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Mi marido me es infiel pero....

Relato enviado por : Narrador el 24/12/2008. Lecturas: 18420

etiquetas relato Mi marido me es infiel pero.... .
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Resumen
Cuando Ronal, mi marido una noche me llamó, diciéndome que su auto se había accidentado, mientras se dirigía a ver a un cliente, en otra ciudad y que por eso no llegaría a casa, hasta el siguiente día. Por su tono de voz, supe que no me estaba diciendo toda la verdad, e inexplicablemente comencé a sentir una extraña sensación de gran alegría dentro de mí, claro que no se lo dije.


Relato
Debido a que eso para mí, aunque suene bastante estúpida al decirlo, era algo que debía ser, ya que en mi familia, se puede decir que eso es algo normal que suceda, y así como mi madre, que aprendió a vivir con eso, yo había decidido seguir su ejemplo, para salvaguardar la unión familiar. Pero sus repentinas estadías fuera de casa, comenzaron a hacerse más y más comunes y frecuentes.
Hasta que desde luego comencé a preocuparme, ya que deseaba saber por lo menos, con qué tipo de mujer me era infiel. Además de manera más tonta, comencé a competir contra esa desconocida, procurando que Ronal se sintiera bien a gusto en mi compañía, así que una noche que nos fuimos a dormir, y comenzó a tocarme entre las piernas, a diferencia de otras ocasiones en que yo instintivamente le preguntaba si se había lavado, lo dejé que continuase. Sus dedos hicieron a un lado la panti de mi ropa de dormir, y Ronal a ver que yo no me oponía continuó introduciéndome los dedos, dentro de mi vulva. Lentamente fui sintiendo como acariciaba mis labios vaginales, y como de cuando en cuando me apretaba sabrosamente mi clítoris con su pulgar y su dedo índice, arrancándome profundos gemidos de placer.


Me acuerdo que nos encontrábamos en la cama, yo con mis piernas bien abiertas y él haciéndome disfrutar de lo lindo con sus dedos, a medida que lentamente fue acercando su miembro a mi boca. En otros momentos, aunque se lo había llegado a medio mamar, pero por muy corto tiempo. En esa ocasión, cuando sentí su caliente glande prácticamente sobre mi boca, tragándome mi orgullo, ya que eso me parecía algo extremadamente humillante, comencé a lamérselo, y a medida que yo se lo lamía y posteriormente comencé a chupárselo. Ronal más profundamente me enterraba sus dedos y hasta por completo su mano dentro de mi coño, haciendo disfrutar de un tremendo orgasmo, en el momento en que ya con casi por completo toda su verga entraba y salía de mi boca. En mi vida habíamos hecho nada semejante, así que cuando comencé a sentir ese raro sabor, y lo caliente de su semen entre mi lengua y mis dientes, no pude evitar tragármelo.


En otra ocasión en que me tenía acostada boca arriba y al tiempo que me enterraba deliciosamente su verga en mi coño, sus dedos me apretaban mi clítoris hasta el punto que yo comencé a gritar de placer. Momento que él se aprovechó, y en una de esas en que sacaba por completo su verga de mi coño, en lugar de volvérmelo a enterrar nuevamente dentro de mi coño, con su otra mano lo dirigió al centro de mis nalgas, el grito que pegué fue bien fuerte, pero en ese mismo instante me apretó con todas sus fuerzas mi clítoris, y me quedé como paralizada entre el placer y el dolor. Hasta que mi cuerpo se acostumbró a eso, a medida que Ronal continuó penetrando mi culo. Por lo general nada más bastaba que él me hiciera una ligera insinuación, para que yo sin demora, y sin importarme en que parte de la casa nos encontrásemos, me desnudaba ante sus ojos. Para después dejar que me hiciera lo que gustase, sin que yo opusiera la más mínima resistencia a sus invenciones.


