Mi nombre es Ignacio y mi esposa se llama Paola, y lo que les voy a contar nos sucedió cuando apenas teníamos un par de meses de casados. Habíamos salido de parranda ella y yo, y como de costumbre, Paola se vistió como dice ella, con el último grito de la moda, lo que para mí juicio era una ropa demasiado provocativa y desvergonzada, cosa que le he criticado en todo momento. Lo que en el fondo es una paradoja, ya que mientras más provocativa y desvergonzada se viste mi mujer, aunque le digo que no debe vestirse así, para que salgamos a cenar fuera de la casa, en el fondo más me gusta que lo haga. Lo que eventualmente por lo general, nos trae algún tipo de situación.
Relato
En esa ocasión se puso un vestido de licra, cuya falda, era pero que bien mini, además de lo ajustado que le quedaba sobre su cuerpo. Eso sin contar que el condenado vestido, no tenía ni mangas, ni cuello, ni pechera, sencillamente terminaba justo por encima de sus pezones. Cuando se terminó de poner sus zapatos de tacón, quedó impresionante, tanto que de inmediato le dije que no saldríamos ni a la esquina, si insistía en vestirse así. Pero como de costumbre, me dijo. Ignacio amorcito, yo sé de sobra, que te encanta verme vestida de esta manera, y no te pongas aguafiestas. Bueno terminamos saliendo a cenar, desde que entramos al restaurante, no hubo quien no se fijase en Paola, ya que apenas daba dos pasos, y de inmediato o se templaba la falda hacía abajo, o se subía el vestido. Ya que cuando no eran las nalgas que se le veían claramente, eran sus pezones que sobre salían del vestido. Cosa que en realidad me excita mucho.
Esa noche yo comí y bebí como un verdadero cerdo, mientras que Paola, como de costumbre no comió mucho, pero si bebió tanto o más que yo. Como en el restaurante había un show, después de cenar, nos quedamos viéndolo, bebiendo, y bailando.
Todo iba de maravilla, en cierto momento a mi mujer le dieron ganas de ir al baño, y como era de esperar, todas las miradas, incluso las de algunas mujeres, se clavaron en sus apenas cubiertas nalgas. Cuando regresó del baño, mientras nuevamente nos pusimos a bailar, acercó sus labios a mi oído derecho, y en un tono bien sensual y con mucha picardía me dijo. Sabes Nacho, dejé mis pantis en el baño, al escucharla decir eso la cara de asombro que puse, debió ser tremenda, ya que de inmediato continuó diciéndome. Mi amor no lo hice por nada malo, es que mientras esperaba en la fila para entrar al baño, se me mojaron con orine, y comprenderás que así no las puedo seguir usando, además pensé que te iba a gustar el saberlo.
A mi desde luego que eso me encantaba, así que deslicé mis manos hasta sus firmes nalgas, y sin preocuparme por quien le viera el culo a mi mujer, corroboré que lo que ella me decía era totalmente cierto. Al regresar a nuestra mesa, deslicé mi mano derecha desde su rodilla, hasta su desnudo coño, y mientras tanto ella como yo nos dábamos otro trago, con mis dedos comencé acariciar su depilado coño, a medida que lentamente fui introduciéndole mis dedos, hasta su clítoris. Nada más de ver su encendido rostro, sabía que estaba tremendamente caliente y deseosa de que se lo metiera. Por lo que con la prisa que tenía de llegar a nuestro auto, pedí la cuenta.
Realmente no es que fuera mucho, yo entiendo que nos cobraron lo apropiado. Pero al momento de pagar, cuando fui a sacar mi cartera, me llevé tremenda sorpresa, no la cargaba encima. Aunque algo molesto conmigo mismo, por semejante descuido, pedí hablar con el gerente. Quien muy amablemente y sin llamar la atención, nos condujo a su oficina, donde le expliqué lo sucedido, y le propuse que si me lo permitía podíamos ir a nuestra casa, y al siguiente día pasaría a pagarle la cuenta, sin falta, además que éramos clientes regulares del restaurante. Por un momento al ver su cara, pensé que nos iba a decir que sí, pero de momento cuando mi esposa se puso de pie, y él la observó detenidamente, todo cambió.
