Durante mis años de casada, nunca había ni tan siquiera pensado en serle infiel a mi marido, y mucho menos acostarme con algún desconocido, por el solo placer de hacerlo. Pero un buen día en que mi esposo, y yo nos encontrábamos en la fiesta de su trabajo. De momento, que aquel tipo al que yo ni conocía, me sacó a bailar. Bueno como Julio mi esposo estaba tan, y tan distraído hablando de negocios, con sus jefes, que ni atención me prestaba. Gustosamente acepté bailar con ese desconocido.
Relato
Desde el principio, mi pareja de baile se comportó como todo un caballero, pero eso sí, sin dejar de halagarme en todo momento. Cosa que a mí, no es por nada, me encantó. Y así a medida que seguimos bailando, y bailando. Ocasionalmente me servía alguna bebida, la que yo gustosamente aceptaba.
Ya llevábamos un buen rato bailando cuando, me insinuó que podíamos buscar un lugar más íntimo, para estar nosotros dos completamente a solas. En ese momento le di un vistazo a Julio, y él seguía bebe que bebe, mientras charlaba con sus jefes. Yo tenía la lejana esperanza de que mi esposo me echase de menos, en ese instante, pero la realidad es que ni cuenta se dio cuando pasé frente a él, acompañada del brazo por aquel desconocido.
Realmente no tuvimos que caminar mucho, ya que en la parte trasera de donde se celebraba la fiesta, se encuentra el estacionamiento de la casona. Mi pareja al parecer se conocía todos los recovecos, de la propiedad, ya que rápidamente llegamos a un pequeño salón, en el que había varios muebles. Yo estuve a punto de salir corriendo de ese sitió. Pero al sentir como su cálida mano agarró la mía, me dejé llevar. Y antes de que pudiera darme cuenta, nos estábamos besando, intensamente. Yo bien pude pedirle que se detuviera, pero la realidad es que no lo hice, y cuando comencé a sentir que sus manos me bajaban mi vestido, lo pude parar, pero de momento como que quise saber hasta dónde podía él llegar.
Entre besos, caricias, y sus sinceros halagos, de momento me encontré prácticamente desnuda entre sus brazos. En mi mente mantenía una sola discusión conmigo misma, por una parte yo me decía, como te atreves hacerle eso a Julio, tan buen hombre que es, mientras que por otro lado yo misma me decía. Aprovecha, que lo que no se coman los humanos, lo disfrutan los gusanos.
Cuando mi pareja de baile, me recostó sobre uno de los muebles, y tras bajar mis pantis, comenzó a besar mi coño, yo me olvidé por completo de mí esposo. Por un buen, y largo rato, estuve disfrutando como nunca antes lo había hecho de una soberana mamada de mi coño, él lo besaba. Lamía, mordisqueaba, e incluso hasta chupaba mi clítoris, como jamás y nunca nadie me lo había hecho, hasta esos momentos. Yo disfruté de un sin número de múltiples orgasmos a medida que su sabrosa lengua continuaba lamiendo toda mi húmeda vulva.
Por lo que cuando él, me insinuó ligeramente que lo dejase penetrarme por el culo, no lo dudé ni por un instante, y de inmediato acepté. Aunque en mi vida tampoco jamás había llegado a tener sexo anal, ni tan siquiera con mi propio marido. Lo primero que me dijo después de que dije que si, fue. Relájate, que lo vas a disfrutar bastante. Y aunque si me dolió algo al principio, quizás de no haberme comenzado a dilatar mi esfínter como lo hizo, seguramente me hubiera dolido mucho más. Yo sentía como su miembro entró completamente dentro de mí. Momento en el que yo, sin ton ni son comencé a menear mis caderas como nunca antes lo había hecho. Sentía su verga entrando y saliendo de mi apretado culo, al tiempo que con una de sus fuertes manos agarró divinamente todo mi coño, arrancándome profundos y fuertes gritos de placer.
Yo la verdad es que me quedé completamente agotada, después de que lo sentí venirse, bien adentro de mis nalgas. Luego sin dejar de estar besándonos, comencé a vestirme, temerosa de que mi marido me estuviera buscando. Pero al salir de nuestro discreto escondite, y regresar a la fiesta, Julio, no tan solo estaba mucho más borracho, sino que ya había perdido el sentido. Al grado que se quedó dormido sobre una de las mesas.
Debido a su estado, en lugar de agarrar nuestro auto, decidí llamar un taxi, ya que yo tampoco estaba muy sana que digamos. Y eso de manejar de noche, de por sí, buena, y sana me da mucho miedo. Imagínense ustedes que yo ya tenía varias copas encima. Julio, lo monté en el taxi, con la ayuda del chofer, y un mozo. Algo que si me llamó la atención en el trayecto a casa, fue que el chofer no apartaba sus ojos del espejo retrovisor. Yo casualmente fue que me di cuenta que como iba sentada en el centro del auto, no me preocupe mucho por mi postura, al momento de sentarme. Por lo que me imagino que él sin mucho esfuerzo estaba viendo mi desnudo coño, ya que al salir de la habitación se me olvidó ponerme mis pantis.
Apenas llegamos a casa, el chofer del taxi me ayudo a bajar a mi esposo, pero justo cuando le iba a pagar, me dijo. Señora si usted no tiene el dinero ahora mismo, podemos llegar a un acuerdo entre usted, y yo. No se pero en lugar de mandarlo al carajo, y tirarle en dinero en la cara, sonriendo lo que me provocó fue preguntarle a qué tipo de acuerdo se refería. A lo que el chofer sonriendo, me dijo. Bueno señora, si usted gusta, podríamos entendernos los dos, ya que como su marido, de seguro no puede. Nuevamente en mi mente escuche esas voces que me decían una cosa y la otra. Por su parte, el chofer me sonrió, como esperando mi respuesta.
No tuvo que decirme más nada, ya que yo en el medio de nuestra misma sala, dejé que mi vestido llegase al suelo, quedando por completo desnuda frente al chofer del taxi, mientras que Julio dormía su borrachera en uno de los sillones de la sala. El chofer únicamente se bajó sus pantalones, y acomodándonos en el sofá, frente a mi dormido esposo, separé mis piernas, y fue cuando recibí el vergajo del chofer dentro de mi coño. Por un largo rato, el condenado chofer del taxi, hizo conmigo lo que le dio la gana, ya que hasta me puso a mamar su tremenda verga, la que yo gustosamente disfruté. Al terminar, apenas se marchó, yo dejé a Julio tirado en la sala, y me fui a dar una buena ducha.
Al siguiente día, cuando me levanté. Julio aun se encontraba durmiendo su borrachera. Hasta que lo llamaron de la oficina, por lo que tras despertarlo, y atender el teléfono, tuvo que salir corriendo. Después me comentó que le habían puesto un nuevo jefe, y apenas comenzó a describírmelo supe de quien se trataba.
Ambos iniciamos a besarnos con toda pasión, con aun más pasión que la primera vez, mientras nos besamos Armando comenzó a tocarme mi zona intima debajo la falda de mi vestido y como consecuencia a esto de inmediato me moje toda, ¡Quiero hacerte el amor! Me dijo suavemente al oído, -Lo sé y también quiero- le conteste.
Relato erótico enviado por putita golosa el 29 de August de 2010 a las 23:31:22 - Relato porno leído 515282 veces
Relato casi en su totalidad real que demuestra que toda mujer casada es una puta sumisa en potencia
Relato erótico enviado por morboso sadico el 29 de July de 2009 a las 18:09:16 - Relato porno leído 301071 veces
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:17) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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