Desde que era niño, soy amigo de un par de lesbianas, Milagros y Dulce. Y desde que las conozco siempre supe, respeté y acepte su condición. Quizás porque la mayor parte del tiempo, las trataba como si fueran un par de chicos más. Con decirles que en muchas ocasiones nos fuimos a bañar al rio, los tres, completamente desnudos, y aunque no dejaban de llamarme la atención, les repito las veía como si fueran chicos iguales a mí.
Relato
Así que a medida que fuimos creciendo, no me resultó extraño, el enterarme que a ellas dos no le gustaban los chicos. Poco a poco me fui acostumbrando a verlas besarse y tocarse mutuamente, aunque les confieso que había ocasiones que deseaba que me lo hicieran a mí. Al terminar la escuela, y marcharme a la universidad, ocasionalmente las veía cuando regresaba a mi pueblo de vacaciones, hasta que me enteré que se había mudado, y cada vez que le preguntaba a otras personas sobre que sabían de la vida de Milagros y Dulce, refiriéndose a ellas dos, de manera despectiva, lo primero que salía a relucir es que se referían a ellas como las lesbianas esas. Finalmente localicé su nueva dirección, entre las dos habían comprado una finca y se dedicaban a trabajarla.
Ya recién graduado, me propuse visitarlas y ofrecerles mis servicios profesionales. Apenas me vieron ambas me saltaron encima, entre besos y abrazos, antes de que yo pudiera decir algo, me invitaron a que me quedase con ellas ese fin de semana. Invitación que acepté, ya el viernes en la noche en su casa, me prepararon una deliciosa cena, los tres comimos y recordamos gran parte de nuestra niñez y juventud. Después de eso salimos fuera de la casa a una terraza en madera que ellas mismas habían construido, y desde la altura de la finca a lo lejos se divisaba todo el pueblo. Yo pensé que charlaríamos un rato, y luego nos iríamos a dormir. Pero me equivoqué, Milagros una vez que estuvimos ubicados en la terraza, trajo un cubo llenos de hielo y cervezas, comenzamos a beber aparte de seguir charlando.
Ya iría yo por mi novena cerveza, cuando me di cuenta de que Milagros y Dulce de lo más tranquilas comienzan a besarse, tocarse y acariciarse mutuamente, momento en el que pensé que era el apropiado para retirarme e irme dormir, para dejar a mis dos amigas disfrutasen tranquilamente la una de la otra. Al yo comenzar a despedirme, Milagros maliciosamente viéndome directamente a los ojos me preguntó ¿Eduardo a ti nunca te ha pasado por la mente el acostarte con nosotras dos? Lo cierto es que la pregunta me agarró fuera de base, ya que si en infinidad de ocasiones, hasta me llegué a masturbar viéndolas a ellas besarse y tocarse, cuando éramos bien jovencitos los tres. Por lo que le respondí de inmediato que sí.
Fue cuando Dulce tomó la palabra y me dijo viendo directamente a los ojos, ok nosotras dos queremos acostarnos contigo, pero con la condición de que nos obedezcas en todo aquello que te ordenemos. Nuevamente sin pensar, respondía que trato hecho, pero de inmediato les dije, eso sí sin cámaras, ni invitados de último momento. Las dos se vieron se sonrieron y al unisonó me respondieron. De acuerdo, sin cámara ni invitados. Milagro siguió hablando y me dijo. Bien quitarte todo.
Una vez que ante las dos me quite toda mi ropa incluso hasta los interiores y mis medias, entre las dos me han tomado por el brazo y conduciéndome dentro de la casa me dijo Dulce, ya sabes que a nosotras no nos gustan los hombres, pero en tu caso haremos una excepción, pero antes de que los tres hagamos algo, queremos que te pongas esas prendas que están en la cama. Realmente se trataba de ropa intima de mujer, además de una minifalda y una pequeña blusa. Yo sabía que las dos pensaban hacer algo raro, así que ver la ropa de mujer no me sorprendió.
