Mi vecino el fotógrafo

Fue un día de reyes, 6 de enero de 2006. Esa tarde fui a visitar a mi vecina y amiga, una chica de 11 años yo todavía tenía 10 y era virgen.
Mi amiga, Ana, vivía con su mamá y su abuelo, un hombre de 50 años que es fotógrafo, un artista de la fotografía que a veces hace fotos sociales para ganarse la vida.
Llegué a la casa, me abrió Ana nos pusimos a conversar y apareció Manuel con dos cámaras colgadas del cuello.
-Tengo que terminar un rollo. ¿Les tomo unas fotos?- nos dijo.
Enero es el mes más cálido en La Argentina por eso mi amiga estaba en biquini y yo tenía una camisa sin mangas de color rosa una pollera corta y amplia, verde y sandalias blancas.
Manuel nos tomó unas fotos en el patio y después nos propuso que fuéramos con él a revelarlas.
Ana dijo que no, que ella ya había visto muchas veces eso y que se aburría, prefería ver televisión.
Yo quería ir con Manuel y Ana me dijo que fuera con él pero que ella no iría.
La casa tiene tres dormitorios y un departamento con un dormitorio y el estudio donde el abuelo de Ana trabaja, hacia allá fuimos.
Entramos por el dormitorio y Manuel cerro con llave, después pasamos al estudio y Manuel puso llave otra vez.
-Si abren la puerta pueden velarse las fotos- me explicó.
-Vas a conocer una manera de revelar fotos que yo aprendí de mi tío cuando tenía tu edad.
Al entrar él encendió una luz roja explicándome porque lo hacía, después me dijo que tenía que sacar una foto en blanco y negro para terminar el rollo, me la tomaría a mí.
Me llamó la atención una imagen que tenía en una repisa porque parecía un diablo, se lo dije y él me contó que era un Exú.
Para tomarme la foto Manuel me hizo sentar en un sillón, me dio un libro, me dijo que cruzara las piernas y me indicó como debía mirar.
Entonces comenzó mi primera lección de fotografía, mezcló y pesó polvos y líquidos diciéndome sus nombres y para que servían.
Ya estaba todo listo comenzó la clase de revelado, Manuel me puso delante de él y apoyó su pija en mi culo.
Me quedé quieta unos segundos y después le pregunté si podía ir al baño. Él me dijo que fuera y que en el baño las luces también eran rojas para evitar un error por distracción.
Era una tarde muy calurosa hice pis y me lavé las manos que las tenía muy húmedas, quizás porque Manuel me había puesto nerviosa al apoyarme la pija en el culo, también me lavé la cara y me peiné mirándome en el espejo pensé que era pariente de ese Exú de la repisa por el efecto de la luz roja y tuve un presentimiento: Manuel estaba mirando esa imagen.
Al salir él estaba llenando un vaso de whisky mientras miraba a Exú, eso me alegró porque creí tener poderes mágicos.
Manuel se había descalzado y desabrochado la camisa que era de mangas cortas y de color turquesa.
Sobre la repisa además de la imagen había una botella de whisky (otra, no de la que se servía Manuel) una de aguardiente y dos velas a cada lado las de la izquierda rojas y las de la derecha negras.
Derramó sobre el piso un poco de lo que se había servido en el vaso y me llamó.
-Acercate, linda- me dijo como si me diera una orden. Obedecí y él empezó a hablar acerca de los Exú y las ofrendas que se le hacían, de todo lo que dijo lo que nunca olvidaré es esto: "Exú quiere sangre"
-¿Como sangre"- pregunté con un poco de temor.
-Sí, a él se le ofrece la sangre de los animales que se sacrifican en las ceremonias. Sobre su imagen se derrama la sangre para que todo vaya bien.
-¿Nunca sangre humana?
-La sangre humana creo que sería lo mejor que podríamos ofrecerle- yo sonreí porque pensaba que estaba tratando de asustarme.
Se sirvió otro whisky y me preguntó si yo lo había probado alguna vez.
-Sí- le dije.
Me preguntó si me había gustado y le dije que sí. Entonces el me dio el vaso y me dijo que las personas que beben del mismo vaso conocen sus secretos.
Tomé un trago y él tomó otro.
-Ya conocemos nuestros secretos. ¿Qué te parecen los míos?.
Pensé que yo le gustaba y que estaba caliente conmigo, sólo se me ocurrió decirle: "No se lo contaré a nadie".
Después de un par de años Manuel me contó que cuando escuchó esa frase se calentó más de lo que ya estaba porque para él fue como si yo hubiese dicho: cogeme que no se lo contaré a nadie.
Miré la bragueta de sus pantalones grises y como creí que se había dado cuenta le dije intentando disimular que la luz roja hacía que el gris de sus pantalones cambiara mucho.
Nos bebimos el whisky a medias, Manuel dejó el vaso y tomándome de la mano me llevó hasta la mesada
donde revelaríamos las fotos del rollo en blanco y negro, la última sería la que me tomó en el sillón iluminada por una lámpara roja.
