Este es el comienzo de nuestra vida liberal. Contratamos a un masajista para realizar nuestro primer trio (redactado por mi esposa Ivanna)
Relato
Hace unos veranos atrás, mi esposo y yo, nos fuimos de vacaciones a Mar del Plata. Fueron unas vacaciones geniales y las disfrutamos a full, pero casi al final de las vacaciones, sucedió algo increíble que hizo que las disfrutáramos todavía más, por fin nos animamos a llevar a cabo un Menage a Trois, como tantas veces habíamos fantaseado.
Todo empezó un día cuando regresábamos al hotel de una de las excursiones, tomamos un colectivo urbano y por el cansancio que llevábamos, parecíamos dos desconocidos. En determinado momento un chico de unos veinticinco años, y que llevaba uniforme de oficial de marina, quizás sin percatarse de que yo estaba con mi marido, se puso detrás mío y con el movimiento del colectivo y la gran cantidad de gente que había no tardó en comenzar a rozarme su verga en mi colita, yo me hacía la desentendida y lo miraba a Juanchi (así se llama mi marido) que estaba distraído mirando por una de las ventanillas, no se que me pasó, creo que en ese momento me volví loca, pero la sensación de ser apoyada por un chico uniformado me hizo excitar, entonces como quien no quiere la cosa, corrí mi colita disimuladamente hacia atrás y sentí como la verga del chico despertaba y se incrustaba en la raja de mi cola, casi sintiéndola sobre mi piel debido a que llevaba una calza súper finita.
El viaje no duró mucho tiempo, pero mientras estuvimos en el colectivo, el marinerito no paró de brindarme todo su apoyo. La verdad es que la situación me había hecho recontra calentar y tenía mi conchita caliente y húmeda, cuando llegamos al Hotel lo primero que hice fue sacarme la ropa y meterme a la ducha fría. En ese momento Juanchi se acercó con la parte de abajo de mi bikini en la mano y al verla toda húmeda me dijo –se ve que te calentó un poquito el marinerito ese cuando te arrimó la verga mi amor- al escuchar esto me puse roja como un tomate, no sabía que decirle, entonces tomé coraje y le respondí –así que te hiciste el tonto y viste todo guacho, te pido perdón, no se que me pasó, pero en ese momento apareció en mi mente la fantasía del trío, esa de la que tantas veces habíamos hablado- -entonces si a los dos nos excitó la situación porqué no intentamos llevar a cabo la fantasía- me dijo Juanchi. Los dos entusiasmados decidimos dar el paso hacia delante y aceptamos mutuamente.
El tema era como llevaríamos a buen puerto la fantasía, finalmente decidimos contratar a un masajista, para que me haga unos masajes relajantes y algo más, obviamente. Después de bañarnos fuimos a buscar a una de las computadoras del hotel, a alguien que reuniera los requisitos buscados, entramos en varias páginas de acompañantes de la ciudad y vimos varios anuncios, algunos sin foto y otros que si tenían fotos y mostraban a chicos de muy buen cuerpo que ofrecían sus servicios en la zona de la costa marplatense, pero a mi me llamó la atención uno y le dije a Juanchi quiero ese, un muchacho que según el anuncio se llamaba Martín, rubio de pelo largo (en las fotos tenía la cara tapada por razones obvias), de cuerpo atlético y muy bien formado, pero lo más importante era que dejaba ver una verga descomunal en una de sus fotos, apenas la vi pensé dentro mío: quiero probar esa verga, y cuando a mi se me mete algo en la cabeza es difícil hacerme cambiar de opinión. Finalmente convencí a Juanchi y decidimos elegirlo a él, entonces lo llamamos y quedamos en encontrarnos en media hora en el departamento donde el chico brindaba sus servicios.
Cuando llegamos nos hizo entrar a su departamento y me sorprendí gratamente al verlo primero porque de cuerpo estaba igual que en las fotos que habíamos visto por Internet, y segundo porque de cara era lo suficientemente lindo como para que no me dieran ganas de salir corriendo del lugar, algo que temía podía ocurrir porqué su rostro estaba borroneado en la página web. La verdad es que Martín tenía un lomo bárbaro, Juanchi arregló el precio con el chico y acto seguido Martín me dijo donde estaba el baño para poder descambiarme tranquila, entonces entré y me saqué toda la ropa dejándome puesta solo una tanguita.