Pero aun y así continuaba preguntándome una y otra vez que tipo de mujer, era la que se estaba acostando con mi marido. No fue hasta que un día, una muy amiga mía me llamó bien asustada, diciéndome que había visto a mi marido entrando en la habitación que ella le tenía rentada a una chica. Desde luego que le pedí que me la describiese, y lo cierto es que la descripción que me estaba dando era la de una mujer, que poco le faltaba para ser reina de belleza. Me comentó que esa inquilina suya, apenas y la conocía, que era alta rubia, con un cuerpo envidiable, de grandes ojazos negros que resaltaban en el entorno de su cara. En fin casi me acompleja, ya que yo aunque considero que tengo un buen cuerpo, no soy tan alta, mi cabello es castaño oscuro, lo llevo siempre bien corto, y mis ojos se encuentran, tras los espejuelos que uso desde jovencita.


Mi amiga me comentó que si yo quería, un día la visitase en su casa, y que como quien no quiere, como por casualidad me la presentaría. Cosa con la que en un principio no estuve de acuerdo, pero era tanta mi curiosidad que finalmente accedí. Apenas llegué mi amiga me comentó que su inquilina justo en esos momentos, recién se había levantado y se encontraba dándose un baño, así que pacientemente las dos esperamos a que saliera. Cuando lo hizo, la descripción que me había dado mi amiga, se quedó corta, la tipa era despampanante, sus senos aunque mucho más grandes que los míos, se mantenían firmes y bien formados, sus caderas aun saliendo del baño las movía muchísimo más que yo, pero de manera tan natural, que daba envidia nada más verla caminar. Su llamativa piel morena, aunque yo no lo hubiera querido hacer, llamaba mucho la atención.


En fin en cierto momento deje de compararme, ya que n todos los aspectos yo salía perdiendo. Pero la vez me sentía bien, al verla. Mi amiga nos presentó, Yadira rápidamente de manera muy cordial hasta me invitó a su habitación a tomar café. Recién entraba en su habitación, cuando vi una gran cantidad de fotos de ella y diferentes hombres, pero la que más resaltaba por estar al frente de todas era la de Yadira y mi esposo, bien juntos y besándose. Buscando obtener mayor información, le dije que lo conocía a él y a su mujer, ella de inmediato me dijo que era su última conquista, fue cuando Yadira me comentó, que ella le daba a él algo que ni incluso ni su mujer o ninguna otra le podía dar. Sus palabras me causaron curiosidad, y cuando le pedí que me dijera más me dijo. Te voy a confesar algo Cristina, y espero que no se lo digas a la dueña de la casa. En ese instante retiró la toalla que cubría su fabuloso cuerpo, quedo completamente desnuda ante mí, y ante mis ojos vi con asombro, como entre sus piernas se encontraba un gigantesco y bien proporcionado miembro masculino, lo primero que hice aunque de manera involuntaria, fue compararlo con el de Ronal, quien sin mucha necesidad de observación salía perdiendo en la comparación.


No terminaba de salir de mi asombro, cuando Yadira me siguió diciendo, a medida que se me acercaba seductoramente, a tu amiguito le encanta tenerlo dentro de su culo, refiriéndose a su miembro. Yo no podía creer lo que ella o él me decía, cuando le dije que no le creía, me respondió. Cristina yo se que eres su mujer, y que viniste aquí porque la dueña de la casa te dio el pitazo. Bueno tu marido es mi mejor cliente, en todos los aspectos, es sumiso, y paga muy bien, además me cuenta todo lo que ustedes hacen en la cama. No le podía creer lo que me estaba diciendo, hasta que me dijo, sino me crees, espera que den las ocho de la noche, para que lo veas llegar, y apenas pasa por esa puerta se desnuda completamente, esperando qué yo le ordene que hacer.


Lo cierto es que no estaba preparada para eso, pero a medida que Yadira continuó hablando, se me fue acercando más y más, hasta que su cuerpo estuvo a muy pocos centímetros de mí. Yo no podía retirar los ojos de su miembro que comenzaba a pararse. Me tomó de sorpresa por mi cabello y dirigiendo mi rostro contra su miembro. Ya cuando estuvo a casi un centímetro de mis labios, me ordenó que se me lo besara, lo que yo sin que yo realmente, ofrecerle resistencia alguna, comencé hacer. De unos tímidos besos con que comencé, ya voluntariamente me dediqué a mamar, su grueso y largo miembro casi desaparecía del todo dentro de mi boca, sin que yo me inmutase, lo sostenía con ambas manos, mientras cabeceaba una y otra vez, tragándome casi totalmente su verga.