Al terminar de vestirme, entre las dos me arreglaron, y hasta me pusieron una larga y abundante peluca pelirroja, y hasta me consiguieron un par de tacones altos, los que me costó un poco de trabajo dominar al caminar. Al terminar de arreglarme regresamos, ya en la terraza, Milagros me indicó a manera de orden, sabes que te debes comportar como toda una chica, así que nada de tratar de hacerte el machito con nosotras, digo si quieres que nos acostemos contigo. Sus palabras fueron bien claras y precisas para mí, y una vez que les dije que todo me había quedado bien claro, la misma Milagro después de que puso algo de música me sacó a bailar, tratándome como si yo fuera una chica, aunque me costaba algo de trabajo el mantenerme de pie por los tacos, me fui dejando llevar por ella, soñando despierto con el momento en que la tuviera en la cama.
A medida que fuimos bailando Milagro no perdía oportunidad para acariciar mis nalgas, besarme, y continuar tratándome como si yo realmente fuera una chica. Mientras que Dulce, con toda su calma, preparaba un descomunal tabaco de marihuana. El que prendió apenas Milagros y yo dejamos de bailar. Lo cierto es que yo no sabía que ellas fumasen de eso, pero como dice el dicho. Al país que fueres haz los que vieres. Yo después de que ellas dos, le dieron varios jalones a ese descomunal tabaco, yo que no tengo la costumbre de fumar, las imité. Desde luego que me puse a toser como un mismo pendejo o pendeja para los efectos, ya que entre las dos al tiempo que me abrazaban y acariciaban me decían que lo agarrase con calma, que me podía marear, pero sin dejar de meter sus manos por debajo de la minifalda que yo estaba usando, o de tocarme el pecho como si yo tuviera tetas.
Me imagino que eso mismo le puede pasar a cualquier chica que se ponga a fumar por primera vez, con un par de amigos. El efecto de la marihuana no se hizo esperar, me sentía más mareado, pero al mismo tiempo como que mucho más relajado, además Dulce como para que se me quitase la tos, a cada momento me daba de tomar de su botella de cerveza.
Yo me sentía de lo más feliz, entre sus abrazos besos y caricias, era algo que desde jovencito había deseado que pasara, claro que no vestido de mujer, pero en ese momento poco me importaba eso realmente. En medio del vacilón que ambas me tenían montado, en cierto momento Milagros me pidió que les hiciera un ¨strep teas¨ o mejor dicho en español que les hiciera una baile nudista a los compases de la música. Yo a pesar de mi condición y del poco dominio que tenía de los tacones, me puse hacerlo, mientras que ellas me pedían que moviera mi culo, a medida que me iba quitando la ropa, hasta quedar en pantis y sostén.
Fue cuando entre las dos me brincaron encima y me tiraron sobre el piso de la terraza, y bajo la luz de la luna y de las estrellas, mientras ellas también se quitaban la ropa, comenzaron nuevamente a acariciarme por todo el cuerpo. De momento veo ante mis ojos esa mata de pelo negro, se trataba del coño de Milagros que me lo había puesto en mi cara diciéndome, que me pusiera a mamársela. Cosa que no demoré ni un segundo en hacer, mientras que Dulce, comenzó acariciar mis testículos y pene, como si se tratase del coño de una mujer. Cosa que a mi realmente no me molestó para nada. Por un buen rato estuvo mama que mama el peludo coño de mi amiga, mientras que Dulce comenzó a pajearme lentamente, aunque ocasionalmente me daba pequeños golpes en mis bolas, lo que hacía que la erección bajase de manera inmediata.
Yo a todas estas, lo que deseaba realmente era clavar mi verga en una de esos dos coños, así que cuando Milagros me ordenó que la penetrase, fui el hombre más feliz del mundo, aunque cometí el error de tratar de agarrar sus tetas, por lo que ella de inmediato dándome un grito me ordenó que las soltases, diciéndome. Las nenas como tú no hacen eso. Razón por la cual de inmediato retiré mis manos de sus tremendas tetas.
