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Mujer al fin : Es muy gruesa, no entra.

Relato enviado por : karinatv el 10/04/2012. Lecturas: 13979

etiquetas relato Mujer al fin : Es muy gruesa, no entra.   Transexual .
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Resumen
Mi primera vez había pasado y a cada contracción provocada de mi esfinter un dulce dolor se presentaba que me hacia rememorar el momento inolvidable de mi defloración. Me sentía ilusionada, un poco enamorada y casi una mujer realizada.


Relato
Mujer al fin : Es muy gruesa, no entra.



(Continuacion de mi primer relato Mujer alfin : Primera vez)

Mi primera vez había pasado y a cada contracción provocada de mi esfinter un dulce dolor se presentaba que me hacia rememorar el momento inolvidable de mi defloración. Me sentía ilusionada, un poco enamorada y casi una mujer realizada.

Lástima que la historia con Alberto casi no tuviera tiempo ni de empezar. Aunque le pedí mantener nuestro secreto, al día siguiente todos en el colegio sabian lo que habiamos hecho y me inundaban de propuestas indecentes que yo no podía aceptar. Negué todo llegando incluso a liarme a golpes con alguno para defender mi pretendido honor felizmente mancillado.

Despues del infierno inicial, a los pocos dias las cosas se calmaron; con Alberto casi no volví a hablar y pretendí olvidar todo lo sucedido.

Pero Alberto había introducido literalmente dentro mio el gusanillo del deseo que no podía olvidar.
Al poco tiempo continué a vestirme con las ropas de mi madre y a masturbarme con los recuerdos de mi iniziación.

Mamá trabajaba y en las tardes a solas endosaba las ropas mas atrevidas que encontraba. Peinaba mis cabellos un poco largos y me maquilllaba, sombras y lapiz labial me hacían lucir como la niña que quería ser. Me encantaba un vestido negro de mi madre que me quedaba entallado; con medias negras y zapatos de tacon me paseaba por la casa practicando movimientos delicados y sensuales, imaginando esperar a mi amante que llegaría y me haría suya, y yo me brindaría sin restricciones a él y a sus deseos.

Necesitaba mostrarme y ser admirada. No sabía como hacer.
Un día mamá me dijo que no vendría a dormir por unas necesidades de su trabajo (?). Le dije que comprendía perfectamente y que no se preocupara por mi.
Decidí salir a la calle esa noche vestida.

Me maquillé muy natural, no quería ser demasiado llamativa. Me depilé empezando por las piernas, me quedaron tan suaves y regias que continué con todo el cuerpo. Me puse un brassier de copas y una tanga diminuta, el vestido negro, medias y zapatos y estaba casi lista. Lapiz de labios y un par de aretes de presión, un bolso negro donde metí algunos articulos de mujer, últimos retoques a mi maquillaje, unas gafas oscuras para evitar que algún vecino me reconozca y listo, solo quedaba escoger el momento adecuado para salir.

Me decidí y salí de casa a eso de las nueve de la noche, caminé lo mas rapido que pude, emocionada y nerviosa. Cuando me alejé unas cuadras, me calmé y empezé a caminar mas lento y pausado, contonenado las caderas y disfrutando mi momento. El viento se escurria entre mis piernas deliciosamente, la calle lucía diferente y mis oidos captaban todos los sonidos como nuevos.
Extraje del bolso un espejo para contemplarme, feliz y radiante seguí caminando. Algunas personas me dirigian miradas y yo sonreía a todos, algunos me decían cosas que no entendía pero emocionada las aceptaba sin responder.

Conforme conmigo misma, volví a casa. Había liberado a Karina, la había mostrado al mundo y el mundo se había mostrado conforme conmigo. Esa noche en casa, disfrute de mi orgasmo como pocas veces, y decidí repetir esta experiencia tan pronto como pudiera.

Las ausencias de mamá en las noches por trabajo (?) se hicieron mas frecuentes y a cada ausencia yo repetía mis paseos llegando cada vez un poco mas lejos.


Una noche en que yo paseaba así vestida y maquillada, un señor de unso 40 años se me acercó y me preguntó si conocía una dirección. Le dije que no era muy lejos de donde estabamos y le indiqué el camino. No entendió mis indicaciones y me pidió si lo podía acompañar en su carro, atrevida le sonreí y acepté.