Simplemente dijo, lo siento en el alma pero me veo en la obligación de llamar a la policía. Ya estoy cansado de este tipo de vividores, que le ven a uno la cara de pendejo. Aunque yo insistí en que le pagaría, y aparte de ofrecerle que le dejaba mi costoso reloj de colección marca Bulova, el gerente lo único que dijo al respecto fue que él no era relojero, y bien podía ser una imitación.
Hasta le propuse que dejase que mi esposa o yo fuéramos a la casa a buscar mi cartera, el gerente más reacio se mostraba, pero eso sí, sin dejar de observar descaradamente el torneado cuerpo de mi esposa. Cosa que aparte de mi, Paola también se dio cuenta, fue cuando me dijo. Ignacio no podemos darnos el lujo de que llamen a la policía, ya que imagínate si eso se llega a saber, vamos a quedar como un par de delincuentes antes nuestras amistades, y además como te afectaría eso en la posición que tu ocupas en el banco.
Convencido en parte de lo que mi esposa me había dicho era algo cierto, en un tono mucho más conciliador, le pregunté al gerente que podíamos hacer, a fin de que no llamase a la policía. Él se me quedó viendo, y colocando su mano sobre mi hombro, mientras me fue llevando aparte, me dijo en un tono de vos bajo. La única manera de que yo no llame a la policía es que yo, el mesero, y chef y su ayudante, nos acostemos con esa mujer, ahora. De lo contrario no tan solo la policía, sino que también los de la prensa se van a enterar.
Mientras que el gerente hablaba conmigo, me di cuenta de que Paola no dejaba de coquetearles, tanto a él, como al resto de los hombres presentes. Yo estuve a punto de irme a los puños con el gerente, de no ser porque el tipo mide casi como dos metros de alto, y es tan grueso como una nevera. Yo seré indignado con la propuesta que me hizo el gerente del restaurante, pero no soy pendejo, seguramente no habría yo terminado de darle el primer golpe, cuando él seguramente ya me hubiera dado como cien. Yo sin decir palabra, me dirigí a Paola, que descaradamente aun coqueteaba con todos los presente, y llevándomela aparte le dije. El gerente se quiere acostar contigo, y noté que sus ojos brillaron de alegría, pero de inmediato para disimular me dijo, con cara de yo no fui, ¿y tú qué dices? Tras escucharla continué diciéndole. Es que eso no es todo, también quieres que te acuestes con el mesero, con el chef y su ayudante. Paola no pudo ocultar su excitación, por lo que yo terminaba de decirle, y nuevamente con cara de quien no ha roto un plato, me volvió a preguntar ¿y tú qué dices?, pero de inmediato continuó diciéndome, yo la verdad no se qué hacer, yo hago lo que tú me ordenes, pero acuérdate que tú puesto en el banco peligraría si aparecemos en la prensa como un par de vulgares estafadores, aunque después se aclare todo.
En el fondo yo sabía lo que Paola iba a decirme, y nada más de visualizarla en mi mente siendo penetrada por todos esos hombres, lejos de incomodarme, me sentí sumamente excitado, cosa que yo no esperaba que me sucediera. Mientras que ella y yo hablábamos, el gerente nos sirvió, como él dijo, un trago de cortesía a nosotros.
Por unos instantes me detuve a pensar, en realidad yo sabía que de llegar la policía y yo explicarle todo detalladamente, y decirles que podía ir a mi casa a buscar la cartera, seguramente presionarían al gerente para que aceptasen mi oferta, además a nadie meten preso por deuda. Aparte de eso, dudo mucho que la prensa se interesase en reportar o ni tan siquiera escribir un mísero párrafo, sobre algo que a todas luces no tenía la menor relevancia noticiosa.
Pero aun y así al ver la manera tan coquetamente puta en que Paola se estaba comportando, y lo excitado que yo me estaba sintiendo, nada más de pensar que cuatro tipos se clavasen a mi mujer.
