solo que casualmente ese día mi auto estaba en el taller, y le dije a mi esposo que me prestase el de él, Evelio no tan solo me prestó su auto sino que me pidió que lo dejase que me acompañase, y una vez que recogiera mi ex compañero de clase, lo dejara a él en el negocio que tenemos, y continuase para nuestra casa con Fred.

Al llegar Fred lo primero que le dije al oído, al él abrazarme y tratar de darme un buen beso fue, no te desmandes, que ese de al lado mío, es mi esposo. De inmediato como si le hubiera nombrado la cruz al diablo mi ex novio separó su cuerpo del mío. Se lo presenté a Evelio, y poco hablamos en el trayecto al negocio. Al llegar Evelio se bajó, me entregó las llaves del auto y me dijo, no te preocupes por venirme a buscar, ya que decidí que hoy voy a comenzar hacer el inventario, y como ya sabes eso hasta que no finalice, no regreso a casa, y si acaso se me hace muy tarde me quedaré durmiendo aquí, para continuar mañana bien temprano.

Apenas arrancamos Fred me comentó que no creía lo que terminaba de escuchar, que en su caso de estar casado, preferiría pagarle una habitación en un hotel a cualquier ex compañero de clases, a que se quedase a solas en la casa con su mujer. Yo agarrándole la mano le dije, no pienses en eso, mejor piensa en esto, y llevando su mano hasta debajo de mi falda la coloqué sobre mi desnudo coño, ya que había decidido darle una agradable sorpresa a mi ex novio, al no ponerme las pantis.

Durante el trayecto a casa, hablamos de todo un poco, de mi casamiento con Evelio, y de una que otra locura mía, pero al mismo tiempo Fred acariciaba suavemente mi coño a medida que yo conducía. Ya cuando detuve el auto dentro de la cochera y fuera de las indiscretas miradas, de alguna vecina o vecino, Fred y yo nos comenzamos a besar de la misma salvaje manera como para cuando éramos pareja.

Sin perder tiempo, ya dentro de la casa, a medida que fui andando deliberadamente fui quitándome algunas de las prendas de vestir que tenía puestas, hasta quedar del todo desnuda frente a él. Fred me tomó entre sus brazos y continuó con el besuqueo, por todas las partes de mi desnudo cuerpo. Recordando los viejos tiempos, me fui agachando mientras que con mis manos, soltaba la hebilla de su pantalón se lo desabotonaba, y le ayude a bajar sus pantalones. Casi de inmediato, Fred se quedó por un corto instante observando su parada verga, para luego insinuarme por medio de sus labios, que me dedicase a mamar.
Yo sugestiva, y sensualmente, agarré su erecto miembro, entre mis manos, comencé a pasar mi lengua por su colorado glande. Cosa que al pobre de Evelio nunca le he hecho, no porque me haya negado, es que él nunca ni tan siquiera me lo ha insinuado. Bueno, por un buen rato me dediqué a lamer su verga, y poco a poco la fui introduciendo dentro de mi boca, y a medida que le mamaba la verga a mi ex novio, yo comencé a introducir mis dedos dentro de mi depilado coño.

Fred estaba disfrutando al máximo lo que yo le estaba asiendo, hasta que colocó ambas manos sobre mi cabeza, y en ocasiones de manera rápida, y en otras mucho más lentas, me fue marcando el paso al mismo tiempo que yo me autosatisfacía ante sus ojos. De haberme dejado seguir seguramente hubiera eyaculado dentro de mi boca, y yo gustosamente me hubiera tragado todo su semen. Pero Fred, deseaba más que nada enterrarme su verga dentro de mi caliente y húmedo coño. Por lo que cuando separó mi cara de su verga, me dijo que deseaba clavarme y darme una buena cogida.

Yo no me hice de rogar y en el mismo medio de nuestra sala, me recosté sobre el sofá y separando las piernas, fui observando como mi ex novio se iba quitando de manera lenta el resto de su ropa, hasta quedar tan desnudo como lo estaba yo en esos momentos. Por un corto rato se me quedó observando, fijando sus ojos en mi coño, y al cabo de unos segundos, se arrodilló frente a mí, tomándome por las rodillas separó mis piernas y casi de inmediato dirigió su boca directamente a mi vulva. De inmediato sentí sobre la piel de mi coño, su boca y dedos separando los labios de mi vagina, y casi de inmediato sentí como con su boca succionaba divinamente mi clítoris, arrancándome profundos gritos y gemidos de placer.

Por un largo rato Fred me estuvo haciendo eso, mientras que yo movía mis caderas y restregaba mi coño contra su cara, una y otra vez. No era tanto el placer que yo sentía y disfrutaba intensamente, sino la morbosa imagen que mentalmente me hacía de mi marido observándome, haciendo algo que él jamás ni por la mente le cruzaría hacerme. Después de yo no sé cuantos orgasmos que me hizo disfrutar Fred de manera salvaje, él retiró su cara de mi coño, dejándome sabrosamente agotada, sudada, y llena de saliva por todas partes. Por unos instantes pensé que me dejaría descansar, pero no fue así, casi de inmediato sentí como su erecta verga atravesaba divinamente todo mi húmedo y bien lubricado coño. Lo que me llevó a continuar disfrutando de un sin números de orgasmos, que me dejaron completamente agotada.

