Continuando con la historia de mi reencuentro con mi mujer, descubrí que la pasión no tenia límites así que una tras otra fuimos cumpliendo las más sórdidas fantasías sexuales que se nos ocurrían, algunas de las cuales contaron con una "ayuda" inesperada....
Relato
Habían pasado tres meses desde que regresé con Myriam. Meses en los que recuperé al amor de mi vida y esa sensación de soledad que sentía pues aunque veía a mis hijos, al final siempre se iban con su madre. Lo cierto es que por fin me sentía completo, enamorado, deseado a más no poder por una mujer que era un sueño para cualquier hombre. No solo me dio lo que buscaba: tranquilidad. Me hizo conocer que el sexo no tiene límites, cuando encuentras a esa persona que desquicia tu mente y te lleva a perder la cordura. Un estado de liberación sexual, sin represiones, sin tabúes, y con la firme intención de explorar aún más y cumplir nuestras fantasías.
Así fue que acordé con mi mujer que al menos una vez al mes, nos daríamos tiempo para cumplir una a una las más perversas fantasías que se nos ocurrieran. Habíamos llegado a tal nivel que ya casi nada podía sonar sórdido. Es entonces que entre juegos sexuales y bastante buen humor, decidimos que sería bueno hacer una lista de cosas que nos gustaría experimentar. No solo cosas, la idea era que también sean lugares, y en fin, cualquier fantasía que se nos ocurriera. De esta manera cumpliríamos fielmente lo que apuntemos en ese “calendario sexual”.
La primera fantasía que hicimos fue su idea. Consistía básicamente en que yo llegue a casa disfrazado de policía y la lleve esposada para castigarla por sus “crímenes”. Me encantó la idea y no tardé mucho con hacerme del uniforme. Resulta que muchas veces me dijeron que tengo tipo militar y cuando fui a una tienda donde vendían uniformes ni siquiera me pidieron identificación. Fue tan sencillo adquirir la ropa que creo que más demoré en ir al lugar. También compré las esposas así que estaba todo listo para en la noche dar rienda suelta a nuestros bajos instintos.
Mis hijos fueron al cumpleaños de un amigo de Rodrigo, así que teníamos la casa sola. Ella se cambió en su cuarto y yo en el baño. Teníamos que hacer lo planeado lo más real posible. Salí entonces en mi auto, vestido de policía pero con las lunas polarizadas subidas. Di unas vueltas por un parque cercano y regresé a la casa. Toqué la puerta 3 veces y al fin me abrió Myriam. Voy a describirla tal cual la encontré: Una blusa blanca sin abotonar, una minifalda roja, unas botas rojas largas de cuero y enmallada de la cintura a las pies. No usaba brassier y estaba perfumada a tal punto que se percibía a más de 10 metros.
Era una delicia, de la cual me fue extremadamente complicado resistir la tentación de cogérmela en el acto. Sin embargo traté de concentrarme y le dije: Soy el oficial Pérez y he venido a arrestarla. Se le acusa de matar a 15 hombres por exceso de sexo, ¿qué tiene que decir?... A lo que ella contestó: ¿Me va castigar oficial?, me he portado muy mal. Tengo que esposarla y castigarla por sus crímenes, le dije. Y diciendo esto último la volteé y la llevé con violencia al cuarto, donde la esposé al espaldar de la cama, poniéndose ella de rodillas y diciendo: ¿ahora qué va hacerme oficial? La amordacé y le puse una venda en los ojos para luego levantar su falda (estaba sin tanga) y darle nalgadas sobre esas mallas negras que usaba y que me tenían con un apetito voraz por romper. Ella se quejaba sin poder gritar debido al pañuelo en su boca y yo seguía implacable, hasta que agarré una tijera tenía cerca a mí y le hice un corte a las mallas, a la altura del culo. Apenas lo tuve ante mí hundí mi cara entre sus nalgas y le lamí la concha y el culo para luego enterrarle mi verga entera por el culo mientras le decía: toma perra, esto te pasa por puta, perra de mierda. Y continuaba penetrándola mientras ella se contorsionaba hasta que en un momento le quité la mordaza y dio un alarido descomunal. En ése momento tuvo un orgasmo anal fabuloso.
