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Mi sacrificio…

Relato enviado por : narrador el 23/02/2014. Lecturas: 9198

etiquetas relato Mi sacrificio…   Confesiones .
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Resumen

Cuando una ama a su esposo, como yo amo al mío, no hay sacrificio que no haga por él…




Relato

Gerardo es un amantísimo y perfecto esposo, magnifico yerno, excelente padre, y sin lugar a dudas sumamente responsable, además considerado como ningún otro hombre, en fin como ya dije perfecto.

Por lo que cuando Don Armando, dueño y presidente de la empresa para la que trabaja mí esposo me llamó a casa, me sorprendí. Sin darme explicación alguna, simplemente me dijo que él, deseaba verme para hablar conmigo de inmediato, un asunto de suma importancia, y que no era necesario que Gerardo mi esposo se enterase, por los momentos. Por lo que a los pocos minutos mientras me cambiaba de ropa, Gerardo me llamó por teléfono, para decirme que se encontraba en el aeropuerto, y que regresaría en tres o cuatro días, ya que debía ir a realizar una auditoría en una de las sucursales de la empresa, no le dije nada.

Apenas llegué, de inmediato Don Armando en persona me recibió en la puerta de la empresa, me saludó cortésmente, y apenas entramos a sus oficinas, me solicitó que tomase asiento. Fue cuando me dijo. Rosa, a mi no me gusta perder tiempo, así que voy directo al grano. Depende de su respuesta, mañana Gerardo despierta en su cama, o en la cárcel. Yo me quedé confundida, y sin idea de lo que ese hombre me estaba diciendo. Don Armando se dio cuenta de mi confusión, y continuó diciéndome. Ya veo que no tiene, ni la menor idea de lo que le hablo. Bueno te diré que Gerardo, hace tres meses, tomó una fuerte y sustancial cantidad de dinero de la empresa, y aunque la ha ido reponiendo, no por eso deja de ser un delito. En ese instante, mi mente recordó que cuando hizo falta el dinero, para la urgente operación de mi madre, Gerardo pagó todo, y sin darme muchas explicaciones, tan solo me dijo que eso era parte de sus beneficios marginales en la empresa.

Don Armando continuó diciéndome, así que tú me dirás si Gerardo duerme esta noche en la cárcel, o por lo contrario seguirá su vida, trabajando para la empresa, y desde luego que pagando la deuda. Yo aun más confundida, le dije. Desde luego que no quiero que mi esposo vaya a la cárcel, sobre todo si hay algo que se pueda hacer para evitarlo, además ya usted me dijo que él estaba pagando, lo que tomó prestado. No tomó nada prestado, robó. Algo enfurecido, esas fueron las palabras de Don Armando, y continuó diciendo. No trate de minimizar las acciones de tu esposo, robo es robo, así sea de un solo centavo es robo.

Yo estaba a punto de ponerme a llorar, cuando él me dijo. Sin teatro, lo que yo quiero que me diga, es si va ayudar a su esposo, o por lo contario va a dejar que lo meta preso. Yo me quedé en silencio, viéndolo y escuchando a Don Armando, que de inmediato continuó diciéndome. A mí no me va a temblar el pulso, para despedirlo, y mandar a que lo metan preso. Así que necesito que me digas, si tú estás dispuesta a ser una de mis putas. Yo al escuchar sus palabras, me quedé aun más sorprendida. Él sin inmutarse continuó diciéndome, yo trato muy bien a mis clientes, y entre los servicios que les doy, está el de poner a su disposición, alguna que otra dama de compañía intima, o sea putas para que se acuesten con ellos.

Desde luego que tu marido, no se enteraría de nada, claro está a menos que tú se lo cuentes. Y por él no te preocupes, ya que lo voy a tener trabajando tantas horas extras, y supervisando sucursales, que no tendrá tiempo de darse cuenta de que no estás en casa. Finalmente levantando el teléfono me dijo, esta oferta expira en los próximos segundos, así que decide ahora mismo, o Gerardo mañana despierta en la cárcel, o en tu casa.

