Mi hijo Rolando es todo lo que una madre quiere que sea su hijo, aunque siempre ha sido algo tímido con las chicas, y para él quiero lo mejor, cueste lo que cueste. Por lo que cuando me enteré que se estaba viendo con una chica de un barrio pobre, al principio no le puse mucha atención, y hasta me alegré de eso en el fondo. Pero cuando Josefina la mujer de servicio que trabaja en casa, me contó de quien se trataba. En pocas palabras la tipa era más puta que las gallinas, tenía tres hijos, de tres tipos distintos y los tres tipos se encontraban presos. Yo traté de hablar con mi hijo, pero cuando me comentó que ella le hacía sentir lo que nadie hasta esos momentos, entendí que se estaban acostando, aunque él me lo negó vehementemente.
Relato
En un ataque de desesperación, un día lo agarré a él con esa tipa en mi casa, y sin perder tiempo la vote a la calle, mi hijo se molestó mucho conmigo, y hasta me amenazó con irse de la casa.
Acudí a una psicóloga me hizo ver mi gran error, en la manera en que le hablé a mi hijo, que no se trataba de un niño pequeño, sino de un hombre. También creo que sin ser su intención, me dio una idea, al recordarme lo que mi hijo había dicho, que la tipa esa le había hecho sentir lo que nadie hasta esos momentos. Al salir de la consulta, no sabía qué hacer, estaba desesperada, era capaz hasta de seducir a mi propio hijo con el fin, de que se olvidase de esa perra, prefería cualquier cosa, que verlo de marido de esa sinvergüenza. Algunas viejas amigas me decían que él está enchulado que era peor que estar hipnotizado o idiotizado y para romper eso debería haber otra mujer que lo "deshipnotice" o "desenchule".
El día de su cumpleaños sucedió algo diferente, le pedí expresamente que pasáramos ese día juntos, pues presentí que iba a salir con esa tipa, así que lo invité a cenar fuera de la casa. Antes de salir, le pedí ayudarme a ayudar a escoger mi vestido y al entrar ha mi dormitorio, se quedó viéndome de manera extraña. Aproveché su interés en mí, me ponía y quitaba los distintos vestidos, lo hacía demostrando gran ingenuidad. Sus ojos parecían interesados cuando me dedicaba a quitarme alguno de los vestidos delante de él, pero de la mima manera que se fijaba en mi cuerpo y parecía desearlo, en ocasiones se ponía rojo como un tomate y trataba de ocultar su mirada. Pensé que si estaba enamorado de esa mujer, no tendría ojos para otra.
Cuando finalmente escogí el vestido que me pondría, me comentó que era algo atrevido, que dejaba ver mucho, yo le comenté que eran ideas suyas nada más, y le pedí que se diera un baño y se vistiera para salir los dos a cenar juntos. Cuando estuvo del todo listo, ambos salimos y a medida que yo conducía mi auto, mi falda se me subía a la altura de mis muslos, durante gran parte del trayecto mi hijo no me quitaba la vista de encima, y yo actuaba como si nada pasara.
Al llegar al restaurante, realmente cenamos bien rápido, pero de ese lugar fuimos a bailar a pedido mío. De esa manera no tendría tiempo de ir con aquella desarrapada. Comencé a beber, a medida que bailaba con Rolando procuraba rozar mi cuerpo contra el de él. Lo que realmente no se me hizo nada difícil, haciéndome un poco la borracha. Rolando se sintió algo cortado de seguro, pero continuó bailando apretando mi cuerpo contra el de él, sabrosamente.
Yo tenía un plan bien simple, y era ponerlo bien excitado, sobretodo mareado y llevarle con una mujer amiga que previamente habría contratado, ella me dijo "tráemelo a tu hijo y te lo desenchuclo y le hacemos olvidarse de esa mujer," así que estaba decidida a hacerlo.