Habíamos tenido sexo en todas las posiciones y muchas veces pero era la primera vez que le produje un orgasmo anal y sinceramente fue grandioso. Cuando saqué mi verga de su culo se quedó temblando y titiritando, como si tuviera frío. No dejaba de temblar y gemir aun cuando ya no tenía enterrada mi verga. Fue sensacional verla así y más cuando por fin se recuperó y me dio esa mirada de complacencia total, de delirio.
Le quité las esposas para que pueda lavarse y al rato regresó con una sonrisa de satisfacción plena. Se echó a mi lado y no dejó de llenarme de besos, de mimos y de decirme que me adoraba, que no quería pasar ninguna noche sin mí, sin que la haga mía. Aproveché ese momento intenso para reiterar mi deseo de seguir cumpliendo nuestras fantasías y ella me dijo que si íbamos a gozar así, era lo único que tenía en mente. Nos besamos nuevamente y al rato hicimos el amor, esta vez sí por la concha y durante más de una hora. Cuando terminamos nos bañamos y regresamos a la cama a planear nuestra siguiente fantasía, la cual realizaríamos el fin de semana ya que habíamos planeado visitar a unos amigos.
La verdad que ésa era una excusa para nuestros hijos pues en realidad nos iríamos a un departamento que había alquilado días atrás para que sea nuestro “búnker”. Llegó el sábado y salimos temprano para llegar a "desayunar con los amigos". Al mediodía ya estábamos en el departamento listos para dar rienda a mi fantasía (esta vez me tocó a mí elegirla). Consistía en buscar a alguna persona, que reúna ciertas "condiciones" para que sea testigo de cómo le devoro el culo a mi mujer. Dichas "condiciones" básicamente consistían en que el tipo sea vouyerista, que le fascine mirar y goce con ello. Obviamente que las personas no tienen un cartel en la frente para saber quién es quién pero, en este caso, no fue nada difícil encontrarlo.
Fuimos a almorzar y para ello Myriam se vistió muy provocativa, quizá más de la cuenta. La razón era sencilla: teníamos a la víctima perfecta: Julián. Éste era un vecino del edificio que vivía 2 pisos más arriba de mi departamento. La primera vez que llegué me dio la bienvenida y conversamos un poco de nuestras vidas. Estaba separado y en realidad no tenía suerte en el amor, según me dijo.
Supe en un par de minutos que era un mañoso empedernido. Tenía incluso un largavistas para espiar por las ventanas a las parejas de los edificios de enfrente. Cuando le conté que iba a llevar a mi mujer no se imaginó cómo era Myriam. Sin embargo, cuando llegamos y me saludó en la entrada pude ver por las lunas de la puerta que se relamía viéndole el culo. Estaba claro que él era la persona ideal. Al regreso del restaurant pasamos a su lado ya que estaba lavando su auto y le dije que necesitaba que me haga un favor con unas cajas que quería llevar a la azotea. Asintió con la cabeza mientras sus ojos se le iban por Myriam que dicho sea de paso lo provocaba al ponerse de espaldas a él e inclinándose ligeramente. Eso sumado al aire que corría era suficiente para dejar al descubierto sus nalgas y su tanga roja.
Fuimos a mi departamento y sacamos las cajas que luego llevamos en varios viajes hasta la azotea. Myriam hábilmente subía por delante de él, moviendo el trasero de tal manera Julián estaba más enfermo que nunca y solo se controlaba porque detrás venía yo. Finalmente quedaron tres cajas y él se fue llevando una pero yo me quedé y guardé las últimas debajo de mi cama. Dejé la puerta entreabierta y sin demora fui con mi mujer a la cocina, donde esperamos algún ruido que indique que había vuelto. Apenas abrió la puerta se sorprendió de ver que ya no había más cajas y sobre todo de no encontrarnos. Nosotros por otro lado empezamos a besarnos, como locos, sin control.