En el auto, me senté con las rodillas pegadas como toda una señorita y le dí las primeras indicaciones.
Disculpa si te lo digo, pero te he visto otras veces caminando por aqui y siempre me has parecido muy hermoza – me dijo.
Entonces, no necesita mis indicaciones? - pregunté.
No, fué solo un pretexto para poder conversar contigo. Me llamo Antonio
Yo soy Karina, mucho gusto. Creo que es hora que me baje.
No, espera. No te gustaría ir a mi casa. Tengo algunas cosas que se que te gustaran. No es lejos y despues yo te traigo de vuelta.

Antonio quería llevarme a su casa, no lo conocía y yo sabía que era un riesgo aceptar. Lo observé, era mayor para mi, también me pareció guapo y bien formado de cuerpo, educado y amable. Si, me gustaba este hombre. El recuerdo de Alberto y lo que hicimos vino a mi mente y deseosa de repetir la experiencia acepté.

Antes debo decirte que no soy una verdadera mujer. - confesé
Ya lo sé. No te preocupes por eso, aún me pareces mas hermoza así.

Llegamos a su casa, un departamento sobrio y bien amoblado. Sabía a lo que venía y esperaba que me seduciera. Me senté en el sofá, crucé coquetamente mis piernas y me quede observandolo.
Se sentó a mi lado, aspiro mi perfume y me dijo que olía divinamente. Que había quedado prendado de mi desde la primera vez que me vió y que le parecía un sueño que esuviera alli con él.
Le pregunté por lo que había ofrecido mostrarme y que había asegurado que me gustaría.
Esas cosas estan en mi cuarto, ven conmigo y te las muestro.

Me tendió la mano y me ayudó a incorporarme. Me mostró el camino a su habitación y me dirijí hacia allá. Entrar en la habitación de un hombre me ponía nerviosa y excitada, Antonio me seguía muy de cerca, alcanzaba a sentir su respiración encima mio, y esto me encendía aún mas.

Entré en la habitación, había un ropero grande y una cama bien arreglada. Un golpe de miedo me asaltó, di la vuelta intentando huir y me topé con Antonio quedando nuestros cuerpos pegados. El me rodeo con sus brazos por la cintura, me presionó aún más hacia él, acercó su rostro al mio y luego de aspirar profundamente el olor de mi perfume me susurró al oido: “En el ropero hay prendas que estoy seguro que te quedaran esplendidamente”.

Me deje llevar por el momento mágico, lo observé a los ojos y le di un tierno beso en los labios. Sin soltarme correspondió a mi beso, mis dos brazos rodearon su cuello y nuestros besos lentamente fueron transformandose de tiernos a apasionados. Yo me presionaba contra el para sentir su pecho pegado al mio y él aprisionaba mi cintura haciendome sentir a travez de sus ropas la dureza creciente de su viril excitación.

Lo despojé de la camisa, sus pectorales impresionantemente bien formados y llenos de vellos me informaban que tenía un hombre de verdad delante mio y dispuesto a hacerme su mujer. Me dió la vuelta, bajo el cierre de mi vestido y lo dejó caer, me quitó el sosten dejandome en tanga y medias, pegué mis nalgas a sus partes frotandolas, en un intento de percibir su dureza, de adivinar el tamaño de su musculo y buscando de saborear en anticipo el placer que esperaba.

Casi desnuda y decidida a entregarme como mujer nuevamente, me separé de Antonio, me arrodillé delante a él, desabroché torpemente su correa y su pantalon, ansiosa deslicé sus ropas saltando hacia mi un miembro musculoso y enorme como nunca había visto, imponente y orgulloso, no estaba completamente erecto y ya lucía impresionante. Mis ojos reflejaron asombro y por un momento quedé paralizada del susto, pensé en mi casi virginal agujero y lo que le esperaba. Me repuse rapidamente, lo tomé con mis dos manos y no alcanzaba a cubrirlo en su totalidad, pasé mi lengua por su rojiza cabeza, algo de liquido brotaba de ella el cual saborié con excitación. Con mis labios acariciaba este mastil y con gula intenté introducirlo en mi boca. Extasiada mamé y engullí lo más que pude de él, disfrutaba el tamaño colosal de esta verga, lo ensalibaba, lo acariciaba con mis manos, lo besaba de arriba a abajo, lo mordía delicadamente, sobrevinieron algunas arcadas las que controlaba para continuar con mi tarea. Empeñada en mi tarea, Antonio me dejaba hacer por que lo disfrutaba y me animaba a que continuara diciendome cosas como: “Asi mi niña,siii ”, ”Que dulces labios tienes”, “Cometela que es toda para ti”.

