Sexo con una jovencita, hija de su amante. "Pasaba una y otra vez la punta mojada de su polla por el culo de Natalia, haciendo que la cabeza del pene, a punto de estallar, fuera briendo un poco más el anhelado agujero.
Relato
NATALIA.
Aunque a esas horas de la mañana, con los niños en los colegios y la mayoría de las personas trabajando en la ciudad, en la urbanización nueva de San Mateo la discreción estaba casi garantizada, Carlos aparcó la furgoneta en la parte de atrás de la casa y entró por el jardín a través de la cancela de la verja, tal como le había pedido Teresa que hiciera para su planeado y furtivo encuentro.
Llamó a la puerta de la cocina y al no recibir contestación fue hasta la terraza, diciendo en voz alta "Buenos Días" para advertir de su presencia a Teresa y no se llevase una sorpresa por la intrusión, pero el que se llevó la sorpresa fue Carlos, al encontrarse a Natalia, la hija mayor de sus amigos Pablo y Teresa, en la sala de estar, junto a la terraza, tumbada en una hamaca con la pierna izquierda totalmente escayolada.
Buenos días.
Hola. ¿Qué tal Carlos? – contestó de forma jovial Natalia, mientras tomaba el mando a distancia del televisor y apagaba la pantalla.
Hola Natalia. ¿Qué te ha pasado? – Le preguntó mientras le daba un beso de saludo en la frente.
Un accidente con el ciclomotor. El viernes. Un imbécil se saltó un Ceda el Paso.
¿Y es grave? – Preguntó Carlos señalando la pierna lesionada.
No, no. Es sólo una fisura en la tibia, pero el médico dijo que era mejor inmovilizar la pierna.
Bueno, parece que tuviste suerte después de todo. Pero menudo susto se ha debido llevar tu madre.
¡Ni que lo digas! – Contestó Natalia acompañando sus palabras con un gesto cómico que simulaba agobio – De esta, no me deja volver a coger el ciclomotor hasta mi mayoría de edad.
¡Pobre Teresa! Me imagino lo mal que lo habrá pasado. Y, por cierto,... ¿Dónde está?
Ha salido hace unos minutos. Tiene que ir a la compañía de seguros, por lo del accidente.
Vaya, pasaba por aquí cerca por motivos de trabajo y había venido a saludarla. – Carlos no pudo evitar ruborizarse al contar una mentira tan sobada a Natalia-.
Mientras daba estas flojas excusas, Carlos echó una mirada hacia el interior de la casa y reparó de inmediato en las imágenes del televisor que se hallaba junto a la puerta de la terraza encarado hacia fuera. Para su sorpresa, por la tele aparecían escenas de una película porno, en la que una rubia desnuda puesta a cuatro patas realizaba una mamada a la descomunal verga de un negro mientras otro tipo le daba por atrás.
Pero… ¡ qué estás viendo!
Una peli… – Respondió la joven con voz de inocencia.
Sí... pero... ¡qué peli! –Continuó Carlos, con expresión grave, que sonó a una reprimenda de padre.
Por si no te has dado cuenta, ya no soy ninguna niña, y tú... no eres mi padre. – Respondió ella.
Lo siento. No quería ser moralista. Es..., simplemente, es que me ha... sorprendido. – Masculló Carlos.
Sí, la verdad que esa mamada es verdaderamente ¡sorprendente! – Exclamó la joven sin lograr aguantar una carcajada al concluir la frase y provocando las risas también de Carlos, mientras en la pantalla aparecía ahora un primer plano la felación del enorme aparato.
La situación, inevitablemente, había provocado una sugerente atmósfera sexual entre ambos. Carlos no sabía hacia dónde mirar, hacia la preciosa jovencita que parecía insinuársele, o hacia la pantalla donde continuaba la orgía -la rubia tetuda se metía aquella enorme polla en su boca mientras la masturbaba con una mano y con la otra apretaba las pelotas al tipo que estaba sentado-.
Natalia tendría unos dieciséis o diecisiete años. Era preciosa, rubia, de ojos azules grisáceos y unos labios carnosos, de esos que invitan al acto recientemente contemplado por ambos en la pantalla del televisor Algo pequeña de estatura pero con un cuerpo de formas redondeadas, voluptuoso, con unos senos generosos, unas piernas macizas de deportista, y un culo hermoso y bien formado. Carlos observó con detalle el esplendor del cuerpo de Natalia, mientras sopesaba los pros y los contras de aventurarse por el camino del flirteo que el incidente del video le había brindado.
