Mi nieta, todo candor y calentura.

Y yo me ponía recontra caliente, mi nieta tenía el don de hacerme parar la pija cuando quisiera. Jugábamos en la piscina y refregaba su culito contra mi buscando el contacto de mi enhiesto miembro, el cual dejaba mi corazón agotado al tener que bombear tanta sangre. Aparecía la tremenda cabeza un palmo por arriba de la cinta del short y ella se le quedaba mirando como hipnotizada. Entonces se arrimaba y tocándolo con su manita me miraba a los ojos, y con su sonrisa pícara me decía: Abuelo, vamos a jugar a la compu? Ya a su edad, con 17, sabía buscar los lugares y momentos en que nadie nos molestaría, ya que su tía, estaba en la facultad a esa hora, su abuela dormía la siesta, con lo que los dos nos encontrábamos solos en mi estudio, donde yo ponía juegos en la computadora para ella y me sentaba con ella en la falda.
Demás está decir que ella ya sabía como venía la cosa por que se acomodaba bien al medio con mi pija en tremenda erección y se movía lentamente mientras jugaba, y se ponía cachonda la pendejita, empezaba a mojar la bombacha.
Ya a esa altura ella estaba recontra excitada y yo tenía la pija como un salame de Milán, 22 cms de carne ardiendo con una cabeza colorada como una gran ciruela. Mis jugos seminales coronaban la punta haciéndola brillosa. Ya a esa altura la calentura nos llevaba a los dos a no pensar en nada, solo me preocupaba que mi esposa no abriera la puerta de la pieza donde dormía. Entonces alzándola y sentándola sobre el escritorio, bajando su bombacha procedía a darle lo que ella más ansiaba, una buena chupada de conchita. Esa flor rosadita de niña ya quería sentir esos orgasmos que su abuelo le propinaba día a día. Y yo lamía esos labios primorosos, gorditos, con su sabor a nena mezclados con pis, hasta notar el temblor de mi niña, cuando acababa y creía que se hacía pis.
Entonces era mi momento, bajando el short dejaba asomar mi pene, y ella con sus manitas se lo llevaba a la boca intentando metérselo todo adentro, cosa que no lograría dado el grosor y largo del mismo. No le alcanzaban las dos manitos para abarcar el total de mi nabo, a esta altura, esa pequeña pelusa que oscurecía su sexo estaba mojada con sus fluidos, mi saliva y el líquido pre-seminal que chorreaba de mi glande.
Le hacía abrir las piernas y poniendo la punta de mi chota entre sus labios virginales, comienzo a meterlo de a poquito. Sé que mi goce está en metérselo sin hacerle daño, cosa de poder seguir disfrutando de mi frutillita. Ella abre grande sus ojos y suspira, está toda ruborizada y transpirada por el orgasmo que acaba de tener, y se siente hembra, su abuelo se la está metiendo, llego hasta su himen, y sé que no debo ir más allá, ya ella se ha acostumbrado a recibir mi pija hasta ahí, ya no le duele, se acomoda sobre el escritorio y empieza a moverse adelante y atrás, es llamativo como con tan corta edad, tiene sabidos cuales son los movimientos del coito, tengo que tener cuidado por que se quiere empernar por completo, está tan excitada que empuja sus caderas con furia contra mi nabo. y mi pobre pija revienta en leche, le lleno la vaginita de semen, le desborda por los costados de mi pija que sigue metida en sus entrañas, y ella se con mueve con otro orgasmo, y se aprieta a mi abrazándome me dice mirándome a los ojos con esa sonrisa pícara de adolescente inocente; te amo Abuelo, mañana jugamos otra vez a la compu?