Luego de interminables minutos de haber engullido y saboreado su falo, Antonio me hizo incorporar, me llevó a la cama, me recostó boca arriba, me despojo la diminuta tanga y empezó a succionar mi pequeño miembro erecto de la excitación, de diminutas dimensiones comparado con el suyo no tuvo problemas de engullirlo plenamente; al mismo tiempo introducía sus dedos en mi, lo que soportaba con algo de fastidio y con mucho de placer. Mi excitación era tanta que le pedí que se detuviera pues no quería llegar al orgasmo tan prematuramente.

Antonio tomo un frasco de lubricante y se lo aplicó en su tranca, yo recostada en la cama lo observaba embelesada y entregada.
Luego aplicó otro poco de lubricante en la entrada de mi orificio y un poco mas adentro mio introduciendolo con sus dedos que a estas alturas gozaba como si fuesen pequeños falos preludios del grande que estaba por entrar.

Yo dejaba hacer a Antonio, lo observaba con ojos de pasión suspirando a cada maniobra que realizaba.

Colocó el pollon en la entrada de mi gruta y presionó, yo me relajé para favorecer el empalamiento pero el dolor era enorme e instintivamente me retiré. Antonio no se inmutó, volvió a colocar el falo en posición y presionó con fuerza, sentía que me abria las entrañas, soporte estoicamente la penetración, me relajé, mis carnes cedieron y percibí que su cabeza había logrado finalmente ingresar en mi. Antonio detuvo la presión, esperando a que me acostumbrara al grosor del miembro.
Lanzaba ahogados quejidos de dolor, alguna lagrima asomó a mis ojos, y una contracción de mi esfinter tiró fuera mi invasor. Con algo de alivio y mucho de desilusión le dije:

Es muy gruesa, no entra
Solo si tu lo quieres – me dijo

Y yo quería. Alcé mis brazos invitandolo a que se echara encima mio. Así lo hizo, nos besamos apasionadamente, sentia su dureza entre mis nalgas y su peso sobre mi cuerpo, alcélas piernas y las puse sobre sus hombros, lo miré desafiante y le dije: “Perforame hasta el fondo”.

Esta vez, Antonio introdujo su cabeza con mas facilidad y no se detuvo, introdujo algunos centimtros mas, quizas por que se lo pedí o quizas por su propio peso y me sentí llena e invadida totalmente, el dolor era fuerte pero más era mi calentura y mis deseos de ser poseida asi que soporté tercamente a mi hombre y relajé lo mas que pude mi cuerpo respirando agitadamente y quejandome deliciosamente. El lubricante eficientemente aplicado ayudaba a deslizarse dentro mio la longitud del procaz falo. Cerré mis ojos, no percibía sonidos, no sentía nada mas que los centimetros que me inundaban y que interminablemente continuaban ingresando. Hasta que sentí la pelvis de Antonio pegada a la mia. Nos quedamos quietos instantes eternos, Antonio me besaba y su lengua recorria mi cuello y mis oidos. Yo soportaba, soportaba. Esperaba que mi cuerpo se adaptara al calibre de este cañon, que mi esfinter acogiera la embergadura de la descomunal bestia introducida: Mi ano se contraia con la vana esperanza de expulsar al invasor, pero estba demasiado dentro como para que tuviera alguna posibilidad de exito.

Finalmente, el dolor empezó a ceder y aunque el fastidio permanecía, era mas que soportable y la pasión se incrementaba. Retiré mis piernas de los hombros de Antonio y lo abracé con ellas por la cintura, inizié un movimiento bamboleante con mis caderas de modo que mi agujero se deslizaba a travez del ferreo musculo que lo llenaba.