Hasta que Yadira de manera seductora me dijo, espera quiero que me tengas dentro de ti. Después de eso, como si me encontrase en las nubes, me colocó sobre su cama, y tras Yadira retirar mis pantis y yo misma subir mi falda, abrí las piernas y comencé a sentir como me introducía completamente su verga dentro de mi coño. A medida que comenzó a penetrarme, me fue diciendo las muchas cosas que le hacía a mi marido, mientras que yo dejándome llevar por el placer y la tremenda excitación que sentía a medida que la seguía escuchando, movía mis caderas como nunca antes creo que lo hubiera hecho.


Por un largo rato sentí todo su miembro como lo metía una y otra vez dentro de mi cuerpo, al tiempo que yo como loca movía todo mi cuerpo, buscando sentir más y más dentro de mí todo su gran instrumento. En varias ocasiones cambiamos de posición, siendo cada una de ellas más caliente y excitante que al anterior. En mi vida me habían dado tanta verga, y mientras que yo alcancé un salvaje orgasmo, Yadira parecía ni darse cuenta, aunque me fue prácticamente desnudando completamente, a medida que sus finas y largas uñas las sentía recorrer casi todo mi cuerpo.


Yo quedé sabrosamente agotada, sudada, y en la gloria, casi como si estuviera drogada. Yadira se me acercó a mi rostro, me dio un suave beso y me dijo, descansa, que antes de que llegué Ronal te despierto. Lo cierto es que me quedé dormida, sin la menor preocupación de que si era cierto que mi marido la o lo visitaba, me encontrase en esas condiciones.


Al despertarme, cuando sentí que sabrosamente me chupaban mi clítoris, me llevé otra sorpresa. Era mi gran amiga Blanquita quien, de manera tan delicada y profunda a la vez mantenía mi clítoris entre sus dientes. Blanquita estaba completamente desnuda, con su rostro entre mis piernas, mientras que Yadira nos observaba detenidamente, al tiempo que jugueteaba con su inmenso miembro, entre sus manos. Ya estaba por preguntar, tontamente que estaba haciendo, cuando la misma Blanca al tiempo que se incorporaba y llevándose su dedo índice contra sus labios me indicó que guardase silencio. Yo aun entre dormida y despierta, le obedecí, y con su ayuda me levanté de la cama.


En ese instante al sentirme y verme completamente desnuda, recordé lo que había sucedido entre Yadira y yo. Al salir de la habitación de Yadira, Blanquita me dijo en voz baja. Vamos que tu marido debe estar por llegar dentro de unos minutos, ya estacionó su auto de tras de la casa. En mi cabeza todo daba vueltas, y un gran miedo me embargó, ¿Cómo era posible que Ronal, realmente estuviera allí? ¿Sería cierto lo que me dijo Yadira? No lo podía creer. ¿Qué pensaría mi marido, si me viera en esas condiciones? En fin no hubo cosa en la que no pensara, hasta que nuevamente mi amiga me dijo. Cuando te diga volvemos a entrar, pero mientras tanto toma asiento. Cosa que yo hice casi sin pensarlo en un sofá, y de inmediato Blanquita se arrodilló frente a mí y abriendo mis piernas volvió a dedicarse a mamar mi coño sabrosamente. Sin que yo pudiera o quisiera hacer nada por evitarlo, su lengua lamía y chupaba divinamente toda mi almejita, arrancándome profundos gemidos de placer.