Volví a la habitación y por más calentura que tuviera me dio un poco de vergüenza que un desconocido me viera desnuda, así que rápidamente me acosté boca abajo en la camilla de masajes solo con mi tanguita y tapándome la cola con una toalla. Cuando ya estaba recostada, Martín también comenzó a descambiarse, me asombré porque pensé que se iba a quedar por lo menos con la sunga puesta, pero se sacó absolutamente todo, quedándose totalmente desnudo, el cuerpo que tenía era espectacular, muy bien formado y trabajado seguramente después de muchas horas de gimnasio, pero casi me desmayo cuando observé ese pedazo de carne colgando entre sus piernas, era una verga monumental, absolutamente depilada al igual que sus testículos, en vivo y en directo parecía todavía más grande que cuando la vimos en la foto.
En ese momento se acercó hacia mi, se puso a un costado de la camilla y comenzó su trabajo, al principio mi corazón latía fuertemente, me sentía como tiesa, estaba rígida de los nervios, el chico se dio cuenta y me dijo que me relajara y empezó a frotarme suavemente la espalda, en las manos tenía un aceite con una fragancia exquisita, todo esto hizo que la situación sea muy excitante y poco a poco fui relajándome y aflojando un poco las piernas. Ubiqué mi cabeza de costado, de tal manera que quedó de frente a su entrepierna, no podía apartar la vista de su verga que a pesar de estar flácida era realmente gigante.
Juanchi se sentó en el borde de una cama que había en la habitación, y me miraba mientras Martín acariciaba mi cuerpo, el masaje continuo por toda la espalda, cuello, hombros, piernas y brazos, realmente tenía unas manos espectaculares, por momentos era suave y por momentos intensificaba sus movimientos, lo que provocaba que muy suavemente mientras me masajeaba me frotara muy sutilmente la verga por mis brazos, los cuales tenía uno a cada lado de mi cuerpo, estratégicamente ubicados, para que me rozara con su verga cada vez se acercaba a mi, en ese momento tenía unas ganas tremendas de agarrársela, pero me contuve para no parecer tan desesperada.
Luego los masajes llegaron a mi cola, entonces Martín sin previo aviso corrió la toalla, y empezó a acariciarme los cachetes de una manera muy sensual, luego metió sus manos entre mis piernas y masajeó la parte interna de mis muslos, de esta forma rozaba disimuladamente con sus dedos la zona anal y los labios vaginales, haciéndome erizar todo el cuerpo, a esa altura mi conchita chorreaba de excitación.
Juanchi observaba la escena frotándose el bulto por sobre el pantalón. Estuve a punto de acabar cuando Martín me pidió que me diera vuelta y me ponga boca arriba, giré mi cuerpo y el con sus manos agarró las tiritas de mi tanguita y me la bajó muy suavemente hasta sacármela por completo, entonces siguió su masaje por mi pecho, acariciándome las tetas y los pezones con una mano, mientras con la otra seguía acariciándome la zona interna de mis muslos, hasta que muy suavemente comenzó a subir su mano hasta apoyarla en mi concha que estaba ardiendo, luego con sus dedos me acarició el clítoris y ya no aguanté más, estiré mi brazo y acerqué mi mano muy despacio hacia su verga y cuando logré alcanzarla comencé a acariciarla muy suavemente, la frotaba tiernamente con movimientos de arriba hacia abajo, y sentía como ese pedazo de carne iba creciendo aferrado a mi mano.
Martín seguía jugando con mi concha hasta que me metió dos dedos en mi abertura vaginal mientras con el dedo pulgar seguía frotándome el clítoris, y con la otra mano me pellizcaba los pezones, su verga ya había crecido de una manera increíble ensanchándose y alargándose, no podía creer lo gruesa que era, con mi mano agarraba el tronco erecto de su pene y no alcanzaba a recorrerlo en toda su circunferencia, se lo tironeaba de manera que parecía que lo estaba ordeñando, hasta que finalmente acabé gracias a la pajita que me hizo Martín.
