Eran aproximadamente las 12 del mediodía, y estaba sola en casa. Carlos, mi compañero, estaba trabajando y no venía hasta las 3 de la tarde. Me dispuse a hacer la comida, con lo que se me vino a
Relato
Eran aproximadamente las 12 del mediodía, y estaba sola en casa. Carlos, mi compañero, estaba trabajando y no venía hasta las 3 de la tarde. Me dispuse a hacer la comida, con lo que se me vino a la cabeza que el día anterior me había quedado sin sal, y aún no había comprado. No me apetecía nada bajar ahora al supermercado a comprarla, asi que pensé en pedírsela a mi vecino. Llamé a su puerta, pero parecía que no estaba, esperé y justo cuando iba a desistir, escuche un “Voyyy” lejano. En unos instantes la puerta se abrió, y apareció, disculpándose por la tardanza, debida a que se estaba duchando. No podía negarlo, salió a abrirme la puerta, con el cuerpo totalmente húmedo y tapado únicamente por una toalla blanca que se ataba a su cintura. Su nombre era Julio, pelo negro, ojos verdes, cuerpo atlético, aunque algo redondito a causa del paso del tiempo, y la verdad es que tenía algo que alguna vez me había hecho fijarme en él, no solo como mi vecino. Le dije:
- Perdona que te moleste, pero me he quedado sin sal para hacer la comida.
- Pasa, pasa - me dijo él - Pasa a la cocina, que voy a vestirme un poco, y enseguida estoy contigo.
Pasé a la cocina y le esperé. En un minuto apareció Julio, ahora estaba vestido simplemente con unas bermudas de color marrón, y a pecho descubierto me señaló un armario en la parte alta y me dijo:
- Está en ese mueble. Sírvete tú misma, que yo voy a tomarme algo fresco, ¿tú quieres algo?.
Le respondí con negativas, y abrí el armario en busca de la sal. Había numerosos frascos, todos iguales, y en ninguno ponía ningún letrero, además de que debido a la altura del armario, estaba a la altura de mi cara, no veía bien todos los botes. Asi que le pedí ayuda a Julio. Él, que estaba abriendo en ese momento un refresco, se acercó a mí, se puso justo detrás de mi, con su cuerpo pegado al mío, y empezó a tantear botecitos. Yo, sentí justo detrás de mi culo algo abultado. Era la polla de Julio que parecía que había colocado allí de forma intencionada, y que cada vez que abría un bote, movía lentamente, frotándose conmigo. Su bulto cada vez se hacía más notorio, y aunque tampoco me desagradaba la situación, no me sentía muy cómoda, porque él no acababa de encontrar la sal, y la presión de su cuerpo y el mío, y la temperatura de ambos, cada vez era mayor. De repente, pasó algo que no esperaba. Sus manos abandonaron la búsqueda del bote, y se alojaron, sin ningún titubeo, en mis tetas, a la vez que me decía pegado a la oreja:
- María, siempre te he deseado. Siempre he querido tenerte solo para mi, ya verás cómo vamos a disfrutar.
Su polla en mi culo, sus manos masajeando mis tetas, y su boca besando mi cuello, aquello era demasiado para mi, pero yo no quería que pasara lo que podía pasar. Siempre he sido fiel en mis relaciones, y aunque el deseo me envolvía, la poca sensatez que quedaba en mi cabeza se imponía, y se negaba a aquello. Intenté soltarme, pero él no me dejaba, al revés, me cogió de los brazos, me levantó y me llevaba a otra estancia de la casa, al mismo tiempo que me repetía:
- Ya verás como te gusta. Nos lo vamos a pasar de vicio. Tranquila, que vas a disfrutar.
Yo estaba totalmente confundida. El miedo, el deseo, la intriga, el placer, todo me inundaba, y mi cuerpo no sabía que era lo que quería claramente. Simplemente, le dejaba a hacer a él, con no mucha oposición por mi parte, pero si con algo de rechazo. Al final vi a donde me llevaba. A su habitación, y a su cama, a la que me tiró, y sobre la que el también se tumbó impidiendo mis movimientos. Sus manos sujetaban mis brazos, sus piernas las mias, y su boca, seguía entretenida por mi cuello, el cual, mordía, besaba y chupaba enérgicamente. Se retiró un momento a por algo que buscaba en un cajón, y cuando lo sacó, un escalofrió recorrió mi cuerpo, eran unas cuerdas. Pensaba atarme a la cama, para hacer conmigo lo que quisiese. Pero en vez de asustarme, lo que en mi cuerpo se disparó fue el deseo. Aquello despertó algo en mi cuerpo, que yo no conocía y que me gustaba.