Natalia, en cambio, no necesitaba admirar el cuerpo de Carlos para descubrir sus atractivos porque Carlos era para ella un hombre idealizado a lo largo de los últimos 4 ó 5 años, desde que empezó a pensar en él con deseo la primera vez que se fijó cómo se abultaba su miembro bajo el bañador, un día de playa en que fueron sus padres, Carlos y su mujer. Pero sobretodo, por las fantasías que había tenido después de ver a Carlos y a su madre manteniendo relaciones sexuales de forma casi salvaje en la habitación de matrimonio de sus padres, sin que ellos supieran que ella estaba allí, un día que ella había vuelto del colegio una hora antes de lo habitual.
La adolescente, que ya estaba caliente con la visión del vídeo porno, se había excitado aún más con los recuerdos de aquella tarde, y con la evocación de los innumerables tocamientos y masturbaciones que se había provocado pensando en aquel hombre.
Sin darse cuenta, absorta en sus íntimos pensamientos, se llevó una mano a la altura de la ingle derecha, por encima de la escayola, y empezó a frotarse ligeramente. La pernera del pantalón corto que llevaba puesto se levantaba cada vez que Natalia pasaba su mano, dejando una ventana abierta a la visión de su peludo conejito, una visión que no pasó desapercibida a Carlos, muy atento a los encantos del cuerpo de Natalia.
Me pica. – Dijo Natalia simulando una voz infantil, descaradamente pícara, al percatarse que toda la intensidad de la mirada de Carlos se había detenido en aquel punto de su anatomía.
Él no dijo nada. Desvió su mirada hacia la cara de la joven, como esperando una invitación a colaborar en aquella delicada misión, pero traicionado por un repentino escrúpulo, se oyó diciendo a sí mismo diciendo una estupidez:
Es lo malo que tienen las escayolas.
¿Puedes ayudarme? – Le preguntó Natalia, poniendo a prueba la entereza de Carlos, a quien intuyó pensando en su preciado conejito.- ¿Puedes coger esa pomada que hay sobre la mesa del comedor?
Entró al comedor y cogió el tubo de pomada que había sobre la mesa, al pasar junto al televisor comprobó que la rubia de la peli había cambiado de postura y ahora era ella la que estaba sentada en medio de los dos tíos, pajeándolos a la vez, mientras uno le sobaba las tetas y otro le metía los dedos en el coño.
Toma. – Dijo Carlos mientras le alargaba la pomada.
¿No me la vas a untar tú? – Preguntó Natalia, frunciendo el ceño y poniendo morritos de niña enfadada.
¿Dónde? – Respondió Carlos, ahora sí, verdaderamente azorado, a punto de perder la entereza ante aquel cuerpo de mujer adolescente que invitaba al placer.
La chica se tumbó, no sin dificultad, en la hamaca. Se puso boca abajo, estirada y con los brazos bajo la cabeza, a modo de almohada.
Ahí. Al final de la escayola. ¿No ves la zona enrojecida? Es la quemadura de la caída.
"Ahí" era entre el final del muslo derecho y la nalga. Los pantalones cortos eran muy anchos y permitían ver casi todo el culito y también la tupida entrepierna.
Carlos untó un poco de pomada en su mano derecha y empezó a masajear la zona afectada.
¿Escuece? – Preguntó Carlos al primer contacto.
No. No, al contrario: me alivia mucho. – Y Carlos empezó a acariciar el final de aquella pierna, la nalga-. Mmme gusta...
Carlos podía notar cómo se fundía la pomada cada vez que aproximaba sus dedos a la entrepierna de Natalia.
Mmme gusssta... –Repetía la adolescente, afectando la voz de la forma más sensual que sabía, mientras empezaba a mover de forma rítmica sus caderas.- Me gusta. – Y cogió la mano del hombre con su mano y la acompañó, en uno de sus viajes por la superficie de la piel quemada de su culo, hasta su coño.
Él, dejándose llevar, empezó a hurgar con sus dedos en el interior mojado del coño de Natalia; primero con suma delicadeza, buscando el clítoris para excitarlo; después con más fuerza y profundidad, arrancando cada vez movimientos más excitados de su imprevista compañera de juegos.
Natalia soltó la mano de Carlos después de comprobar que no necesitaba guía, se puso, con dificultad, ligeramente de costado sobre su lado derecho, de forma que liberaba su pecho izquierdo de la presión contra la hamaca y comenzó a acariciárselo por debajo de la camiseta, invitando al hombre a seguir otra vez sus pasos.
Cógeme las tetas. – Ordenó la adolescente mientras se las acariciaba ella misma, acompañando los movimientos de placer que los dedos de Carlos arrancaban de su coño.- ¡Cógemelas!
