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No hay nada que una madre, no haga por su hijo… ( CON fotos)

Relato enviado por : narrador el 26/09/2014. Lecturas: 58291

etiquetas relato No hay nada que una madre, no haga por su hijo… ( CON fotos)   Amor filial .
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Resumen

La verdad es que Gilberto, mi cuarto hijo, en ocasiones pensé, que no heredó nada de su padre, ni de mí. Ya que mi difunto esposo, aparte de ser sumamente inteligente no tan solo para los negocios, sino que se graduó con honores en la universidad, además tenía una gran personalidad, y mucho carácter. Mis otros hijos, uno es abogado, la segunda es médica, y el tercero es decoradora de interiores. Por su parte contrario mi Gilberto apenas, y terminó la secundaria, y creo que lo graduaron, por no verlo más en la escuela. Y físicamente digamos que desde niño fue, es, y seguirá siendo el patito feo de la familia.



Relato
Ya que aparte de que es de baja estatura, desde muy joven nos dimos cuenta de que se iba a quedar calvo. Por lo que se podrán imaginar que definitivamente Gilberto no es un adonis, aparte de que es sumamente tímido, y retraído. Sin contar que cuando se pone nervioso, le dan distintos tic, además de que también le da por gaguear. Pero algo bueno que siempre ha tenido mi Gilberto, es que me cuenta todo lo que le sucede. Es cierto que la mayor parte de las veces, me aburré hasta el cansancio, y en ocasiones hasta me he quedado dormida, escuchándolo. Pero que les quedé claro, que eso no significa, que no lo ame.

Tan recientemente, como unos pocos días, comenzó a decirme que le gustaba una chica, en el pueblo. Yo se que ella jamás se ha fijado en él, pero quien sabe por qué razón, a mi hijo le dio por querer declararle su amor, y bueno lo hizo, con el resultado de que la chica ni tan siquiera se digno a decirle que no, sino que lo dejó hablando solo. Fue cuando Gilberto cuando regresó a finca donde vivimos, llorando, me contó lo que había sucedido, lo que a mí como su madre que soy, me rompió el corazón. Pero cuando continuó diciendo que la vida no vale nada, fue cuando realmente me asusté.

Yo seguí escuchándolo, quejarse de que a su edad jamás había tenido una novia, y mucho menos había estado con una mujer. Sus palabras me preocuparon mucho más. Ya que ese tema de que jamás se había acostado con ninguna mujer, nunca se había atrevido a hablarlo conmigo. Por lo que entendí que estaba sumamente desesperado, y frustrado, al punto que en medio de su situación, me dio miedo de que pudiera hacer alguna estupidez, como suicidarse. Yo en esos momentos me hice el firme propósito, de hacer todo lo posible por evitar que eso pasara, por lo que de busqué de inmediato, la manera de distraerlo, consolándolo, y haciéndolo sentir mejor. Por lo que lo seguí escuchando, entre sollozos. No dejaba de repetir una, y otra vez, la pésima suerte que tenía con todas las mujeres.

A medida que mi hijo seguía lamentándose de su vida, yo le pasé el brazo por encima de sus hombros. Procurando hacerlo sentir bien. De momento Gilberto se quedó en silencio, sin decir una sola palabra. Luego clavó sus ojos en mis esponjados senos, pero sin decir nada por un corto momento, para luego seguir llorando y lamentándose de manera más fuerte, sin dejar de verme los senos.

Yo estaba toda angustiada por mi hijo, él no paraba de llorar, y de quejarse de su mala suerte con las mujeres. Fue cuando me le quedé viendo, y se me ocurrió hacerle ver que no se había arreglado apropiadamente, también le hice ver, que cargaba puesta todavía la ropa con que diariamente, recoge la comida que le da a los cerdos que él cría, por lo que también como de costumbre, apestaba bastante. Eso sin contar que no se había afeitado desde hace días, y el poco cabello que tiene lo tenía todo despeinado. Por lo que le dije que en lugar de seguir quejándose, se fuera a dar un buen baño, y que se me había ocurrido que quizás si en lugar de tener esos cuantos flecos colgando de su cabeza, se la rapara, se vería mucho mejor. Como mi idea era distraerlo, me ofrecí hasta ayudarlo a raparse la cabeza, cuando terminase de bañarse.

