Mi suegra y la compra de sus juguetes

En diciembre de 2008 mis suegros se separaron. El estúpido de mi suegro es un borracho que no supo ver lo que tenía delante de sus narices y cada vez que volvía bebido a casa, de una u otra forma, maltrataba a mi suegra. El día 24 por la noche nos llamo mi suegra a casa diciendo que había denunciado a mi suegro, y que la policía lo había detenido, pero que no quería estar en esa casa porque tenía miedo. Así que cogí el coche y fui a por ella para que se quedara con mi mujer y conmigo el tiempo que necesitara. La instalamos en una habitación que teníamos para las visitas y finalmente se quedó unos seis meses aproximadamente. Siempre he tenido mucha confianza con ella, hasta el punto de que incluso hable con ella cuando, con 18 años recién cumplidos, desvirgue a su hija. Nunca hemos tenido problemas de hablar de sexo, yo le digo lo que hago con mi mujer en la cama, que si hemos practicado sexo anal, oral, hemos probado con un trió e incluso hemos ido a clubs de intercambio y allí ella lo ha hecho con una mujer y yo con un hombre. Somos muy abiertos y siempre andamos probando cosas nuevas.
Al cabo de esos seis mese mi suegra decidió buscar un piso de alquiler, encontró uno pequeño con solo una habitación, un baño y una cocina office. Nos pusimos a hacer el traslado y a limpiar su nueva casa, y cuando nos pusimos con la habitación tuvimos la sorpresa de encontrar en uno de los cajones de la mesita un kit sexual para mujeres que incluía unas bolas chinas, un consolador negro, gel lubricante, un muñeco y uno de esos arneses. Empezamos a reírnos, suponiendo que la anterior inquilina se lo habría dejado olvidado y eso nos dio tema de conversación. Me dijo que ella ya necesitaba también algo parecido, pero que le daba vergüenza ir ella sola a un sex-shop a mirar, así que le propuse que fuéramos juntos y así yo también miraba algo para jugar con mi mujer. Al día siguiente la recogí por la tarde y nos fuimos los dos a mirar en varias tiendas de la ciudad hasta que encontramos lo que nos gustaba. Yo le compre a mi mujer un vibrador anal y un aro de esos que se pone el hombre en el pene y al roce con el clítoris la mujer se retuerce de placer. Mi suegra se compro las bolas chinas, vaginales y anales, porque decía que nunca había probado algo así y también un consolador de esos enormes con base para que se ponga encima y con dejarse caer se lo clave hasta el fondo. Cuando salimos fuimos a tomarnos unas cervezas y después me fui a su casa. Subimos y nos tomamos otra cerveza mas y ella saco su compra para ver el material. Pero lo que me dejo perplejo fue que me preguntara como se utilizaban esas cosas, así que me dispuse a explicárselo. A mitad de explicación, ella se fue al baño, donde tardo un buen rato, así que supuse que igual se había masturbado, aunque no le di importancia. Al volver al salón office, seguimos con los aparatos bromeando con que el consolador era enorme y que le iba a costar entrar. Ella medio enfada por mis arremetidas, en un santiamén, se deshizo de su ropa y cogió el consolador, lo puso sobre el sofá, y se lo metió entero de una sola tacada. Yo debía de tener cara de tonto, porque ella empezó a reír, y su mirada se poso en mi paquete, que ya empieza a coger fuerza. Con semejante espectáculo justo a mi lado mi mano se deslizo hasta mi bragueta, la baje y mi polla salió como un resorte nada mas retirar el slip. Esta haciéndome la paja de mi vida con mi suegra a mi lado montada sobre un enorme falo de plástico, gritando los dos como posesos y sin perder detalle el uno del otro. En ese momento no pensé en moral, ni en mi mujer ni en nada que no fuera alargar mi mano hasta el clítoris de mi suegra y comenzar a masajearlo como si mi vida se fuera con ese acto impúdico. Cerré los ojos un momento, y cuando volví ha abrirlos, mi suegra ya se había desmontado del falo de plástico y agarrando el mío con su mano, aparto la mío y comenzó una nueva manera para mí de disfrutar de una paja. La experiencia es un grado, y os aseguro que ella tenía y mucha. Yo estaba ya deseoso de que se la metiera en la boca, y como leyéndome el pensamiento, se la introdujo poco a poco lo mas que pudo, y de verdad, si me descuido, con un par de movimientos de su lengua por poco hace que me corra en su boca. La felación era magnifica pero con una simple mirada entendimos que era hora de ir más lejos, así que sin más, la aparte apenas unos centímetros, la senté en el sofá y apunte hacia su vagina para de una sola vez metérsela hasta los mismísimos huevos. Gracias a su experiencia no eyacule casi de inmediato. No hacía más que contraer los músculos de su chochito, pero cuando noto que le arremetía con más fuerza me hizo parar y cambiar de postura. Se sentó a horcajadas sobre mi polla, y volvió a metérsela toda de golpe, gritando a cada movimiento y mojando mis piernas de tanto juego como emanaba su gruta de amor. Como llevado por el diablo empecé a decirle lo mucho que me apetecía hacerle todo lo que estábamos haciendo, como muchas noches me había masturbado imaginando como seria poseerla, o como con su hija, mientras lamia su botoncito de placer, o mientras me la follaba, por delante o por detrás, le decía que quería follarme a su madre por todos los lados y ella se ponía mas cachonda pensándolo. Que esa tarde hasta su ano iba a ser mío, porque igual que su hija, tenía que permitir que la abriera toda. Le saque la polla y la puse a cuatro patas sobre el sofá, y con mi lengua comencé a lubricar un poco más, dado que sus propios jugos ya habían caído sobre su ano, y una vez más apunte y despacito para no hacerle daño, se la metí toda. Después de varias embestidas, y acariciando su clítoris, ambos tuvimos un enorme orgasmo que nos fulmino en el sofá.
Hoy en día, después de ese encuentro, seguimos practicando el sexo, y mi mujer se unió hace unos meses para que todos disfrutemos lo máximo posible. He de decir que adoro a mi mujer, también a mi suegra, y que ellas dos, con o sin sexo, son las que llenan mi vida. Este relato es para ellas.