Mis tíos Benjamín y Rosaura, son una pareja muy especial. Cuando me fui a vivir a su casa, mientras tomaba un curso, me di cuenta de que ellos, apenas y se hablaban. Mi tío se la pasaba en su taller de joyería, hasta altas horas de la noche, realmente trabajando. Mientras que mi tía Rosaura, se la pasaba todo el día limpiando la casa, pero de una manera obsesiva.
Relato
Al principio, no les hice mucho caso. Pero al ver como mi tía, no tan solo barría, una y otra vez toda la casa, sino que se ponía a mapear, y encerar el piso. Sin contar lo extremadamente limpios que mantenía los baños, y la cocina. Pensé que eso era cosa de locos, ya que apenas y salía de la casa, para hacer compra de innumerables artículos de limpieza, apenas regresaba, sin importar la hora, nuevamente se ponía nuevamente a limpiar todo. Una noche en que llegue, con unas copas en la cabeza, tras saludar a mi tía que se encontraba quitándole el polvo al barandal de la escalera, entré a mi habitación, me quité toda mi ropa, y tal como me encontraba me tire sobre la cama. Pero sin darme cuenta de que había dejado la puerta de mi habitación abierta de par en par. En la mañana al despertarme, encontré no tan solo que la habitación, se encontraba bien arreglada, sino que la ropa que cargaba puesta la noche anterior, no estaba, ni en el piso, donde la había dejado, ni sobre ninguno de los otros muebles, del cuarto. Fue cuando pensé que seguramente, mi tía había entrado, y se puso a limpiar todo, mientras que yo dormía completamente desnudo. Después de darme una buena ducha, me puse mi bata de baño, y baje a desayunar, pensaba preguntárselo. Pero no hizo falta, mientras que mi tía me servía el desayuno, me dijo. Recogí toda tu ropa, y la puse a lavar. Fue cuando por accidente se me cayó el tenedor, y de inmediato se agachó a recogerlo, y a pasar un paño con desinfectante, para limpiar el piso, justo en el preciso momento en que yo metí una de mis manos dentro de la bata, y separando mis piernas, acomodé mis testículos, así como miembro. Casi en la cara de ella. Mi tía no dijo nada, pero se les quedó viendo de una manera, que no me dejó lugar a dudas de que le interesaban. No le hice ningún comentario, por no avergonzarla. A la semana volví a llegar, algo mareado, pero bien consciente, y con ganas de jugarle una pequeña broma a mi tía, así que por curiosidad, tras quitarme toda la ropa, me di una duchazo, y al terminar de secarme, me recosté sobre mi cama, completamente desnudo, haciéndome el dormido, agarrando mi verga con una mano. Al poco rato sentí que mi tía entraba en la habitación, mientras de seguro mi tío se encontraba durmiendo, en su dormitorio. A los pocos segundos, con mis ojos apenas entreabiertos, la vi cómo miraba mi instrumento. Y por ver como ella actuaba, me di la vuelta, ocultándolo de su vista. Casi de inmediato, ella caminó al otro lado de mi cama, para seguir observando detenidamente toda mi verga, mientras se relamía los labios. En esos momentos se me ocurrió hacer como que me despertaba, para ver qué cara ponía mi tía, y con que cuento me salía. Cuando de golpe abrí mis ojos, y la vi a los ojos. Mi tía, quizás por inesperada reacción, se quedó como paralizada, luego puso sus ojos en blanco, y cayó a mi lado, sobre mi cama, como si estuviese desmayada, pero de inmediato comenzó a reaccionar. En esos momentos, el que se llevó el susto de su vida fui yo, pero apenas vi que abrió los ojos, como que me volvió el alma al cuerpo, como dicen. Yo hasta me olvidé que estaba completamente desnudo, por lo que coloqué su cabeza sobre mis muslos, al tiempo que comencé a abanicarle aire, con una libreta que tenía sobre mi mesa de noche, preguntándole si se sentía mejor. Mi tía Rosaura me