Mi sobrino Alberto

Me presento soy Florencia tengo 31 años casada desde hace 6 años con Juan hombre maduro de 45 años, tenemos dos hijas de 4 y 2 años, Alberto es mi sobrino por parte de mi marido, es el hijo menor de su hermana, es un inocente chico, bueno no tanto siempre cuando puede me mira las piernas y si me descuido al sentarme esta deseoso de verme mis calzones. Esta noche vino a cenar con nosotros por que su madre está de turno y no le dejo nada para cenar, cuando llamo a su tío para que este le prestara dinero para comer algo en algún local este prefirió invitarlo a cenar.
Ahí esta comiendo mientras me mira como disculpándose de estar en esa mesa cuando mis hijas están acostada durmiendo y yo debería estar cenando solo con mi marido, claro que contaré que mi marido es bastante callado en la mesa casi no habla, solo se dedica a masticar y tragar ávidamente, en eso suena el teléfono y es para mi marido de su jefe, que necesita urgente ir a la oficina por que lo han llamado que debe enviar un trabajo que está en el computador y no finalizado. Solicita ayuda a Juan y este no se niega apura su cena y parte. Cuida a Alberto me dice antes de partir, volveré de madrugada trátalo bien como su fuera yo, tu marido, fortifícalo en todo, es buen chico, no lo mires con reproche atiéndelo y satisfáceles sus deseos, recuerda que es el único macho forzudo en la familia.
Al salir Juan mire a Alberto y me pregunte que ve mi marido en este chico, lo comencé a observar y en verdad era fuerte se notaba brazos robustos, oye Alberto le pregunte tú haces pesas en el gimnasio o algo por el estilo, no eh tiíta, rara vez me nombraba y le costaba llamarme tía, mira llámame Flore como mis amigas y así estarás mas en confianza, bueno contesto sucede que como no tengo dinero ayudo a don Manuel el de la leñería a cortar los troncos con el hacha y eso me ha endurecido mis brazos y pecho, lo volví a mirar y le dije sácate la camiseta para si es cierto lo de tus músculos, lo hizo y en verdad tenia duro sus músculos y se notaban trabajados con esfuerzo, esfuerzo de los hachazos, me acerque impresionada y apreté sus músculos de los brazos y palpé oprimiendo sus músculos del pecho estrujándoselos hasta sentirlo quejarse por mi ímpetu al tener entre mis dedos unos músculos recios y duros, no como los de mi marido flácidos, lo cual lo hizo reaccionar subiendo sus manos y apresarme entre sus dedos mis senos, cautivándome al sentirme tan reciamente aprisionada por sus dedos mis pechos, lancé suspiro de turbación y excitación al sentirme acariciada duramente por unas manos que no conocía y mis pechos que llevaban meses sin ser oprimidos con pasión, angustiados y turbados respondieron endureciendo sus pezones que al no llevar sujetadores se marcaban contra mi estrecha camisa, parecían dos frutillas clamando por ser succionadas.
Alberto era un púber, pero no un inexperto rápidamente por sobre la blusa comenzó a morderlos y chuparlos, lo que hizo que mis piernas no me respondieran y me derrumbara débilmente en un sillón de la antesala, en donde el púber sobrino bajo una de sus mano, acariciándome mi entrepierna, no se que pasó, pero sin fuerzas para oponerme dejé que abriera mis piernas y llegase hasta mis bragas que retirándomelas con sus dedos llegó a mis labios sexuales bajo su cabeza separó la boca de mi vagina. Besó la cara interna de los muslos. Alrededor de mi vagina mi piel estaba impetuosa ante las caricias.
-Bésamela, Alberto grite.
Justo cuando la boca de su sobrino se ajustaba con su boca sexual. Suena el teléfono
-¿Quién es? - sonó la voz de mi esposo.
-Soy yo. Tenemos por lo menos hasta mañana, me dice, a si que duérmete tranquila.
Alberto me lamía mi sexo, mi clítoris levantado al máximo salía casi de mi vagina, asustada le conteste a mi marido chao hasta mañana y corte al tiempo que escapaba de mi boca suspiros de pasión ante la fogosidad de las caricias de mi púber sobrino en mi vagina.
En el salón no había nadie más que nosotros, pero me sentía insegura. Me levanté como pude y cogiendo a mi sobrino me dirijo al dormitorio.
-Sobrinito, casi nos pillan, por teléfono. Tenemos que ser más cuidadosos.
Alberto la abrazó y la besó con pasión, al tiempo que a tirones le saco la falda y blusa.
-Umm, pero... esto no es ser cuidadosos, Alberto.