Cuando salió del baño con apenas una pequeña toalla cubriendo sus partes, le enjaboné se cabeza, y de inmediato se la afeité, quedando completamente pelado. La verdad no es que se viera mejor o peor, pero si les aseguro que se veía bien diferente. Pero al momento de ponerse de pie, la pequeña toalla se cayó, quedando mi hijo completamente desnudo ante mí. Fue cuando por primera vez en muchos años, que observé su miembro, que de inmediato por su forma, y tamaño me recordó a mi difunto esposo.

Gilberto se turbó todo, al quedar así completamente desnudo frente a mí, mientras que yo por mi parte no podía apartar la vista de su cosa, la que al parecer nada más de vérsela, como que bastó para que se le pusiera tiesa, bien dura y parada. Yo la verdad es que ya hacía casi un año, que no veía una cosa de esas, ya que ocasionalmente bajaba al pueblo, y visitaba a un compadre, con el cual después de la muerte de mi esposo, me ayudo consolándome en esos íntimos menesteres. Pero como mi compadre también falleció, me quedé sin mi consolador.

Yo sin dejar de ver el miembro de mi hijo, lo tomé de la mano, y le dije que me acompañase, llevándolo hasta mi propia habitación, le indiqué que se acostase en mi cama, cosa que el bueno de Gilberto hizo sin llevarme la contraria. De inmediato frente a él yo comencé a quitarme la ropa, y asombrado con sus ojos extremadamente desorbitados, me preguntó qué era lo que yo estaba haciendo. Fue cuando le respondí, lo único que se me ocurrió decirle en ese instante. No hay nada que una madre, no haga por su hijo. Y lo que estoy a punto de hacer, entiendo que te hace mucha falta, Gilbertico.

Ya para cuando quedé completamente desnuda, frente a él, iba a apagar la luz, pero Gilberto me pidió que no lo hiciera. Que lo haría inmensamente feliz, el dejar que yo lo dejase verme. Ya para cuando me subí a la cama, su miembro se había comenzado a recoger, pero apenas me senté frente a él, Gilberto se incorporó, abrazándome tiernamente, y mientras yo también le abrazaba y le acariciaba su recién pelada cabeza, con su lengua primero comenzó a lamer uno de mis pezones, para luego dedicarse a mamarlo, como cuando era una bebe.

Al poco rato mientras mi hijo me chupaba las tetas, sentí contra mi piel, como su miembro se había vuelto a poner no tan solo bien duro, sino que bien caliente. Yo lentamente me fui dejando caer hacia atrás al tiempo que me las arregle, para ir separando mis piernas. Por lo que Gilberto lentamente, en lugar de separarse de mi cuerpo, sin dejar de besar y lamer mi piel, fue bajando su rostro a través de toda mi barriga, y mi vientre, hasta que su cara quedó frente a frente a mi peludo coño. Yo la verdad pensé que se incorporaría, y dirigiría su erecta verga directamente entre mis piernas y muslos. Pero no por un corto instante se quedó observando mi oscura mata de pelos, y para mi mayor sorpresa, colocó su cara sobre mi coño.

Casi de inmediato comencé a sentir su gruesa lengua que se abría espacio entre los labios de mi vulva, como con sus toscos dedos, los fue separando, hasta que de manera placentera, comenzó no tan solo a lamer todo mi coño por dentro, sino que también se dedicó intensamente a chupar mi clítoris, al tiempo que no dejaba de restregar su cara contra mi vulva. Arrancándome profundos gemidos de placer, por un largo rato, tal y como en vida lo hacía su padre. Yo por mi parte desde que él comenzó a chupar, y mordisquearme toda, no dejé de mover intensamente mis caderas, pidiéndole a gritos que continuase haciéndolo, hasta que me hizo disfrutar de un húmedo orgasmo, como los que hacía mucho tiempo no gozaba.

Yo quedé tendida sobre mi cama, con mis piernas bien abiertas, agotada, pero bien satisfecha por lo que mi hijo me había hecho. Por unos instantes sentí, algo de culpa, hasta pensé, que era una mala madre por aprovecharme así de esa manera, de mi querido hijo más joven. No sé de donde me acordé de la palabra incesto, pero en lugar de seguir sentirme, más avergonzada por lo que estaba haciendo, aprovechándome de Gilberto, el morbo de imaginármelo, penetrándome con su parada y caliente verga, hizo que todas esas tontas ideas de culpa desaparecieran, y viéndolo seductoramente, mientras le sonreí de manera traviesa, le hice seña con mis dedos para que su cuerpo se pegase al mío.