Todo me lo explicaba tocándome, acomodando mis cabellos, acariciando mi cintura, tomando mis manos, rascado mi cuello y sobre todo apoyando su sexo en mi culo.
A veces sentía sus bolas descansando sobre mi culo o su pija a la altura de mi cintura, pero lo que me calentaba más era cuando rozaba mis tetas en forma de cono y mis pezones tan sensibles por el crecimiento que recién comenzaba que hasta el mínimo roce me producía placer y dolor.
A veces él se apretaba contra mí y después se apartaba unos centímetros, yo podía sentirlo tan cerca pero sin rozarme que retrocedía un poco buscando el contacto con su cuerpo. Ahora me doy cuenta que eso era lo que él quería, para saber si sus manoseos me estaban calentando.
Yo quería llegar a mi casa para acostarme en la cama con la almohada entre las piernas y frotarme contra ella hasta acabar como lo hacía desde hacía un tiempo todas las noches antes de dormirme y también algunas mañanas antes de levantarme y algunas tardes cuando regresaba de la escuela.
Llegamos a la última foto. Me gustó ver que se notaban mis tetitas en la foto y me asomé al escote redondo y amplio de mi remera para ver ese par de conos con areolas amplias, moradas y violetas, suponiendo que Manuel también las había visto me calenté mucho, ya no tenía voluntad, él podría hacerme lo que quisiera.
-¡Qué hermosa nenita!- dijo Manuel mientras me tomaba por la cintura.
Ya no solamente me apoyaba la pija, sino que también se movía.
De repente se separó de mí, creo que para no acabar y me dijo que ya estaba todo el rollo revelado.
-Tengo que ir al baño- le dije.
-Yo también- dijo él y entró al baño conmigo, creo que lo hizo para que no me pajeara y así me enfriara.
- Primero vos- me dijo- abriendo el agua para lavarse las manos y la cara.
Él no me miraba pero después cuando orinaba él yo no pude resistir la tentación y vi por primera vez su verga. Manuel miraba hacia otro lado sabiendo que yo sí lo miraba, me gustó mucho lo que vi y deseé chuparla.
Salimos juntos del baño, Manuel con una toalla secándose las manos y la cara.
Me senté en el sillón recordando las palabras:luz, revelador, fijador. Todas me parecían sensuales.
Mientras tanto Manuel encendía las cuatro velas de Exú que sólo iluminaban su imagen por la sombra de los objetos que tenía a su lado.
Manuel se acercó a mí, me tomó de las manos para que me levantase del sillón se sentó y me sentó sobre él.
Comenzó a acariciar mis piernas a besarme el cuello, cara después buscó mis labios, me besó con ternura hasta que me abrió los labios con su lengua buscó mi lengua y la encontró dispuesta a aceptar todo lo que él propusiera.
Su mano ya recorría mi concha ya acariciaba mis pezones. Al principio sobre mi ropa después debajo de ella.
-¿ Alguna vez cogiste, linda?
-No- murmuré.
-Ahora vamos a coger.
Se quitó la camisa y comenzó a desvestirme yo lo ayudaba levantando los brazos para que me sacara la remera o los pies para que me quitara la bombacha. Quedé desnuda sentada en el sillón y Manuel de rodilla frente a mí. Me tomó de las piernas y con brusquedad me puso a la orilla del sillón con las piernas abiertas. Empezó a lamerme la concha, al principio con suavidad para luego meter su lengua tan profundo como si quisiera desvirgarme con ella.
Cuando yo estaba cerca del orgasmo él se quitó los pantalones, quedando desnudo con su pija dura frente a mi boca.
-Si me la chupás cogemos.
Se la chupé pero apenas porque Manuel no quería acabar en mi boca sino adentro de mi concha virgen.
Me rozaba con la cabeza de la pija la rayita, de a poco la entraba, fue suave hasta que comencé con los movimientos involuntarios del orgasmo.
Ahí de un golpe llegó hasta en fondo de mi vagina.
Dejé de ser virgen gritando de dolor, pero mi concha ya cogía como si no importara mi dolor o mi voluntad.
Después de meterla hasta el fondo se quedó casi inmóvil mientras yo tenía mi primer orgasmo con una pija adentro.
Acabar fue para mi como despertar de un sueño y ver a un hombre gozando de mi cuerpo y sentir que el me llenaba la concha de leche.
Sacó la pija de mi concha la tenía ensangrentada. Pasó su mano por mi concha como limpiándome y la otra por su pija.
-Mirá esta sangre-me dijo mostrando las palmas de las manos- es tuya.
-Vos querías saber si a Exú le hacen ofrendas de sangre humana, yo le ofrezco la tuya.
Se acercó a la imagen roja y con cuernos, parece el diablo pero es un Exú y pasó las manos mojadas de semen flujos vaginales y sangre de la virgen que yo era por todo el cuerpo de aquella representación de un ser que acecha en las encrucijadas.