Me ató las muñecas a la cabecera de la cama lo más delicado que pudo, tampoco yo puse mucha oposición. Sus ojos brillaban, su cara sudaba, y su boca se relamía, mientras me abría la camisa y soltaba mi sujetador, dejando mis tetas al aire. Empezó a sobármelas, las amasaba, me tocaba los pezones, ya muy duros por aquel momento, y dulcemente me dijo:
- Deseo comerte las tetas, ¿Quieres que te las chupe?, pídeme que te las chupe, por favor.
Yo no me atrevía a decir nada, asi que él obró por si mismo, se agachó y comenzó a chupármelas, primero lentamente y por los alrededores, pero cuanto sus círculos más se acercaban al pezón, mayor era la velocidad y la presión que ejercía su lengua y sus labios. Al final, llegó a él, y al mordérmelo, un gemido salió de mi boca, lo que le animó a seguir haciéndolo. Si en aquel momento no hubiera tenido las manos atadas, se las hubiera puesto en la cabeza, empujándola sobre mis tetas, para que no dejara de chupármelas. Hizo varios intentos de pasar a otra parte de mi cuerpo, pero cada vez que dejaba de chupar, volvía a mirarme las tetas y decía: “¡Dios, que tetas más ricas tienes!” y volvía otra vez, él a chupar, y yo a disfrutar. Jamás nadie me había comido las tetas de aquella forma. Al final dejó las tetas ya que una mano suya se acercaba a mi coño. Me lo frotaba por encima del pantalón, y parece que aquello era poco para él, porque primero el pantalón, y luego mis bragas, todas las prendas acabaron lejos de la cama. Asi que lo que su mano tocaba ahora era mi clítoris directamente, y ¡qué bien lo hacía!, lo excitaba dulcemente mientras que otro dedo lo pasaba por la entrada de mi cueva, haciendo leves intentos de penetrarme con él. Aquello fue lo que colmó el vaso, y sin pensármelo dos veces, le dije a aquel hombre que instantes antes pensaba que iba a violarme:
- Vamos, o hazme un dedo o cómeme el coño, pero no me dejes así.
Eso bastó para que me metiera no uno, sino dos dedos en el coño, haciéndome sentir cada vez más y más morbosa, algo que se me había visto en aquella frase, ya que yo era de aquellas mujeres que casi nunca dice nada mientras hace el amor con su pareja. Julio seguía follándome con sus dedos, y yo cada vez gemía más alto. Gemidos que empecé a acompañar, con pequeñas frases como:
- Massss, si, sigueee, vamosss, sigue follándome, vamos, más rápido.
Hasta que ya no pude hablar y cambié las palabras por un grito que anunció mi orgasmo. Un orgasmo que había llegado a límites de placer que me sobrepasaban. Con aquello, el sacó sus dedos, y empezó a tocar suavemente el clítoris... ¡Cómo sabía lo que yo quería en aquel momento!. Y me dijo:
- Ahora te voy a comer el coño. Me voy a chupar todos tus flujos hasta dejarte seca.
Todo aquello me llevaba a ser y sentir algo que nunca habia experimentado, me hacía sentir algo salvaje, deseaba que me chupara, que me tocara, que me follara, que me hiciera lo que sea. Me hacía sentirme como una puta, y aquello me gustaba. ¡Quería ser lo más golfa que pudiera!, y disfrutar con ello. Estuvo chupándome el coño un buen rato, mientras que yo le decía:
- Si, sigue chupándome, que bien lo haces. Asi, sigue moviendo tu lengua asi, cómete mis flujos.
Cuando terminó, se empezó a tocar el paquete, masajeaba su polla mirándome a los ojos. Aquello fue como una luz en mi cabeza, y sin pensarlo se lo solté con el tono más golfo que pude:
- Deja de tocarte la polla, sácatela, y pónmela en la boca, porque quiero chupártela, quiero tener tu polla en mi boca.
