Monona

Por motivos de trabajo de mi padre nos cambiamos de ciudad, llegamos a esta sin conocer por mi parte a nadie, los consejos de mi padre son de ten cuidado que el barrio que llegamos es popular y no quiero que te juntes con malos amigos en sus costumbres.

Para no tener problemas trate de no inmiscuirme con los muchachos del barrio en sus fiestas y solo los saludaba y participaba de ellos en el colegio y luego me encerraba en casa a pesar de las invitaciones de estos a unirme a sus diferentes bandas.

La casa a la que llegamos era de tres pisos, habitadas cada piso por diferentes tres familias, con un patio común… nosotros estábamos en el tercero.

En el primero estaba doña Zoila una abuela con su marido y una hija que no se si era casada o no, pero Malena tendría unos 30 años, era madre de dos pequeñas hijas de 8 y seis años.

En el segundo estaba Monona y su familia, Monona era una mujer delgada, mediana estatura, pelo negro, ojos café claro, unos pequeños, pero bien formados senos, un par de piernas delgadas con un soberano trasero que llamaba la atención de los hombres del barrio… que culazo escuchaba decir a estos cuando ella pasaba por la calle en sus compras… tenía 35 años, pasaba molesta con su marido y sus hijos, estos eran dos adolescentes de 10 y siete años… el marido un huraño semental de 50 años que casi ni la escuchaba… le escuchaba decirle… oye tenme la comida y atiéndeme que soy tu marido y no protestes tanto.

Pobre Monona trataba de vestirse con mini faldas y sus piernas no le acompañaban, entonces para llamar la atención se vestía con una blusa bien ajustada destacando sus senos, una falda corta y unos zapatos con unos tacos tan altos que no se como no se quebraban…, me sentaba a veces en la escala y ella al pasar me decía yo a tu edad, tengo 15 años, andaba de parrandas y no estaría aquí sentado subiendo las escaleras, yo aprovechaba de mirarle sus piernas y calzones por que al subir estas cubierta por faldas cortas me mostraban esos calzones que cubrían ese maravilloso trasero que era por las noches mío en mis apasionados manoseos de mis genitales y escupía mis leches en su honor.

Un día venía cargada de bolsas y no podía subir las escalas, venía bajando para dar una vuelta por el barrio y la vi ofreciéndole mis brazos para subir sus bolsas, me miro agradecida y subimos entramos en su piso, hasta la cocina que era casi al final mas allá estaba el baño y una pequeña pieza, que ella la había transformado en su guarida donde tenía su maquina de coser que era su refugio de sus frustraciones y a un lado un sillón medio destartalado.

Deje las bolsa y ella pasa a la pequeña pieza a sacarse su ropa y ponerse una bata de trabajo casero, se olvido que estaba allí y me mostró su cuerpo delgado, pero era un desnudo cuerpo de mujer tapado apenas por su corpiño y sus calzones. Mi pene brinco al verla desnuda, la deseaba, le dije sin poderme contener…lindo cuerpo, que feliz a de ser tu marido cuando lo puede acariciar, da un sobresalto al escucharme se tapa con su bata y me dice ¿te gusto?..., mi marido ni lo mira lo único que sabe ven acuéstate, me mete su pene se descarga de sus pasiones y si te he visto no me acuerdo…, sin una caricia.

Que salvaje digo, yo lo acariciaría, lo sobaría hasta tenerlo excitado, lo besaría y luego lo metería, pero cuando tú su hembra, estuviera sedienta de deseos carnales…

Me mira y me dice ¿Cuántos años me dijiste que tenías?... 15 años le respondo… eres muy joven, tengo 35 años te mataría…, pero igual me abraza y yo aprovecho de meter mis manos en sus senos apretándolos ardiente por esta hembra, me aparta un poco y me dice te gustan mis senos bésamelos, te doy permiso… saco uno de ellos fuera de su corpiño y de la bata besándole, ella cierra los ojos y suspira excitada, aprovecho de meter mis manos por debajo de la bata y manoseo por encima de sus calzones ese precioso culo, oye me dice, me estas recorriendo mi cuerpo y no te he dado permiso, luego me besa en la boca, sigue excitada diciéndome, te gusta mi cuerpo, tócalo es tuyo…seguimos besándonos y yo metiendo mis dedos entre sus piernas trato de bajar el calzón, ella lo impide diciéndome no te pases, permitiéndome meter dos de ellos entre esta prenda y su enmarañado pubis cubierto de pelos, no se como metí mis dedos en su vagina y ella reclama ¡no…, no me dejaras caliente! y estoy muy excitada tropezamos cayendo sobre el sillón, su bata se abre mostrándose casi desnuda a mi vista, me mira suspira fuertemente y dice tu te lo buscaste ahora si te hago daño es tu culpa… se saca los calzones me baja mis ropas y se encuentra con mi pene desarrollado, tieso, duro con su cabezota deformada por las venas que la cruzan, lo mira lo soba entre sus manos y lo guía hacia su vagina dejándolo en su entrada, me abraza por mi espalda con sus manos, cruza sus piernas por detrás de mi trasero y me apresa contra ella entrando mi pene por lo mojada que estaba su vulva hasta la mitad del penen, chilla cuando mi glande comienza a abrir su vagina y sus paredes soban mi pene al tiempo que lo tiran hacia su vientre, era delicioso ese movimiento y mi pene mas crece alborotándola al sentirse dilatada su vagina por el grosor de mi pene. Como nos movemos ella me enseña a no desesperarme, debes darme un apareamiento gozoso deseado por tu hembra sigue suave soy tuya…, sigue… así soy tu mujer… sus palabras mas me excitaban y mayor empeño hacia para someterla a mi pasión, cinco minutos después éramos dos cuerpos fundidos en uno solo tratando de ser devorado por el otro carnalmente, cuanta pasión y felicidad, el pobre sillón se remecía ante nuestras empotradas, ella gemía y sollozaba diciéndome así… si… así… soy tu mujer… soy tu caliente hembra…, así estuvimos a lo menos diez minutos zarandeándonos de felicidad y gozo hasta que de repente ella se retuerce, se convulsiona, se encoge, se contrae abrazándome fuertemente casi sin dejarme respirar entregando sus orgasmos con gran algarabía diciéndome soy tu mujer, eres mi macho, mi semental relajándose lo que me permite encajarla un par de veces mas mi pene, antes de vaciarle en su vientre mis ríos de leche… satisfecho ambos gozamos unos momentos de pasión abrazados… luego ella me desacopla y me dice ahora ándate y cuidado con comentar esto por que lo negaré y luego te mataré.

Dos veces me crucé con Monona en la escala ni siquiera me miraba, un día cercano a un mes de lo acontecido iba pasando por su escala camino al tercer piso y ella sale y me atrapa metiéndome en su casa, gruñe a sus hijos que se vayan al patio y me dice mi marido me usó dejándome desesperada y ardiente tú me saciaras, me desnuda y se desnuda metiéndonos en su cama. Como se meneaba ardiente esa mujer y no para hasta satisfacerse y junto con ella llego a mi clímax llenando su matriz con mis leches que junto con sus efluvios saturan su vagina, resbalaban por sus delgados muslos al levantarse camino al piso… desde esa vez no supe mas de ella por que se fue con su familia a otro pueblo por trabajo de su marido.

Eso si Malena algo sospechaba por que me miraba como una loba en celo… luego narraré lo acontecido