De inmediato por mi mente, pasaron los momentos de angustia que sufrimos, cuando fue necesario operar a mi madre, y como mi esposo por lo visto sin tomar en cuenta las consecuencias, tomó el dinero prestado, para pagar la operación. Las ganas que yo tenía, en ese instante, era de mandar al desgraciado de Don Armando, al mismo coño de su madre. Pero me contuve, y de manera sumisa, bajando la mirada le dije al jefe de mi esposo. Como usted diga, Don Armando. Yo estoy dispuesta hacer lo que usted me ordene, pero por lo que más quiera, no permita que mi esposo vaya preso.

Don Armando de inmediato me dijo, bueno ya que tenemos un acuerdo, quiero ante todo, yo mismo probar la mercancía. Así que Rosita, vete quitando toda la ropa, ya mismo. Por lo que muerta de vergüenza, al mismo tiempo que sumamente indignada, y sintiéndome completamente impotente, para evitar el abuso de Don Armando, conteniendo las fuertes ganas de llorar, comencé a desvestirme. Diciéndome a mí misma mentalmente, hago este sacrificio, por el amor que le tengo a Gerardo.

Una vez que me quité casi toda la ropa, ya que me quedé en pantis y sostén, el viejo sucio ese, caminando a mí alrededor, como si inspeccionase algo que iba a comprar, sé sonrió diciéndome, que bien me gustan las putas, que aun a pesar de todo son recatadas. Pero de inmediato, dándome una ardiente nalgada, me dijo. Vamos quítate todo de una vez, no te hagas de rogar. Por lo que a pesar de lo mal que me sentía, desabroché mi sostén, y bajé mis pantaletas hasta la roja alfombra de su oficina. Para luego recogerlas, y junto a mi sostén, colocarlas al lado del vestido que previamente me había quitado.

Ya completamente desnuda, Don Armando continuó caminando a mí alrededor, sentí sus asquerosas manos sobre mis nalgas, y como poco a poco las fue deslizando por todo mi cuerpo, tocando mis senos, y sintiendo su respiración sobre mi nuca y mis orejas. Mientras que yo cerrando los ojos, procuraba contener las ganas de golpearlo. Diciéndome a mí misma, contrólate Rosa, que si no el muy desgraciado mete preso a tu esposo, y después no vas a tener quien te mantenga a ti, y a tus hijos, si Gerardo va preso. Pensando de esa manera fue que pude controlarme, a medida que el viejo sucio, comenzaba acariciar, e introducir sus dedos dentro de mi coño.

Yo la verdad es que, las ganas que tenía eran de matarlo. Cuando lo escuché decirme, ahora separa las piernas un poco, quiero sentir el calor de tu coño entre mis dedos, y de manera obediente, separé las piernas, repitiéndome mentalmente, una y otra vez. Contrólate Rosa, que si no el desgraciado este mete preso a tu esposo, y después no vas a tener quien te mantenga a ti, y a tus hijos, si Gerardo va preso. A medida que el jefe de mi esposo, continuó acariciando internamente mi coño, y hasta mi clítoris. Lo observé cómo se llevaba sus dedos hasta sus narices, y entrecerrando sus ojos aspiraba con fuerza, el olor de mi coño, de entre sus dedos. De momento, retiró sus dedos de mi coño, me tomó por una mano, y tras mantenerse de pie, frente a un inmenso sofá que había en su oficina, colocando ambas manos sobre mis hombros, me dijo. Arrodíllate, al escucharlo decirme eso, de inmediato supe cuáles eran sus sucios deseos.

