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mi primera experiencia y con un futuro taxista

Relato enviado por : rosamaridelaluz el 11/05/2005. Lecturas: 3682

etiquetas relato mi primera experiencia y con un futuro taxista .
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Resumen
Como perdí la virginidad con aspirante taxista.


Relato
MI PRIMERA EXPERIENCIA Y CON UN FUTURO TAXISTA

Tenía dieciocho años cuando me inicié a esto de hacer el amor, a estos del sexo desenfrenado. Dieciocho años y por entonces ya tenía mi pubis depilado, no me gustaba tener un resquicio de pelo en mi cuerpo, sólo en la cabeza y dando gracias, y es más porque no estaba bien visto una chica calva.

Yo era una chavala como otra cualquiera, estudiaba, iba a clase según el día, mejor dicho, según la asignatura, ahora con veintiséis años trabajo como camarera de sala y me arrepiento de no haber terminado los estudios, pero eso es otra historia.

Como he dicho anteriormente, tenia dieciocho años y ya había atravesado por dos relaciones, una con un mexicano donde no habíamos traspasado la frontera de cinco besos por día, y otros con un compañero de clase donde no mostraba ningún interés sexual conmigo; hará un año me dieron la noticia de que le quedaba poco para terminar su iniciado camino de sacerdote.

Así que, me sentía algo frustrada, no sé porque, aún era joven, tenía mucha vida por delante pero aún así me sentía poco realizada, quería sentir el verdadero amor, ese, el del bueno, ese que se culmina con una unión placentera.

Pero no, no tenía suerte.

Así que una noche de un fin de semana, salí con mis amigas, como siempre, para no perder la costumbre, todas se habían iniciado al sexo hacía poco tiempo, así que me sentía una mona de feria. Bebimos cócteles ya fueran de vodka o de ese que se llamaba Diablo, este era peleón, se me subía rápidamente a la cabeza. Pronto se nos unieron los chicos, ya pasados de alcohol, algunos me sobrepasaban cuatro o cinco años, pero todos éramos más o menos de la misma edad. solíamos entablar conversación con todos, no teníamos ningún tipo de reparo, todos éramos amigos de todos, poco importaba el sexo y la edad de cada uno.

Esa noche bebí más de la cuenta, y empecé a entablar más que ningún otro día una conversación con Jesús, unos de esos chicos mayores del grupo que estaba estudiando una carrera sin saber porqué, a sabiendas de que acabaría encima del taxi de su padre.

Seguíamos charlando y sin quererlo nuestras manos se acariciaron, sentí un cosquilleo pero no le di ni el más minino interés, él pareció sentir, al menos eso era la impresión que me causaba al ver que me seguía acariciando. No sé como surgió todo pero sin dudarlo él se acercó más de la cuenta, muy cerca de mi, me miró a los ojos, todo me pareció romántico sino llega a ser porque mi cuerpo estaba algo alcoholizado. En ese instante sentí sus labios calientes y gruesos, me devoraba con cierta tranquilidad, yo respondía, simplemente respondía, me dejaba hacer, había besado otros labios, pero esos labios me parecieron por un momento lo únicos labios que había besado en toda mi vida.

Seguíamos con la tarea de los besos cuando me acaparaba con fuerza mi cintura, no soy atractiva, ni mucho menos, soy la típica chica de melena castaña oscura y de ojos marrones, de mediana estatura y de complexión fuerte, pero debo decir que mi figura de guitarra hace que al menos no afee mi cuerpo. En resumen, una chica corriente, de estas que pasan desapercibidas sino llega a ser por su carácter alocado y algo pueril.

Después de agarrarme me susurró que le acompañara, asentí. En ese momento me di cuenta que los amigos nos observaban, pero no les preste atención, no sé, me sentía avergonzada por el espectáculo que acabábamos de dar. Alejándonos de ellos y de la música del bar nos encontramos en el baño de las chicas, era el único que estaba libre. Por entonces yo ya sabia a lo que iba, a frotar nuestros cuerpos y a lo que surgiera, a estar solos él y yo sin mirones de ningún tipo. Cerró la puerta con cerrojo y me atrapó entre su cuerpo y la pared, nos besamos como dos enloquecidos.

Sus manos sin dudarlo manosearon todo mi cuerpo, mis pechos y la entrepierna por encima de la ropa, en cambio, yo me dediqué a agarrar su pelo con fuerza, me encantó hacer eso, amararle con todas mis ganas, tirando de su pelo sin pena alguna.

La cosa se fue calentando, cuando se aburrió de manosear mi cuerpo a toda prisa quiso degustarme con tranquilidad, me desabrochó la blusa y manoseó con delicadeza por encima de sujetador, cuando se hartó me lo subió dejando mis tetas al descubierto pero aprisionadas aun por la prenda. Se aprovechó de lo lindo, tengo unos pechos grandes que él estrujaba sin compasión, me hacía algo de daño, pero ese daño me enloquecía aun más. Me chupaba los pezones sin pudor alguno, como si quisiera sacar mis entrañas por ellas. Harto de succionar, me quiso quitar los pantalones y las bragas, pero me adelanté a sus acontecimientos y él aprovechó para bajarse los suyos y el boxer. Tenia frente a mi un hombre empitonado, un futuro taxista que se hartaría de follar con fulanas de farolas, con fulanas que por poco dinero se la chuparían hasta sacar su semen. Pero eso sería en el futuro, ahora sería yo quien le succionaría. Me agaché y le agarré su polla, era mi primera polla, así sin más, la primera que tenía delante de mis ojos, así que eso me enloqueció aun más, abrí mi boca y empecé a mamar, él exclamó mientras me agarraba el pelo, veía como se le chupaba y eso le ponía como loco.