Luego de unos instantes que sirvieron para relajar mis músculos vaginales, Martín me dijo que pasara a recostarme en la cama así estábamos más cómodos para continuar con el masaje, cosa que me alegró de sobremanera porque yo pensé que el servicio había terminado, pero no quería irme sin sentir ese palo caliente bien adentro de mi concha, entonces me recosté boca abajo y Martín se sentó sobre mis piernas acomodando su verga de manera que quedara insertada entre los cachetes de mi cola, de esta forma comenzó nuevamente el masaje con el aceite afrodisíaco por toda mi espalda y cada vez que se inclinaba para masajearme los hombros, sentía como su verga se acomodaba entre mis nalgas y frotaba la entrada de mi ano.
Luego me dijo que me ponga boca arriba, y sentado encima mío en la misma posición de antes comenzó a jugar primero con mis tetas masajeándolas y chupándome los pezones, luego jugaba con su verga en mi conchita dándole pequeños golpecitos, y deslizándola haciendo presión por mi clítoris, de esta manera me abría los labios vaginanles, pero sin llegar a penetrarme, lo que me hizo calentar de una manera sobrehumana, era peor esto que si me estuviera ensartando, me hizo desear fervientemente que me cogiera en ese mismo instante, me quemaba la concha de placer, lo que me hizo provocar nuevos orgasmos, Juanchi que no aguataba más de la calentura, se recostó al lado mío y comenzó a acariciarme y chuparme los pezones.
Luego los tres nos acostamos en la cama poniéndonos de costado y yo quedando en el medio de los dos, mi marido se puso de frente mío y comenzó a besarme con mucha pasión, como si fuera la última noche que estuviéramos juntos, en ese instante Martín me apoyó desde atrás e incrustó su pene que estaba súper duro, entre los muslos de mis piernas, mientras me acariciaba las tetas y los pezones. El muy guacho seguía franeleándome la verga por mis genitales sin penetrarme y yo no aguataba más.
Por suerte en ese momento Martín agarró un forro de su mesita de luz, se lo colocó rápidamente, me untó una gran cantidad de gel en mi concha y sentí como la punta de su verga se alojó en la entrada de mi cuevita, e intentaba penetrarme sin éxito debido a su gran envergadura, entonces tomé las riendas de la penetración, y sabiendo el límite de donde comenzaba mi dolor, empecé a mover mis caderas muy suavemente, Juanchi al notar que sentía un poquito de malestar, me abrió los labios vaginales con sus dedos, para de esta manera ayudar a que Martín me ensartara (luego me confesaría que casi acaba al sentir como semejante verga me abría la concha).
Finalmente logramos que entrara su glande, una vez que conseguí esto, sentí como su verga entró dentro mío hasta casi la mitad de su tronco, luego poco a poco fui intensificando los movimientos hasta que el placer le ganó al dolor, no podía creer que esa verga tan gruesa estuviera abriendo mi conchita, Juanchi seguía besándome con mucha pasión mientras masturbaba mi clítoris con una de sus manos, una vez que mi vagina se adaptó al grosor de su verga por completo, el que empezó con el bombeo fue Martín, sus embestidas fueron subiendo en intensidad, hasta que pude sentir sus más de veinte centímetros de carne rellenar mi hoyito por completo, provocándome innumerable cantidad de orgasmos.
Después de que Martín me estuviera serruchando un rato, me di vuelta y me monté encima de él como lo había soñado durante toda la noche, me senté sobre su pene, la agarré con una mano y la empecé a ensartar en mi concha, centímetro a centímetro sentía como ese mástil me abría nuevamente, entonces empecé a subir y bajar descontroladamente metiéndome y sacándome ese palo de mi conchita, mientras él se esforzaba por chuparme los pezones de una manera deliciosa.
