Mi vida sexual – LA SEÑORA Y EL OMNIBUS – parte 01

Mi vida sexual – LA SEÑORA Y EL OMNIBUS – parte 01
Fui al campo, a una antigua casa, tenía un gran campo alrededor con estatuas y construcciones antiguas. Tenía que hacer un trabajo sobre su historia.
Cuando llegué había un grupo de matrimonios que pasaban unos días allí. Me despreocupé, saludé y fui a ocupar mi habitación.
Pasé toda la semana sacando fotos y tomando notas.
Lo peor fue ese tiempo sin mujeres, no había posibilidad de levante, ni nada El pueblo más cercano estaba a 15 km y no había nada para “morder”. Tenía que esperar un ómnibus y eso me hacía perder tiempo para mi trabajo.
Hablé sí, con una Sra. joven, bonita, buen cuerpo, de mi trabajo, pero bajo la mirada de su marido.
Al regreso, cuando iba a subir al ómnibus, esa Sra. Me dijo:
- Vení a mi asiento así charlamos
- Bueno… Le dije
Al sentarme vi que estábamos cerca del medio, pero para atrás.
- ¿y tú marido?
- Tuvo que quedarse. Cosas del trabajo. Solo piensa en eso
- Así son algunas personas. Solo les interesa la plata y se olvidan de vivir
- Es un tonto ¿para que se casó? A una mujer hay que atenderla ¿o no?
- Cierto
Al mirar mejor el ómnibus, luego de cerrar las puertas, supe que estaba casi vacío. Una docena de personas, abajo lleno y todos amontonados adelante. Nosotros estábamos con cinco filas vacías por delante.
Me empecé a hacer los ratones, pero recibí un balde de agua fría.
- Siempre me siento acá. Es más tranquilo para dormir.
No sé que le respondí, pero seguimos charlando de su vida y la mía. Viajábamos a la noche y a las 22 apagaron la luz.
No tenía sueño. Ella se tapó con una manta.
-¿tenés frio? – me manifestó
- No…
- mejor tapate – me tapó – yo estoy helada
Allí pasó. Tomó mi mano y la puso sobre sus rodillas. Llevaba una pollera y medias gruesas. ¿Qué iba a sentir?
- Bueno… por tu ropa me parece que no tenés frío
- Tonto Más arriba
Allí exploté. Subí la mano hasta su entrepierna, su concha estaba cubierta con una bombachita húmeda.
- ¿Ahora si?
- - si… Dije ronco
- - Mira así va a ser mejor
Se levantó la pollera, se sacó la bombacha. Me fui al humo. Se la acaricié, eataba humeda, depilada. ¡Qué placer!
- Calentame… Tengo frío
Subió una pierna al asiento y dejó la otra golgando. Vi que se la podía chupar y así lo hice. Gemía, temblaba toda. Me agarró la cabeza y me susurró:
- Cogeme sin forro, cógeme
Me bajé el pantalón y el bóxer sin importarme nada, ni pasajerows, lugar, o quién era ella. Nos acomodamos en el asiento y se la enterré sin miramientos. Estaba recaliente. Ella dio un grito ahogado
- As´… Reventame, cógeme fuerte
La reventé a pijasos. Pronto le vino un orgasmo con furia y fuerza. Otro grito, que alcancé a tapar con mi mano.
- Date vuelta, dame la cola
Sumisa se dio vuelta.
- Despacio… Me vasa reventar hijo de puta.
Le metí los dedos, lubriqué y empecé a meterla. Le tenía la boca tapada, pero igual sentía sus jadeos, grititos, gemidos. La agarré fuerte y la bombié con fuerza. Le vino otro orgasmo fuerte, interminable y no pudiendo contenerme, acabé.
Quedamos abrazados, agitados, pero felices.
Al rato nos desprendimos del abrazo.
- Hijo de puta me reventaste. No tuviste piedad de mí. Suerte que me abrí, si no estaba en el hospital ahora.
- Bueno… ¿Pero te gustó?
- Demasiado… Ahora quiero ir al baño.
Busqué en mi bolso una toalla y jabón y se los di.
Se fue al baño y yo con otra tualla me higienicé un poco y limpié el lugar, el sillón.
Lo que hicimos en el sillón del ómnibus después, se los cuento en la segunda parte.