Te deseo, Maribel... y recibió respuesta.... Yo a ti, sobrinito. Cuando te acuestes, espera 15 minutos y ven...
Se quedó embelesado mirándola. Acostada, sobre la cama. Totalmente desnuda. Su cabello alborotado sobre la almohada. Sus preciosas tetas sobre su pecho. Sin ropas y sin tapas. Al entrar escucha a su tía decir. Desnúdate, sobrinito. Y ven con tu tía a la cama.... Mi pijama voló por los aires. Y con el pene danzando entre las piernas, se acercó a la cama. Maribel se echó hacia un lado para hacerle hueco.
Relato
Mi tía Maribel
Estaba en lo mejor entregado soslayándome con la tía Manola cuando llega mi tía Maribel nos descubre a su cuñada con su sobrino acariciándola y tratando de cohabitar con ella en un rellano de la escala, mi tía reclama sus derechos como solo tú te vas a saciar con este chico yo también deseo ser de este macho y tenerlo en mis brazos, dice..., Manola sale angustiada y asustada por haber sido sorprendida por su cuñada, Leo se preparaba a penetrarla, pero Maribel se adueña de su pene. Maribel se preparó para recibir en la boca la corrida del muchacho. Justo cuando el espasmo del primer chorro empezó, Maribel se asusta de la cantidad de leche que aquel pene echaba cuando corría. Esa vez no fue una excepción. A pesar de los esfuerzos que Maribel hizo para tragárselo todo, de las comisuras de sus labios empezó a manar semen, que bajó por su barbilla, por su cuello. En plena nube de placer, Leo oía como su tía tragaba, y veía como de su boca salía un reguerito de su leche. Hasta cuatro chorros le echó dentro de la boca. La mayor parte terminó en el estómago de Maribel, cuando terminó de vaciarse, Leo se sintió flojo y dio unos pasos hacia atrás. Me lo chupó hasta lograr su leche. Me dice me encanta tu leche, pero es imposible tragármela toda.
Mi tía Maribel salió del cuarto y lo dejó allí. El resto del día aprovechaba cada oportunidad que tenían para besarse, para tocarse. Los dos sufríamos No tuvieron oportunidad de estar solos y se fueron a la cama por separado. Al llegar este a su pieza Leo cogió su móvil y le mandó a su tía un mensaje... Te deseo, Maribel... y recibió respuesta.... Yo a ti, sobrinito. Cuando te acuestes, espera 15 minutos y ven... La espera se le hizo eterna. Cuando pasó el tiempo establecido, Leo apagó las luces y salió. A tientas dio con la puerta de su tía. Entró y cerró. La habitación estaba a oscuras. Se acercó a la cama y entonces, Maribel encendió la lamparita de la mesa de noche.
Se quedó embelesado mirándola. Acostada, sobre la cama. Totalmente desnuda. Su cabello alborotado sobre la almohada. Sus preciosas tetas sobre su pecho. Sin ropas y sin tapas. Al entrar escucha a su tía decir. Desnúdate, sobrinito. Y ven con tu tía a la cama.... Mi pijama voló por los aires. Y con el pene danzando entre las piernas, se acercó a la cama. Maribel se echó hacia un lado para hacerle hueco. En cuanto se acostó, se abrazaron y empezaron a besarse. Toda la tarde deseándote. No me dejaron ni un momento libre.... Sí... Tus miradas me estaban poniendo loquita. Y a mi tía... ¿Tanto te gusto?... si, me vuelves loco, Maribel. Leo llevó una mano a las tetas. Las agarró y acarició. Besaba los labios, la frente, las mejillas, el cuello de su tía. Ella ronroneaba como una gaita de lo a gusto que se sentía entre los brazos de su sobrino. La mano de Leo bajó lentamente por el suave cuerpo de Maribel hasta llegar su vagina. Ella la recibió abriendo las piernas. Y gimió en la boca de Maribel la tía cuando él empezó a acariciarla.... Estás muy mojadita. ¿Es por mí? Ahg, claro que es por ti. Me sorprendiste esta mañana con tu boca. Qué placer me diste, Leo.... ¿Quieres más? ¿Quieres que tu sobrinito te coma tu vagina?