Ya a eso de las 5 de la tarde me desperté, y Fred que estaba a mi lado me dio un tremendo beso, para luego decirme que iba a llamar un taxi, para que lo llevase a un hotel. Pensé en decirle que se quedase en casa que mi marido no se molestaría por eso, pero él me respondió que eso era de por si demasiada tentación y que seguramente aunque fuera ciego se daría cuenta de lo nuestro.

Fred se dio una ducha, se vistió y bajó a la sala, mientras que yo con toda mi calma tome asiento en el bidet, y mientras cómodamente me dedicaba a lavar mi coño antes de ducharme, entró mi marido al cuarto de baño, al ver que estaba completamente desnuda, me preguntó con cierto tono de ingenuidad, que haces amor, a mi lo único que se me ocurrió decirle, me voy a bañar pero me dieron ganas de orinar. Al mismo tiempo de mi coño salía una gran cantidad de semen mesclado con agua. Pero Ignacio pareció no darse cuenta de ello, de inmediato me dijo acabo de despedir a tu ex compañero de clases, le ofrecí que se quedase con nosotros, pero al parecer ya tiene otros compromisos. Yo únicamente le dije mientras entraba a la ducha, bueno así es él. Ignacio continuó diciéndome, sabes no he terminado el inventario, pero pienso de que sirve de que yo sea el jefe si no puedo irme a casa cuando quiera. Además pensé que cenaríamos con Fred. Esa noche cenamos fuera de casa y al regresar, mi marido y yo tuvimos un apasionado encuentro.

En otra ocasión, Ignacio me dijo que habíamos sido invitados a una fiesta en la hacienda de uno de sus clientes, yo me puse una mini falda bien corta, combinada con una blusa semitransparente, sabiendo de sobra el calor que haría en ese lugar, y que seguramente no tendrían aire acondicionado. Además mi esposo nunca me dice como vestirme, como yo tampoco le digo a él que no use, un traje oscuro con todo y corbata, cuando asistimos a fiestas en lugares como ese.

Estando de lo más aburrida en la y que fiesta, y siendo muy mal vista por la mayoría de las esposa que estaban presentes, decidí no ponerles atención a ellas, y ver como los peones de esa hacienda domaban unos caballos, como parte de las distracciones que el dueño de la hacienda había preparado. Fue cuando me fijé en un hombre joven, bien negro, pero con la particularidad de que aparte de tener el cabello casi rubio y bien liso, sus ojos eran azules, en esos momentos domaba a una yegua, y al terminar de montarla, yo pensaba acercármele para buscarle conversación, pero uno de sus compañeros le preguntó que pensaba hacer, y él a toda boca le dijo que se iba a bañar con la manguera que estaba en la parte trasera de al final de la caballeriza.

Yo me hice la desentendida, pero como seguro mató a confianza, decidí decirle a Ignacio que estaba muy aburrida y que pensaba caminar por los alrededores, no fuera a ser que me echase de menos, y se pusiera a buscarme. Encontré a mi esposo, charlando animadamente con varios de sus clientes, entre ellos el dueño de esa hacienda, y al comentarle a Ignacio que pensaba caminar por los alrededores, a manera de piropo me dijo, es mejor que hagas eso, ya que la mayoría de la mujeres presentes, te deben estar odiando, por lo bella que te vez.

Bueno realmente no estaba muy lejos de la verdad, casi todas, o estaban cuidando a sus hijos, o sirviéndole prácticamente como esclavas a sus respectivos maridos, ya fuera comida o alguna bebida, mientras que yo sin esforzarme llamaba la atención de la mayoría de los hombres presente, al andar según ellas casi mostrando la totalidad de mis nalgas, apenas cubiertas por fina panti tipo tanga que estaba usando.

Una vez que dejé preparado el terreno, sabía que Ignacio no me buscaría a menos que llegase la noche y yo no apareciera, además también sabía que el tipo ese que tanto me había llamado la atención, se encontraba al final de las caballerizas, dándose un baño con manguera. Así que me encaminé al sitio ese, y al ver como por la esquina corría el agua, supe que al dar vuelta seguramente me lo encontraría bañándose con la manguera.

En efecto así fue, él estaba de espaldas completamente desnudo, por lo que no se dio cuenta de mi presencia hasta que encontrándome a pasos de él se dio la vuelta y quedamos frente a frente. Él debió ver en mis ojos lo que yo vi en los suyos, así que directamente me preguntó que buscaba yo, a lo que le respondí que lo vi domando un caballo, y de inmediato me corrigió diciéndome que era una yegua.