Carlos obedeció sin rechistar. Tomó aquella dura y bien formada teta en su mano izquierda mientras con la derecha seguía hurgando en el sexo de Natalia. Notaba que su pene estaba totalmente empalmado y temía que si seguía así no podría aguantar mucho sin correrse.
Pero Carlos no tuvo que esperar demasiado. En pleno goce producido por sus hábiles caricias, la joven le pidió que le bajase los shorts mientras ella se llevaba el dedo pulgar de su mano derecha a la boca y lo metía y lo sacaba de simulando una felación. El hombre dejó por un momento sus ejercicios manuales y bajó con cuidado los pantalones hasta la altura de los tobillos de Natalia. Ella volvió a recostarse boca abajo, sin dejar de chupetear con vicio su pulgar.
Y ahora... Métemela por detrás. – Sentenció Natalia como si, en todo momento, hubiera sabido que los escarceos sexuales debían conducir a aquella acción.
¿Estás segura? – Preguntó Carlos, visiblemente excitado pero sin llegar a dar crédito a lo que estaba pasando.
Nunca he estado tan segura. Llevo cinco años esperando esto.
Carlos se quitó a toda prisa los zapatos, los pantalones y los calzoncillos, dejando al aire un miembro de proporciones encomiables que pugnaba por golpearle el estómago a cada latido. Abrió las piernas y se puso a horcajadas sobre la hamaca, dejando su miembro a la altura del culito de Natalia. Se agachó lo suficiente para que su pene empezara a explorar su objetivo.
Nada más rozar, con la punta ya lubricada, chorreando, la entrepierna de la joven, ésta, expectante durante unos segundos que se le hicieron eternos, jadeaba de placer, excitando aún más a Carlos, quien, para evitar el riesgo de correrse antes de la penetración, fue directo al coño de la adolescente.
Natalia dio un increíble suspiro de placer al sentir la polla de Carlos dentro suyo, pero continuó con sus precisas instrucciones.
Te he dicho que quiero que me la metas por detrás... por el culo... como hacías con mi madre.
A Carlos le dejó de fluir la sangre por un momento. Natalia sabía, no sólo que se había acostado con su madre, si no también la afición que tenía Teresa, en esos encuentros, por la penetración anal. Esa revelación, unida a las imágenes que le asaltaban de las folladas con Teresa, y al hecho que ahora tenía debajo suyo el solícito culito de su hija, lo acabaron de excitar más aún.
Así es que sacó su polla del cálido refugio y la dirigió hacia el canal estrecho que formaban ambos glúteos. Pasaba una y otra vez la punta mojada de su polla por el culo de Natalia, haciendo que la cabeza del pene, a punto de estallar, fuera, en cada movimiento, abriendo un poco más el anhelado agujero, mientras Natalia, entre gemidos, con frases cortas acabadas con exclamaciones de placer, le explicaba que cuando tenía diez u once años, volviendo del colegio una hora antes de lo previsto por su madre, vio cómo se lo hacían en la cama de matrimonio de sus padres, y cómo su madre no paraba de pedirle que se la metiera por el culo.
La confesión de Natalia ponía a cien a Carlos, que ya no pudo contenerse más y, avisando a la adolescente de lo que venía, retiró unos centímetros la punta de su polla y lanzó una corrida interminable de leche sobre las nalgas y el culo desvirgado de la jovencita.
¡Oooh! ¡Vaya surtidor! – Exclamó Natalia, mientras le salpicaban las calientes aspersiones de semen sobre su culo, sorprendida y satisfecha de la forma en que culminaba la sesión de sexo con el amante de su madre.
Lo siento... – Empezó a disculparse Carlos cuando aún rezumaba leche de su polla.
No tienes que disculparte. Me ha gustado. Nunca antes lo había hecho por detrás: me reservaba para ti.
Carlos, después de la corrida, se dejó caer ligeramente sobre los muslos de Natalia, sin llegar a dejar todo su peso sobre ella, pero de forma que su verga, todavía dura, se puso sobre la raja del coño de la joven, y con la punta del capullo enrojecido por el frotamiento y exploración del culo de Natalia, empezó otro mete y saca, esta vez, decidiendo él, en el coño de la joven que hacía movimientos graciosos al balancearse sobre la barriga ya que tenía las piernas sujetas a la altura de los tobillos por los shorts y la escayola inmovilizándole la pierna izquierda.
Carlos la folló con ganas hasta que Natalia tuvo un nuevo y prolongado orgasmo y él se corrió por segunda vez, ahora dentro de ella. Ambos estaban exhaustos, y algo nerviosos porque Teresa podía llegar en cualquier momento.
Ahora tienes que irte. Mi madre no tardará en venir.