Yo estaba de lo más concentrado, a pesar de la nota y de las borrachera que tenía, en continua metiendo y sacando mi verga del sabroso coño de mi amiga lesbiana, cuando sentí que Dulce comenzó acariciar mis nalgas, a lo que no le presté mucha atención, hasta el mismo momento en que hábilmente ella me enterró dentro de mi culo varios de sus dedos. Yo me quedé paralizado, pero la voz de Milagros, me trajo a la realidad, al decirme continua moviéndote puta.
Eso aunque me había impresionado, pensé que no iba a impedir que yo siguiera clavándome a Milagros, y a medida que ella gemía de placer, y yo disfrutaba todo hasta el que me tuvieran metido los dedos dentro de mi culo, Dulce los sacó, y de momento sentí algo muchísimo más grande, grueso y duro que unos cuantos dedos perforándome el culo. Asustado voltee a ver que era la que pasaba, temía que me encontrase a un tipo de tras de mi clavándome su verga por el culo, pero realmente no estaba muy lejos de eso. Si bien es cierto que tras de mí no había ningún tipo, sino que se trataba de Dulce, que con una gran verga de goma pegada a su coño, me la estaba empujando por mi culo. A mí se me salieron las lágrimas por el dolor, pero la voz, y el caluroso y húmedo coño de Milagros, que no dejaba de tragarse mi verga, me mantuvieron moviéndome sobre ella, al mismo tiempo que Dulce continuó penetrándome salvajemente por el culo, hasta que nuestros cuerpos se unieron.
Yo tenía un revolú en mi mente, quizás por la nota, la cerveza, y el placer de clavarme a Milagros, ese dolor y gran vergüenza que sentí se fue disipando poco a poco a medida que más duro me clavaba su verga de goma Dulce. Hasta que llegué a un punto, en que disfruté tremendamente, el que ella me estuviera haciendo eso. Yo a pesar de haberme venido, continué prácticamente cachapeando con Milagros, mientras que Dulce continuaba metiendo y sacando su verga de goma de mi adolorido culo. Después de un buen rato los tres nos quedamos quietos, sentí como ella me extrajo su juguete de entre mis nalgas, y no bien lo hizo cuando volvió a prender el tremendo tabaco de marihuana.
Yo al igual que ellas dos también volví a fumar, pero a diferencia de ellas yo volví a toser, y beber. No bien estaba comenzando a recuperarme cuando frente a mi cara encuentro el coño pero de Dulce, que tras quitarse su juguete me pidió que se la mamase. Cosa que a pesar de mi condición, felizmente me dedique hacer. De momento me di cuenta que el juguete paso de las manos de Dulce a las de Milagros, y una vez que se lo adoso a su cuerpo por medio de unas pequeñas correas, supe que era lo que ella quería, y sin que me lo dijera, paré mis nalgas para que ella las penetrase.
A diferencia de la primera vez, en que Dulce me penetró, aunque era el mismo juguete, cuando le tocó a Milagros hacerlo, el dolor no fue tanto, quizás porque el hueco de mi culo se había dilatado al máximo, y porque en lugar de dolor sentía un gran placer al dejar que mi amiga me hiciera eso. Así que mientras yo continuaba mamando el coño de Dulce, Milagros me clavaba por el culo con su juguete, mientras que yo movía y restregaba mis nalgas contra su cuerpo una y otra vez.
Por un largo rato nos mantuvimos así, Dulce me tenía bien sujeto con sus manos sobre la peluca que yo estaba usando. Restregaba mi cara contra su coño sin detenerse, hasta que un fuerte chorro de algo húmedo y caliente, brotó de su coño y mojó mi cara y gran parte de mi pecho. Al tiempo que ella definitivamente disfrutaba del brutal orgasmo que yo le estaba provocando.
Dejé de mamar el coño de Dulce y ella se las arregló para con su boca a la vez dedicarse a mamar mi ya mustia verga. Mientras que Milagro literalmente cabalgaba sobre mis nalgas, al tiempo que dejaba que gran parte de su juguete, además de enterrármelo por el culo se deslizara una y otra vez dentro de su coño, por lo que al poco rato también dio señales de estar disfrutando de un tremendo orgasmo. Yo realmente no esperaba que mi verga se volviera a poner dura, pero los milagros suceden, y aunque quizás no pudiera levantar una nevera, de seguro estaba lo suficientemente fuerte, como para seguir complaciendo a cualquiera de mis dos amigas.