La levanté y senté sobre la mesa y le chupé la concha mientras ella me agarraba la cabeza y se destornillaba de placer. En ese instante entró Julián, que al no ver a nadie y escuchar ruidos en la cocina, avanzó hasta la puerta de la misma. Sentimos claramente su presencia mientras nos miraba estupefacto, pero seguimos con lo nuestro. Le chupé la concha y jugué con sus labios vaginales mientras ella se contorsionaba sobre la mesa. Sin demora la volteé e hice lo mismo esta vez en su culo, abriendo sus nalgas y metiendo mi cara entera al tiempo que mi boca se tragaba su concha y mi nariz se hundía en su ano. Me levanté y coloqué mi verga en su vagina, hundiéndome en ella con violencia y haciendo que un concierto de gemidos incesantes llene la habitación. Aumenté el ritmo y los gemidos se transformaron en gritos y los gritos culminaron con un alarido seco que indicaba que había llegado a su clímax y para suerte mía esta vez coincidimos, de manera que nos quedamos restregándonos sin despegarnos y con mi leche chorreando en el piso mientras Julián retrocedió de puntillas y se quedó en la sala a la expectativa.
La idea de que nos vieran nos excitó a tal punto que nuestras pulsaciones estuvieron a mil. Me di cuenta en ese momento que no me importó exponer mi desnudez y más aun, la de mi mujer, ante un desconocido. Era un placer infinito que culminó cuando Julián hizo ruido, adrede, indicando que se encontraba en la sala. Me acomodé la ropa al igual que Myriam y salimos a agradecerle su apoyo con las cajas. Bastaba mirarlo para darse cuenta del tremendo placer en sus ojos. Era un hecho que no sería la última vez que nos ayudaría con nuestras fantasías.
Esa noche volvimos a hacerlo mientras mirábamos la grabación de lo sucedido pues previamente a todo coloqué unas cámaras pequeñas en las esquinas de cada habitación. Pudimos observar entonces que no solo nos observó mientras lo hacíamos, el infeliz se masturbó en nuestro delante pero no lo percibimos pues estábamos inmersos en nuestra exacerbada pasión. Luego de darme otro festín en la cama con mi mujer empezamos a planear nuevamente la última fantasía que realizaríamos al día siguiente ya que al culminar el día debíamos volver a nuestra casa.
En esta ocasión era turno de Myriam. Luego de meditarlo por un buen rato me dijo que le gustaría terminar lo que empezamos más temprano. ¿Cómo así?, le dije. Entonces me explicó que ya que Julián nos había visto desnudos y los tres lo habíamos disfrutado, sería excelente aprovechar esa "confianza" para que en adelante filme nuestros encuentros y de paso satisfaga sus ganas. Le pedí que me explicara mejor el asunto y continuó así: Lo que pasa amor es que no creo que tengas problema en que me vuelva a ver desnuda. Por mi parte no tengo ninguno y menos si no te incomoda, pero me gustaría que nos grabe teniendo sexo o se preste para que tengamos la oportunidad de hacerlo en otros lugares. Por ejemplo, me encantaría hacerlo en el auto, en plena calle, pero lo necesitamos como "campana" para que nos alerte a tiempo. Entendí perfectamente a lo que se refería y sumé algunas ideas más a nuestra próxima fantasía.
Esa noche había una reunión en casa de otro inquilino del edificio al cual fuimos cordialmente invitados. Anticipándome a ello fui a buscar a Julián, el cual se sorprendió mucho de verme, pues como recuerdan no tenía idea de que nosotros sí nos dimos cuenta de que nos vio cogiendo. Me invitó a pasar y conversamos un poco de fútbol, que justo en ese instante pasaban por TV. Quise ir directo al grano y le conté que nos dimos cuenta de su presencia en mi casa. El pobre tartamudeó y se ruborizó pero lo calmé diciéndole que nos había gustado que nos viera y un poco le conté las cosas que pensábamos hacer. Al inicio estuvo incrédulo. Se rascaba la cabeza y daba vueltas en su sitio. Para calmarlo le di una prueba que sería irrechazable: Anda a mi casa (le di las llaves) y mira a mi mujer. Se está bañando. No te preocupes que yo te lo autorizo. Entre confundido y cachondo el pobre salió de su casa para entrar a mi departamento.
Mientras él bajaba le escribí a mi mujer indicándole que iba en camino y bajé tras él. Entró a la casa y continuó hasta mi cuarto, donde se frenó cuando escuchó el sonido de la ducha. Esperó detrás de la puerta y vio con asombro cómo mi mujer salía con una toalla a la altura de la cintura y con los pechos al descubierto. Ya estaba a mil por hora cuando mi mujer se quitó la toalla, quedando desnuda ante sus ojos. Una vez más tenía frente a él a esa mujer despampanante que lo dejó tan absorto que ni notó que yo me encontraba detrás suyo. La repasaba con la vista y se relamía de placer, repitiendo en voz baja: que tal culo mamita!