Sí claro. – Contestó Carlos mientras sacaba su picha de dentro del coño de la joven y se incorporaba.
Alcánzame ese paquete de toallitas húmedas. – Carlos cogió las toallitas de la mesa y se las dio a la joven, todavía recostada sobre la hamaca con el culo al aire y boca abajo. – Ayúdame a limpiarme. – Volvía a ordenar y dirigir a Carlos, aunque esta vez, para borrar alguna de las huellas de su atrevida travesura.
El hombre se puso sus calzoncillos y sus pantalones y empezó a limpiar con cuidado de no irritar la superficie de la parte superior del muslo erosionada por el accidente. Le limpió los muslos, el vello de su conejito y el prometedor culito de la adolescente, mientras su polla cobraba vida ilusamente.
Ya está. – Dijo Carlos cuando tiraba a la papelera la última toallita húmeda utilizada en la limpieza del culo de Natalia, sobre cuyos dos cachetes dio sendos besos a modo de despedida. – Adiós, culito. – Y le subió los pantaloncitos de deporte.
Mejor "hasta pronto" ¿No crees? – Propuso la adolescente mientras se daba la vuelta sobre la hamaca y subía el respaldar para incorporarse.
Sí... Me encantaría. Pero, por favor, no le digas a tu madre que he venido. No sabría qué explicarle.
No te preocupes... Así, todavía tienes pendiente una visita y... ¡quién sabe! ... A lo mejor vuelves a llevarte la sorpresa de encontrarte conmigo en lugar de con mi madre... – Dijo Natalia, acabando las frases entre susurros, dando, si cabía, mayor carga de sensualidad a sus palabras.
Carlos Se despidió mientras daba un beso sobre la frente a la joven, tal como lo había hecho a su llegada, aunque esta vez, los labios húmedos y calientes transmitían a la chica sensaciones diferentes al casto saludo de otros besos, y marchó por la puerta de atrás del jardín.
Pocos minutos después, entró Teresa en su casa, por la puerta principal, encontrando a su hija, tal como la había dejado, boca abajo sobre la hamaca, mirando el televisor desde la entrada de la terraza.
Qué. ¿Cómo estás?
Bien. –Respondió Natalia de forma lacónica, en la típica fría y difícil conversación entre los adolescentes y sus padres.
¿No se te ha ido el picor ahí? – Preguntó Teresa al ver frotar con los dedos a la altura de la ingle a Natalia.
Sí... Sí, ya se me ha quitado el picor. – Respondió Natalia, consciente de estar burlándose de su madre.
Y la pomada. ¿Ya te has untado la pomada sobre la quemadura? – Insistió la madre, preocupada por los cuidados de la niña.
Sí... La pomada también me la he untado. – Y pensó: "en el mismo sitio y por la misma persona que a ti te la unta para que entre mejor su polla", y se excitó con este pensamiento hasta el punto que Teresa percibió el tono de picardía en las palabras de su hija.
Teresa dirigió su mirada hacia el televisor y se exclamó al contemplar las imágenes que estaba viendo su hija. Natalia no se había molestado en quitar la película porno, como si quisiera que su madre fuese testigo de la nueva situación de adolescente pervertida por el amante de su madre en la que acaba de convertirse.
En la pantalla de la tele, como si el tiempo no transcurriera para los actores de la película, la protagonista hacía otra interminable mamada a uno de los dos tipos.
¡Por Dios! ¡Qué aparato! –Exclamó divertida Teresa, recreándose en la imagen de un inminente encuentro que tendría con uno de sus amantes, Carlos, con quien, por un motivo o por otro, no había follado desde hacía más de dos años.
¡Ni que lo digas, qué aparato, mamá! – Reconoció Natalia, mientras pensaba en la polla de Carlos y en su boca se generaban los jugos necesarios para lubricar ese aparato que acababa de conocer íntimamente y con el que tenía pendiente aún otras exploraciones.
Y ambas echaron a reír y continuaron, juntas, viendo el final de la película.
relato verdadero de como conoci a una nena de 12 años y en una noche en que su madre la deja sola, ella se convierte en una mujer, y le queda gustando!
Relato erótico enviado por Pezebre el 01 de November de 2005 a las 06:21:07 - Relato porno leído 574497 veces
Hola mi esposa y yo llevamos 5 años de casados y tenemos un hijo de 3 años ella tiene una hija de su antiguo matrimonio, de ella es de quien les voy a hablar ,
Todo comenzó un día que mi esposa tuvo que ir a su trabajo y yo tenia descanso
Relato erótico enviado por Anonymous el 02 de July de 2008 a las 16:37:40 - Relato porno leído 202746 veces