-Así, maldita, sigue.

Me pareció en ese momento que él pensaba que yo ya me había tragado otras pollas.

-Sigue condenada.

Seguía, seguía mamando, era mi primera vez, me estaba desvirgando la boca y el no lo sabía.

-Chupa cabrita, chúpala bien.

Tengo que aclarar que su polla, ahora con más experiencia, era como otra cualquiera. Cabía bien en mi boca, y cuando mamaba con lentitud me llegaba hasta la garganta, gesto que él agradecía.

-Que bien la chupas, hija de puta.

Aburrida de tanto tragar me levanté y le besé en los labios, quería que probara su propio liquido, el preseminal. Poco le importó, ya que me besaba con voracidad.

Dejó mis labios y se dedicó a mis otros labios, me sobresalté al principio a sentir su lengua en mi coño buscando mi clítoris, ya que estaba escondido por mis labios salientes. Aquel sobresalto fue debido a la nerviosidad que se apoderaba de mi cuerpo, iba sentir, y eso me encantaba. Empezó a lamer con pasividad, recorriendo todo mi coño, su lengua jugueteaba con el botón pero de vez en cuando se escapaba dentro de mi vagina, cuando hacia eso ¡Dios! gritaba, y pude oír en ese instante como alguien llamaba a la puerta. Poco me importó, quería que siguiera lamiendo, me estaba gustando, enloquecía de lo lindo. Chupaba mi clítoris, lo succionaba y mordía mis labios con suavidad. No sé cuando tiempo estuvo así, pero al final llegué y note como mis flujos salían de mi y salían a parar a su boca. Contemplé como devoraba mi coño en busca de mi flujo, eso me ponía a cien, mi cuerpo pedía más.

-¿Alguien te ha dicho que tienes una corrida muy dulce?

Empecé a reírme ¿Que otra cosa podía hacer?

Se incorporó y sacó un condón del bolsillo del pantalón, cuando ya se lo puso levantó una de mis piernas y acercó su polla a la entrada de mi coño, aquí ya tuve que hablar.

-Cuidado.

Él me miró con una sonrisa en los labios.

-Te lo estoy diciendo en serio, cuidado.

Él parecía no entender, la calentura le aprisionaba el celebro.

Acercó aun más su polla y de dos golpes me la introdujo del todo, grité como una loca, pegué gritos que la persona que estaba llamando a la puerta con anterioridad dejó de golpear. Me dolía horrores, no me esperaba eso, siempre había creído que ese acontecimiento iba a ser doloroso, pero ni tanto.

Cuando grité él se quedó quieto, aturdido por mis gritos.

-¿Qué diablos pasa?

-¡Hijo puta! ¡Soy virgen!

Al principio no pareció reaccionar, estaba embobado ante lo que acababa de decir.

-¿Virgen?

-¡Síííí!,.... –grité.

Tenia su polla en mi coño y se dedicaba a preguntarme, me dolía ese trozo de carne dentro.

-¡Sácala cabrón!

-Lo peor ya ha pasado.

Y empezó a moverse, a meterla.

Gritaba en cada embestida, él no dejaba de meterla, la sacaba, la volvía a meter, sentía que su polla me perforaba hasta la barriga,.... pero esa sensación desapareció, parecía que mi coño se estaba acostumbrado a aquella carne.

No sentí nada de placer, era mi primera vez y con un condón, él se corrió después de cinco minutos dándome y yo me sentí más frustrada que antes, cuando aún era virgen.

Cuando se corrió tiró el condón al suelo y las chicas seguían aporreando la puerta enloquecidas, enfadadas ante tanta tardanza; él se subió los pantalones y yo me vestí, con una mala sensación de boca.

Abrimos la puerta y las chicas empezaron a chillar, no eran tontas, ya sabían lo que había pasado en aquel aseo, no sentí en ese instante nada de vergüenza, nada de humillación, tan sólo me sentía decepcionada.

Volvimos al grupo de amigos, las chicas se aproximaron a mi a preguntarme, pero yo no contesté a ninguna de sus preguntas. Después miré a Jesús, estaba alegre, radiante y me pareció que contaba la batallita a los chicos, no me ofendió, en absoluto, que dijera lo que quisiera.

Han pasado ocho años después de mi primera vez, follo como loca con mi marido y hará un par de meses que me encontré a Jesús encima de un taxi. Estaba parado en un paso de peatones con un pasajero, le miré, él me miró pero no nos dijimos nada. Desde que paso aquello del baño no nos hablábamos y mucho menos iba a saludarle después de tanto tiempo.

Cuando terminé de atravesar el paso de peatones, el semáforo se puso en verde y se marchó, no pude evitar el darme la vuelta y observar como se alejaba, aún así fue el hombre con quien perdí la virginidad, con el que follé por primera vez.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 22:26) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 20:03) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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