Yo la verdad es que apenas y conocía a mi padre, ya que mi madre, y él se divorciaron cuando yo apenas contaba unos dos o tres años de edad, la razón según mamá fue que a pesar de lo mucho que se amaban, no se llevaban bien, pero según mi tía la chismosa de la familia, lo cierto es según ella, es que mi papá acostumbraba serle infiel a mi madre, lo que mi mamá le soportó, hasta que un día lo encontró acostado en su cama con otra de mis tías.
Relato
Bueno al cumplir los 18, el vivir con mi mamá era algo insoportable, así que aproveché las vacaciones en la Universidad, para ir a visitar a mi padre. De que lo único que yo sabía, aparte de que con regularidad nos hacía llegar un cheque. Era que vivía en su finca, que se dedicaba a la ganadería, y más nada. Por lo que cuando lo llamé por teléfono, y le dije que me gustaría irlo a conocer más, me contestó que de inmediato que sí. Cosa que a mi madre de seguro le reventó, ya que después de que se lo comunique no quiso volver a hablar conmigo.
Bueno finalmente llegué al pueblo que más cerca queda de la finca, y apenas salí del pequeño aeropuerto, se me acercó un hombre alto, algo fornido, sonriéndome, que cuando estuvo a pocos pasos de mi me dijo, en un tono afirmativo. ¡Tú eres Valeria mi hija! Desde luego que yo tenía fotos de mi papá pero de hacía muchos años atrás, este era un hombre casi calvo, corpulento, y bien alto. Algo diferente a las fotos que yo tenía, en la que se veía delgado, si alto, pero con una gran mata de cabellos en su cabeza. Pero definitivamente eran la misma persona.
Desde que me vio, comenzó a preguntarme todo sobre mí, que estudiaba, si tenía novio, en fin de todo. Yo por mi parte, durante el largo trayecto a la finca no dejé de preguntarle todo lo que se me ocurría, hasta el por qué se había divorciado de mi mamá. Y así fuimos charlando por todo el camino, hasta que llegamos a su casa en la finca.
Me mostró mi habitación, y luego me dejó sola para que desempacara mi única maleta. Yo después de eso me di una buena y refrescante ducha, pero al salir del baño, envuelta en una toalla, mi papá apareció en la puerta de mi habitación, invitándome a que lo acompañase al balcón de la casa, para seguir charlando. Y que viera el lindo atardecer crepuscular, a su lado. Yo le dije que esperase a que me pusiera algo de ropa, y él me dijo, como quieras, al fin y al cabo los únicos que estamos aquí somos tú y yo. Además de seguro seguirá siendo una noche calurosa.
Yo después de escucharlo decirme eso, como que me dio flojera el vestirme, y tal como estaba cubierta únicamente por aquella toalla lo acompañe al balcón. Realmente me sorprendí al ver los bellos matices rojizos de aquel bello atardecer, y no bien había tomado asiento, cuando mi papá me invitó un trago de ron, que por aquello de que no quería beber solo, lo acompañe. Y así seguimos charlando, mientras la tarde caía.
Ya al poco rato tanto él como yo nos habíamos tomado más de tres tragos de ron, fue cuando de manera bien indiscreta le pregunté por qué se había divorciado de mi mamá. Apurándose el trago que tenía en la mano me preguntó, antes de comenzar a responderme. ¿Cuántos novios le has conocido a tu madre? Por aquello de no hablar mal de ella, me limité a decirle, unos pocos. Qué bien, me dijo él, porque cuando yo vivía con ella, llegó a tener hasta cinco. Yo se que de seguro te habrán dicho que yo soy mujeriego, cosa que ahora no es del todo falsa, pero cuando yo vivía con ustedes, jamás engañe a tu mamá. Pero ella en cambio a mi sí. Y no con uno, ni con dos, ni con tres novios a un mismo tiempo sino con cinco. Razón por la que yo puse la demanda de divorcio. Yo la verdad una de las cosas que siempre desde niña le critiqué a mi madre, era el sin número de hombres, que llevaba a la casa.
Pero a pedido de mi papá dejamos de hablar sobre mi mamá, y seguimos charlando sobre mí, que si tenía novio, y cuando nos pensábamos casar, y si ya nos habíamos acostado. Pero a medida que seguimos charlando, le dije que prefería seguir tomando cerveza en lugar de ron, por lo que él siguió bebiendo ron y a mí me trajo varias cervezas, y así los dos seguimos bebiendo, y en cierto momento, quizás por descuido mío, la toalla que cargaba alrededor de mi cuerpo a la altura de mis senos, se zafó, dejando mis tetas al aire, sin que al parecer ni yo ni mi padre, nos hubiéramos dado cuenta. Por lo menos no de inmediato. Cuando de momento fue él el que me dijo, la verdad Valeria que tienes unos lindos senos.
Sus palabras me dejaron algo confundida, y al tratar nuevamente de ocultarlos bajo la tela de la toalla me siguió diciendo. Si quieres quédate así, al fin y al cabo nada más estamos tú yo, mis peones regresaran el lunes, así que si se te antoja andar completamente desnuda por toda la casa, en confianza lo puedes hacer. Yo al escucharlo decir eso, me causó una gran tranquilidad, por lo que me quede tal, y como estaba, con mis tetas al aire.