Cuando me desperté al día siguiente, me encontraba en la cama de ellas dos, aun con la peluca pelirroja puesta, así como el sostén y una gran parte del juguete de mis amigas dentro de mi culo. Realmente no me costó nada de trabajo sacármelo, y al terminar de hacerlo aparecieron las dos, diciéndome Milagros. Si quieres seguir con el juego, ve báñate, que te tenemos una tremenda sorpresa. Mientras me bañaba y me pasaba el jabón por mi adolorido esfínter, me preguntaba yo mismo como había sido posible que me dejase usar de esa manera por mis dos amigas, finalmente llegué a la conclusión que realmente lo había disfrutado, y si se me presentaba otra oportunidad lo volvería hacer. Realmente la sorpresa no era tal, al salir de la ducha, mis amigas me mostraron en la habitación la ropa que debía ponerme, si quería volver a acostarme con ellas.
Como durante el día ya tenía otros compromisos, quedamos en que regresaría en la noche. Si vi a otras amistades, y desde luego que no les hable sobre mis dos amigas, a la noche antes de regresar a la casa de ellas, compré un par de cajas de cerveza. Apenas me bajé del auto, ellas me dijeron lo que planeaban hacer conmigo y una de las cosas que ellas querían hacerme era depilar todo mi cuerpo, sin tan siquiera preguntarme si estaba de acuerdo o no, las dos me condujeron a su habitación, donde yo sumisamente me dejé depilar todo mi cuerpo, mientras bebíamos, me vestí con la ropa que ella dos me habían seleccionado. Ambas me maquillaron y hasta me pusieron algunas de sus pulseras y collares, además de la peluca pelirroja. Al terminar y verme en el espejo quedé sorprendido, casi no podía reconocerme yo mismo. Despues de eso me recordaron que ellas deseaban ir al cine y luego pasar por la pizzería. Al principio les dije que las esperaba en la casa a que ellas regresaran, pero bastó que Milagros, me dijera. O vienes con nosotras, o te puedes ir marchando por donde viniste, ya mismo, y así como te encuentras.
Desde luego que eso implicaba que no e acostaría con ninguna de las dos, así que finalmente acepté su invitación, ya en su auto, Dulce me sentó a su lado, y Milagros en el asiento trasero, pero antes de arrancar, aparte de prestarme unos grandes lentes oscuros, prendió otro tabaco de los que a ella le gusta fumar por lo visto, y durante el trayecto, ya mucho más relajado quien nos viera de seguro que hubiera pensado que se trataba de tres buenas amigas compartiendo. Entramos al cine, y lo único que hice durante toda la función fue besarme con las dos, e introducir mis dedos dentro de sus húmedos coños, así como dejé que ellas también me agarrasen la verga, pero en más de una ocasión tuve que pedirles que la soltasen, ya que estuve a punto de venirme como un verdadero tonto.
Al salir del cine desde luego que nos fuimos a la pizzería, y desde luego que llamamos la atención, pero gracias a Dios nadie se dio cuenta de que era yo la otra chica del trio. Además escuché extasiado, como algunos hombres de manera descarada, a medida que cruzábamos la plaza, nos decían a las tres, cosas impublicables, que hasta me hicieron sonrojar. Ya en la pizzería aparte de disfrutar de una buena pizza margarita entre las tres, y bebernos unas cuantas copitas de vino. Mis amigas no dejaron de aprovecharse de mí, para manosearme por todas partes, sin importarles quien nos estuviera observando.
Al regresar a su casa, nuevamente en el camino Dulce volvió a encender otro gran tabaco, el que entre las tres nos fuimos fumando hasta llegar a su casa. Al llegar nos ubicamos en la terraza, y nuevamente mientras nos tomamos unas cuantas cervezas, comenzamos a besarnos y acariciarnos mutuamente. Yo estaba bien deseoso de volver a clavarme a cualquiera de ellas dos, sin tomar en cuenta que en el proceso las dos me volvieran a tener clavado por el culo con su juguete.