Antonio se incorporó, y empezó a moverse tambien, clavandome de placer, sus manos frotaban mis pechos incipientes y aprisionaban mis pezones hasta dejarlos rojos de excitación.
Sus movimientos se hicieron mas largos y el placer que esto provocaba en mi era infinito. Retiraba su hombría sin salirse de mi e introducia casi de golpe hasta el mango, y con cada arremetida yo suspiraba y exclamaba de pasión. Al poco tiempo Antonio se movia casi freneticamente dentro mio y yo loca del extasis no podía contener la lujuría que me invadía con sonoras exclamaciones de extrema calentura.

No podía resistir mucho mas y le pedí suplicante que se detuviera, mi cabeza estaba a punto de explotar por el placer inflingido y necesitaba descansar un poco. Antonio se retiró de mi y sentí un gran vacio dentro que casi inmediatamente me sentí arrepentida de haberselo pedido.

Antonio se recostó en la cama, el tremendo falo totalmente erecto se veía descomunal y lo bese y acaricié a saciedad. Mi culito aún ardiente pedía mas y yo quería darle mas. Me senté encima de cara a él y me clavé yo misma, Mi ano ya abundantemente dilatado no hizo mayor esfuerzo en recibir otra tanda de invasión, mis entrañas gozaban el roce total y cabalgué a Antonio con frenesí y sin limites. Tanto placer dentro mio y tanta locura desbocada hicieron que el extasis llegara a mi, saboreando un orgasmo infinito que me inundó completamente cayendo rendida sobre el pecho de mi amado sollozando y gimiendo de placer. Antonio me acogió entre su brazos, tomó mi nuca con sus manos y nuestras bocas se unieron en un sin fin de besos, nuestras lenguas se comian mutuamente mientras me perforaba con inusitada vehemencia y sin compasión alguna. Otra vez sentí mi cabeza estallar, el placer era intenso e incontrolable. El musculo interminable entraba y salia a un ritmo vertiginoso, no me era posible resistir mucho mas, me sentí morir de placer, otro orgasmo llegó a mi, tan infinito como el primero y la maquina de lujuria que me afligía no parecía tener fin.

Extenuada, sodomizada y casi perdiendo los sentidos, esperaba que Antonio terminase y al mismo tiempo esperaba que este acto de amor no tuviera fin, que se prolongara al infinito orgasmo tras orgasmo. Antonio continuaba castigandome y la dulzura de este castigo me mantenia viva, hasta que sus brazos se aferraron con fuerza a mi cuerpo, sus musculos se tensaron hasta la rigidez, sabía que el momento de mi Antonio se venía y con una última arremetida que me pareció llegar hasta el corazón estalló dentro inundandome con ardientes liquidos y con cada embestida sucesiva mas liquidos quemaban mis entrañas. Sentía dentro mio el palpitar del extasis de Antonio y con toda la longitud de su verga dentro mio expandiendose repetidamente alcancé un definitivo orgasmo, dulce e interminable, como las contracciones de Antonio, cada movimiento prolongaba mi orgasmo, cada gota de placer derramada dentro mio prolongaba mi orgasmo, cada beso que recibía prolongaba mi orgasmo, cada ulterior arremetida prolongaba mi orgasmo. Orgasmo no tan fuerte, no tan intenso pero orgasmo al fin.

Nos quedamos en esa posición relajandonos, respirando pausadamente, yo saboreando mis orgasmos que aun levemente continuaba a percibir, sentí la dureza del musculo de Antonio disminuir y deslizarse fuera mio con un último lejano orgasmo.

Ahora no quedaba mas que reponernos, vestirme, esperar que Antonio me lleve a mi casa y continuar con mi vida.
Esperaba volver a ver a Antonio y saborear la felicidad de sentirme su mujer.
Esperaba.


Escribanme a gatitalima21 en hotmail com

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Si te ha gustado Mujer al fin : Es muy gruesa, no entra. vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar Mujer al fin : Es muy gruesa, no entra.. karinatv te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:09) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

pro2001 (11 de April de 2012 a las 02:26) dice: me gusto ut relato si tu quieres yo tambien te cojo.


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