Haciéndome el pendejo, le dije. Mi amor se que lo que te voy a pedir, es algo sumamente difícil, es más comprendería si dices que no. Pero antes de que decidas algo, piensa en que aparte de la vergüenza de salir arrestados por la policía, y llevados al cuartel como si fuéramos vulgares delincuentes, que en los titulares de las noticias salga nuestra foto, en la edición vespertina, atrapan pareja de estafadores. Eso significaría que de seguro perdería prácticamente de manera automática mi empleo, aunque luego se llegué aclarar todo. Pero no te sientas presionada por lo que te digo, pero antes de que tomes una decisión, piensa en lo que dirían todas nuestras amistades. Además te juro por Dios y todos los Santos, que jamás te echaré en cara lo que decidas hacer.
Esas sencillas palabras bastaron para que Paola, se sintiera liberada de todo sentimiento de culpa que pudiera haber albergado en su mente, y decidiera hacer lo que ella tantas ganas tenía. Tanto el gerente como el resto de los otros tres hombres, escucharon claramente nuestra conversación. Por lo que apenas terminamos, él me dijo. Si gusta puede irse a la barra y tomar lo que quiera o si lo prefiere se puede quedar aquí, sentado tras mi escritorio, eso sí sin decir o hacer nada, que nos interrumpa. Yo con cara de resignación, opté por tomar asiento tras su escritorio, y mientras vi como Paola ante todos nosotros, en un dos por tres se despojó de su apretado y corto vestido de licra, quedando completamente desnuda.
No bien ella se quedó sin nada puesto encima aparte de sus zapatos de tacón, caminó sugestivamente alrededor de la oficina, hasta que tomó asiento en un sofá de color rojo, que se encontraba frente al escritorio. De inmediato el gerente les dijo a sus compañeros. Bueno cabrones, que esperan quítense toda la ropa, al tiempo que él hacía lo mismo. En cosa de pocos minutos, los cuatro se encontraban completamente desnudos, y uno a uno se fue acercando a mi mujer, comenzando por el gerente.
Los cuatro la rodearon en el sofá, y comenzaron a besarla y acariciar todo su cuerpo. Paola no disimulaba para nada, lo mucho que todo eso le estaba gustando. Mientras que yo me sentía tremendamente excitado, tanta era mi excitación que disimuladamente y sin que nadie se diera cuenta de ello, bajé la cremallera de mi pantalón, y casi de inmediato extraje me verga, la que suave y lentamente comencé a manipular entre mis dedos, a medida que fui viendo como el gerente comenzó a penetrar a Paola, frente a mí.
El chef se las arregló para no sé de dónde sacar una pequeña botella de aceite de oliva, y con su contenido comenzó a embadurnar las nalgas de mi mujer, claramente pude ver como al principio, él se limitó a tan solo pasar su mano, sobre sus nalgas, pero a medida que el gerente continuaba metiendo y sacando su verga del coño de Paola, y ella continuaba gimiendo profundamente, y restregando su desnudo cuerpo contra el de él, el chef comenzó a ir introduciendo varios de sus dedos llenos de ese aceite, dentro del culo de ella. No bien hubo pasado unos cuantos minutos, cuando el mismo chef, se las arregló para que su verga penetrase el esfínter de Paola, la que al sentir como se lo estaban metiendo por el culo, se quejó ligeramente de dolor pero por un corto instante, ya que después de eso, continuó disfrutando de lo que el gerente y el chef al mismo tiempo le estaban haciendo.
El mesero que se le iban los ojos tras el culo de mi mujer, agarró su verga y una vez que el gerente y el chef se encontraban en pleno apogeo, la colocó frente al rostro de Paola, quien de manera golosa, se dedicó a mamarla. El ayudante del chef, por su parte no dejó de acariciar y chupar la tetas de mi mujer, hasta que ella agarró el miembro de él entre sus dedos y comenzó a masturbarlo suavemente. En esos momentos yo estaba tan excitado viendo como esos cuatro hombres, le daban tremenda redoblona a mi mujer, y lo mucho que ella lo estaba disfrutando, que continué masturbándome, oculto tras el escritorio del gerente.
El resto de la noche, perdí la cuenta de las veces que penetraron a Paola, y la cantidad de veces que ella disfrutó abiertamente de múltiples orgasmos. Aunque no lo crean, me sentía sumamente orgulloso de Paola, el ver como todos y cada uno de ellos, la penetraba ya fuera por la boca, el coño, o su culo, para mí en esos instantes real algo que me causaba tremenda satisfacción. Al punto que en cierto momento no pude contenerme más y me vine.