Seguimos charlando y bebiendo, cuando de momento me dieron ganas de orinar, quizás porque ya me había tomado varias cervezas. Y cuando al ponerme de pie le dije que iba a ir al baño, él señalándome hacia el frente de la casa, me dijo si quieres orinar solo baja, que al lado de la escalera hay una llave de agua. Yo no me había dado cuenta, pero la toalla se había quedado en la silla donde yo estaba sentada, así que dando algunos tumbos, bajé hasta donde mi papá me había dicho, y justo al pie de la escalera frente a él de lo más confiada y tranquila me agaché y me puse a orinar, sin vergüenza alguna. Al terminar de hacerlo, vi la toma de agua que él me había señalado y tras abrirla lavé mi coño con toda mi calma frente a mi papá.
Pero al querer subir las escaleras, estaba tan, y tan borracha, que lo tuve que hacer, prácticamente gateando en cuatro patas. Mi papá me tomó entre sus fuertes brazos, y ayudándome a subir, me sentó a su lado en el sofá en el que él se encontraba sentado en el balcón. Al tiempo que me entregó otra cerveza, me volvió a preguntar, si yo me estaba acostando con mi novio, cosa que ya yo le había dicho que si. Fue cuando sin dejar de mantenerme agarrada entre sus brazos me preguntó, ¿y qué cosas hacen ustedes cuando están solos?
La verdad es que no se qué fue lo que me pasó, pero como que beber tanta cerveza. Me soltó la lengua, y de inmediato comencé a decirle con lujo de detalles las muchas cosas que yo, y varios de mis novios hacíamos. Fue cuando, como que se dio cuenta de que yo era más parecida a mi madre, de lo que yo misma creía. Sin dejar de abrazarme me dijo, Valeria dame un ejemplo de eso que me acabas de decir. Yo había terminado de decirle que Francisco ocasionalmente me mamaba el coño, pero de manera distinta, y bien diferente a como me lo mamaba Darío.
Yo en medio de mi borrachera, separando mi cuerpo de el de mi padre, le dije al abriendo mis piernas y mostrándole con mis dedos, mi depilado coño, le seguí diciendo. Francisco me chupa los labios de mi vulva, mientras que a Darío, lo que le encanta es chuparme el clítoris. Fue cuando vi que acercó su rostro a mi coño, y con su lengua comenzó a lamerlo, al tiempo que con sus gruesos dedos fue separando los labios de mi vulva, hasta que con sus labios comenzó a chupar mi clítoris, de manera que ni el mismo Darío había hecho nunca.
A medida que mi papá siguió mama que mama todo mi coño, yo no pude controlarme, y colocando mis manos sobre su calva cabeza, comencé a restregar su rostro una y otra vez contra mi caliente coño. Diciéndole al mismo tiempo, hay papito lindo, que bien me mamas el coño, sigue así no pares, no pares, sigue. Y a todas estas las manos de mi papá no dejaban de acariciar el resto de mi desnudo cuerpo en medio de aquel solitario balcón.
Por lo que ha pedido mío, y luego de haberme hecho disfrutar de no sé cuantos orgasmos, le pedí que me lo metiera. Justo había terminado de decirlo, cuando caí en cuenta de con quien estaba teniendo sexo, era con mi propio padre, cosa que lejos de causarme rechazo, morbosamente me sentí sumamente feliz. Por su parte él separó su mojado rostro de mi coño, y quitándose los pantalones, e interiores, dirigió su parada verga directo a mi húmedo y hambriento coño.
Fui sintiendo de manera placentera como centímetro a centímetro, me fue penetrando. Y una vez que tuve toda su sabrosa verga dentro de mí, comencé a mover mis caderas, de lado a lado. Buscando sentir más y más dentro de mí su buen pedazo de carne. Por quien sabe cuánto tiempo, me estuvo mi padre clavando su sabrosa verga, diciéndome lo mucho que yo me parecía a la puta de mi madre. No tan solo en lo físico, sino que también en la manera, en que yo meneaba mis caderas y coño. Entre mis gemidos y gritos de placer, volví a disfrutar de múltiples orgasmos, no podía creer estuviera teniendo sexo con mi papá, al que apenas y conocí prácticamente esa misma tarde.
El resto de los días que pase en su finca, no hubo momento en que mutuamente disfrutásemos el uno del otro. Cuando el lunes llegaron sus empleados, me presentó no como su hija, sino como su novia. A lo que todos ellos, al ver la gran diferencia de edades se quedaron boquiabiertos.
Yo ocasionalmente cuando se me presenta alguna oportunidad, visito a mi papá en su finca, o cuando a él le da la gana viene, y me visita en el apartamento que me compró. Donde vivo sola, sin mi madre ni mis tías. Pero que ocasionalmente comparto con algún compañerito de clase.
Relato erótico enviado por Anonymous el 14 de December de 2007 a las 13:35:08 - Relato porno leído 786398 veces
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:20) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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