De inmediato mi hijo, se fue colocando sobre mí, y a medida que lo fue haciendo fui sintiendo como su verga, suavemente se fue deslizando dentro mi húmedo, y caliente coño. Su saliva y los líquidos, que salieron de mi vagina, facilitaron todo, fui sintiendo como centímetro, a centímetro me lo fue metiendo todo. Hacía tiempo que no disfrutaba de algo como eso, y estoy muy segura, que para mi hijo fue su primera vez.

Yo comencé a mover rítmicamente mis caderas, como en mis mejores tiempos, a medida que Gilbertico, no dejaba de meter y sacar su tremenda y sabrosa verga de mi coño. Sus labios buscaron los míos, y a medida que continuábamos disfrutando mutuamente el uno del otro, comenzamos a besarnos, y abrazarnos intensamente. Su lengua, al tiempo que su verga continuaba metiéndomela sabrosamente, dentro de mi coño, la metió dentro de mi propia boca. Con sus manos y dedos tocó cada parte de mi cuerpo, incluso hasta mi apretado esfínter oculto entre mis nalgas, arrancándome más placenteros y profundo gemidos, de total felicidad.

Así permanecimos un buen rato, hasta que yo a medida que mi hijo me continuaba penetrando divinamente, yo volví a disfrutar de una serie de salvajes orgasmos. Y él se vino completamente dentro de mi coño. Lo que por unos instantes, me llenó de preocupación, pensando que podía quedar embarazada de mi propio hijo, pero de inmediato, yo misma me tranquilicé diciéndome, que eso no era posible. Ya que siempre he sido bien aseada, y apenas terminásemos, me lavaría muy bien, y profundamente todo mi coño. Gilberto a medida que fue viniéndose dentro de mi coño, me apretó con fuerza contra su cuerpo. Hasta que ambos, nos quedamos como paralizados por un largo rato.

Yo me levanté de la cama, y corrí de inmediato al baño, para lavarme bien usando hasta vinagre, y agua oxigenada, como lo hice de forma regular después de que Gilberto nació. Al regresar a mi cama, Gilberto aun continuaba recostado sobre ella, con una cara que reflejaba una felicidad indescriptible. Yo quizás por el tiempo que no había sentido lo que mi hijo me había hecho sentir en esos momentos, recostándome a su lado, tomé su miembro, entre mis dedos, y comencé a manipular su verga.

Luego de unos cuantos segundos de jugar con ella entre mis dedos, acerqué mi boca a su miembro, y comencé primero a lamer su colorado glande, para luego a medida que se le fue volviendo a poner bien duro, llevármelo a la boca, y comenzar a mamárselo, como Dios manda. Ocasionalmente levantaba la mirada y me fijaba que el rostro de Gilbertico, reflejaba aun una mayor felicidad.

Por lo que deteniéndome por un instante, y sacándome su verga de mi boca le pregunte, seductoramente. ¿Te gustaría darme por el culito? Nada más de ver, la alegría reflejada en su rostro. No hizo falta que me dijera que si. Ya que de inmediato, ya sobre mi cama, yo poniéndome de rodillas al tiempo que separaba mis piernas, pegué mis pechos a la cama, y con mis mismas manos separé mis nalgas, ofreciéndoselas de esa manera a mi hijo.

En cosa de pocos segundos, comencé a sentir nuevamente la verga de mi hijo, pero en esa ocasión penetrándome por el culo. Y disculpen que lo diga, pero como hacía muchos años que su padre lo hacía. Quizás por la misma falta de práctica de mi parte, sentí eso como la primera vez que su papá me dio por el culo. Y hasta las lágrimas se me salieron, pero apenas lo volví a tener por completo dentro de mí, agarré una de sus manos, y la coloqué sobre mi coño, así que a medida que mi hijo comenzó a darme sabrosa y dolorosamente por el culo, con su mano comenzó apretar con fuerza todo mi coño, arrancándome nuevamente gritos de placer, y felicidad.

Desde ese instante todo cambió en nuestras vidas, Gilberto ahora cada vez que va a salir se baña, me pide que le vuelva afeitar la cabeza, y como que perdió la timidez con las mujeres. Ya que en lo que va de año, me ha traído a casa, dos nietos, de madres diferentes. Y si, ocasionalmente varias veces al mes, mi hijo me hace intensamente feliz, de la mejor forma que puede hacerlo, acostándose conmigo.



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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:27) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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