MI VECINO

Bueno, comienzo el relato indicando que me llamo Marisol y soy de Guayaquil-Ecuador, tengo 43 años, soy felizmente casada con Edgar, con 2 hijos, la mayor de 17 años y el menor de 11, soy blanca, mido 1.63, peso 135 libras, cabello crespo hasta los hombros, y considero que tengo un cuerpo interesante, bueno, así me lo describen los hombres cuando me piropean. Debe ser, porque mis medidas son 88-62-89.
La situación es que mi relación con mi esposo es muy normal, hacemos el amor de 2 veces por semana y me deja satisfecha; pero, ahí viene el pero que es producto de este relato que si no lo comento me va a hacer estallar.
Yo adoro a mi esposo, el tiene 51 años, es buena persona, todo un caballero, además en la cama me atiende como corresponde; pero el asunto es que la familia que vivía frente a mi departamento se cambió y al mes vino a vivir una pareja, el señor de mi edad aunque parece menor y ella un poco mayor que él, de unos 47 años. El se llama Roberto y tiene buen porte en todo aspecto, ya que es muy guapo, respetuoso, con una personalidad arrolladora, elegante y deportivo cuando la ocasión amerita. Se pueden imaginar qué tipo de hombre es alguien con esas características y con 1,80 de estatura, blanco, ojos verdes, imagínense. Ella se llama Any, es una señora muy respetable y aunque la edad se le comienza a notar, se ve que ha sido una mujer muy guapa, y no creo que haya que ahondar en detalles con ella porque no viene al caso.
Al cabo de unos 3 meses y ya habiendo socializado lo suficiente entre ambas parejas, comienzo a notar un poco la aproximación (no insinuación) de parte de Roberto y me hacía sentir incómoda al principio, percepción que fue cambiando de a poco dada la facilidad de expresión de parte de él que revirtió paulatinamente mi incomodidad.
La relación de ambas parejas eran y son de lo más cordiales y amenas a tal punto que hacemos una intensa vida social, lo cual hizo que mi esposo depositara en Edgar una gran confianza a tal punto que cuando teníamos que salir a un evento y como mi esposo por su trabajo no podía pasarme viendo, le pedía a el que lo hiciera y nos encontráramos posteriormente, pero, como íbamos los tres (con su esposa) no había problema, pero en una ocasión, la que motiva este relato no podía ir a una reunión de aniversario del Colegio de profesionales al que están asociados nuestros esposos, cuando Any, la esposa de Roberto no podía asistir porque tenía que atender su negocio de recepciones, las mismas que son nocturnas; fue precisamente cuando se dio el encuentro con este hombre que me ha despojado de toda conciencia, escrúpulos, moral y todas las consabidas restricciones sociales para que una mujer como yo pueda disfrutar desenfrenadamente del acto sexual en todas sus dimensiones.
Fue en esta reunión de profesionales, la primera ocasión, cuando la cercanía de él y todas las características arrolladoras de este hombre me hicieron estremecer cuando me encontré a su lado en el auto y como dos veces me desconcentré de la conversación, porque mirándolo me dejaba perpleja, anonadada, a tal punto que no me había dado cuenta que se me había subido el vestido lo suficiente como para ver buena parte de mis muslos y él con toda naturalidad me lo advirtió y me tomó de la mano y se dio cuenta que yo estaba nerviosa porque me sudaban las manos a más no poder, lo cual me delató.
Le dije que me disculpara que me sentía mal, pero el solo me dijo que me tranquilizara que estábamos a punto de llegar al lugar de la recepción, que era una cena de Ingenieros Comerciales, yo llevaba un vestido negro que resaltaba mi piel blanca, y el brasier era de color negro también, como mi tanga, para complementar mis zapatos negros y sin medias me había dado cuenta que yo quería que algo sucediera o por lo menos iba preparada inconscientemente; puede ser que por amor y respeto a mi esposo no había dado lugar que pensara en otro hombre, pero así era y me daba cuenta que Roberto me atraía mucho. Estaba abstraída en ese sublime momento de indescriptible sensación de romance inhibido en el que ambos habíamos incursionado y que por respeto a nuestras parejas no permitíamos que se evidenciara, cuando sonó mi celular y era mi esposo quien me comunicaba que se iba a demorar más de la cuenta y preguntaba si ya habíamos llegado a la recepción, yo le contesté que estábamos llegando pero que me sentía con un poco de dolor de cabeza y entonces me pidió que le pasara a Roberto a lo que accedí y mi esposo entonces le pidió que me llevara a una farmacia a comprar píldoras para el dolor de cabeza y que nos tomáramos un tiempo hasta que se me pase y podamos ir a la recepción que en un par de horas aproximadamente el llegaba a la misma.
Entonces Roberto se dirigió a una farmacia que quedaba cerca del lugar, cuando le pedí que esperáramos un poco, porque ya me estaba sintiendo mejor, resulta que a pocas cuadras me dijo que había un parqueadero subterráneo y que allí podíamos esperar un rato, a lo que accedí porque me parecía buena idea y además podía despejar la duda e intriga que tenía con mi vecino.
Efectivamente llegamos al parqueadero que era muy reservado y le manifestó al guardia después de recoger el ticket que no íbamos a salir sino a quedarnos un rato conversando para que este no se preocupara o interrumpiera me imaginé pero no dije nada al respecto, noté que sigilosamente llevó el carro hasta el final donde prácticamente no había ningún carro, ya que el parqueadero estaba parcialmente vacío, lo estacionó en un rincón donde al mirar hacia atrás me percaté que absolutamente nadie nos pudiera ver, entonces comprendí el porqué Roberto anticipadamente le dio un billete de 5 dólares al guardia, a pesar que se cancela a la salida. Me puse nerviosa pero deseaba que algo pasara porque este tipo me atraía cada vez más.

Espero les haya gustado mi relato en su primera parte y si es así, entonces entregaré la parte más excitante, sensual, exótica y candente que he podido vivir, aunque no con la persona que amo sino con la que me hizo descubrir la pasión del sexo desenfrenado y sin inhibiciones. Ojalá pudiera compartir con alguien que haya o esté pasando por lo mismo.