En mi vida, ni tan siquiera mi esposo, jamás había pedido que le hiciera eso, pero en esos instantes el desgraciado de Don Armando, me obligaba contra mi voluntad, a que yo hiciera lo que él deseaba. Por lo que al tiempo que ejerciendo cierta presión sobre mis desnudos hombros, me obligó a que me arrodillase frente a él, al tiempo que él tomaba asiento en el inmenso sofá, en cosa de pocos segundos, el muy desgraciado, extrajo de su pantalón su semi erecto  miembro al tiempo que me preguntó ¿ya sabes que es lo que quiero? Yo viéndolo con mucha rabia en mis ojos, le respondí seca y bruscamente, si.

En ese instante, el muy desgraciado, me ha soltado una fuerte cachetada, diciéndome. No me respondas de esa manera, es más ni me vea de esa forma, sino no te has dado cuenta, ahora tu eres mi esclava personal, y harás todo aquello que yo te ordene, y tal como te lo ordene, pero sobre todo de buena gana, sino doy por terminado nuestro trato, y al pendejo de tu marido, seguramente antes de que se despierte mañana, ya los otros presos le habrán comido el culo.

Eso bastó para que yo de manera consciente cambiase mi aptitud, y disposición hacia lo que me ordenaba el hijo de la gran puta de Armando. De inmediato, me dijo, primero quiero que lo lamas, luego que beses la cabeza de mi verga, y después poco a poco, que comiences a chupármelo.

Cuando volví a mirar su verga, esta se encontraba completamente erecta, al parecer el darme la cachetada, y las cosas que me dijo lo excitaron más todavía. Yo por mi parte, ya resignada a mi suerte, tomé su erecto miembro entre mis manos, y obedeciendo sus palabras, comencé a pasar mi lengua a todo lo largo de su caliente verga, para a los pocos segundos, cerrando mis ojos, comencé a besar, y continuar lamiendo su colorado glande. A todas estas, yo no dejaba de decirme a mí misma, una y otra vez. Contrólate Rosa, que el muy desgraciado mete preso a tu esposo, y después no vas a tener quien te mantenga a ti, y a tus hijos. Fue al poco rato que sentí que me golpeaba ligeramente mi cabeza, como una especie de señal para que dejase de besar y lamer su glande y me dedicase a mamar su verga.

Así que no me quedó más remedio que abrir mi boca, y lentamente comenzar a chupársela, yo aunque eso me desagradaba enormemente, a medida que continué chupa que chupa, de manera inconsciente levanté mis ojos, y pude observar en su rostro la gran satisfacción, y placer que yo estando completamente desnuda, y arrodillada frente a él, con su miembro dentro de mi boca le proporcionaba.

Pero apenas volví a bajar la mirada, y cerrar mis ojos, escuché a Armando ordenarme, que separase mis piernas, y me acariciara yo misma mi coño. Cosa que a medida que seguía mamando su verga, comencé hacer. Introduciendo mis dedos, dentro de mi vulva una y otra vez, sin dejar de pensar. Rosa contrólate, que si no el muy desgraciado mete preso a tu esposo, y después no vas a tener quien te mantenga a ti.

Yo seguí mama que mama, al tiempo que frente a él yo introducía mis dedos dentro de mi coño, una y otra vez. Con rabia, por lo impotente que me sentía, al no poder evitar seguir sus órdenes, seguí golpeando mi clítoris, y bruscamente introduciendo mis dedos dentro de mi vulva. Lo que aunque sin darme cuenta y sin querer, me fue excitando, y peor me sentí por eso. Yo deseaba hacer que el muy desgraciado de Armando, terminase de una vez, y por todas. Pero de momento, me dijo. Ahora quiero ver cómo te mueves, y tras decir eso, sacó su verga de mi boca, y poniéndose de pie frente a mí, mientras que aun yo me mantenía, tirada sobre la alfombra roja de su oficina, con mis piernas bien abiertas, e introduciendo prácticamente toda mi mano dentro de mi coño.

Si bien es cierto que el odio que sentía hacia ese repulsivo tipo, era grande. No dejaba de decirme mentalmente. Rosa, después no vas a tener quien te mantenga. Así que sonríe, y obedécele al hijo de la gran puta este. Por lo que cuando me ordenó que me recostase en el sofá, así lo hice de inmediato, y antes de que él me dijera algo, separé mis piernas, y agarrando mi coño, le dirigí una hipócrita sonrisa.