Pero, a cada segundo que pasaba notaba que mi hijo se ponía más y más caliente, y comenzó a pasar sus manos por sobre mi cuerpo, de la manera que un hombre se las pasa a una mujer que desea. Yo dejaba que me mirase, que distrajera su vista pero nada más, no estaba preparada para más nada, debido a la cercanía, nuestros labios se rozaran de manera accidental hasta que él en medio de la pista me ha dado un fabuloso beso de lengua, como jamás ni nunca su difunto padre, ni mis actuales amigos lo han hecho. En ese momento me desconcertó de verdad, y en medio de mi confusión le pedí que regresáramos a casa.
Como en realidad me sentía algo mareada, le pedí que condujera, de verdad no esperaba que me besara de esa manera tan brava y deliciosa, en el camino me comencé a sentir algo culpable por lo que había hecho y no dije ni una sola palabra hasta que llegamos a nuestro hogar. Rolando me ayudó a bajar del auto, y me condujo hasta la puerta de la casa, fue que me di cuenta que una de sus manos, la tenía sobre mi nalga izquierda casi metida bajo mi corta falda. La verdad fue que me asusté, no esperaba que él reaccionase de esa manera tan salvaje. Yo nada más pensaba en mi amiga, que debía estar esperando mi llamada.
Cuando entramos a mi habitación, ya me estaba arrepintiendo de lo que pensaba hacer, y al despedirme mi hijo me pidió que le diera el beso de las buenas noches, inocentemente cuando pensé que me pondría su mejilla o su frente para besarlo, sentí nuevamente sus labios sobre los míos, lo que me asustó de verdad y comencé a retroceder dando un tras pies, que casi me caigo. Rolando de inmediato me tomó en sus brazos y evitando que diera contra el piso, me dijo que me encontraba mareada. Me condujo a mi habitación y me quedé de una sola pieza cuando comenzó a desabotonar mi vestido y tras hacerlo comenzó a retirármelo lentamente a medida que lo hacía comencé a sentir sus labios sobre mi cuello y nuca, cuando me despojó de la blusa, soltó el broche de mi falda, y la fue llevando hasta el piso con sus manos a medida que me acariciaba las piernas de manera descarada.
En ese momento ya me encontraba semidesnuda frente a mi propio hijo, yo había comenzado algo, que me provocó un inmenso pánico de que continuase. Cuando me terminó de quitarme la falda, trate de decirle que ya estaba bien que me acostaría así, pero cuando comencé hablar su boca tapo la mía, su lengua me volvió a penetrarme, sus manos continuaron acariciando mi cuerpo de manera tan brusca, que no pude o no quise decirle que se detuviera, que pensara que yo era su madre. La verdad es que no me arrepiento de nada de lo sucedido, ya que de esa manera estoy más que segura que salvé a mi hijo de pasar bastante malos ratos.
Sí traté de separarme de su caliente cuerpo, pero Rolando me seguía besando con fuerte insistencia, ambos caímos sobre mi cama y mientras me acariciaba me terminó de quitar lo poco que yo tenía encima puesto hasta esos momentos. Me encontraba del todo desnuda y acostada con el cuerpo de mi hijo sobre mí. Rolando se incorporó por unos segundos, me observó y se bajó la cremallera de su pantalón extrayendo con una de sus manos su erecto miembro.
Jugueteó con su miembro por unos segundos y me dijo: "mamá ahora por entrometida, vas a saber lo que es jugar en serio". Yo no podía dar crédito de lo que oía, me molestó y traté de votarlo, de evitar que me penetrase, pero apenas sentí lo caliente de su glande contra mi vagina, terminé por abrir más las piernas y sujetar con fuerza su cuerpo, apretándolo contra el mío. De pronto Rolando me dijo "mamá, eres toda una puta", pero en sus labios lejos de ser un insulto lo consideré un cumplido, yo movía mis caderas contra su miembro desenfrenadamente, mi hijo metía y sacaba continuamente su verga de mi caliente coño. En medio de ese desenfreno alcancé un orgasmo como nunca lo había alcanzado, pero mi hijo, continuaba clavándome su poderosa herramienta.