Aunque sentí abrirse la puerta de la habitación de Yadira, no podía hacer nada para levantarme de ese asiento, el placer que me proporcionaba Blanquita era algo inusual, su lengua, labios y hasta sus blancos dientes, recorría todo mi coño, de manera incesante. Era como si me dejase completamente sin fuerzas para levantarme, hasta que de la habitación continua, ligeramente escuché la voz de Ronal, y de inmediato la de Yadira que nos llamaba. Blanca de inmediato dejó de lamer mordisquear y chupar mi coño, rápidamente se levantó del piso, y me ayudó a ponerme de pie. Cuando entramos a la habitación, Ronal se encontraba acostado boca arriba, desnudo de la cintura para abajo, con ambas piernas levantadas y bien separadas, mientras que Yadira se las sujetaba por los tobillos, y de manera salvaje clavaba su enorme verga entre las nalgas de mi marido, mientras que Ronal parecía disfrutar todos y cada uno de los empujones que le propinaba Yadira, enterrando y sacando su miembro de entre las nalgas de Ronal, quien mantenía sus ojos cerrados al tiempo que movía sus caderas de un lado a otro, para atrás y hacía adelante, al tiempo que dejaba escapar, profundos gemidos y chillidos de placer.


Yadira haciendo señas con una mano, le indicó a Blanca algo que yo particularmente no entendí, pero de seguro que mi amiga sí, ya que de inmediato, me fue llevando hasta que siguiendo sus instrucciones, finalmente coloqué mi coño, sobre la boca de Ronal, quien por lo visto no se había tomado la molestia de abrir sus ojos. Pero apenas sintió que tenía un coño sobre sus labios, inmediatamente se dedicó a mamar, no de la manera tan especial que me lo había estado haciendo Blanca en la otra habitación, aunque también rápidamente comencé a disfrutar lo que su boca producía en mi coño. Por lo que comencé a restregarlo con mayor fuerza contra su rostro, mientras que Blanquita comenzó acariciar mis senos primero con sus dedos y luego con sus labios. Los que sabrosamente me mordisqueaba mis pezones. Hasta que entre lo que Ronal me hacía con su boca al tiempo que se lo clavaba Yadira, y lo que Blanca me hacía en mis senos, me hicieron alcanzar otro sabroso orgasmo.
Después de eso cuando finalmente me pude retirar mi coño de la cara de Ronal, y él se dio cuenta de que Yadira se lo había estado metiendo frente a mí, mi marido se quedó en silencio. Yadira extrajo su miembro de entre las nalgas de Ronal, y casi de inmediato se dedicó a penetrar las mías, tras lo cual le dijo a mi esposo, que me penetrase, lo que comenzó hacer casi de inmediato, mientras que Blanquita me colocaba su coño frente a mi boca, la que sin que me lo dijeran comencé a mamar. Yo estaba que no podía más, por una parte sentía como ese transexual me reventaba mi culo, mientras que la verga de mi marido la tenía enterrada bien a fondo dentro de mi coño.


Yo me dediqué a mamar el coño de mi amiga hasta que ya no pude más, y cuando finalmente tanto Ronal como Yadira se vinieron dentro de mí, quedé sumamente agotada. Dando tumbos Blanquita me condujo hasta el baño, y estando bajo la ducha de agua caliente, vi como varios hilos de sangre me corrían por la parte interior de mis muslos, fue la misma Blanca la que me comentó que eso sanaría pronto, y que se debía a que mi huequito era algo pequeño para la tremenda verga de Yadira, pero que en un futuro, ni cuenta me daría cuando ella me lo volviera a enterrar. Al regresar a la habitación, vi como Ronal y Yadira se encontraban mamándose mutuamente las vergas. No dije nada en lo absoluto, solo me quedé observando hasta que decidieron detenerse. Fue cuando finalmente Ronal me dijo. Que era el sumiso esclavo de Yadira, y que yo también lo era desde ese día.


Ya en casa, no tocamos el tema por lo menos durante el siguiente día, hasta que comencé a sentirme mucho mejor. Fue que finalmente me enteré por Ronal que llevaba varios meses siendo esclavo de Yadira, y que aunque le daba algo de vergüenza decírmelo, le encantaba lo que ella le hacía. Mientras que yo, nada más de pensar en todo lo que me hicieron, prácticamente volvía a disfrutar de otro orgasmo, por la excitación que todo eso me provocaba. Actualmente tanto Ronal como yo, seguimos siendo esclavos de Yadira, y de Blanca.

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Si te ha gustado Mi marido me es infiel pero.... vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar Mi marido me es infiel pero..... Narrador te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 22:24) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:58) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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