Sin la menor traza de vergüenza él continuó echándose agua por sobre todo su cuerpo, mientras que yo relamiéndome los labios, le pregunté si todavía tenía fuerzas para montar otra yegua. Se sonrió y tomándome por el brazo, me dijo. Te voy a montar, como nunca antes nadie te ha montado. De inmediato me encaminó para dentro de la cuadra, y ya estando los dos en una de las jaulas para los caballos, comenzamos a besarnos salvajemente, entre besos caricias, y agarrones, me enteré que se llamaba Lombardo, y que su padre era italiano y su madre era barloventeña.

Yo misma como pude prácticamente me arranqué las pantis, mientras que él hábilmente se deshizo de mi fada y de mi blusa, por un buen rato nos estuvimos besando y revolcándonos sobre el heno, sentí su erecto miembro presionando contra mi plano vientre, y supe que era el momento preciso de que abriese las piernas. Mi coño estaba húmedo caliente y bien lubricado, por lo que cuando sentí la verga de Lombardo penetrándome, me pareció estar en la gloria del mucho placer que me produjo.

Por un largo rato disfruté tanto de su miembro como de sus caricias y besos, de los fuertes agarrones que les daba a mis tetas, como a mis paradas nalgas, no era tan solo lo que estábamos haciendo, sino que a quizás muy pocos pasos, un montón de gente se moría del aburrimiento mientras que el Negro lombardo y yo disfrutábamos mutuamente el uno del otro. Eso sin contar también con la presencia de mi esposo, que hay ocasiones como en la que me encontraba en esos momentos que yo pensaba que Ignacio estaba completamente enterado de todas mis infidelidades.

Lombardo no dejaba de decirme un montó de cosas, hasta que sacando su inmensa verga de mi coño, tal como si yo fuera una muñeca de papel, me puso boca abajo, diciéndome al mismo tiempo, bueno yegüita eso nada más fue un calentamiento, prepara ese apretado culito tuyo, que te lo voy a partir en dos. El que alguno de mis amante me dé por el culo, no es nada nuevo para mí. A diferencia de mi marido, a ellos eso parece encantarles.

Yo mantenía una de mis propias manos enterrada dentro de mi coño, cuando comencé a sentir como su verga iba abriéndose paso dentro de mí. Sus manos me tomaron por mis caderas y con fuerza sobrehumana me apretó contra su cuerpo, sentí todo el dolor de la penetración como nunca antes la había sentido, pero aun y así en medio de todo eso fue algo placentero, ya que a los pocos minutos yo misma restregaba mis nalgas contra su negro cuerpo, buscando sentir más y más adentro de mi culo su tremenda verga. Era como si me hubiera estado domando, en ocasiones me propinaba una que otra sonora nalgada, que me dejaba ardiendo la piel.

Lombardo a pesar de ser joven me dominaba de manera excelentemente bien, tan es así que mucho antes de que él llegase a venirse, hizo que yo disfrutase de incontables orgasmos. Ya que en ocasiones de la misma manera que me puso boca abajo, sacaba su erecta verga, y me colocaba boca arriba, enterrando toda su inmensa verga dentro de mi coño. Yo estaba felizmente exhausta disfrutando de todas y cada una de las envestidas de su sabrosa verga que le daba a mi depilado coño. Hasta que finalmente, extrajo su miembro de cuerpo, y dirigiéndolo a mi boca me puso a que se lo mamase, lo que gustosamente yo hice hasta que ya no le quedó ni una sola goa de leche en sus bolas.

Al terminar yo apestaba a sexo, sudor de hombre, semen, saliva y quien sabe a qué más. Como pude recogí mi ropa y me la puse, toda menos mis pantis ya que en el desespero por quitármelas las rajé. Lombardo tal y como estaba regresó a la manguera y continuó echándose agua por sobre su hermoso negro cuerpo. Yo con la misma manguera me medio lavé, pero aun y así apestaba a sexo. Por lo que entré en la casa grande y sin pedir permiso después de quitarme la ropa me metí bajo una refrescante ducha fresca. Luego de secarme con una toalla que encontré, me volví a poner mi ropa.

Después de un buen rato finalmente encontré a Ignacio, estaba como de costumbre, charlando animadamente, con sus clientes, mientras que a mí me quedó todo mi culo adolorido, pero increíblemente satisfecha por la buena ración de verga que me dio el negro Lombardo. Yo le dije a mi esposo que pensaba meterme al auto a descansar, y que cuando él quisiera nos podíamos ir a casa. Apenas entré a nuestro carro, y abrí las ventanas, me debí quedar dormida. Ya que cuando me desperté fue porque estábamos llegando a casa, ya en la puerta de casa Ignacio curiosamente me preguntó que le había pasado a mis pantis, al parecer se debió dar cuenta mientras manejaba de que no las estaba usando, yo me la inventé en el aire, y le dije que al baño donde fui a orinar no tenían papel y la use para secarme.

Quizás otro hombre hubiera sido algo más desconfiado, y quizás por eso es que estoy enamorada de él.


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Si te ha gustado Mi marido es o se hace… vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar Mi marido es o se hace…. narrador te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 22:12) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:46) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

pincen3 (12 de July de 2012 a las 02:27) dice: muy bueno


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