En medio de nuestra orgía familiar, mi hijo me dijo que deseaba que se lo mamase, y sin pensarlo mucho apenas me lo sacó del coño, lo tomé con todo cariño entre mis dedos y me lo he llevado a la boca. Mientras se lo chupaba, Rolando me volvía a repetir que era una puta mamona, y yo con mayor fuerza se lo chupaba, hasta que sentí que su semen invadía toda mi boca. A diferencia de su padre, al que tan solo se lo llegué a mamar un par de veces, y siempre escupía cuando él acababa, en el caso de mi hijo, me provocó tragarme todo lo que salía de su caliente verga. Al terminar, pensé erróneamente que con eso le bastaría a él. Pero no fue así, como un perro salvaje, comenzó a meter su rostro entre mis piernas, no hace mucho tuve un amigo que con eso le bastaba, pero Rolando actuaba casi como un salvaje animal en celo, lamiendo y chupando mi coño con todas sus ganas y juventud. Yo me quede disfrutando de tan delicioso, regalo que mí hijo me hacía, hasta que tras hacerme alcanzar otro orgasmo.
Luego, me tomó con sus manos y me colocó boca abajo sobre le borde de la cama, de inmediato me supuse lo que buscaba, y cuando sentí sus dedos mojados por su saliva sobre el hueco de mi culo. Me volvió a dar miedo, pero al dolor. Sus dedos se incrustaron entre mis nalgas, al tiempo que Rolando me decía, Prepara el culo mamacita, que te lo voy a partir en dos por puta. Le iba a pedir que no me hiciera eso cuando sentí que sacó sus dedos del hueco de mi culo, y de inmediato sentí la gruesa y caliente cabeza de su verga que me la empujaba. Aunque el dolor que sentí, hasta me hizo llorar, mi hijo no se apiadó de mí, y continuó metiendo entre bramidos de toro, su enorme verga entre mis nalgas, hasta que sentí su ropa contra mi cuerpo. Me había penetrado hasta el fondo, al tiempo que con una de sus manos me agarró mi coño, y comenzó a restregarlo de manera deliciosa, tanto que el dolor rápidamente desapareció dando pasó a otro inmenso placer. Yo de manera salvaje comencé también a mover mi culo a medida que mi hijo me enterraba y sacaba su vara de mi cuerpo. Sin dejar de insultarme y decirme que culo más sabroso yo tenía, que solo se comparaba a mi boca de mamona.
Eventualmente Rolando se volvió a venir.
Los dos nos quedamos acostados en mi cama, en la madrugada cuando me desperté lo tenía a mi lado, lo besé tiernamente en la boca me levanté y sin ponerme nada. En el baño me lavé y asee, para volverme acostar al lado de mi hijo. Cuando Rolando se despertó, se encontraba acurrucado en mis brazos, con su boca pegada a una de mis tetas, tenía el rostro diferente ahora que ya no estaba ebrio, se comenzó a poner colorado de vergüenza, nuevamente el rostro de niño travieso me parecía tierno, pero al yo verlo decidí terminar con lo que había comenzado, y averiguar como reaccionaría, así que me metí en la cama junto a él y nos abrazamos y acariciamos, se la agarré y él solo escondía el rostro entre mi cuello. A los pocos segundos vi en su rostro esa mirada de felicidad, por lo que supe que continuaríamos siendo una familia bien unida.
Mi amiga tenía razón, volvió a ser el joven de antes. La perra, según supe luego salió embarazada de quien sabe quien, me alegré de salvar a mi hijo de las garras de esa mujer y no me arrepiento. Rolando terminó sus estudios, y conoció a una magnifica joven, con la que esta por casarse. Lo nuestro es nuestro secreto, lo comparto con ustedes por que no quiero que el día menos pensado se me escape y se lo diga a alguna de las chismosas de mis amigas, lo que no me puedo dar el lujo de hacer, así por lo menos lo he sacado de mi sistema.