Como ya había acordado con mi mujer, ella se echó en la cama bocarriba y empezó a masturbarse, rozando sus dedos con su clítoris y gimiendo de manera deliciosa. En ese instante Julián ya babeaba de placer y tenía una mano debajo del pantalón. Sin prisa pasé por su lado y entré al cuarto, haciéndolo dar un salto del susto que le produje. Llegué al pie de la cama y volteé a mi mujer para luego abrirle las nalgas y lamerle el culo a placer. Volteé para que él me viera y le guiñé un ojo mientras con la mano le hacía señas para que entre al cuarto. Así lo hizo, hipnotizado por el cuerpo desnudo de mi mujer y entonces ella volteó, lo miró sonriente y le dijo: ¿Te gusta vernos Julián?. A lo que él afirmó con la cabeza. Entonces ella le dijo: Quiero que nos grabes, ¿puedes hacerlo?. Sí, respondió él, subyugado totalmente. Le hice señas para que agarre la filmadora y entonces se puso a grabarnos.
Antes de fundirla a punta de verga volteé y lo miré a los ojos diciendo: ¿Ves este culo? (mientras le apretaba el culo a mi mujer, a rabiar), pues es sólo mío. Puedes mirar pero jamás te atrevas a tocarlo, ¿estamos?. Él aprobó inmediatamente y entonces empecé a darle con todo a mi mujer, mientras Julián nos grababa desde varias posiciones. Durante casi una hora de mamadas, poses delirantes y de corolario un descomunal anal, hice que los tres gocemos increíblemente. Estaba completa nuestra fantasía. No solo nuestra, sino la de este afortunado "compañero". En unos minutos más me vine violentamente en su boca, mientras Julián nos miraba y sonreía de tanto placer acumulado.
Esa noche decidimos no ir a la fiesta y en cambio salimos los tres en mi auto, donde Julián conducía mientras yo le rellenaba el culo a mi mujer. Fue increíble el nivel de placer que alcanzamos con nuestro nuevo amigo, que en adelante fue parte importante en nuevas historias, que pronto seguiré contando…
Una semana antes de su cumple mi esposo me pregunto ¿Qué me vas a regalar? prometiste que me darias lo que yo quisiera, yo pense que me diria que tuvieramos sexo anal mas seguido,yo racionaba mucho ese tipo de sexo ya que mi esposo tiene una verga muy gruesa y cada que tenemos sexo anal lo disfruto mucho si pero me queda el culo muy adolorido, el se vuelve loco con mi culito dice que esta muuy apretadito, pero no fue eso lo que el pidió, lo que queria era un capricho mas lujurioso,de plano me dijo -Quiero que invites a mi comadre Lina a tener sexo con nosotros ,no me extraño que me pidiera hacer un trio ya que ese antojo ya lo había pedido de hace tiempo lo que si me saco de onda fue que me pidiera que invitaramos a Lina ,ella ha sido mi amiga desde que eramos niñas
Relato erótico enviado por Aly el 15 de December de 2010 a las 01:16:59 - Relato porno leído 191559 veces
el acompañar a mi esposo a hacer unas compras en una ferreteria me encontre a un joven atrevido quien me recargo su vergota en las nalgas y me agrado terminando cogiendo riquisimo tenia una vergota como de burro mmmm que rica
Relato erótico enviado por comando bigos el 16 de March de 2013 a las 00:00:03 - Relato porno leído 165839 veces
SOMOS UNA PAREJA QUE DESDE MI MARIDO SE ENTERO QUE LE METI LOS CUERNO, LO UNICO QUE QUERIA ERA VERME HACIENDOLO DELANTE DE EL, VESTIDA COMO UNA PUTA..........
Relato erótico enviado por Anonymous el 25 de March de 2011 a las 00:11:50 - Relato porno leído 160683 veces
DETRAS DE MI CASA VIVE UNA NINA MUY LINDA Y ES QUE LO QUE MAS ME ENCANTA ES SU CULO.
Relato erótico enviado por Anonymous el 04 de April de 2010 a las 16:35:57 - Relato porno leído 131725 veces
Si te ha gustado Mi reencuentro con Myriam (3ra parte) ( CON fotos) vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
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Gus20XXX
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:03) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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