Contra su barriga notó la dureza de la polla. Este se había sacado los pantalones y su calzoncillo. Al tiempo que me acariciaba y chupaba mis pezones Llevó una mano hasta mi vagina y empezó a acariciarla. Alberto la atrajo hacia él apretándola por el culo. Después, se acomodó la verga y adaptándose sobre mi cuerpo abrió mas mis piernas acomodándose en medio de ellas, me puso su miembro sobre mi vagina, tratando con su dura barra de carne penetrarme, inexperto no lograba acoplármela, pero me tenia desesperada. Tomé su dura verga tiesa creo que mas gruesa que mi marido y al recorrerla la encontré mas larga, Dios pensé cuando la tenga adentro cuanto me hará sufrir y desesperarme con su grosor.
-Umm, Cómo estás sobrinito. Después de la estupenda comida de mi sexo que me hiciste, te has ganado una buena... ooo..... ah.
-Uf... Flore...no sabes como te deseo.
-Y yo. Pero seamos cautos.
-Pero...no puedo más. Únetela ahora.
-No...es demasiado arriesgado, le dijo, sin soltarle la polla. Me puedes embarazar estoy en mis días felices
-Por favor. Lo deseo ahora. Estoy muy excitado. Seguro que me correré rápido.
Lo miró a los ojos. Tenía una mirada suplicante.
- Está bien. Pero si nos descubren, será por tu culpa.
Le solicito a su sobrino arrodíllate delante de mi entre mis piernas. La polla quedó a la altura de mis labios carnales. Sabía que iba a ser su primera penetración sobre una hembra. Hubiese deseado hacerle una lenta y sensual mamada, pero el deseaba penetrarla.
Pero no había tiempo para eso ahora. Tenía que hacerlo degustarla lo antes posible. Así que puso sus manos en las nalgas del chico, lo atrajo hacia ella, abrió su vagina cuanto pudo. Para Alberto el momento tan esperado había llegado. Iba a penetrar a una mujer. A su tía. Empujó pero no atinó. Lo intentó otra vez y tampoco dio con el punto adecuado. Su tía tuvo que ayudarlo y se tragó la tremenda prieta de carne. Como sufría cuando esta abría sus paredes vaginales. Enseguida empezó Alberto a moverse, mientras absorbía, chupando, lamiendo con la lengua, los pezones. Movía su cuerpo hacia adelante y hacia atrás, haciendo que el pene saliese hasta la mitad antes de volver a metérsela.
Florencia lo miró a los ojos. Sabía que eso volvía locos a los hombres. Que una mujer le mire a los ojos mientras tienen su pene entrando y saliendo en mi útero,.
Alberto no le había mentido. Estaba muy excitado y se correría pronto. Empezó a tener espasmos. Los dedos de sus manos se agarrotaron. Su miembro empezó a temblar.
Empezó a meterla, lentamente, con intensidad. La polla resbalaba por las paredes de la vagina arrancándonos gemidos de placer a los dos. Poco a poco, aumentó el ritmo. Nuestras bocas no se separaban ni un instante.
Aquel joven, supuestamente inexperto, la estaba llevando a un intenso orgasmo. El duro miembro martilleaba dentro de ella, una y otra vez. Su boca la besaba, a veces con pasión. Otras con ternura.
Alberto también se iba a correr el placer de estar disfrutando de la mujer blanco de todas sus fantasías era lo más grande que le había pasado en su vida. Sus músculos empezaron a tensarse. Su orgasmo empezaba lentamente. Se acordó de lo que le dijo ella. Intentó salirse, pero no pudo. Dejo de luchar. Se quedó quieto y estalló. Su pene empezó a vaciarse en el fondo del útero de su tía, que al sentir los calientes chorros que empezaron a llenarla, se corrió junto con él.
El placer de llenar el sexo de su tía con una abundante corrida y el placer de ella de recibir chorro tras chorro de tibio semen en lo más profundo de la vagina, lleno de lujuriosos gemidos y quejidos la habitación. El útero de ella seguía teniendo espasmos. Los dos se besaron, ahora, con suma ternura. Ella le acariciaba el cabello. Él sus senos. Cayendo ambos en un delicioso estado de relajación. Luego de unos diez minutos ella se sorprendió y le dice te vaciaste dentro de mí me embarazaste, tendré un hijo tuyo. El la mira y solo sonríe.
Florencia estaba maravillada. Su sobrino era hasta ayer un chico tímido, callado, sin experiencia. Y ahora le había dado el mejor sexo de su vida. Su vagina llena de leche de su sobrino comienza a filtrarse, sin parar, llevándola nuevamente a un intenso orgasmo. Llevó sus manos a la cabeza de este y lo apretó contra ella. Levantó sus caderas y se cruzó sus piernas por detrás de este maravilloso hombre que desde hoy sería su amante y padre de quizás cuantos hijos de ella… ningún hombre le había dado tanto placer.
Seguían igual ella acariciando su pelo, él acariciando sus senos. Ambos con los ojos cerrados, luego ella le dice ándate antes que llegue tu tío y nos descubra, mañana será otro día y a lo mejor soy tuya nuevamente, ahora tú eres mío y solo yo tendré derecho de tu semen. Solo yo.
(continuará)