Después de acabar nuevamente y de llenar de flujo el cuerpo del masajista, volvimos a cambiar de posición, esta vez yo me puse de espaldas en la cama como si fuera la posición del misionero, pero Martín me agarró las piernas, las levantó y las apoyó sobre sus hombros, de esa forma con las patitas levantadas, me penetraba de manera mucho más profunda, su verga entraba hasta los huevos dentro de mi cuerpo, Juanchi aprovechó el momento y puso la suya en mi boca, entonces comencé a chupársela de manera desenfrenada hasta hacerlo acabar y eyacular toda su lechita caliente dentro de mi boca, la cual tragué absolutamente toda sin dejar caer ni una sola gota.
Martín que tenía un aguante increíble y se empecinaba en realizar todas las poses del kamasutra, me dio vuelta nuevamente y me puso en cuatro patas como una perra alzada, apoyó la verga en la entrada de mi vagina, agarró mis caderas y empezó a moverme bruscamente ensartándome hasta el fondo cada vez que llevaba mi cuerpo hacia el suyo, me estaba torturando de placer y la concha ya me dolía pero esta vez de satisfacción, de esta forma siguió llenándome de orgasmos sin ninguna contemplación.
En ese momento Juanchi que seguía besándome y acariciándome me dijo al oído –quiero verte chupándole la verga mi amor-, obviamente que no me hice rogar, sólo me faltaba eso para completar la noche, me senté sobre la cama y me abalancé sobre la verga de Martín que seguía arrodillado, le agarré con una mano la verga, le saqué el preservativo y comencé a lamerle muy suavemente el glande y el tronco de su verga en toda se extensión hasta llegar a los huevos, se los chupé y los metí dentro de mi boca durante un tiempo jugando con mi lengua con ellos, a juzgar por su cara creo que le encantaba.
Luego me metí ese pedazo de carne en la boca y comencé a chupárselo frenéticamente mientras lo pajeaba con las dos manos, no podía creer lo que me costaba metérmelo en la boca, tenía un sabor maravilloso, después mientras le chupaba la verga comencé a acariciarle los testículos, mientras jugaba con mis dedos en su cola, primero inserté un dedo y luego dos dentro de su ano, cuando observé que estaba a punto de acabar sin dejar de masajear su próstata, le agarré la verga, la apunté a mi cuerpo y logré que derramara una gran cantidad de leche caliente en mis tetas, fue increíble la cantidad de semen calentito que eyaculó.
Martín fue rápidamente a asearse mientras yo me recosté sobre la cama y luego de unos minutos, donde retomé el aire en mis pulmones, le dije a Juanchi que me estaba acariciando el pelo muy tiernamente, gracias mi amor, me encantó todo lo que pasó esta noche.
Después de asearme y mientras Juanchi le pago el precio convenido a Martín, nos fuimos al hotel a descansar. A partir de ese momento nuestra vida de pareja cambió en un 100% para bien y hasta el día de la fecha seguimos recordando esa noche como la del inicio de nuestra vida sexual libre de complejos y de tabúes. Después llegaron muchas historias más que serán contadas en nuevos relatos.
Comencé a notar placer, pues su polla restregándose contra mi clítoris me hizo sentir algún que otro espasmo. Mire otra vez a mi marido. El se la estaba meneando mientras veía como me follaba Ramón. Aquello parecía gustarle. Seguro. Ramón tiene un buen cipote y sabía usarlo como debe ser. Yo levantaba mi culo para que penetrara más a fondo......mientras miraba a mi marido.
Relato erótico enviado por coronelwinston el 16 de March de 2009 a las 17:00:00 - Relato porno leído 131202 veces
Si te ha gustado MI PRIMER TRIO CON MASAJE INCLUIDO vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
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juanchi01
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
hornygirl
(4 de July de 2009 a las 06:59) dice:
me gustó tu relato... tan sólo de imaginarme esa verga me puse caliente... que experiencia!! coronelwinston
(30 de June de 2009 a las 20:08) dice:
Buen relato IvannayJuanchi. Os felicito. Me gustó. Eso de las experiencias en Trío.....son la leche. Hay que estar mentalmente muy preparado para ello. Pero una vez dispuestos......sólo queda disfrutarlo. Felicidades por vuestro relato. Un saludo. juan reinoso
(23 de September de 2009 a las 03:00) dice:
Ese relato me dejo pensativo si las mujeres disfrutan mas con una verga grande o es un mito. Pero la historia es muy buena katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:17) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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