miró a los ojos, como entre sorprendida y confusa, diciéndome. Perdona, pero casi me desmayo del susto que me diste. En ese instante, fue que me di cuenta que bajo la bata que ella estaba usando, no cargaba nada puesto, ya que al caer prácticamente sobre mí, se le quedo completamente abierta. Mostrándome todo sus grandes senos, así como su negro y peludo coño. Cuando dejó de mirarme a los ojos, Rosaura clavó su vista, sobre mí ya erecto miembro, que se encontraba a centímetros de su cara. Ella no me dijo más nada, ni yo tampoco le dije nada a ella. Acto seguido con una de sus manos, me agarró la verga, y sin esfuerzo alguno la llevó dentro de su boca, para de inmediato dedicarse a mamarla, por un corto rato. Apenas se la sacó de la boca, ella misma terminó de quitarse su bata, nos abrazamos y comenzamos a besarnos. Yo acariciaba todo su cuerpo, en especial sus grandes tetas, las que me llevé a mi boca, y de inmediato me dediqué a mamar, sus oscuros pezones. Cosa que por lo visto, a Rosaura le encantó que le hiciera. Mientras que con una de mis manos, acariciaba su coño, al tiempo que mi tía abría la piernas. Así pasamos un buen rato, hasta que yo comencé a colocarme sobre su cuerpo, dirigiendo mi parado miembro a su caliente coño. A medida que la comencé a penetrar, mi tía dejó escapar de su boca, profundos gemidos de placer, y entre beso y beso, me fue diciendo que le diera más, y más duro. Lo que con todo gusto la complacía, apretando su cuerpo contra el mío, con más y más fuerza. Rosaura comenzó a mover sus caderas, de manera lenta, al principio. Pero a medida que con más fuerza la penetraba, ella con más fuerza, y rapidez las movía. Yo sentía como si su caliente y húmedo coño, chupase o apretase toda mi verga, sabrosamente, mientras que mi tía no para de gemir, y de pedirme que siguiera dándole bien duro. Por un buen rato, estuvimos disfrutándonos mutuamente, hasta que comencé a sentir como clavaba sus uñas en mi espalda, y echando su cabeza hacía atrás, me pareció que había alcanzado un tremendo orgasmo, al tiempo que yo me corrí dentro de su coño. Por un corto espacio de tiempo, ambos nos quedamos sin movernos, hasta que nuestra respiración volvió a su ritmo normal. Rosaura se paró, y me dijo espérame que ya regreso, y completamente desnuda como estaba, se dirigió a su baño, y al poco rato regresó con una pequeña húmeda, con la que me limpió mi miembro. Pero al terminar, nuevamente se puso a mamar, todo mí miembro con tanta energía, como nunca antes ninguna otra mujer me lo había mamado. Mientras que yo casi de inmediato, también me dediqué a mamar su peludo coño con todas mis ganas, lamiendo y chupando los labios de su vulva, así como su ya inflamado clítoris, de manera repetida. Pero por no venirme dentro de su boca, saqué mi verga y deje de mamar su sabroso coño. Para volver a penetrarla, y seguir escuchando como gemía de placer, incesantemente. Así volvimos a estar por un rato, para luego cambiar de posición, colocándome tras de ella, y volviéndola a penetrar, por su caliente y húmedo coño, una y otra vez. Ya en la madrugada, mi tía se despertó, recogió su bata, y sin decirme nada, pero mirándome con ojos de satisfacción, salió de mi dormitorio. A la mañana al levantarme, después de asearme, y vestirme. Al bajar a desayunar encontré a mi tío en el comedor, quien sorprendido me preguntó, después de darme los buenos días ¿No te huele raro? Yo de inmediato, le dije que no me había dado cuenta. Fue cuando él, me dijo. A mí me huele a desayuno, recién hecho, y no a desinfectantes, ni limpiadores. En ese instante apareció mi tía, con los desayunos ya listos. Muy contenta, y rozagante. Mi tío, no comentó más nada, pero mi tía estaba hecha un amor, con una