Leo la miró a los ojos.
Lo que yo deseo es... poseerte te
Umm, mi niño. Y yo también lo deseo. Pero no puede ser. Soy tu tía.
¿Por qué no? Me has masturbado. Me las has chupado. Ahora deseo poseerte, Maribel.
Eso no..., eso no...
Le metió dos dedos en el sexo y le frotó el clítoris con el pulgar. Maribel se empezó a contorsionar de placer sobre la cama.
Por favor, Maribel. Te deseo tanto... Déjame poseerte...por favor....sólo...sólo un poquito...sólo un poquito.
Ahg, Leo....Por favor.
Aquellos dedos la estaban llevando a la cumbre del placer. Miraba la cara de súplica de su sobrino. Miraba los preciosos ojos del muchacho. Sus barreras se desmoronaban.
¿Tienes...condones? No... no tengo
Metió los dedos más a fondo. Maribel cerró los ojos.
Umm...está bien...pero...ten cuidado... No te corras dentro. Sal antes.
Los ojos de Leo se iluminaron. Bajó sus labios y la besó. Maribel abrió las piernas, dispuesta a recibirlo. Él se puso en medio de ellas, se cogió la polla y la acercó a su vagina. Las pasó arriba y abajo, haciendo gemir otra vez a su tía.
Maribel lo ayudó, cogiendo su pene y dejándola justo en el sitio. Cuando mi duro pene resbaló dentro del cálido cuerpo de mi tía, los dos entrecerraron los ojos de placer. Leo se dejó caer hasta que sus pubis chocaron.
El placer de estar saciando a la mujer blanco de todas sus fantasías era lo más grande que le había pasado en su vida. Sus músculos empezaron a tensarse. Su orgasmo empezaba lentamente, dejó de luchar Ahg tía...que... placer...me voy a correr....me voy a correr....
Maribel también estaba ya al borde del orgasmo. Y ahora él saldría de ella. Sacaría su polla de su coño y se correría fuera. Se rebeló. No quería eso. Quería sentirlo dentro. Con sus piernas rodeó su cintura y apretó. Leo intentó salirse, pero no pudo.
Maribel...que...me corro...que corro... Ahg sí... córrete... córrete dentro de mí... lléname con tu leche....
Todo su pene estaba dentro de su tía. La besó con pasión y ella lo abrazó.
Ahg que rico se siente tu pene dentro de mí...ahora...poséeme…aparéame. Hazte un hombre dentro de mí. Empezó a penetrarla, lentamente, con intensidad. La polla resbalaba por las paredes de la vagina arrancándole gemidos de placer a los dos. Poco a poco, aumentó el ritmo. Sus bocas no se separaban ni un instante.
Aquel joven, supuestamente inexperto, la estaba llevando a un intenso orgasmo. El pene martilleaba dentro de ella, una y otra vez. Su boca la besaba, a veces con pasión. Otras con ternura. Tía...que... placer...me voy a correr....me voy a correr....
El mundo entero se paró. Sólo existían ellos. Sólo existía el placer. El placer de llenar el sexo de su tía con una abundante corrida. El placer de recibir chorro tras chorro de tibio semen en lo más profundo de la vagina hizo que la mujer se quejara satisfecha. Compartieron largos segundos de placer. Sus ojos se abrían para mirar los ojos del otro y se cerraban nuevamente. Primero terminó el orgasmo de Leo. Maribel seguía teniendo espasmos. Al poco, los dos se besaron, ahora, con suma ternura. Ella le acariciaba el cabello. Él, los brazos.