Lo cierto es que entre las dos me volvieron a sodomizar las veces que les dio la gana, sin que yo opusiera resistencia alguna, aparte de que mientras una me introducía su juguete por el culo a la otra yo gustosamente le mamaba el coño, hasta hacerla disfrutar de un salvaje y húmedo orgasmo. Por mi parte después de estar casi toda la noche recibiendo vera por parte de ellas dos, finalmente yo también pude metérselo a Milagros, es verdad que al mismo tiempo que Dulce continuaba clavándome a mí, pero eso no me molestó en lo más mínimo. Ya en la madrugada del domingo, una de ellas dos me mamaba la verga, hasta que nuevamente se me pudo volver a parar, pero si me pregunta que pasó después la verdad es que no se ya que creo que me quedé dormido.
Al despertarme el día domingo ya cerca de las tres de la tarde, mis dos amigas me siguieron tratando como a una chica, hasta que llegó el momento de cambiarme de ropa y marcharme. Durante las siguientes semanas, no había fin de semana que yo no me presentara en su casa y junto a ellas dos tuviéramos una intima orgía, desde luego que vestido y actuando como una mujer. Hasta que un día de manera muy discreta, ambas me pidieron que no regresara en cierto tiempo. Cosa que yo a pesar de lo mucho que me gustaba estar en su compañía, acepté.
Aunque el tiempo que no las visité, eché mucho de menos, los placeres a los que ellas dos me habían expuesto, en particular el vestirme de mujer y que me dieran por el culo, por lo que aunque traté de controlarme, eventualmente comencé a vestirme de mujer yo solo en mi apartamento, luego compré uno que otro juguetito, y se podrán imaginar lo que hacía, hasta que finalmente, no pudiendo aguantar más tiempo sin que me dieran por detrás, vestidito de nena me hice amigo de un transvesti de la calle, el cual se puede decir que me fue introduciendo en el ambiente de la ciudad.
Con ella aprendí a vestirme mejor, maquillarme, y un sinfín de secretos más. Pero al pasar varios meses, decidí volver a visitar a mis dos amigas. Cuál no sería mi sorpresa al encontrarme tanto a Milagros como Dulce, embarazadas. Por boca de ellas me enteré que me habían usado con el fin de quedar preñadas y divertirse un poco. Yo por mi parte descubrí, un sinfín de placeres, que hasta esos momentos eran completamente desconocidos para mí. De paso no quieren que los niños se enteren que yo soy su padre biológico. Aunque siempre y cuando vaya como chica ellas con todo el amor del mundo me reciben.
Mi Madre, a sus 42 años, es una hembra que está rebuena. Mi Padre, un pobre idiota. Así que una noche decidí darle marcha a ella con mis amigos, mientras mi padre miraba..........
Relato erótico enviado por domo54 el 12 de December de 2008 a las 11:35:56 - Relato porno leído 313439 veces
Era un día normal, común y corriente, yo regresaba de la prepa, yo soy un chavo moreno, alto, con buen cuerpo, bien dotado y muy atrevido, no tengo novia y ese día fue uno de los mejores en mi vida
Relato erótico enviado por Anonymous el 29 de August de 2008 a las 13:06:42 - Relato porno leído 213149 veces
Mi nombre es Alicia, y hasta no hace mucho mi familia, y yo desde luego vivíamos en un retirado pueblo, en el que apenas y nos enterábamos de las noticias, ya que ni tan siquiera llegaba la señal de la Tele. Por lo que cuando nos mudamos a la ciudad, lo que más me impresionó fue el baile del perreo
Relato erótico enviado por Narrador el 04 de June de 2012 a las 23:00:35 - Relato porno leído 150466 veces
Si te ha gustado Mis dos amigas lesbianas y yo… vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar Mis dos amigas lesbianas y yo….
Narrador
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 22:18) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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