alegre sonrisa de felicidad, en su rostro. Durante el resto de los días que me quedé en casa de mis tíos, cada vez que Rosaura podía, se metía en mi habitación, después de asegurarse que las pastillas para dormir que mi tío Benjamín tomaba, ya le habían hecho efecto. En una de esas tantas veces que entró a mi cuarto, después de estar besándonos de manera ardiente, mientras que yo acariciaba sus grandes tetas, así como sus paradas nalgas, Rosaura se recostó bocabajo en mi cama, y separando sus provocativos muslos, me ofreció sus sabrosas nalgas. Cosa que yo no desaproveché, para darme el gusto de también darle por el culo a mi tía, al tiempo que con una de mis manos, apretaba su sabroso y peludo coño. Durante el resto del tiempo que pasé viviendo en casa de mis tíos, me di cuenta como poco a poco, la obsesión que Rosaura tenía por la limpieza, fue desapareciendo. Si limpiaba, pero no de la manera que constantemente lo hacía, para cuando yo llegué a su casa. Ya para cuando me tocó regresar a mi casa, después de haber terminado el curso. La manera de actuar de mi tío también había cambiado, ya no se quedaba hasta altas horas de la noche trabajando en el taller de su joyería. En más de una ocasión estando acostado en mi cama, los escuchaba teniendo sexo. Luego me enteré por boca de Rosaura, que cuando eso sucedía, era porque ella, una noche cuando mi tío le preguntó, ¿Qué le sucedía, que la veía tan feliz, y contenta, qué ya no se la pasaba limpiando a cada rato? Rosaura le confesó, que se estaba acostando conmigo, y le contó detalladamente, lo mucho que ella lo disfrutaba, mientras que él estaba dormido. Pero que para su sorpresa, mi tío en lugar de molestarse, le pidió que le contara en detalle todo, y a medida que mi tía se lo fue contando, él comenzó acariciarla, y besarla, tal como lo había hecho yo, para luego sin dejar de besarla, comenzar a tener sexo con ella. Mientras estuve viviendo en casa de mis tíos, Rosaura y yo continuamos teniendo sexo, en ocasiones de noche, mientras supuestamente mi tío estaba dormido, y en otras de día, cuando él no se encontraba en casa. Pero mi tía me pidió encarecidamente, que jamás le hiciera comentario alguno a mi tío Benjamín, porque seguramente se moriría de vergüenza. Al tiempo me enteré que mi tío, había decidido vender la joyería, así como el taller. Ya que entre los dos habían decidido, irse de viaje, a visitar a mis primas….
A partir de ese momento ya no pude ver a mi sobrino como tal, sino ya lo veía como un hombre que deseaba cogerme sin control, a cada oportunidad que mi sobrino tenia lo aprovechaba para ver mi cuerpo, esto era cuando me cambiaba, bañaba, entre muchos otros momentos que tenia para verme y lo más lascivo era que yo no hacía nada para evitar que me viera, al contrario cada vez que me bañaba dejaba la puerta abierta para que me viera y así en la ducha con la certeza que me estaba viendo yo hacía movimientos sensuales e incluso con el pretexto de lavarme mi zona intima yo me la tocaba con tanta sensualidad que sin duda sabia que él tenía su pene bien erecto desde donde estaba viéndome.
Relato erótico enviado por putita golosa el 27 de July de 2010 a las 23:14:27 - Relato porno leído 310683 veces
Si te ha gustado Mi tía, era una adicta a la limpieza, hasta que… vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar Mi tía, era una adicta a la limpieza, hasta que….
narrador
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:28) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
Registrate
y se el primero en realizar un comentario sobre el relato Mi tía, era una adicta a la limpieza, hasta que….
Vota el relato el relato "Mi tía, era una adicta a la limpieza, hasta que…" o agrégalo a tus favoritos