Sin sacarle su pene de sus entrañas, la miró. Me dijiste que querías que te comiera tus entrañas. Lo silenció con un beso en los labios. El siguiente se lo dio en la barbilla. Después, en el cuello. Y siguió bajando. Las tetas, la barriguita, el pubis. Todos fueron besados y lamidos. Antes de enterrar su cara entre las piernas de su tía, la miró. Ella tenía un dedo doblado en la boca, y se lo mordía. Leo le sonrió, sacó su lengua y lamió.
Pero... si estoy.... llena, déjame se quejaba la tía. No contestó. Siguió lamiéndola, chupándola. Atrapó el clítoris entre sus labios y lo chupó, dándole golpecitos con la lengua. Maribel gimió de placer.
Bajó un poco y sorbió, chupó. Su boca se llenó del sabor de coño de su tía. Pero no sabía igual que por la mañana. El sabor era distinto. Comprendió que era el sabor de su semen mezclado con los jugos de ella. Por supuesto, no le importó. Siguió chupando, besando y lamiendo. Las contracciones de placer de la vagina hacían que los jugos manasen cada vez más. El macho taponó la vagina con dos dedos y siguió haciéndole el amor con la boca a su tía.
Maribel estaba maravillada. Su sobrino era hasta ayer un chico tímido, callado, sin experiencia. Y ahora le estaba haciendo la mejor comida de coño de su vida. Le comía el sexo aunque estuviera lleno de su propia leche, sin parar, sin dejar de lamer, llevándola nuevamente a un intenso orgasmo. Llevó sus manos a la cabeza y lo apretó contra él. Levantó las caderas y se corrió en la boca de aquel maravilloso hombre.
Leo de bebió con placer todo lo que ella le dio, y siguió lamiendo más suavemente después Maribel se quedó quieta, con los ojos cerrados. Creyó que todo había terminado. Pero no contaba con el deseo del joven muchacho. Leo repitió el camino de besos, pero ahora en sentido contrario.
Y cuando sus bocas se encontraron, la penetró. Esta vez sin ayuda. Encontró por sí mismo la entrada y su polla desapareció totalmente dentro del coño de su tía.
Dios...mío...Leo... ¿Me quieres matar? Si de placer.
Esta segunda vez todo fue más lento. Las penetraciones eran profundas y de suave cadencia. Ahora Leo además de besarla acariciaba sus tetas. Pellizcaba sus pezones. Incluso, apoyándose en las palmas de sus manos, llegó con su baca a las tetas para besarlas y chuparlas.
Fueron muchos minutos de placer. Maribel no dejaba de mirar a su sobrino. Se dio cuenta de que ningún hombre en su vida la había tratado así. Que ningún hombre le había dado tanto placer. Ella se corrió primero. Durante todo el largo orgasmo Leo no dejó de bombear su pene entrando y saliendo, una y otra vez Leo...jamás había sentido tanto placer... Ahora...quiero sentirte. Quiero sentir como te corres dentro de mí. Lléname con tu leche.... Leo se apoyó en sus manos. Miró a su tía. Vio con las tetas se movían al ritmo de cada embestida. Maribel lo agarró por las caderas y tiró de él hacia ella. Ahg Maribel...ya...ya....
Maribel lo miró mientras se corría. Su cara crispada por el placer. Sus dientes apretados. Sus ojos cerrados. En su vagina, el repentino calor de una nueva descarga de semen. Agotado, Leo se desplomó sobre ella. Después, se salió y se acostó a su lado. Se abrazaron. Su joven amante puso su cabeza sobre el pecho de su tía. Ella acariciaba con ternura su cabello. Pasaron 10 minutos. 15 minutos. 20.
Seguían igual. Ella acariciando su pelo. Él acariciando su brazo. Ambos con los ojos cerrados.
Maribel estaba muy a gusto. Feliz. Pero entonces se dio cuenta de algo. Algo con lo que no contaba. Algo que podría destruirlos a los dos. Maribel se dio cuenta de que se estaba enamorando de su sobrino.
Y en ese momento, cuando ella fue consciente de eso, él susurró, apenas audible. Te quiero. Leo la besó con pasión y ella lo abrazó.