Aunque debido a lo mucho que yo misma estuve acariciando mi coño, me excité a tal grado, y no les niego que en ciertos momentos, sentí el deseo de ser penetrada por él. Aunque de inmediato, yo misma me recriminaba dicho sentir. Yo vi como Armando se bajó los pantalones, hasta sus rodillas, y como manteniendo agarrada su verga entre una de sus manos, lentamente se fue colocando sobre mí, y como fui sintiendo que su miembro penetraba mi húmedo, y bien lubricado coño, con suma facilidad.

Ya Armando me tenía toda su verga introducida hasta el fondo de mi coño, cuando de momento, al sentir sus labios sobre los míos, él comenzó a besarme. Pienso que bien pude evitarlo, pero ya en ese instante no podía más que dejar sumisamente, que él me hiciera lo que quisiera. Su lengua jugaba dentro de mi boca, con la mía, al tiempo que una y otra vez, sentí su verga, entrando y saliendo de mi coño, sabrosamente. Por lo que yo dejé de reprimir mis impulsos más íntimos, y con gran fuerza y placer comencé a mover mis caderas intensamente.

Ya en esos instantes, después me di cuenta, que ni tan siquiera pensaba en mi esposo Gerardo, lo único que deseaba intensamente era seguir disfrutando de ser obligada a ser su puta, o esclava personal, como me dijo Armando. Aunque me avergüenza decirlo, Armando, en esos momentos, me hizo disfrutar de un sin número de múltiples orgasmos. Yo movía todo mi cuerpo como poseída por un espíritu, mientras que no dejaba de besar al jefe de mi esposo, sintiendo su lengua dentro de la mía, y como su verga me provocaba un intenso placer, a medida que entraba y salía de mi mojado, y caliente coño.

Cuando Armando comenzó a venirse, sacó su verga de mi coño, y dirigiéndola a mi boca, al tiempo que me agarraba por mí cabello, me obligó en parte a que siguiera mamando, ya que yo me dediqué a chupar intensamente toda su verga, y sin escrúpulo alguno me tragué toda su leche. Tanto él como yo quedamos agotados, y sudados.

Después de un momento de descanso, Armando se puso de pie, diciéndome. De ahora en adelante, cuando te llame, no hay razón, motivo, o causa, por la cual no te presentes. Tras subirse los pantalones, se acercó a su escritorio, y extrajo de una de sus gavetas un buen fajo de billetes diciéndome. Esto es para que te compres ropa fina, que solo usaras para mí o mis clientes, ¿entendiste? A lo que yo sin levantar la mirada de la roja alfombra, asentí afirmativamente con mi cabeza. De inmediato me dijo, ahora pasa al baño, aséate, y arréglate. Ha y cuando salgas, lo haces por esa puerta que da a la calle, para que nadie de aquí te vea.

Al tomar el dinero, y mientras me aseaba, y vestía, me sentía como toda una puta. Aunque me decía a mí misma, esto lo haces por Gerardo tu esposo, pago la operación de tu mamá, y es un buen hombre, no necesita enterarse de nada de lo que ha pasado, entre tú y Armando.

Durante los siguientes días, y mientras mi esposo estuvo de viaje, Armando me estuvo usando, como le dio gusto y gana. Después de eso, comenzó a presentarme a varios de sus clientes, con los que me he tenido que acostar, pero los que a su vez, han sido sumamente generosos conmigo.

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Si te ha gustado Mi sacrificio… vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar Mi sacrificio…. narrador te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
jair jotape (25 de February de 2014 a las 23:15) dice: uyyy que rico ser cliente del señor ese para poder conocerte, me encantaría tenerte y poder cogerte como lo hizo él buen relato me gustó muchisimo

katebrown (18 de October de 2022 a las 21:26) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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