Cuando nosotros entramos a la oficina del gerente, recién en el reloj, habían dado las doce de la noche. Cuando finalmente salimos, ya eran cerca de las tres de la madrugada. Y a pesar de haberme masturbado y venido, viendo como mi mujer disfrutaba de todos esos machos, no pude esperar el llegar a nuestra casa, y en el mismo estacionamiento, lo primero que hice fue quitarle el vestido, lo segundo fue que la puse a mamar mi verga, y cuando ya se había vuelto a tonificar lo suficiente, en el asiento trasero de nuestro Lexus, se lo clavé por el culo, sin misericordia alguna.
Ya a eso de las cinco de la tarde, Paola se levantó con una cara de alegría tremenda, entró al baño y comenzó a ducharse, yo no pensaba decirle nada, pero fue ella al salir del baño completamente desnuda, la que abordó de inmediato el tema preguntándome ¿te gusto, lo de anoche? Yo pensaba decirle que no, pero la verdad sea dicha, y es que si me gusto y mucho todo lo que sucedió. Por lo que así se lo hice saber, mientras ella se me fue acercando, y arrodillándose frente a mí sin que yo le dijera más nada, extrajo mi verga del pantalón y se dedicó a mamarla por un buen rato. Después me preguntó que fue lo que más me había gustado, y no le pude negar que fue el ver como el chef, se lo introducía por el culo. De inmediato ella se colocó en cuatro patas, frente a mí, y sin necesidad de que me dijera más nada, comencé nuevamente a meterle mi verga por su ya abierto culo.
Ocasionalmente salimos, no hemos regresado al mismo restaurante, pero si nos las hemos arreglado, para que por lo menos en cuatro o cinco ocasiones más, consigamos varios hombres que se lo metan frente a mí. Cosa que a ella le encanta y a mí me fascina el ver como se lo meten a mi mujer.
Mi Madre, a sus 42 años, es una hembra que está rebuena. Mi Padre, un pobre idiota. Así que una noche decidí darle marcha a ella con mis amigos, mientras mi padre miraba..........
Relato erótico enviado por domo54 el 12 de December de 2008 a las 11:35:56 - Relato porno leído 313439 veces
Era un día normal, común y corriente, yo regresaba de la prepa, yo soy un chavo moreno, alto, con buen cuerpo, bien dotado y muy atrevido, no tengo novia y ese día fue uno de los mejores en mi vida
Relato erótico enviado por Anonymous el 29 de August de 2008 a las 13:06:42 - Relato porno leído 213149 veces
Mi nombre es Alicia, y hasta no hace mucho mi familia, y yo desde luego vivíamos en un retirado pueblo, en el que apenas y nos enterábamos de las noticias, ya que ni tan siquiera llegaba la señal de la Tele. Por lo que cuando nos mudamos a la ciudad, lo que más me impresionó fue el baile del perreo
Relato erótico enviado por Narrador el 04 de June de 2012 a las 23:00:35 - Relato porno leído 150466 veces
Si te ha gustado mi mujer y yo hemos desarrollado un gusto especial. vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar mi mujer y yo hemos desarrollado un gusto especial..
narrador
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
torcacho
(4 de September de 2012 a las 02:21) dice:
que buen relato,que afortunado eres de tener una mujer tan caliente,yo he visto como a mi mujer se lo meten ,pero unicamente uno,verla penetrada por varios me exitaria mucho,dichoso tu que lo has logrado camadedu
(21 de November de 2012 a las 06:43) dice:
buenisimooooooooooooooooooo son genialessssssssssssssssssssssssss jarmmart
(19 de October de 2011 a las 15:37) dice:
exitante, me gustaria que tu mujer me diera ese culito, mandame fotos de tu esposa a jarmmart0819@gmail.com katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:44) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF chalino
(18 de October de 2011 a las 18:23) dice:
muy buen relato hasta k leo algo digno sigue mandando mas relatos por favor mandar fotos de tu esposa a moncada.luis@yahoo.com gracias gatofeo
(14 de October de 2011 a las 06:17) dice:
hola exelente relato y muy exitante me gustaria un dia poder disfrutar de tu mujer con algunos amigos. en hora buena y sigan disfrutando su sexualidad mi correo elperico325@hotmail saludos .....
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