El obedeció como nervioso, sorprendido. No esperaba aquello de mi, pero me encantó. Se sacó la polla, y poniéndose de rodillas enfrente de mi, acercó su polla a mis labios. Yo quería lamerla lentamente, besarla, pero aquellas ganas de comérsela fueron superiores y me la tragué rápidamente, metíendomela y sacándomela de mi boca durante un largo tiempo. Tenía tantas ganas de ella, que aquello me sabía a poco, asi que la aparté un momento de mi boca y le dije, mirándole a sus ojos:
- Quiero que te corras en mi boca, quiero tragarme tu leche; y sin pausa.
Volví a tragármela, el movimiento seguia, según avanzaba mi ritmo, de su boca empezaron a salir frases, frases obscenas que me ponían... ¡Dios, como me ponían!.
- Vamos, chupa, chúpamela puta. Cómete mi polla. Asi, vamos. Como me gusta follarte la boca. Vamos, prepárate que ya viene mi leche.
Sus gemidos empezaron a multiplicarse, más y más rápidamente, hasta que soltó un:
- Me corroooo, me corro. Trágate todo puta.
En ese justo momento, una explosión se dio en mi boca, que se inundó de semen. Era un líquido cálido, que rápidamente tragué, ya que quería seguir chupándosela para extraerle toda su leche, y seguir sintiendo su polla con mi lengua. Sacó su polla de mi boca, la miró y me dijo:
- ¿Te ha gustado?.
- Me ha encantado tragarme tu leche - le contesté.
- Pues ahora viene lo mejor. Ahora voy a follarte. Voy a meter mi polla en tu coño, y follarte hasta que reviente dentro.
- Eso es lo que quiero, que me folles, que me folles. Que me folles con ese pedazo de polla. Fóllame el coño y haz que goce como nunca.
Asi que fue para atrás, me cogió de las caderas, me levantó, y apuntando hacia mi coño, me metió la polla hasta dentro. Solté un gemido y:
- Asi, asi, métemela hasta el fondo cabrón.
Comenzó un movimiento de mete y saca que me llevaba a la gloria.
- Vamos, sigue follándome asi, sigue, vamos, muévete, fóllame. Más rápido, hasta el fondo, sigue, sigue.
Los orgasmos de niveles increíbles, se repetían en mi cuerpo. A cada envestida de su polla, se me producía uno. Yo ya no sabía que hacer, me retorcía, gemía, gritaba, le decía de todo, hasta que vi, como sus ojos se ponían casi blancos, su boca empezaba a soltar un gemido, y sentí como mi coño se inundaba de leche, de la leche de aquel hombre que me había llevado al éxtasis, y al que tenía que agradecerle que hubiera sacado de mi, algo que me encantó. Aquella personalidad de golfa, de morbosa, que aún recorría mi cuerpo, y que lo recorrería en mis futuros actos sexuales.
Y el no perdió ni un segundo de el momento, me dijo con mucha morbosidad ¡Ahora puta súbete la falda y retráncate en la pared! Yo con rabia fui subiendo lentamente la falda de mi vestido hasta mi cintura, el se alejo unos metros deleitándose con mis piernas, yo vi clarito como su verga creció dentro su pantalón, tomo una cama fotográfica sacándome varias fotos en esa pose tan humillante para mí.
Relato erótico enviado por Anonymous el 11 de September de 2009 a las 23:52:41 - Relato porno leído 160826 veces
Lucia es una mujer casada, pero aun joven de unos 34 años senos grandes y un culo generoso además que tenia un rostro muy bello, pero lucia aunque tenia esposo y tres hijos que le hacia parecer una dama, a ella le encantaba follar a menores entre 13...
Relato erótico enviado por sexolito el 10 de April de 2005 a las 00:02:30 - Relato porno leído 156466 veces
Ver a aquella jovencitas me excitaba hasta que logre lo que queria.
Relato erótico enviado por Anonymous el 16 de November de 2008 a las 22:27:10 - Relato porno leído 61150 veces
Si te ha gustado Mi vecino abusó de mi ... y me gustó vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
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Comentarios enviados para este relato
mamamipija
(5 de April de 2009 a las 20:48) dice:
MUY BUENO 10 katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:58) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF katebrown
(18 de October de 2022 a las 19:33) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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